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HERMANN
KEYSERLING (1880-1946)
“Todo hombre
que quiera llevar una vida personal profunda tiene que pasar por el
sufrimiento”, dijo el filósofo Keyserling. Es este, añadió, el “misterium
magnum” de la Cruz.
Es a través del sufrimiento que el Dios-Hombre se hizo otra
vez Hombre-Dios; es decir, adquirió de manera sin par la suprema perfección del
supremo conocimiento.
Su
pensamiento filosófico gira en torno a una idea central: la filosofía no es una
ciencia, saber dogmático o abstracto, sino que es la vida misma en forma de
saber.
Pero el
escritor boliviano Alfredo Alexander nos advierte que una vida personal
profunda no es monopolio exclusivo de hombres de pensamiento profundo: los
grandes intelectuales, los artistas, los escritores y poetas. El hombre más
humilde puede llegar a través de su sufrimiento interno, de su angustia
existencial, a las profundidades del filósofo y del místico. A través de la
angustia y el sufrimiento se llega a la plenitud de la existencia.
Después de
todo, cuando Dios se hizo Hombre, no se encarnó en la figura de un rey, un
general o un académico, sino en la de un humilde carpintero. Quiso con ello
probar que el camino de la Verdad está abierto a todos los hombres capaces de
sufrir. Sufrir será, así, el gran criterio seleccionador, el competente
separador de juicios.
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