sábado, 12 de marzo de 2016

DEMASIADA SUERTE ES MALA SUERTE, proverbio alemán


Se dice que hay gentes que nacen con “suerte” y otros con “mala suerte”. Es una generalización que no responde a la realidad. Hay gente que nace rica y otros pobres; unos que heredan inteligencia y otros que llevan en ellos la terrible semilla de la ignorancia. Pero la suerte es un factor del azar, de la coincidencia, que, según la ley de los grandes números, aparece y desaparece aproximadamente el mismo número de veces en todos los seres humanos.

Ocurre, sin embargo, que la envidia atribuye a la suerte lo que es en realidad el fruto del talento o del trabajo. “Buena suerte  --ha dicho un autor anónimo —es la estimación del perezoso sobre los resultados del trabajador” La suerte tiene tenues fundamentos y lo único cierto en ella es que cambia. Razón por la cual no resulta fácil “apresar”.

En el mejor de los casos, la suerte no da, sólo presta. Y presta generalmente al que ya tiene. Los franceses dicen que no se presta nunca a un pobre, y la suerte es de la misma opinión; aunque nos referimos a una riqueza infinitamente más valiosa que la material: actividad, trabajo, inteligencia. La suerte es el agua que hace crecer la planta, pero necesita para ello fertilizantes y buena semilla. Sin los fertilizantes del trabajo y la semilla del talento, la “lluvia” de la suerte corre sin parar y sin producir hacia el mar de la nada…

 “Demasiada suerte es mala suerte”, pues atrofia en la persona humana la capacidad de creación, la posibilidad de proyectar su alma, su espíritu o su talento hacia horizontes infinitos. La mejor suerte es saber sin vacilaciones, que sólo con suerte no se tiene nada de suerte.


HABLEMOS, abril, 1967

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