Hasta hace relativamente
poco tiempo existían dos creencias populares aún entre hombres de ciencia que
sostenían la existencia de graves obstáculos para el
desarrollo del conocimiento y comprensión del proceso biológico.
Una de ellas era
la creencia de que la evolución de las
plantas y los animales era algo que había tenido lugar en épocas prehistóricas
y que las cosas vivientes estaban ya en su forma “final”.
La otra era que la
causa de los cambios lentos de la evolución era el medio ambiente y nada más
que el medio ambiente. Esta teoría sostenía que las plantas y animales eran
exactamente como sus antepasados, con excepción de pequeños y lentos cambios
resultantes de la acción de elementos biológicos externos.
Un holandés,
llamado Hugo De Vries, casi accidentalmente hizo un descubrimiento que eliminó
ambos obstáculos del progreso de la verdad.
En las
investigaciones científicas ocurren accidentes con frecuencia ya que, pese a su
reputación, las ciencias avanzan con frecuencia como quien dice: ”a
tropezones”. A veces el empeño en encontrar cosas nuevas es el resultado de
“serendipidad”, nueva e interesante palabra que, en el campo científico, ha
llegado a significar el hallazgo de algo similar a lo que en realidad se buscaba.
De Vries
(1846-1935), botánico de profesión, notó varias velloritas de curios aspecto en
una exposición de flores importantes del continente americano. Era horticultor
tanto como botánico y lasa velloritas le eran conocidas y de inmediato se dio
cuenta de que algunas eran diferentes a las que él conocía.
Esto le sugirió la
posibilidad de estudiar la evolución por medio de un experimento y recolectó
50,000 semillas de velloritas y las plantó para ver si todas ellas se
reproducían exactamente.
Cuando las plantas
crecieron De Vries se encontró con que muchas de la velloritas se habían
reproducido conforme a ellas mismas, más también observó entre ellas tipos
nuevos y originales. Unas de estas variedades era una vellorita enana y sus
semillas, al ser plantadas, producían también velloritas enanas.
A estos nuevos
tipos de animales o plantas, diferentes de sus antepasados pero que se
reproducían de acuerdo a sus características básicas, los llamó “mutaciones”,
del vocablo latín que quiere decir cambio.
Así, cuando hoy
leemos de mutaciones o mutantes en los libros de biología o en las novelas
seudocientíficas, estamos leyendo las palabras creadas por De Vries.
Según un
continuador de las investigaciones de De Vries, la mutación desempeña papel
importante en la evolución de las cosas vivientes y es cosa que se continúa
produciendo constantemente y no cosa que se limitó a los tiempos prehistóricos.
Las mutaciones son causadas por cambios en la estructura genética, a veces
provocada por radiación.
Estas investigaciones
genéticas, que han seguido al descubrimiento de De Vries, son una de las
disciplinas más importantes y más reveladoras de las ciencias modernas.
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