Alfonso Junco (1896-1974)
fue un escritor y académico mexicano. Miembro de la Academia mexicana de la
Lengua, ingresó el 25 de octubre de 1950 y ocupó la silla XIV, fue miembro
correspondiente de la Academia Colombiana de la Lengua.
Poeta fino y parco, además
de ensayista abundante; merecen recordarse los versos de Alfonso Junco, pues
desde joven su espíritu se decantó por la poesía de alabanza a Dios.
Tan joven, que para su
apasionado libro “El alma estrella” (1920), la premio Nobel Gabriela Mistral
dejó escrito: “Alfonso Junco, es el caso, más que de un poeta formado, de un
alma perfecta. Lo he leído con respeto religioso. ¡Y es un niño! ¿Cómo no
saludar esta alma bellísima y tranquila, si el mundo está bullente de fiebre y
fealdades?
LA DULCE FORTALEZA
AMA el carácter, ama la fuerza,
la irrevocable serenidad,
el brío, el nervio del alma incólume
ante las rabias del huracán,
los desamparos de las catástrofes
y las bermejas furias del mal.
Pero sé firme, diáfanamente,
indomeñable, con suavidad:
no la ceñuda playa de rocas,
agria y soberbia, brusca y rival,
sino la playa de arena humilde
en donde muere, vencido, el mar,
no con clamores broncos de guerra
sino con mansos ritmos de paz.
POSESIÓN
TRAS el ágape místico, vamos por el sendero,
irradia en mis entrañas la
presencia de Dios,
y Dios late en el múltiple
candor de la mañana,
y, recónditamente,
platicamos los dos.
¿Por qué aroman las flores y
acechan las espinas?
¿Por qué el alma es un antro
de fulgor y de horror?
¿Por qué es suave el cordero
y asquerosa la sierpe?
¿Qué es la verdad? ¿Y el
cosmos? ¿La vida? ¿Y el dolor?
Y yo voy preguntándole, y Él
me lo dice todo,
y va creciendo un ansia de
callar y adorar.
Y su palabra agota todos los
horizontes.
¡Y ya no tiene el alma nada
que preguntar!
Alfonso Junco
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