domingo, 15 de noviembre de 2015

LO FALSO ES FÁCIL / José ECHEGARAY



En el Mercader de Venecia, Shakespeare, ese escritor único del que pueden destacarse todas las frases que ha escrito como deslumbrantes perlas de un collar, hace decir a uno de sus protagonistas “/Oh! Qué inmenso baño de falsedades”. Sí, lo falso es tan fácil que toma siempre proporciones oceánicas. Por eso Oliver Goldsmith ya pone en guardia a la crítica cuando afirma que “la voz unida de millones no puede dar la más débil base de verdad a lo que es falso”. Lo falso, falso es, sea quien sea y cuantos sean los que lo proclamen, y si la verdad es indivisible, la falsedad lo es también / pues es máxima legal que “aquel que es falso en algo lo es irremediablemente en todo…”

   Parafraseando a Echegaray, uno de los Premios Nobel hispánicos, podríamos decir que si lo falso es fácil, lo verdadero es difícil. No en su expresión precisamente, sino en su proceso. La verdad se manifiesta con la simplicidad y sencillez del lenguaje infantil, pero para llegar a ella es necesario un gran esfuerzo mental y una rigurosa disciplina de conducta. Por eso, si Shakespeare nos hablaba de “océanos de falsedad”, Demócrito nos dice que la Naturaleza ha enterrado la verdad en el fondo de los mares. Reduciendo después aquellas proporciones apocalípticas, se ha hecho surgir la verdad de un pozo, pero siempre con esfuerzo y dificultad en su afloración. No cedamos a la fácil falsedad.

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