La Gran
Marcha de Tannhauser fue la primera obra de Wagner que se tocó en México. Fue
dirigida por el flautista francés Emile Palant, maestro de música de la corte
de Maximiliano, al frente de la Orquesta Imperial, durante una gala de beneficencia
organizada por la Emperatriz en el Gran Teatro Nacional. Según la crónica de la
época, la orquesta fue largamente ovacionada y después del concierto la gente
se trasladó al Castillo de Chapultepec, donde se sirvió un aperitivo. El
estreno wagneriano tuvo lugar el 10 de octubre de 1864.
El director de la orquesta,
Emile Palant, había llegado a México cinco años antes, en 1859, en
circunstancias azarosas. Tras una riña con el capitán del barco en que viajaba
de regreso a su país, procedente de san Francisco, fue expulsado y descendido
en el puerto de Acapulco. De allí Palant se traslada a la ciudad de México con
el propósito de hacerse de recursos para volver a Francia. El país al que
arriba se halla en guerra consigo mismo: corrían entonces los días de la guerra
de reforma y de la intervención francesa. En la capital ofrecerá conciertos en
el Teatro Iturbide. Y debió tener gran éxito pues se estableció aquí y llegó a
ser el director titular de la orquesta imperial de Maximiliano. Su rastro se pierde
tras la caída del Imperio.
Desgraciadamente carecemos
de una biografía de este personaje. Olavarría lo menciona en su “Reseña
histórica del teatro en México”. También lo encuentro mencionado en las
“Efemérides de la música mexicana” de Jesús Romero. Ojalá algún día alguien
rescate la figura de este ilustre antepasado de los flautistas mexicanos.
DE MI ÁLBUM
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