miércoles, 21 de octubre de 2015

FRANCISCO JAVIER DE LUNA PIZARRO / Luis PORTAS


Seminarista, Licenciado en Cánones y Leyes, catedrático de Filosofía, abogado notable y hábil político, de criterio amplio y liberal,  Francisco Javier de Luna es respetado y considerado como peruano insigne, nacido en la ciudad de Arequipa en mil setecientos ochenta.

   Cursó sus primeros estudios en el Seminario de la ciudad natal arequipeña, y después pasó a Cuzco, graduándose allí en Licenciatura en Cánones y Leyes; al año siguiente se recibió como Doctor en Teología.

   Llamado a Arequipa de nuevo, el Obispo lo designa catedrático de Filosofía y Familiar; pero no abandona sus estudios y se gradúa de Abogado en Cuzco. Después pasa a Lima para figurar de Magistrado y Jurisconsulto de la Audiencia capitalina.

   Viaja a España, donde reside de mil ochocientos siete a mil ochocientos trece; regresa a Lima y es nombrado en seguida  Rector del Colegio de Medicina de San Fernando.

   Al declararse la independencia patria, renunciando a este rectorado entra en la política y es elegido diputado en cuatro períodos, desempeñando  su representación con criterio amplio, lo que le valió el exilio y destierro a Chile en alternativas de su vida pública. Cosas de nuestro sino.

   El general Santa Cruz lo nombra después Protector de la Iglesia y Deán de la Metropolitana. Vuelve a los campos de la política brevemente, pero la abandona por completo al ser nombrado Obispo de Alalia. Se retira al convento de San Francisco, dedicándose a la meditación y al rezo. Aquí encontró esa reciedumbre interna que hace verdaderamente grandes a los hombres.

   Por sus magníficas cualidades el Papa Gregorio XVI lo nombra Arzobispo de Lima y su Prelado Doméstico, con lo que rige la Iglesia peruana durante ocho años, con gran acierto.

   Sus famosas Pastorales, exquisitamente escritas, lo hacen recordar como un gran prelado y un político de buenas intenciones para su pueblo. Algunas de esas Pastorales se han publicado en el libro “Obras selectas del clero peruano”, editado en París en el año de mil ochocientos cincuenta y tres. Fue hombre de clara visión, quien nunca trató de eludir las responsabilidades que pudiera traerle la expresión verdadera y leal de su pensamiento. Prueba de ello fueron los exilios que sufrió. Siempre mantuvo en alto la fe en los destinos de su patria, a la que sirvió con dedicación.

"HABLEMOS". Sección Reloj de arena de la Revista Dominical de los Diarios de América, auspiciada por el Periodismo hispanoamericano para difundir la Cultura y el Progreso modernos.

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