viernes, 20 de enero de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA






















DE: ORACIONES SIGLO XX

“EL DESCONOCIDO”

            Señor: Un viejo filósofo sentenció como slogan para llevar una vida digna de hombre; “Conócete a ti mismo”. Es verdad que el propio conocimiento ayuda para conocer las propias limitaciones y los propios defectos. Pero, ¿no se corre también el peligro de ahondar tanto en el propio conocimiento, que lleguemos a la parálisis ante el bien, al vernos tan malos? Por eso, Señor, me gusta más la oración de San Agustín, que bascula la tara del propio conocimiento con el peso de conocerte a Ti.

                        “Señor Jesús: conózcame a mí, y conózcate a Ti;
                        que no desee nada, sino a Ti;
                        que todo lo haga por Ti;
                        que me humille a mí, y te exalte a Ti;
                        que no piense en nada, sino en Ti;
                        que me mortifique, para vivir en Ti;
                        que todo lo que ocurra, lo reciba de Ti;
                        que me persiga a mí, y que te siga a Ti;
                        que siempre anhele ir detrás de Ti;
                        que huya de mí, y me refugie en Ti;
                        que yo merezca ser defendido por Ti;
                        que tema por mí, y que te tema a Ti;
                        que me encuentre entre los elegidos por Ti;
                        que desconfíe de mí, y confíe en Ti;
                        que guste de obedecer por Ti;
                        que no me aficione a nada sino a Ti;
                        que sea pobre por Ti;
                        mírame, para que te ame a Ti;
                        llámame, para que te vea a Ti;
                        y goce eternamente de Ti. Amén”.

                                              Rafael de Andrés


DOM. III DEL TIEMPO ORDINARIO


“Al enterarse Jesús que habían encarcelado a Juan, se dirigió a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí…
Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -“Conviértanse, porque está cerca el reino de los cielos”.
Caminando a orillas del mar de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando la red, pues eran pescadores.
Les dijo: -“Vengan, síganme, y los haré pescadores de hombres”
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca reparando las redes con Zebedeo, su padre, Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo”. Mateo 4, 12-23


Después del silencio de Nazaret, Jesús escoge Cafarnaún como centro de su misión evangelizadora. Esta se encuentra en la baja Galilea, una región tradicionalmente pagana desde tiempos muy antiguos; Isaías se refiere a ella como “ciudad de los gentiles”. Esta expresión la retoma Mateo para reafirmar su carácter pagano y resulta muy significativo y aleccionador para nuestros tiempos que la proclamación  del Evangelio no la empiece en la capital sino en una comarca provinciana, pobre y pagana. Esto nos lleva a pensar en las periferias existenciales de las que hoy nos habla el papa Francisco.

     Lo primero que nos debe llevar a centrar nuestra reflexión es el contenido del anuncio que hace Jesús: “Conviértanse, el Reino de los cielos está cerca”. La forma imperativa de la expresión sigue resonado en el corazón de la evangelización. El eco de aquellas palabras es una fuerte invitación a rectificar el camino, a cambiar de rumbo y a hacerlo de acuerdo al Evangelio. El motivo está expresado inmediatamente: está cerca el Reino de los Cielos. Esta llamada exige de nosotros una respuesta inmediata que logre colaborar eficazmente con el propósito de Jesús; pero para hacerla eficaz hace falta reconocer lo insuficiente de nuestra conversión actual. No debemos dejarnos llevar por la cultura del descarte que endurece el corazón, ni debemos entablar relaciones interpersonales que estén fundadas en intereses egoístas; debemos recordar los valores del reino: justicia, paz, misericordia. No debemos olvidar que el modelo a seguir es el mismo Jesús, y que conociéndole y adorándolo descubriremos que Él está cerca de nosotros que compartimos la vida, el trabajo, el grupo, la comunidad.

     El paradigma de toda llamada está siempre puesto en la vocación de los apóstoles. Ellos responden sin demora; dejan todo para acercarse y seguir a Jesús. Se sienten fascinados por la mirada del Maestro y por la propuesta de ser pescadores de hombres. Hoy más que nunca debemos dejarnos llevar por la propuesta del Señor; no podemos desechar la invitación a lanzar las redes hacia aquellos que no lo conocen o que lo conocen mal.

     Si nos sentimos atraídos por el papa Francisco, debemos junto a él echar las redes en esas periferias existenciales donde la indiferencia y el abandono son el flagelo que destruye la humanidad. La invitación es del Señor; nosotros somos colaboradores.


Roberto Higinio Carrasco.

DE MI ÁLBUM

                                                               Celendín-Perú

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