Parece que
sí, aunque no puede decirse lo mismo del poder de su inteligencia para las
letras.
El hombre es
cada vez más fuerte. Mejora sin cesar sus records atléticos y hace ir atrás lo
nacido de lo imposible. No podemos prever a qué velocidad ni a qué altura se
llegará a correr, nadar o saltar el año que viene. Pero con toda seguridad que
será más rápido, más lejos y más alto que ahora. Se afirma que las marcas son
para romperse.
Los médicos y
los deportistas explican este progreso por el perfeccionamiento de las pistas
de atletismo y de las piscinas de natación. Los campos de deporte no son ya un
pedazo de tierra con un poco de hierba. Se han convertido en verdaderos
laboratorios, bancos de ensayo donde los sabios del músculo estudian la
resistencia a la fatiga de la maquinaria humana, como en otros laboratorios se
estudia la resistencia a los metales a la tracción, a la presión y al calor.
Los métodos
de entrenamiento se han perfeccionado también. Los grandes atletas hacen
ejercicios de carreras a pie o de natación todos los días, igual que los hace
un pianista durante varias horas para mejorar la elasticidad de los dedos. A
los ejercicios en la especialidad de cada atleta, se añaden otros ejercicios de
cultura física general, en los que no se habría soñado antes.
El cronómetro
se ha convertido en el ángel guardián de los atletas. Sin saber le preguntan la
verdad sobre el esfuerzo del momento y sobre el progreso a hacer. Y no olvidemos el régimen a que se someten los
atletas. Engrasan su máquina y mantienen su organismo como un centavo nuevo,
con lo que aumentan su rendimiento.
Es de notar
también el progreso continuo de la ciencia y de la técnica, es decir, en todo
lo que se puede medir. El “Ranger” americano permite a los astronautas de los
Estados Unidos conseguir saber más de la Luna de lo que pudo saber Galileo. Uno
de los candidatos a bachiller conoce las reacciones químicas del cuerpo con
detalles que fueron desconocidos completamente a Lavoisier.
Pero en el
orden calificativo, es decir, en las Artes y las Letras, todo resulta muy
diferente. ¿Quién se atrevería a decir que Bernard Buffet es mejor pintor que
Rafael y que Anouilh es mejor autor dramático que Moliére? El hombre corre o nada más rápido, como lo
prueba el cronómetro; pero su alma no cambia.
Y lo que
dijeron Homero, Esquilo, Platón y Shakespeare siempre será valedero y deja
pulverizado el balbuceo de nuestros contemporáneos.
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