En la antiguedad, cuando el hombre se hacía a la mar,
procuraba mantenerse cerca de la costa para guardarse de riesgos tanto
conocidos como desconocidos. Hoy, en lo que se refiere a los espacios
interplanetarios, adoptamos más o menos la misma posición.
Se conocen algunos de los peligros y algunas de las
dificultades y de más peligros.
Uno de los que tienen que afrontar los astronautas es el
de los rayos cósmicos procedentes del sol y el “espacio exterior”. La radiación
solar –llamada “viento solar” ocurre a la misma distancia del Sol que de la
Tierra – parte del Sol y viaja por el espacio. Sus movimientos están gobernados por fuerzas magnéticas.
El magnetismo del Sol y de los planetas altera la
dirección de la radiación y hace que el viento solar se arremoline y agrupe las
partículas cósmicas o encogiéndose según suban
o bajen las mareas magnéticas.
James Van Allen, catedrático
de la Universidad del Estado de Iowa, descubrió la existencia de grandes
remolinos o depósitos de radiación –o “fajas”—en torno a la Tierra como
consecuencia de experimentos hechos en relación con el Año Geofísico Internacional, período de cooperación internacional
en las ramas científicas durante una época de intensa actividad solar en 1957 y
1958.
Instrumentos diseñados por Van Allen y otros fueron lanzados por vez primera al espacio en 1958,
a bordo del satélite “Explorer 1”. Los instrumentos que interesaban a Van Allen
registraban la radiación en el espacio y transmitían las informaciones captadas a los laboratorios
universitarios donde eran analizadas.
Cerca de la Tierra, el satélite pasó por entre muy poca radiación. Luego, al
llegar a mayores alturas, encontró mayor cantidad de radiación. Finalmente --según los instrumentos—no halló radiación
alguna.
Mejores instrumentos en satélites subsiguientes,
descubrieron que los primeros habían fallado por haber quedado sobrecargados de
radiación extremadamente alta.
Gradualmente se fue teniendo un cuadro más preciso de la
radiación en el espacio cercano. Sus contornos fueron distintamente descritos
como la forma de “rosquilla”, “espirales” o “sobres” con aperturas cerca de los
polos norte y sur. Hay dos de estas fajas, una detrás de la otra.
Las fajas Van Allen, consideradas como el mayor
descubrimiento hecho en el curso del Año Geofísico, constituyen --según se cree—un gran peligro, potencial y
una gran inconveniencia para la exploración del espacio por seres humanos.
Tienen que pasar por entre ellas o en torno a ellas sin peligro, los
astronautas tienen que protegerse con una cubierta gruesa a prueba de
radiación.
DE MI ÁLBUM
ARGENTINA
BARILOCHE
BANGKOK
SIDNEY
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