Hans Bethe
físico de la Universidad norteamericana de Cornell quien demostró que el Sol
es, esencialmente, una “bomba” de hidrógeno controlada, nació en Alemania en el
año 1906. Se educó en Europa pero salió de su país en 1933, cuando Hitler
asumió el poder. Se le ofreció una cátedra en Cornell.
Bethe
adquirió renombre universal inicial en 1938 cuando concurrió a una reunión
científica en Washington, donde escuchó a los astrónomos preguntarse qué
utilizaría como combustible, esa hoguera enorme que es el Sol.
Naturalmente, este no era problema nuevo
para Bethe. El origen del calor y la brillantez del Sol era enigma de siglos.
De
regreso por tren a Cornell, Bethe comenzó a pensar en la cantidad de energía
que producirían reacciones atómicas de diferentes elementos. De esta forma,
estudiando cada elemento uno por uno, llegó a formular lo que se conoce como
“ciclo carbónico” en la evolución de la energía de las estrellas. Esta teoría
fue desarrollada en Alemania, al mismo tiempo, por C.F. Weisacker.
El
Sol y la mayoría de las estrellas producen energía convirtiendo hidrógeno en
helio, utilizando carbono como catalizador. Poco más o menos el 51 por ciento
del volumen del Sol es hidrógeno y este es convertido en helio a un promedio de
800 millones de toneladas por segundo. Los científicos calculan que el Sol lleva
ardiendo seis millones de años, que creen sea una tercera parte de su vida
eventual. Esto es: estiman que aún seguirá ardiendo durante 10 a 15 millones de
años. Cuando se apague por completo no quedará vida en la Tierra.
Bethe
trabajó durante la Segunda Guerra Mundial en el “Proyecto Manhattan” que
resultó en las primeras bombas atómicas. Pese a esto o tal vez por esto mismo
se opuso vigorosamente al desarrollo de la bomba de hidrógeno por los EE.UU.
En lo que se refiere a los acontecimientos
internacionales, Bethe no ha permanecido encerrado en la “torre de marfil”. Ha
demostrado interés profundo en los cambiantes de la política internacional y se
ha opuesto a la bomba de hidrógeno por estimar que es necesario terminar con la
competencia de armamentos nucleares, mientras más pronto mejor.
En
los Estados Unidos ha participado predominantemente en programas oficiales,
industriales y docentes y en 1961 el Presidente Kennedy le otorgó el “Premio
Fermi”, una medalla de oro y 50, 000 dólares libres de impuestos que concede la
Comisión Norteamericana de Energía
Atómica.
DE MI ÁLBUM
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