domingo, 4 de octubre de 2015

ENTREVISTA A FRANCISCO PEREDA CALDERÓN / Guido SÁNCHEZ SANTUR




Enrique Arturo Diemecke (México) quien 
ofreció la primera audición del Magnificat de 
Johann Sebastian Bach en el 22 Festival.

                                                  Erika Dobosiewicz (Polonia) que
                                                  interpretó la primera audición de
                                                las sonatas y partitas para violin solo
                                                                de J.S. Bach


Francisco Pereda considera que su aprendizaje en la disciplina de dirección de orquesta radica en la experiencia musical directa y la observación atenta a los grandes directores.

> Radicado en México, pero con un profundo amor a Trujillo, todos los años viene para organizar y dirigir el Festival Internacional Bach, a través del cual pretende elevar el nivel cultural de esta ciudad convencido de que la música es una de las expresiones artísticas más elevadas. En esta entrevista exclusiva esboza sus argumentos en torno a la importancia de darle mayor relevancia al humanismo en el proceso educativo peruano.

- ¿Cómo decides organizar el Festival Bach?

- La idea nace al leer un artículo sobre un discurso de mi tío, primer director del conservatorio Carlos Valderrama, Andrés Ulises Calderón, quien decía que los impacientes no verán ningún fruto inmediato, sino tiempo después y que de Trujillo iban a emerger grandes músicos, pero ello no ocurrió; por eso, mi intención fue salir del país para traer conocimiento y establecer contactos con artistas que llenen esa carencia en esta ciudad.

- ¿Tu tío era músico?

- No, fue un visionario, sacerdote, filósofo, abogado, literato y dictaba la cátedra de metafísica en la universidad. En ese ambiente crecí y eso me causó muchos traumas, gracias a los cuales logré lo que quiero.

- ¿Cómo fue el primer festival?

- Fue fruto de la casualidad. Como director de la Orquesta Nacional de Quito, donde conocí a un  grupo de estudiantes que me motivaron a fomentar conciertos de música de cámara. Uno de ellos, el violoncelista Eddie Jumbo, que me acompaña siempre, me sugiere organizar un festival Bach. Así surge en 1994.

- ¿Qué satisfacción te quedó de esa versión?

- Antes que satisfacción, me quedó el gran compromiso de continuar, porque fácil es iniciar y difícil mantenerse.

- ¿Cuántas dificultades enfrentaste en lo sucesivo?

- El éxito de las 22 ediciones ha sido gracias a mi amistad con colegas de alto nivel artístico con quienes me reencontré y a otros que conocí en el camino. Ahora, por suerte, músicos extranjeros que piden venir, ya no los tengo que invitar, sino seleccionar a quienes les doy  un espacio en el festival.

- ¿Por qué ese interés?

- Bach es un personaje tan valioso en la música que equivaldría al fundador de una religión, así de simple.

- ¿Es el padre de la música?

- Exactamente, de él aprendieron los grandes compositores de la historia.

- ¿Cuál es el aporte de Bach en la música?

- La majestuosidad, la dificultad que requiere interpretar sus obras, exige otra madurez musical y un nivel técnico muy alto; por eso no vemos con frecuencia conciertos con música de Bach, salvo en los países desarrollados.

- ¿Dónde se escuchan, regularmente conciertos con esta temática?

- En todo el mundo, hay 193 festivales en todo el mundo, de enero a diciembre. Hay más en Alemania, Holanda y Estados Unidos. En América del Sur, solamente tenemos en Bolivia y en Trujillo.

- ¿Cómo se sostiene este Festival?

- De puro milagro (risas)…Porque desde el siguiente día que termina uno, comienzo a trabajar en el próximo.

- ¿Qué apoyo recibes de las autoridades?

- Por el momento ninguno. Creo que apoyarían en lo que les dará resultados económicos; por eso no invierten en algo intangible. Nuestra inversión es a largo plazo para tener una población más espiritual, inclinada a la música. La música puede ser buena o mala; pero buscamos lo que califica nuestro compatriota Mario Vargas Llosa como una alta cultura, en pos de una sociedad mejor. No queremos aplauso barato. Cuando más elevada es la música tiene menos público. Mientras más sensual es la música arrastra más seguidores. Eso lo vemos a diario. La música se divide de la cintura para abajo y de la cintura para arriba.

- ¿A qué nos referimos cuando hablamos de cultura más elevada?

- Es cuando las grandes mayorías tiene acceso a una sinfonía de Brahms, un cuarteto de Beethoven o que leen El Quijote o las obras de Goethe. Cuando las mayorías reclamen eso podremos decir que vivimos en una sociedad más justa, más equilibrada; porque después de todo, el ser humano no pide nacer, no sabe vivir y no quiere morir. Es una incongruencia fatal, y pensamos que la respuesta está en lo material. Debe existir un equilibrio entre lo espiritual y lo material.

- ¿La sociedad está olvidando lo espiritual?

- El ser humano, por una carencia quizá de neuronas, no ha podido eliminar de su naturaleza, como animal que habla, la envidia ni la corrupción. Todo lo demás ha evolucionado, pero esos dos elementos siguen como “microbios”, enquistados en la personalidad; por eso vivimos en un mundo violento. No sabemos entrar  en nosotros mismos, siempre miramos hacia fuera, lo que nos da placer material; no somos contemplativos, no queremos oír con los ojos ni ver con los oídos. Nos centramos en tener algo tangible. Eso conlleva a que los jóvenes opten por las drogas porque no saben lo que quieren. Hemos olvidado que la respuesta a la felicidad está dentro de uno mismo.

- ¿De qué depende que sigamos con esos dos “microbios”?

- Nosotros necesitamos la contraparte en todo, la vacuna es un microbio del mismo tipo que nos ayuda a contrarrestar la enfermedad. El ser humano necesita un equilibrio entre lo material y lo espiritual porque somos unidad. Invertimos en un par de zapatos costosos, pero no en un concierto para escuchar una sinfonía de Mozart. Le damos más importancia a las zapatillas porque nos ofrecen más placer, para competir y demostrar que tenemos dinero. Mientras Mozart es algo que está dentro de uno y que se debe asimilar, como si lo respiramos. Y esto no es negocio para los gobiernos porque cuando un país es culto resulta más peligroso a las autoridades, ya que reclama más sus justos derechos. Nos han dosificado, han programado nuestro desatino de acuerdo a su conveniencia tanto en lo político, en lo social y en lo religioso.

- ¿Nos están vendiendo la idea del fatalismo?

- Sí, estamos condenados al fatalismo, por un proceso lógico, somos consecuencia de nuestros antepasados y causa de nuestros sucesores. Las generaciones venideras sufrirán lo que estamos haciendo mal ahora. Nos hemos preocupado por estar bien, pero no nos interesa ni pensamos lo que pasará mañana. Eso determina que pensemos en términos de cinco años de gobierno y saquemos el máximo provecho, sin importar lo que venga después.

- ¿Qué pasa cuando los municipios no invierten en cultura?

- Eso es fatal porque no estamos yendo hacia delante. No avanzar ya es retroceder. Una ciudad es culta según la música que escucha.

- ¿En este contexto, qué se propone el Festival Bach?

- Es como un mensaje que se aúna a los que se organizan en el resto del mundo, es como un aporte para rescatar los valores de este gran genio (Bach), que es inalcanzable. Lo único que nos queda es seguirlo como a una estrella. Por eso, es importante que en los colegios, además de los cursos básicos, también enseñen lo espiritual, no sólo la religión, sino empoderar la mente para crear a través de la palabra el sonido y la danza. Esto se ha descuidado mucho.

- ¿Qué novedades habrá en el festival del próximo año?

- Se coordina un concierto de música barroca e impresionista con la participación del reconocido director mexicano Baltazar Juárez.

4-octubre-15

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