Yo voy por el mundo, Señor
agobiado
de sed de justicia y
hambrunas de amor.
Por eso soy tuyo,
por eso me siento,
con ánimo heroico, en tu
senda ambular.
Por eso me duele, a través
de los siglos,
mirarte en el Gólgota al
árbol izado,
como un fruto dulce picado
de cuervos
como una gran hostia de
tinta rubí…
Señor, hoy que es día de
hurgar las conciencias,
de hincar el cilicio en el
barro desnudo y
las culpas llorar,
yo quiero que sepas
que no tengo nada de qué
arrepentirme,
que desde mi origen yo llevo
gran dosis
de humana pureza metida en
el alma,
y que ni un solo glóbulo de
hiel farisaica
mis venas amarga.
Y así como voy con el hálito
roto
siguiendo tu ruta regada de
acíbar,
besando la tierra con tantas
caídas,
sin una María que llore mi
angustia,
sin una Verónica que limpie
mi rostro,
sin un Cireneo que cargue mi
cruz.
Tú en horas contadas
el cáliz libaste de inmenso
martirio,
y el mío no ultímase en ya
largos años
de vía sangrante.
¡Bien puede decirse que yo
voy sufriendo
tortura mayor!
Mi leño está enhiesto,
Señor, y no haya cuando
yo clave en sus gajos mi
santo dolor.
Señor por tu viernes, mi
paso aligera
y abrevia mi angustia.
Ahora el instinto sicario en
aquellos
que quieren mi daño,
da tregua a mis duelos
y en mi ánfora vierte
siquiera una gota de azul
redención.
DE MI ÁLBUM
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