viernes, 18 de marzo de 2016

EL RELOJ DE LA PASIÓN /

“El Reloj de la Pasión” son cantos religiosos de autor anónimo, formado por estrofas de cuatro versos octosílabos, formando lo que podría llamarse un poema lírico-narrativo con ritmo trocaico y rima popular.

Corresponde a un libro titulado “Pasionario popular” recopilado por Faustino Gutiérrez.

La letra del poema como ocurre en todas las tradiciones que se transmiten oralmente, van modificándose y adaptándose al lenguaje particular de la zona, si bien el mensaje es el mismo. (En 1959, que hice la primera recolección de una Revista, no tenía las estrofas resaltadas en rojo).

“Es la Pasión de Jesús
un reloj de gracia y vida,
reloj y despertador
que a gemir y a orar convida.

Oye, pues, oye sus horas,
y en todas dí agradecido.
¿Qué os daré mi Jesús
por haberme redimido?

            Vuestro reloj, Jesús mío,
            devoto quiero escuchar,
            y en cada hora contar
            lo que por mí habéis sufrido.


Cuando a las siete os veo
humilde los pies lavar,
¿Cómo si no estoy muy limpio
me atreveré a comulgar?

            A las ocho instituiste
la cena de vuestro Altar,
y en ella, Señor, nos diste
cuanto nos pudiste dar.

A las nueve el gran Mandato
de caridad renováis,
que habiendo amado a los tuyos
hasta el fin, Jesús amáis.

Llegan las diez, y en el Huerto
oráis al Padre, postrado;
haced, mi Jesús amado
que yo os pida con acierto.

Sudando sangre a las once
os contemplo en agonía.
¿Cómo es posible, mi Dios
no agonice el alma mía?

A las doce de la noche
os prende la turba armada,
y luego en la casa de Anás,
recibís la bofetada.

A la una de blasfemo
impío Caifás os nota,
y en seguida contra Vos
la chusma vil se alborota.

A las dos falsos testigos
acusan vuestra inocencia.
¡Qué impiedad y qué descaro!
¡Que maldad y qué insolencia!

¡Qué dolor cuando a las cuatro
os niega, cobarde, Pedro!
Mas Vos, Jesús, lo miráis
y él reconoce su yerro.

Las cinco son y se junta
el concilio fulminante
que dice: “ ¡Muera Jesús,
muera en la Cruz al instante!”

A las seis sois presentado
ante Pilatos, el juez,
y él os declara inocente
hasta por tercera vez.

A las siete por Pilatos
a Herodes sois remitido,
como seductor tratado
y como loco vestido.

A las ocho, otra vez
preso a Pilatos volviste,
y entonces a Barrabás
pospuesto, Jesús, te viste.

A las nueve seis verdugos
os azotan inhumanos,
y para eso a una columna
os atan de pies y manos.  

A las diez duras espinas
coronan vuestra Cabeza,
espinas que en vuestras sienes
clavan con dura fiereza.

Cuando a las once os cargan
una cruz de enorme peso,
entonces veo, ¡Oh mi Dios!
cuanto pesan mis excesos.

A las doce entre ladrones
Jesús, os veo clavado,
y se alienta mi esperanza
viendo al mundo perdonado.

Es la una y encomiendas
a Juan tu querida Madre,
y luego pides perdón
por nosotros a tu Padre.

A las dos otra vez hablas,
sediento como Ismael,
y al punto os mortifican
con el vinagre y la hiel.

A las tres, gritas y dices:
“Ya está todo concluido”.
Mueres y llora tu muerte
todo el orbe estremecido.

A las cuatro una lanzada
penetra vuestro costado.
De él salió sangre y agua
para lavar mis pecados.

A las cinco de la Cruz
os bajan hombres piadosos,
y en los brazos de tu Madre
os adoran religiosos.

A las seis con gran piedad
presente también María
entierran vuestro cadáver
y Ella queda en agonía.

¡Triste Madre de mi Dios
sola, viuda y sin consuelo!
Ya que no puede llorar
llorad, ángeles del cielo.


El reloj se ha concluido,
sólo resta, pecador,
que despiertes a los golpes
y adores al Redentor.

Si me quieres contemplar
en la cruz y en el sepulcro,
en esta noche no duermas
y la gloria te aseguro.

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