viernes, 7 de abril de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: ORACIONES SIGLO XX

“LA ESPADA DESNUDA”

Señor:
Déjame rezar hoy, fiesta de los Dolores de María, el himno de un poeta nicaragüense a los ojos de la Virgen:
“Los ojos de nuestra Señora eran negros en la Pasión;
negros como incendiados por vastas noches en llamas,
negros como el amor soplando inenarrables gemidos,
solitarios ojos, víctimas en ceniza de la encendida pena.
(…) Yo no sé se la azucena herida en la penumbra,
o la fatigada paloma que el viento arroja al páramo
tienen ese temblor de gemido ya deshecho,
o ese puñal impalpable en el doloroso cáliz de su aliento.
Pero hay un hijo que muere dentro de su propia sangre,
y una frente que se inclina en el dolor de su frente.
¡Tantos besos guardados para caer heridos,
para anidar en llagas y teñirse de martirio!
¡Tanto canto de cuna para mecer la muerte
en el pavor de un ritmo helado y detenido!
¡Decidle, los que pasan, aquellos que han perdido
la dulzura de un nombre donde posar los labios,
decidle si hay dolor más triste que sus ojos
o color más amargo que su oscura mirada!
Oh fondo de tus ojos, Señora de la muerte,
como nocturnas aves las tinieblas acechan
el pálido cadáver que yace en tus pupilas!
(…) ¡Madre de la aflicción!, ¡crucificada entraña!,
¡has dado a sombras el fruto de tu vientre
con el dolor de sangre de todas las mujeres!
(…) ¡Oh Eva dolorosa! ¡Corta el fruto del Árbol
–la manzana encendida que brota del costado--;
tengo el pecho con hambre!, ¡tengo el pecho contigo,
abierto por la espada!”
(Pablo Antonio Cuadra)
Rafael de André


DOMINGO DE RAMOS


“Uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue donde los jefes de los sacerdotes y les dijo: ‘cuánto me darán para que se lo entregue?’ Ellos le aseguraron treinta monedas de plata…” Mateo, 26, 14-27,68
La última cena
En el huerto de Getsemaní
Toman preso a Jesús
Jesús comparece ante el Consejo judío


El mundo


            La naturaleza exterior merece bien el nombre latino “mundus” (limpio) o el nombre griego “kosmos” (hermoso). La naturaleza interior, esa alma del mundo, al menos del mundo Tierra, que es el hombre, recibe en muchos casos el nombre de mundo sólo por ironía, como decía Gracián.

            El domingo llamado “de ramos” nos muestra en la vida de Cristo, desnuda y brutal la suciedad y mezquindad del mundo. La palabra mundo tiene en la terminología cristiana  un sentido espiritual peyorativo. Es uno de los enemigos del hombre, uno de los obstáculos para el cumplimiento del deber, la búsqueda de la felicidad y el camino a Dios.

            El mundo es el conjunto de actitudes, costumbres, criterios, maneras, reaccione, gestos clave, términos propios, alejados de Dios y de la naturaleza del hombre. El mundo es cruel, egoísta, traidor, implacable, mentiroso, bajo una capa de cortesía deliciosa, de almidón inmaculado y maquillaje preciso. En resumen, es mentiroso y duro, sin verdad y, como decía Pablo de los griegos y romanos, sin misericordia.

            El mundo que rodeaba a Cristo se porta en este domingo  sin verdad; el viernes próximo se portará sin misericordia.

            Los hombres de alma recta, veraces y capaces de amor y de alegría, recibieron en Jerusalén a Cristo en triunfo entre un bosque portátil de olivos y palmas y extendiendo sus mantos al paso tranquilo del asno que llevaba a Dios. Los hombres de mundo, “los príncipes de los sacerdotes y los escribas”, como quien dice: ”parlamentarios, altos burócratas y legistas”, se enfurecieron, dice Mateo, pero atacaron con hipócrita mesura. Ante el grito mesiánico de la multitud: ¡Hosanna!, le dicen a Cristo: “¿No oyes lo que están diciendo?” Cristo les contestó secamente y les dio la espalda. Cristo es duro con el mundo: “No ruego por el mundo”.

            El mundo es poderoso y activo en sus intereses; se ablanda en los placeres, pero cuando hay que pelear por dinero, honores o contra algún enemigo, sabe pelear. Es su única belleza; su prudencia y su capacidad de combate, aunque degenere inmediatamente en intrigas canallescas y emboscadas cobardes. El viernes siguiente movieron al pueblo y a la autoridad y lograron hacer matar a Cristo legalmente.

            Es una lección. Todo hombre recto tropieza, tarde o temprano, con el choque del mundo, de la mentira y de inmisericordia. Cristo enseña a no rehuir un destino que puede llegar a trágico, pero que siempre es glorioso. “El que pierde su vida, la gana”.

            Fracasar  o chocar con el mundo por ser fiel al deber, es hermoso y justo. Pero es estúpido ser destrozado por el mundo por vanidad, ingenuidad o sensualidad. El afán de triunfo impulsa a muchos hombres y  mujeres no a valer por sí  sino a confiar y entregarse al mundo. Es loco apoyarse en la mentira y en la dureza. Tal vez se llegue arriba, pero con la boca amarga por el precio pagado, con la conciencia en girones y el honor pisoteado.

            Una norma de navegación por la vida: matar en sí mismo al mundo, a la mentira y a la dureza; no confiar jamás, por agradables y sonrientes y brillantes que sean, en las personas, ideas o grupos donde falta verdad y falta amor.

            José M. de Romaña.

DE MI ÁLBUM

                                 CAMINO CRISTIANO

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