viernes, 28 de abril de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA

                                                                       SALPO/Montoya

DE: ORACIONES SIGLO XX

"EL ROSTRO IMPENETRABLE”

SEÑOR:
            Hoy quiero hablarte de ese artículo aparecido hace poco tiempo en cierto periódico vespertino español, bajo el título “En busca del verdadero rostro de Dios” y subtitulado “El Dios en el que yo no creo”. Vengo a decirte que, a pesar de las fisuras propias de un artículo periodístico, las afirmaciones del sacerdote que firma son correctas y las hago mías.

            Sí, Señor, tampoco yo quiero creer en:
            “El dios que condene la materia”, el dios que ponga luz roja a la alegría humana”, el “dios que esterilice a la razón del hombre”, “el dios árbitro, que juzga siempre con el reglamento en la mano”, “el dios que exige siempre 10 en los exámenes”, “el dios que adoren los que son capaces de condenar a un hombre”, “el dios capaz de ser aceptado y comprendido por los egoístas”.

            No, Señor, tampoco yo creo en:
            “El dios a quien agrade la beneficencia de quien no practica la justicia”, “el dios del ‘ya me pagarás’”, “el dios que prefiera la injusticia al desorden”, “el dios a quien interesen las almas y no los hombres”, “el dios morfina para la reforma de la tierra y sólo esperanza para la vida futura”, “el dios a quien le falta el perdón para algún pecado”.

            Y no creo en este dios, Señor, porque Tú, único Dios verdadero, no eres esa caricatura, sino la Bondad, la Belleza y la Fidelidad, encarnadas en Cristo, “el más hermoso entre los hombres”, “que pasó por la tierra haciendo el bien”.

            Rafael de Andrés



DOM. III DE PASCUA

Los discípulos de Emaús


“Ese mismo día, dos discípulos iban de camino a un pueblecito llamado Emaús, conversando de todo lo que había pasado.

            Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar a su lado, ‘pero algo les impedía reconocerlo. Jesús les dijo: ¿qué es lo que van conversando juntos por el camino?’. Ellos se detuvieron, con la cara triste”…Lucas 24, 13-35


La finalidad del texto es enseñarnos acerca del auténtico significado de la cruz, desde la concepción del Padre. Los núcleos fundamentales en la exposición del Maestro, son la Ley y los Profetas, como la llave que prepara el camino para entender que el proyecto de Dios es desde siempre y no brotó en un momento determinado de la historia. En la fracción del pan, los discípulos reconocen que la presencia del Resucitado, es una realidad sacramental que los anima y fortalece nuevamente en su proyecto comunitario y en su anhelo evangelizador.


Nostalgia de Dios


            La inquietud y la tristeza de la vida, aparte de la inseguridad y contingencia de la vida, tienen como causa principal, aunque el hombre no tenga conciencia de ello, la invisibilidad de Dios, la ausencia práctica de Dios, aunque esté realmente presente en nuestra vida. Como dice aquel pensamiento de san Agustín, mil veces citado y mil veces cierto: “nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón está intranquilo hasta que descanse en Ti”.

            Cuando la ausencia de Dios, no es sólo la ausencia natural, propia de nuestra condición de viadores, sino ausencia voluntaria y consciente, la inseguridad e inquietud producidas entran en lo siquiátrico. Ignor Carusso, el gran siquiatra vienés, ha destacado los graves efectos síquicos producidos por reprimir el instinto religioso, por vivir como si Dios no existiera.

            En realidad, el único gran motivo de tristeza en la vida es quedarse sin Dios. Todos los dolores de la vida tienen remedio; o remedio en sí mismos o remedio en uno mismo, en la adaptación  de la propia naturaleza al dolor irremediable. Pero cuando uno se queda no ya sin salud, sin dinero, sin compañía, sin prestigio, sin poder, sin trabajo, sino sin Dios, uno ha salido ya de la existencia y comienza a vagar por la tierra de nadie y de nada del antidios y del no-ser.

            Cristo dice una cosa extraña en el fragmento evangélico: “el mundo se alegrará”. Cristo reconoce  que el mundo, en el sentido ascético del término, esto es, el anticristo y el antidios, o el extracristo y el extradios, tiene su alegría. Pero es una pavorosa alegría, la alegría basada  en la ausencia de Dios; una trágica alegría, como en la bacanal desatada en las últimas horas en el edificio sitiado, antes de caer en el fuego del enemigo.

            Muchas cosas dan alegría o algo que se le parece: la salud, las cosas, la música, los espectáculos, la compañía cordial, el éxito… Muchas cosas dan tristeza. Pero para el cristiano, el motivo profundo de la alegría, el fondo de todos esos motivos humanos reales, es Dios, la certeza y la esperanza del Dios que no vemos. Y la única causa real de tristeza es la ausencia de Dios.

            José M. de Romaña.

DE MI ÁLBUM





No hay comentarios:

Publicar un comentario