domingo, 30 de diciembre de 2012

UN DIOS ANÓNIMO / Leonardo BOFF

30-diciembre-12
                                                 En cuanto hombre Jesús es como todos los hombres : un trabajador, carpintero como su padre José, y campesino mediterráneo. Ni un superhéroe ni alguien especialmente piadoso que llamase la atención.

   Era un hombre de pueblo, un pueblo tan pequeño, Nazaret, que no es citado nunca en todo el Antiguo Testamento; tal vez con unas 15 casas, no más. Participó del destino humillante de su pueblo, sometido por las fuerzas de ocupación romanas. Ningún documento de la época habló de él, fuera de los evangelios. No era conocido en los círculos de Jerusalén ni mucho menos en los de Roma.

   Como dice irónicamente el poeta Fernando Pessoa, Jesús no tenía biblioteca y no consta que entendiese de contabilidad. Es un anónimo en medio de la masa del pueblo de Israel.

   El hecho de haber sido la encarnación del Hijo de Dios no cambió en nada esa humilde situación. Dios quiso revelarse en ese tipo de oscuridad y no a pesar de ella. Y tenemos que respetar y aceptar este camino escogido por el Altísimo.

   La lección es cristalina : cualquier situación, por humilde que sea, es suficientemente buena para encontrar a Dios y para que acojamos su venida en las labores cotidianas.

   Jesús, dijo san Pablo, no se avergonzó de ser nuestro hermano. Y efectivamente es nuestro hermano, no sólo porque quiso revestirse de nuestra humanidad, sino principalmente por haber participado de nuestra vida cotidiana, tediosa, sin brillo y sin renombre, la vida de la gente anónima.

   De todo esto sacamos esta sencilla lección : vale la pena vivir la vida así como es : larga, monótona como el trabajo de cada día, y exigente en paciencia para convivir con los otros, oírlos, comprenderlos, perdonarlos y amarlos así como son. 

   Es también nuestro hermano mayor, porque dentro de esta vida de luz y de sombra, vivió su humanidad radicalmente hasta el punto de traer a Dios hacia dentro de ella, un Dios próximo, compañero de caminata, energía escondida que no nos deja desesperar frente a los absurdos del mundo.

   Por eso, a pesar de tantos pensadores desesperados y escépticos, es necesario reafirmar : el cristianismo no anuncia la muerte de Dios. Anuncia la humanidad, la benevolencia, la jovialidad y el amor incondicional de Dios. Un Dios vivo, niño, que llora y que ríe, y que nos revela la eterna juventud de la vida humana atravesada por la vida divina.
-Leonardo BOFF

NUESTRO LUGAR EN EL CONJUNTO DE LOS SERES / Leonardo BOFF

                                       La ética de la sociedad dominante en el mundo es utilitarista y antropocéntrica. Quiero decir : considera falsamente que el conjunto de los seres de la naturaliza tiene razón de existir sólo en la medida en que sirve al ser humano y éste puede disponer de ellos a su gusto. 

Continúa creyendo que el ser humano, hombre y mujer, son el centro del Universo y el rey y la reina de la creación. 

No se da cuenta de que nosotros, los humanos, hemos sido uno de los últimos seres en entrar al teatro de la creación. Cuando llegó a estar listo     el 99'98% del conjunto de la realidad, surgimos nosotros. El Universo, la Tierra y los ecosistemas no necesitan de nosotros para organizarse ni para 0rdenar su majestuosa elegancia y belleza  

Cada ser tiene valor intrínseco, independiente del uso que nosotros hagamos de él. Representa una emergencia de aquella Energía de fondo, como dicen los cosmólogos, o de aquel Abismo generador de todos los seres. Tiene algo que revelar, algo que sólo él puede mostrar. Y nosotros tenemos ahí algo que escuchar, y tenemos que celebrar lo que nos revele. 

   Nosotros hemos entrado en el proceso de evolución cuando ésta alcanzó un nivel altísimo de complejidad. Entonces, irrumpió la vida, y como subcapítulo de la vida, la vida humana, consciente y libre. Por nosotros el Universo llegó a la conciencia de sí mismo. Y eso ha ocurrido en un minúscula parte del Universo que es la Tierra. Por eso, nosotros somos esa parte de la Tierra que siente, que ama, que piensa, cuida y venera. Somos Tierra que anda, como dice el poeta y cantautor indígena Atahualpa Yupanqui. 

   Nuestra misión específica, nuestro lugar en el conjunto de los seres es el de ser aquellos que pueden ver la grandeza del Universo, escuchar los mensajes que cada ser proclama, y celebrar la diversidad de los seres y de la vida. 
   Y porque somos portadores de sensibilidad y de inteligencia, tenemos una misión ética : la de cuidar de la creación y ser sus guardianes para que continúe con vitalidad e integridad y con las condiciones de seguir evolucionando, ya que está haciéndolo desde hace 4.400 millones de años. 
   Cabe pues reconocer y respetar la historia de cada ser de la creación, vivo o inerte. Existieron antes de nosotros, y durante millones y millones de años atrás, sin nosotros. Por esta razón, deben ser respetados como respetamos a las personas más ancianas y las tratamos con respeto y con amor. Todos estos seres tienen también derecho al presente y al futuro, junto con nosotros. 
        -Leonardo Boff  28-diciembre-12

QUINTA SECCIÓN DE "VERSOS POR ESPIGAR"


                                   VALORES Y ANTIVALORES

 Tarea urgente e imprescindible de todos, es la conservación de los Valores Permanentes dentro de  un mundo globalizado, con un quehacer distinto, y siguiendo el  buen camino, [el arte en las resoluciones].
  Se entiende por “globalización” a la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales.
 Pues bien, como respuesta inmediata en nuestro medio,  encontramos la obra Historia General de Trujillo y la región La libertad [I VOL. del vasto y ambicioso proyecto) que trata de organizar e integrar en un conjunto el patrimonio cultural amenazado  por la globalización.
 Saniel Lozano, integrante del equipo de investigadores, nos dice : “Muchos se preguntarán si el mundo contemporáneo marcha hacia la globalización, a la ruptura de fronteras locales, a la eliminación de los nacionalismos, a la mirada de inserción en el futuro, a los procesos de integración continental y mundial, ¿qué sentido tiene detenerse en el local, aldeano, parroquial y provinciano? ¿Por qué añorar el pasado si el progreso nos proyecta hacia el futuro? En otras palabras : ¿por qué escribir una historia local y regional si lo que necesitamos es conectarnos con el conjunto nacional e internacional?
   La respuesta a estas interrogantes es que no podemos ver a la globalización como un fenómeno que simplemente viene de afuera, de los centros de poder cuyas concepciones, productos e implicancias se extienden, expanden y nos absorben automática y despersonalizadoramente.
  Es verdad que la globalización tiene connotaciones mundiales y es un fenómeno pluri y multidimensional No se puede verlo simplemente como expresión de la modernidad y del neoliberalismo. Es un proceso de creciente expansión, diversificación de mercados y de hegemonización de la producción bajo un modelo capitalista. En su configuración se integran factores tan decisivos como la continua producción e innovación tecnológica, la informática y la cibernética. La magnitud e intensidad de los cambios afecta inmediatamente los aspectos culturales, económicos, sociales, políticos y educativos de las naciones y los pueblos, ninguno de los cuales puede darse el lujo de quedar al margen.
   En este largo y complejo proceso necesitamos conocer, comprender y valorar lo que somos y, especialmente, lo que hemos recibido de nuestros ancestros como herencias vivas y vivificantes, pues la historia no es un recuento de hechos pasados y sepultados o producidos y almacenados. Entonces ella deja de ser un depósito o almacén de verdades, casos y cosas contadas, guardadas y ancladas en el pasado inerte, para convertirse en un proceso energético, vivificante y transformador.  En esta visión de conjunto, dada la complejidad, vastedad y heterogeneidad de nuestro país, cada región –como La Libertad- resulta también diversa y distinta a las demás y tiene su fisonomía y perfil propios.
   En el reconocimiento de esta nueva realidad que vive el mundo, para que el tiempo no pase y nos borre, ni barra y extinga las creaciones, productos, procesos, acciones, instituciones, proyectos y legados producidos a través de nuestro acontecer histórico, se requiere organizar e integrar en un solo conjunto el patrimonio cultural, construido y aportado por las gentes que aquí nacieron, se afincaron y se relacionaron y lo siguen haciendo hasta construir un solo conjunto humano, social y cultural con caracteres propios”.*

  Quehacer distinto
 Según San Agustín : La verdad habita en el hombre como esperanza y en el pensamiento como lumbre. Así como el hombre hace camino al andar –si el que habla es un poeta- el entendimiento –si el que escribe es un filósofo – sólo progresa si discurre desde sí mismo, dentro de sí mismo, aunque no consigo mismo.
  De esta manera contribuye, con “quehacer distinto a su trabajo”, para anular lo que es un antivalor y establecer, en cambio, el bien estimable de algunas realidades, en cuanto son positivas y superiores, por la polaridad y jerarquía de ellas.   
   Filosofía no es amor a la sabiduría, sino perseverancia en el amor a la sabiduría. En el agustinismo es el hombre el que ennoblece al filósofo. Uno de los méritos del agustinismo es el no dejar paso a la angustia, precisamente por la autenticidad de la inquietud. No se advierte la náusea, la angustia, sino la inquietud, como una saludable melancolía, como una inmortal nostalgia. Mientras la angustia, la náusea nos entrega a la tierra, a la crisis, con la melancolía / la nostalgia nos devuelve a la altura.
   Observamos, a la postre, que muchas “realidades” están  en crisis :
La justicia, la verdad, la paz, la prudencia, la templanza, etc.

   Historia universal
   Nos preguntamos con  Förster, en “El buen gobierno de la vida”, libro para grandes y chicos, ¿por qué la historia, la ciencia, el dominio a la naturaleza no han servido para obtener el dominio de sí mismo? Es decir, ¿por qué no suprimen, éstas, las pasiones humanas?
   La historia universal no es otra cosa que una eterna carnicería, que durará hasta  el día del juicio.
   ¿Qué gloria puede haber en poder telefonear desde Berlín a París, o en devorar las distancias en automóvil, si el hombre sigue asemejándose a las bestias feroces del desierto?
 El ministro de China en Londres dijo en cierta ocasión que, a pesar de los ferrocarriles y soberbios hoteles, los europeos no se han vuelto mejores hombres. Según él, las ventajas que todas sus invenciones les daban, se reducían a poder causar cien veces más daño que los demás pueblos.
  Hay muchos hombres  que darían cualquier cosa para conseguir ser dueños de sí mismos, pero lo malo es que no saben lo que deben hacer. Nadie se ocupa ni se ha parado a pensar en la manera de tratar al hombre, para que no haga explosión, ni en la vigilancia que debe tener sobre sí mismo para no perder el equilibrio, ni en las señales que le anuncian que está a punto de perderlo.
  Contamos hoy en día con una ciencia vastísima, que enseña a  producir y conservar la energía eléctrica y transformarla en trabajo; pero apenas si se  conoce la ciencia que enseña el modo con que deben tratarse las fuerzas instintivas del  hombre, cómo se producen y crecen y cómo deben acumularse y emplearse para hacerle progresar, en vez de ser fuentes de daño para sí y para los demás.
   ¿Es posible que no se llegue nunca a inventar un pararrayos humano, ni a conocer exactamente lo que en el corazón del hombre sucede, para guiar sabiamente sus fuerzas?
  Se hacen ahora grandes estudios para descubrir el modo de  desenvolver las inmensas fuerzas de la dinamita, para que no exploten de una vez, sino gradualmente, por manera que su fuerza de propulsión pueda sustituir al vapor; pero nadie cree que valga la pena de devanarse los sesos buscando el medio para emplear y guiar la poderosísima fuerza que encierran la voluntad y las pasiones del hombre, para que no se pierda en locas explosiones, sino que produzca un trabajo útil, bajo la guía de la razón, que sirva para la vida del espíritu.
  Por extraño que parezca, se aprende en la escuela qué cuerpos forman entre sí otros compuestos y cuáles no los forman, y los efectos  que producen los ácidos sobre los metales; pero no se nos dice una palabra sobre el modo de tratar a los hombres, y la conducta que debe seguirse, según las ocasiones; y eso que es lo más importante de la vida, y contribuye mucho más a la cultura, que las ciencias naturales.       Todos debemos preguntarnos siempre :
   “¿Qué efectos producen en mí  los malos tratamientos y las palabras ofensivas que debo tragar? ¿Acaso me vuelven más condescendiente y sumiso?”
   Bien sabemos que no basta conocer el buen camino, sino que es necesario seguirlo.    Lo mismo debe decirse de las buenas maneras : no basta  tan sólo saber el modo con que los hombres influyen los unos sobre los otros, los obstáculos que nos salen al paso, y lo que nos estimula, así como también los síntomas de la brutalidad, que hay todavía en nosotros; sino que debemos adquirir, con el constante ejercicio, la costumbre de reprimir los instintos rebeldes y el arte de poner en práctica las resoluciones tomadas. (A.P.C.)
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* Párrafo  tomado del Diario “La Industria”,  Saniel Lozano A. (Set-2012)

martes, 25 de diciembre de 2012

NAVIDAD : UN MITO CRISTIANO VERDADERO / Leonardo BOFF








HACE pocas semanas, con pompa y circunstancia, el actual papa se mostró nuevamente como teólogo al publicar un libro sobre la Infancia de  Jesús. Presenta en él la versión clásica y tradicional que ve en aquellos relatos idílicos una narración histórica. El libro dejó sorprendidos a los teólogos, pues, desde hace por lo menos 50 años, la exégesis bíblica sobre estos textos muestra que no se trata de un relato histórico, sino de alta y refinada teología elaborada por los evangelistas Mateo y Lucas (Marcos y Juan no dicen nada de la infancia de Jesús) para probar que Jesús era realmente el Mesías, el hijo de David y el Hijo de Dios.

   Para este fin, recurren a géneros literarios, que parecen historia pero que son en realidad recursos literarios, como, por ejemplo, los Magos de Oriente (que representan a los paganos), los pastores (los más pobres y considerados pecadores por tratar con animales), la Estrella y los ángeles (para mostrar el carácter divino de Jesús), Belén, que no sería una referencia geográfica sino un significado teológico, el lugar de donde vendría el Mesías, diferente de Nazaret, totalmente desconocida, donde probablemente habría nacido Jesús. Y así otros tópicos como analizo detalladamente en mi libro Jesucristo el Liberador (capítulo VIII).

   Frente a los relatos tan conmovedores del Nacimiento podemos decir que estamos ante un grandioso mito, entendido positivamente como lo hacen los antropólogos : el mito como la trasmisión de una verdad tan profunda que solamente el lenguaje mítico, figurado y simbólico es adecuado para expresarla. Es lo que el mito hace. Un mito es verdadero cuando el sentido que quiere transmitir es verdadero e ilumina a toda la comunidad. Así el Nacimiento de Jesús es un mito cristiano lleno de verdad.

   Nosotros usamos hoy otros mitos para mostrar la relevancia de Jesús. Para mí es de gran significado un mito antiguo que la Iglesia aprovechó en la liturgia de Navidad para revelar la conmoción cósmica ante el nacimiento de Cristo.

   En él se dice :
«Cuando la noche iba por la mitad de su curso se hizo un profundo silencio. Entonces, las hojas parlanchinas callaron como muertas. Entonces, el viento que susurraba quedó quieto en el aire. Entonces, el gallo que cantaba se detuvo en medio de su canto. Entonces, las aguas del riachuelo que corrían, se paralizaron. Entonces las ovejas que pastaban se quedaron inmóviles. Entonces, el pastor que levantaba su cayado quedó petrificado. En ese momento todo paró, todo se suspendió, todo hizo silencio: nacía Jesús, el salvador de la humanidad y del universo».

   La Navidad quiere comunicarnos que Dios no es esa figura severa y de ojos penetrantes para escrutar nuestras vidas. Aparece como un niño. No juzga, sólo quiere recibir cariño y jugar.

  Y he aquí que del Pesebre vino una voz que me susurró :
«¿Oh, criatura humana, por qué tienes miedo de Dios? ¿No ves que su madre enfajó su frágil cuerpecito? ¿No te das cuenta de que él no amenaza a nadie? ¿Ni condena a nadie? ¿No escuchas cómo llora suavemente? Más que ayudar, necesita ser ayudado y cubierto de cariño. ¿No sabes que él es Dios-con-nosotros como nosotros?» Y ya no pensamos  más, damos paso al corazón que siente, se compadece y ama. ¿Qué otra cosa podríamos hacer delante de un Niño sabiendo que es Dios humanado?

   Tal vez nadie haya escrito mejor sobre la Navidad que el escritor portugués Fernando Pessoa, que dice : «Él es el eterno niño, el Dios que faltaba. El es lo divino que ríe y que juega. Es un niño tan humano que es divino».

   Más tarde transformaron al Niño Jesús en San Nicolás, en Santa Claus y, finalmente, en Papá Noel. Poco importa, porque en el fondo, el espíritu de bondad, de proximidad y de Regalo divino está ahí. Estuvo acertado el editorialista Francis Church del The New York Sun de 1897 al responder a Virginia, una niña de 8 años que le escribió: «Querido Editor: dime la verdad, ¿Existe Papá Noel?
   Y él sabiamente le respondió :
«Sí, Virginia, Papá Noel existe. Es tan cierto como que existe el amor, la generosidad y la devoción. Y tú sabes que todo eso existe de verdad y trae más belleza y alegría a nuestra vida. ¡Qué triste sería el mundo si no existiese Papá Noel! Sería tan triste como si no hubiese niñas  como tú. No existiría la fe de los niños, ni la poesía y la fantasía, que hacen nuestra existencia leve y bonita. Pero para eso tenemos que aprender a ver con los ojos del corazón y del amor ¿Que si existe Papá Noel...? Gracias a Dios vive y vivirá siempre que haya niños grandes y pequeños que han aprendido a ver con los ojos del corazón».

   En esta fiesta, intentemos ver con los ojos del corazón. Todos hemos  sido educados para mirar con los ojos de la razón, por eso somos fríos. Hoy vamos a recuperar los derechos del corazón: vamos a dejarnos conmover con nuestros niños, permitir que sueñen y llenarnos de tierno afecto delante del Divino Niño que sintió placer y alegría al decidir ser uno de nosotros.
- Leonardo BOFF / 24-DICIEMBRE-12    


domingo, 23 de diciembre de 2012

NAVIDAD : Actualidad del PUER AETERNUS, el ETERNO NIÑO / Leonardo BOFF

                                                                  LA NAVIDAD es siempre oportunidad de volver al cristianismo originario. En primer lugar, existe el mensaje de Jesús : la experiencia de Dios como Padre con características de madre, el amor incondicional, la misericordia y la entrega radical a un sueño : el del Reino de Dios. En segundo lugar, existe el movimiento de Jesús: de aquellos que, sin adherirse a alguna confesión o dogma, se dejan fascinar por su saga generosa y radicalmente humana y lo tiene como una referencia de valor. En tercer lugar, están las teologías sobre Jesús, contenidas ya en los evangelios, escritos 40-50 años después de su ejecución en la cruz. Las comunidades subyacentes a cada uno de los evangelios elaboraron sus interpretaciones sobre la vida de Jesús, su práctica, su conflicto con las autoridades, su experiencia de Dios y sobre el significado de su muerte y resurrección. Sin embargo, cubren su figura con tantas doctrinas que resulta difícil saber quién fue realmente el Jesús histórico que vivió entre nosotros. Por último, existen las Iglesias que intentan llevar adelante el legado de Jesús, una de ellas, la católica, que reivindica ser la única verdadera guardiana de su mensaje y la intérprete exclusiva de su significado. Tal pretensión hace prácticamente imposible el diálogo ecuménico y la unidad de las Iglesias a no ser mediante la conversión.
   Hoy tendemos a decir que ninguna Iglesia puede apropiarse de Jesús. Él pertenece a la humanidad y representa un don que Dios ofreció a todos, de todos los rincones de la Tierra.
   Tomando como referencia a la Iglesia Católica, notamos que, en su milenaria historia, dos tendencias, entre otras menores, alcanzaron gran desarrollo. La primera se funda mucho en la culpa, en el pecado y en la penitencia. Sobre tales realidades planea el espectro del infierno, del purgatorio y del miedo.
   Efectivamente, podemos decir, que el miedo fue uno de los factores fundamentales en la penetración del cristianismo, como lo mostró J. Delumeau en su clásico El miedo en Occidente (1989). El método en tiempo de Carlomagno era: conviértete o serás por el filo de la espada. Leyendo los primeros catecismos hechos en América Latina como el primero de Fray Pedro de Córdoba Doctrina Cristiana (1510-1544), se ve claramente esta tendencia. comienza con la descripción idílica del cielo y después la terrorífica del infierno "donde todos están todos vuestros antepasados, padres, madres, abuelos y parientes... y adonde iréis todos vosotros si no os convertís". Hoy día todavía hay sectores de la Iglesia que manejan estas categorías del miedo y del infierno.
   Otra tendencia, más contemporánea, y pienso que más próxima a Jesús, pone el énfasis en la compasión y el amor, en la justicia original y en el fin bueno de la creación. Entiende que la historia de la salvación se da dentro de la historia humana y no como una alternativa a ella. De ahí surge un perfil de cristianismo más jovial, en diálogo con las otras culturas y con los valores modernos.
   La fiesta de Navidad se liga a esta última tendencia del cristianismo. Lo que se celebra es un Dios-niño, que está llorando entre la vaca y el buey, y que no mete miedo ni juzga a nadie. Es bueno que los cristianos vuelvan a esta figura. Arquetípicamente representa al puer aeternus : el eterno niño que, en el fondo, nunca dejamos de ser.
   Una de las mejores discípulas de C. G. Jung, Marie -Louise von Franz, analizó en detalle este arquetipo en su libro Puer Aeternus (Paulinas 1992). Posee cierta ambigüedad. Si ponemos el niño detrás de nosotros, desencadena energías regresivas de nostalgia de un mundo que ya pasó y que no fue totalmente superado e integrado. Continuamos siendo infantiles.
   Pero si colocamos el niño eterno delante de nosotros entonces suscita en nosotros renovación de vida, inocencia, nuevas posibilidades de acción que corren en dirección al futuro.
   Estos son, pues, los sentimientos que queremos alimentar en esta Navidad en medio de una situación sombría para la Tierra y para la humanidad. Sentimientos de que todavía tenemos futuro y de que podemos salvarnos porque la Estrella es magnánima y el puer es eterno y porque él se encarnó en este mundo y no permitirá que se hunda totalmente. En él se manifestó la humanidad y la jovialidad del Dios de todos los pueblos. Todo lo demás es vanidad.
-Leonardo BOFF / 23-DICIEMBRE-12.  

sábado, 22 de diciembre de 2012

DOMINGO 30, DÍA FESTIVO por...




DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
                     SEÑOR, por                              
                     tu amor misericordioso,                    
                    no cargues sobre nosotros                 
                        nuestros pecados,                        
                        perdona lo pasado                        
                       y danos gracia para                       
                     enmendar nuestra vida:                   
                       apártanos del pecado                    
                      e inclínanos a la virtud,                   
                   para que podamos caminar                
                       con corazón perfecto                     
                          en tu presencia,                         
                          ahora y siempre.                        

              -Cristianismo, Oraciones del obispo Nicholas RIDLEY

TEMAS DE REFLEXIÓN...


    PARECE característica de toda magna obra que sus creadores lleven velo de imprecisión. A Einstein solía considerársele un hombre distraído, poco práctico. Muchos científicos aún lo consideran así. No obstante, en realidad los cálculos de este sabio alcanzaron un grado tal de precisión y exactitud de pensamiento que no pueden lograr quienes lo acusaban de ser poco práctico. La mujer con quien deseaba casarse Mozart dijo después de la muerte del músico que lo había rechazado por creerlo atolondrado y por pensar que nunca haría nada valioso. El poeta Wordswort tenía razón al opinar de Newton : “El índice de su mente navega solo por extraños mares del pensamiento”. El hombre que navega por mares extraños necesariamente tiene que sentirse poco seguro de sí mismo. Deberíamos desconfiar del que irradia aplomo y pretende saberlo todo ; del que siempre está “al día”. En un futuro no lejano, la máquina computadora imitará a la perfección la conducta de este engreído”.
- Fred Hoyle.
                                                                                                                                
   LOS SOCIÓLOGOS y antropólogos urbanistas estudian actualmente las diferencias socio-económicas y culturales observando lo que la gente más desea del ambiente y las prioridades de las personas en los distintos niveles de ingresos. Yo pienso que la mayoría de los norteamericanos ( y de los europeos) desean lo mismo : tener una casa en las afueras de una gran ciudad, aunque la quisieran en el campo y a cinco minutos de las comodidades urbanas.
-Herbert Gans.
                                                                                                                                    
   SI LOS  ancianos se han convertido en un “problema”, esto se debe a que estamos ayudando a más gente a llegar a una edad avanzada… pero no hemos hecho gran cosa para hacer que esos años de más valgan la pena de ser vividos.
-M.V.

INVENTOR POLIFACÉTICO / BELL / Por Paul FRIGGENS


ALEXANDER GRAHAM BELL concibió la idea de una máquina tan fantástica que años después uniría al mundo.
   El 25 de junio de 1876 era domingo. En Filadelfia hacía un calor bochornoso y los sudorosos jueces acababan de examinar el “último” artefacto de los presentados aquel día en la Exposición del Centenario. Ya se disponían a salir del tórrido vestíbulo cuando se presentó ante ellos una figura imponente: un joven alto, esbelto, de revuelta cabellera negra, patillas oscuras y bigote de guías colgantes, quien exhibía unos aparatos científicos en la Exposición.
   Uno de los jueces, el emperador Pedro II de Brasil, reconoció inmediatamente al joven, cuyo trabajo  de profesor había presenciado una vez en una escuela de sordomudos de Boston, así que pidió a los cansados jueces que examinaran una más de las muestras : una especie de telégrafo capaz de trasmitir la voz humana a un receptor que era una “caja de hierro” cilíndrica y tosca ; en el extremo de la gran sala, a unos 150 metros, estaba instalada la cabina de trasmisión. El inventor explicó con entusiasmo el funcionamiento de su aparato, y se apresuró a enviar su voz a través del alambre. “Ser o no ser”, comenzó a recitar desde la cabina, y el sonido fue saliendo del cilindro ante los asombrados jueces, que se agolparon a escuchar el monólogo de Hamlet. “¡Dios mío, esto habla!” exclamó el emperador don Pedro.
   Si los jueces no se hubieran detenido a examinar esa muestra aquel día, el inventor, desalentado, habría vuelto a sus clases para sordomudos y con ello habría perdido la mayor oportunidad de su vida. Pero la Exposición del Centenario no sólo le otorgó la medalla de oro por el teléfono, sino que dio a conocer al mundo uno de los inventores más prodigiosos de los siglos XIX y XX : el incomparable Alexander Graham Bell, maestro de sordomudos, especialista en fonética, filántropo y fomentador del progreso humano en muchos campos.
   El “telégrafo armónico”. ¿Qué impulsó a este genio, que concibió la idea del teléfono en Canadá hace cien años? Bell nació el 3 de marzo de 1847 en Edimburgo (Escocia), donde su padre y su abuelo figuraron entre los primeros fonetistas. La familia emigró a Canadá en 1870 para establecerse cerca de Brantford (Ontario). Poco tiempo después Alexander se mudó a Boston, y en esta ciudad se dedicó a dar clases especiales a los sordomudos.
   Bell pudo al mismo tiempo reanudar sus estudios de telegrafía, estimulado por la Compañía Wester Union Telegraph, que prometía una fortuna a quien  lograra trasmitir seis u ocho mensajes simultáneamente por el mismo cable eléctrico. El joven maestro, que también cultivaba la música, tuvo una idea muy sencilla: así como las cuerdas del piano producen notas muy diversas cuando son golpeadas, también debía ser posible enviar distintas ondas sonoras o vibraciones eléctricas por un alambre y, en el otro extremo, volver a convertir esas vibraciones en los sonidos originales. Trabajando febrilmente hasta altas horas de la noche en el desván de la casa de huéspedes donde se alojaba, probaba con varios diapasones que hacía vibrar con impulsos eléctricos, y cada uno de esos diapasones enviaba un mensaje diferente según el tono o altura del sonido que emitiera. Pero su “telégrafo armónico” resultó muy costoso, y poco después el inventor se encontró en apuros.
   Muy impresionado por aquel joven visionario que daba clases a su hijo sordomudo de cinco años durante el día y se dedicaba a hacer experimentos por las noches, Thomas Sanders, peletero muy rico que vivía cerca de Boston, se ofreció a financiar el equipo necesario junto con Gardiner Hubbard, abogado bostoniano cuya hija Mabel se había quedado sorda a los cuatro años de edad de resultas de la escarlatina. Aunque se resistía a aceptar la ayuda gratuita, Bell convino por último en fundar una sociedad que se convirtió después en la Asociación de Patentes Bell y, por último, en el enorme Sistema Bell.
   Un sueño persistente. Prosiguiendo sus estudios, hizo experimentos con un tímpano humano extraído a un cadáver; concluyó que las ondas sonoras hacían vibrar la pequeña membrana del tímpano, y que los nervios recogían estas vibraciones para trasmitirlas velozmente al cerebro. Se le ocurrió entones que, de manera análoga, podía pasar una corriente a través de una membrana o diafragma, para que ésta funcionara como el oído humano y “telegrafiara el sonido”. Durante unas vacaciones pasadas en Ontario, comentó entusiasmado sus ideas con su padre, Melville. Al cabo de los años Alexander recordaría que aquella idea genial, embrión del teléfono, “fue concebida en Brantford en el verano de 1874”.
   Pero el teléfono propiamente dicho no apareció hasta dos años después. Los que respaldaban al inventor no consideraban práctico arriesgar dinero en aquel juguete, pues creían que lo verdaderamente lucrativo era el telégrafo armónico. Bell complació temporalmente a sus socios, tanto por gratitud a ellos como por haberse enamorado de Mabel, la encantadora hija de Hubbard, que por entonces había cumplido ya 16 años.
   Pero seguía soñando con el teléfono, y en la primavera de 1875 confió a Thomas Watson, su joven ayudante mecánico, la idea de imitar el témpano. Poco después, mientras Watson y él trabajaban en el telégrafo armónico, en el reducido y asfixiante taller del desván, descubrieron algo : Watson unió un diminuto diafragma magnético a un tímpano que vibraba por la acción de un electroimán, y estaba apretando y afinando sus lengüetas cuando de pronto una de ellas se quedó pegada. Al separarla vibró con un sonido seco que Bell percibió débilmente desde la habitación contigua con el audífono que tenía aplicado al oído. “Watson, ¿qué ha hecho usted?” le gritó el inventor. Y plantándose en la puerta, el ordenó: “No toque nada. Déjeme ver qué ha pasado ahí”.
   Aquel sonido accidental fue, en efecto, el primer mensaje telefónico. La lengüeta “estropeada” vibraba produciendo ondas sonoras, tal como el diafragma del tímpano, y así verificaron casualmente la hipótesis de Bell. Tras varias pruebas para comprobar el descubrimiento, los dos hombres siguieron trabajando toda la noche, abortos, para construir el rudimentario primer teléfono de la historia.
   “¿Para qué sirve eso?” En febrero de 1876 el joven inventor presentó una solicitud para patentar el teléfono, y el 7 de marzo obtuvo la patente número 174, 465, que es una de las más valiosas en los anales de las invenciones. Pero resulta inconcebible que Bell haya presentado su solicitud tres horas antes que otra persona, igualmente soñadora, Elisha Gray, que también exhibió un proyecto para construir algo muy semejante.
   Tres días después ocurrió otro incidente insólito: su trasmisor experimental se convirtió en el portador de la primera frase inteligible de la historia del teléfono, entre el dormitorio de Graham Bell y el laboratorio del desván. El inventor, al derramar sobre el traje el ácido de una pila, gritó:
-¡Señor Watson, venga; quiero verlo! –e inmediatamente después, cambiando de lugar en la línea, que sólo funcionaba en un sentido, el ayudante preguntó:
-Doctor Bell, ¿entiende usted lo que digo?
   Por extraño que parezca, hace un siglo muy pocas personas creían en el futuro teléfono. “¿Qué utilidad tendrá tal invento?” preguntaba un diario. “Los teléfonos dejarán sin trabajo a los mensajeros, y, si eso sucede, ¿qué harán las madres viudas indigentes?” comentaba el editorial de otro diario. Por si fuera poco, la reciente invención no conseguía atraer el capital indispensable para explotarla. Los amigos que respaldaban económicamente a Bell habían llegado al límite de sus recursos. Sanders ya había invertido más de 100.000 dólares, y Hubbard, descorazonado, propuso que vendieran la patente, en esa cantidad, a la poderosa Western Union. Pero a aquella gran compañía no le interesaba, ni remotamente, el “juguete eléctrico”, lo cual la llevó a cometer uno de los más crasos errores mercantiles de que se tenga noticia.
   En los dos años siguientes se dieron grandes pasos, aunque esporádicos, en las comunicaciones telefónicas. En agosto de 1876 se hizo la primera llamada de larga distancia entre Brandford y París, ciudad de la provincia de Ontario. El siguiente mes de julio se constituyó la Bell Telephone Company, que contaba ya con más de 700 teléfonos en operación, y en enero de 1878 se inauguró la primera central telefónica comercial en New Haven (Connecticut) con ocho líneas que daban servicio a 21 abonados.
   Las batallas jurídicas. Los primeros teléfonos se alquilaban “sólo a personas refinadas y de buena familia”. Aquellos toscos aparatos pesaban alrededor de cuatro kilos y medio, y era preciso llevar el instrumento a la boca para hablar, y pasarlo rápidamente al oído para escuchar. El primer anuncio publicitario del teléfono ofrecía servicios para “trasmitir la voz articulada mediante instrumentos se parados hasta un máximo de 32 kilómetros”. El costo era de 20 dólares cada anuales por dos teléfonos intercomunicados “para conversaciones sociales”, y de 40 por un par de los destinados a las transacciones comerciales.
   El 11 de julio de 1877 Bell se casó con Mabel Hubbard y, después de pasar una larga luna de miel en Inglaterra, regresaron a Norteamérica, donde inmediatamente se vieron sumidos en una de las batallas legales más largas y costosas de la historia de los Estados Unidos. El genial inventor y sus patrocinadores de Boston se hallaban metidos hasta el cuello en unos 600 litigios complejísimos, comenzando por las reclamaciones de la Western Union, que había adquirido la patente de Elisha Gray y había establecido un servicio telefónico en competencia con el de Bell.  Las apelaciones llegaron hasta la Corte Suprema de los Estados Unidos, que falló a favor de Bell. Una vez que vio debidamente protegidas sus valiosísimas patentes, convino magnánimamente en conceder a la Western Union  un 20 por ciento de participación en los ingresos por concepto de alquiler y regalías durante 17 años. A pesar de todo, el inventor y sus socios, incluso el fiel Watson, obtuvieron pingües ganancias. El día de la victoria final en los tribunales las acciones de la Bell se cotizaron a 995 dólares cada una.
   Enriquecido a los treinta y tantos años de edad, Bell se propuso el resto de su vida combatir los efectos perniciosos que hubieran podido tener su temprana riqueza y su fama, y lo cubrió sobradamente. Obtuvo la ciudadanía norteamericana y, como detestaba el calor de Washington, pasó el verano de 1885 descansando en la maravillosa isla de Cabo Bretón. Al año siguiente volvió allí y compró una propiedad en una península boscosa cerca de Baddeck (Nueva Escocia), donde edificó posteriormente una enorme mansión: Beinn Bhreagh, que en gaélico quiere decir Montaña Hermosa. Construyó también un laboratorio en las inmediaciones y, acompañado por un grupo muy hábil de investigadores, se lanzó a hacer experimentos en muchos campos científicos.
   El maestro de los sordomudos. El Museo Alexander Graham Bell, situado en Baddeck, alberga en la actualidad una colección valiosísima de croquis, notas y maquetas del inventor. Al entrar en el vestíbulo leemos las ideas fundamentales de Bell: “El inventor es el hombre que observa el mundo circundante y no se siente satisfecho con lo que ve. Desea mejorar todo lo que encuentra para beneficiar al mundo ; cuando lo persigue una idea, el espíritu de la invención se apodera de él y no lo deja, a partir de entonces, hasta que se convierte en realidad”.
   Poseído de tales ideas, Bell siguió trabajando en Baddeck e inventó una especie de corsé de vacío (precursor del pulmón de acero), la construcción tetraédrica (que se utiliza mucho actualmente en arquitectura), un “volante alado” de tres aspas (antecesor del rotor de los helicópteros), el cilindro gramofónico de cera y una sonda quirúrgica. Propuso también un sistema para localizar  los icebergs mediante la detección de ecos (el sonar), hizo un modelo primitivo de snorkel o tubo respiradero para buzos y diseñó una embarcación de tipo hidrofoil (de desplazamiento sobre un cojín de aire entre la quilla y la superficie del agua) que estableció la marca mundial de velocidad de 114,04 kilómetros por hora.
   Fue también uno de los pioneros de la aviación; en 1907 organizó la Asociación para los Experimentos Aéreos, que construyó cuatro aviones de ensayo. La tarde del 23 de febrero de 1909 fue remolcado sobre el hielo de la bahía de Baddeck un primitivo aparato aéreo, el Silver Dart, que ante la mirada emocionada de Alexander Graham Bell y de sus conciudadanos despegó y voló unos 800 metros. Aquel fue el primer vuelo con motor del Canadá y del Imperio Británico.
   Aunque ya era un inventor de fama mundial, no menguó su interés por los inválidos. “Soy profesor de sordomudos”, declaraba siempre que le preguntaban su profesión, a la cual dio enormes aportaciones. Por ejemplo, la idea de que los niños sordomudos podían aprender a hablar era radicalmente revolucionaria en Norteamérica hace un siglo. Los sordomudos estaban marginados; se solía enviar a los niños aquejados de esta enfermedad a instituciones donde sólo aprendían el lenguaje manual. Pero Bell, campeón de los nuevos métodos “orales”, logró enseñarles a hablar, esto es, a comunicarse y a alegrar su existencia. Fundó y patrocinó económicamente lo que es ahora la Asociación Alexander Graham Bell para los Sordomudos, centro mundial de información sobre la materia, y emprendió investigaciones sobre el carácter hereditario de la sordera. Fue el decidido apoyo y el inspirador de su esposa, Mabel, quien logró sobreponerse de tal modo a su incapacidad que su sordera pasaba inadvertida a las personas que no estaban en el secreto.
   En la casa de la montaña. Los últimos años del genio fueron tan fructíferos como su mocedad “Perseguido por una idea”, todavía trabajaba en ella con entusiasmo incesante. Centenares de aspirantes a inventores le escribían pidiéndole consejo. “Un descubrimiento conduce a otro”, les contestaba para estimularlos. “Todos los hallazgos realmente importantes son fruto del pensamiento”.
   En el invierno de 1921 a 1922 Bell y su esposa hicieron un crucero por el Caribe, del que “gozaron como nunca”. Pero al regresar a su hogar, el inventor, que ya tenía 75 años y desde hacía varios padecía diabetes, se debilitó mucho. A fines de julio casi no abandonaba la cama que se le instaló en el porche-dormitorio, desde donde se divisaba la “Montaña Hermosa”, y allí siguió dictando notas y cartas hasta el fin. Aunque permanecía semiconsciente, su debilidad fue acentuándose hasta las de 2 de la madrugada del 2 de agosto de 1922, cuando falleció mientras Mabel le sostenía cariñosamente la mano a la luz de una lámpara.
   Lo enterraron en Beinn Bhreagh y durante los funerales el servicio telefónico se suspendió un minuto en la enorme red del sistema Bell de Norteamérica. Los homenajes póstumos llegaron a granel de todo el mundo, pero entre ellos el más señalado y certero es el epitafio que le dedicó Tomás Edison, viejo amigo del inventor : “Alexander Graham Bell venció al tiempo y al espacio, y unió estrechamente a la familia humana”.

LOS GRANDES MAESTROS DEL JAAZ / THELONIUS MONK


THELONIUS MONK “El gran sacerdote”
A partir de los años 40-50 surge uno de los principales músicos y maestros del Jazz. Pianista y, sobre todo, compositor, fue un genio solitario e incomprendido, en muchos casos, por sus compañeros, aunque nunca por el público. Siempre a caballo entre el be-bop y el Jazz moderno, supo realizar su propio camino con disonancias y juegos rítmicos, creando con ello un estilo realmente personal.
Thelonius Sphere Monk nació en Rocky Mount (Carolina del Norte) el 10 de octubre de 1917 y, aún en su infancia, se inició en el piano de forma autodidacta, de modo que, contando tan sólo con once años y recién trasladada su residencia familiar a Nueva York, comienza a estudiar con los grandes maestros d la época –Fast Waller, James P. Johnson -.
En 1940 conoció al batería Kenny Clake, gracias al cual formó parte de la orquesta Club Minton´s de Harlem durante 3 años, participando en numerosas jam-sessions junto a los músicos más sobresalientes del momento : Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Charlie Christian…; ahí es donde empezó a surgir ese nuevo estilo llamado “be-bop”.
146 le trajo su entrada en la Big Band de Gillespie y posteriormente, ya en solitario, la formación de su propio grupo, que realizó sus primeras grabaciones bajo el sello “Blue Note”. Pero cuando las cosas parecían no poder ir mejor, fue detenido y condenado por posesión de estupefacientes junto al pianista Bud Powel, reteniéndole durante seis años la licencia para tocar en los clubes de Nueva York
Superado este negro episodio vuelve, en 1957, a la citada ciudad y comienza una etapa inolvidable tocando junto a genios de leyenda con John Coltrane, Johnny Griffin y Gerry Mulligan, aunque con quien  encontró una complicidad especial fue Charlie Rouse. Su época dorada continuó repleta de festivales, conciertos y giras por Japón y Europa hasta que, en 1972, totalmente por sorpresa y sin ningún tipo de explicación, se retiró de los escenarios para siempre. El creador  de uno de los temas más bellos de la historia del Jazz, “Round About Midnight”, muere el 17 de febrero de 1982 en casa de su gran amiga, la baronesa Nica de Koenigswarte.
 AUDIOCLÁSICA.

SIN TEMOR A LA MUERTE / Por Paul-Heinz KOESTERS


   LA NADA puede ser una idea aterradora para el occidental.
   No obstante, ciertos estudios demuestran que la mayoría de los seres humanos afrontan con serenidad su hora postrera.
   “Mi fin se aproxima”, musitó en sus últimos momentos un hombre de 34 años de edad enfermo de cáncer. Y cuando su médico le preguntó si temía a la muerte, respondió : “Tal vez le parezca extraño, pero no siento miedo. ¿ Por qué ? No lo sé.
   “Por favor, doctor, suspenda el tratamiento”, suplicó un anciano de 72 años. “Déjeme morir. Estoy satisfecho de la vida, y la muerte no me infunde terror”.
   “Sé que pronto voy a morir”, dijo serenamente a su médico una mujer de 64 años ; “gracias por todo lo que se hizo para curarme”.
   El profesor Arthur Jores, de Hamburgo, está convencido de que la mayoría de las personas presienten su fin, criterio que comparte con él la siquiatra norteamericana Elisabeth Kübler-Ross, que entrevistó en Chicago a más de 200 moribundos cuando les quedaban unas semanas o unos meses de vida. En general, la doctora Küber-Ross observó que los enfermos desahuciados pasan por cinco etapas :
  1. Huyen de la realidad. Se niegan a aceptar el diagnóstico del médico o afirman, por ejemplo, que hubo confusión de pruebas o radiografías con las de algún otro paciente del hospital.
  2. Se enfadan. El enfermo se pregunta desesperado : “¿ Por qué me ha tocado a mí?  ¿ Por qué no a Fulano, que tiene ya 80 años ?”
  3. Tratan de entrar en componendas con Dios para que les conceda una prórroga : “Si me das otro año de vida, socorreré a los pobres”.
  4. Se sienten deprimidos. A la ira sucede la tristeza.
  5. Por último, se resignan. Han dejado de luchar ; logran adaptarse a la certeza de su fin cercano.
   Parece que en esta última etapa la inminencia del trance ya no es aterradora, y casi todos lo aguardan con dignidad. El Dr. Lothar Witzel, de la Clínica Médica de la Universidad de Berna, considera que el temor a la muerte mengua al paso de las fuerzas. En la Universidad de Erlangen interrogó a 110 pacientes con sólo 24 horas de vida por delante. “El moribundo pierde interés por su propio destino”, declara “Rara vez tiene conciencia de su agonía”.
   En el grupo que estudió este médico (formado por personas con edades de 24 a 86 años) 27 enfermos declararon espontáneamente que se iban a morir. Hubo 29 que respondieron a la pregunta de cómo se sentían : “Creo que mi fin está cerca”. Dos preguntaron por el futuro curso de su enfermedad, y nueve (menos del ocho por ciento) se quejaron de dolores.
   Sólo dos de los 110 se lamentaron de su suerte ; ambos confesaron que la muerte les inspiraba temor. Los demás enfermos la afrontaron serenos o indiferentes.
   Hoy muchos médicos concuerdan con la idea de Witzel, de la muerte sin temor, y él mismo afirma que los moribundos se muestran con frecuencia serenos en sus horas finales. Sus movimientos son menos tensos, y las palabras “Esto es el fin” no trascienden angustia.
   Entonces, ¿cuál es la causa de que la sociedad occidental, en su mayor parte, evite hasta pensar en el tránsito final?
   “La muerte ha llegado a ser algo obsceno”, afirma el antropólogo social inglés Geofrey Gorer ; “un tabú, como años era hablar de la sexualidad”. Según el filósofo Ernest Bloch, al rehusarnos a escuchar o a mencionar cuanto se relacione con la muerte, tratamos de mitigar el temor que nos inspira.
   Desde luego, esto no se aplica a todas las culturas. En Rusia, por ejemplo, la gente se interesa por la muerte durante toda su existencia. “Se consideran huéspedes en la tierra”, observa Gottfried Benn, poeta y médico, “por lo cual les resulta más fácil dejarla”.
   En occidente, en cambio, hemos convertido en fetiches la actividad y el éxito. Ha surgido una generación de hombres y mujeres para quienes el mundo es propiedad personal y que piensan, ante el inmenso progreso de la técnica (desde la exploración de la Luna hasta el trasplante de corazones), que el hombre es sobrehumano. Pero la muerte desmiente esa idea.
   La reacción que provoca este hecho inevitable es de impotencia : el hombre borra de su conciencia a la muerte. Tratamos a los que van a morir como si fueran un peligro para la sociedad, como traidores a la raza de los hombres.
   Hasta el arte refuerza el concepto de que la muerte es temible. Los artistas la han representado con un gesto de crueldad. La describen, la esculpen y la pintan como un brutal estrangulador, crujiente esqueleto armado de su guadaña y su hoz o traicionero flautista que nos atrae con engaños. Son muy pocos los ejemplos en que el arte nos la muestra como amiga y hermana.
   Aunque según Karl Jaspers, “Nadie puede librar al hombre del horror a la nada”, los filósofos han intentado una y otra vez extirpar el aguijón de la agonía y la muerte. Schopenhauer dudaba de que el ser humano estuviera realmente convencido de lo inevitable de su fin. Simone de Beauvoir comenta que, para una persona saludable, la muerte carece de significado. “En el pensamiento, la muerte no está ni lejos ni cerca”, escribió. “Es verdad que el anciano sabe que puede morir pronto y, sin embargo, esta palabra es tan vaga a los 70 como a los 80 años de edad”.
   Consuela saber que virtualmente casi toda la gente da el paso de la existencia a la inexistencia sin terror, llegada la hora. Pero nos aflige que el moribundo esté completamente solo en este trance.
   “Todos conocemos al paciente que se acerca a su fin”, dice el Dr. Richard VanderBergh, siquiatra norteamericano, “y lo han trasladado al último rincón de la sala”.  A los vivos les repugnan tales espectáculos. Los médicos de los hospitales saben que los parientes y amigos se abstienen cada vez más de visitar al agonizante en sus últimos momentos. Muchos adultos jamás han visto un muerto cara a cara.
   Incluso los facultativos se sienten a veces abrumados por la impotencia cuando los llaman para dar asistencia sicológica al enfermo en agonía. El sicólogo de cierto hospital comenta que muchos médicos evitan conversar con el desahuciado, pues les podría plantear problemas que ni siquiera ellos serían capaces de resolver.
   También las enfermeras, en general, se alejan subconscientemente de los moribundos. En un estudio extraoficial, Lawrence Le Shan, sicólogo de un hospital neoyorquino, midió con un cronómetro la rapidez con que las enfermeras respondían a las llamadas de los pacientes. He aquí los resultados : Estos “ángeles de bondad” acuden más rápido y espontáneamente en ayuda del paciente menos grave que a la cabecera de un desahuciado.
   Alexander Mitscherlich, sicólogo y médico, opina : “Hace ya mucho tiempo que el galeno de mentalidad científica perdió de vista su obligación de guiar al doliente hacia la muerte”. Y afirma que debe aprender la manera de ayudarlo eficazmente en el trance final.
   Hasta la fecha, es en Inglaterra donde se ayuda mejor a los moribundos. Hay allí 25 casas y hospitales dedicados a atender enfermos incurables. En el Asilo de San Cristóbal, el más conocido, se cuenta con numeroso personal especializado, y cada paciente recibe asistencia equivalente a la que le dispensaría una enfermera de tiempo completo. Todos los empleados de la institución han aprendido a ayudar a los familiares a aceptar el inminente fallecimiento y también los preparan para que sepan cómo tratar al pariente moribundo. En San Cristóbal no hay un horario fijo de visitas ; los amigos y parientes pueden acompañar al enfermo (en su habitación, en algún salón o en el jardín) de las 8 a las 20 horas, o permanecer con él toda la noche si está muy grave.
   En este asilo no se recurre a tratamientos intensivos o heroicos para prolongar la vida del enfermo desahuciado, aunque se hace lo posible para evitarle los sufrimientos. No cuentan con un aparato de resucitación, pues, según su director médico, el Dr. Cicely Saunders, dice :  “Nos proponemos superar el aislamiento en que nuestra sociedad tiene a la muerte, mitigar el dolor y ayudar al moribundo a conservar la dignidad hasta el momento final”.
-Paul-Heinz KOESTERS

CUARTA SECCIÓN DE "VERSOS POR ESPIGAR"


                                          MUERTE

   Corazón alerta y ojos que ven son necesarios para enfrentarnos con nuestro destino de muerte ; y si,  como cristianos, debemos saber “que es bello morir en Jesucristo”, (como lo dice Ignacio de Antioquía, Ad Rom. 6,1), entonces es también importante y buena una teología de la muerte que no teme el ceñido trabajo del concepto aunque aparentemente transforme vivencia y estremecimiento de la muerte real en sombra fantasmal de conceptos y definiciones teologales deficientes.
   Habrá de preguntarnos siempre de nuevo, qué afirmaciones de la fe cristiana son las que recaen de manera clara sobre la muerte. Al enumerar tales afirmaciones no se afirma sin embargo que las que vayan a ser expresadas, enunciadas, constituyan el todo integral del contenido de la conciencia cristiana sobre la muerte. Efectivamente puede haber muchas otras.
   No es temor y temblor de la muerte o a la muerte, sino temblor y temor de muerte ante el peligro constante de infidelidad a la verdad descubierta. Porque no se trata ya de ser infiel al amor que desde lejos nos llame y espere, sino de olvidar a quien es más íntimo a nosotros que nosotros mismos, más entrañable al alma que el alma misma, más amante de nosotros que el amor que de nosotros nace, según el pensamiento (filosofía) de San Agustín y el agustinismo. Ellos hablan, ciertamente, sobre la Tristeza Inmortal, la cual es una “nostalgia operante” que mantiene al alma en situación de humildad y en vigilia de incesante plegaria, dándole al peregrino seguridad de llegar a la Patria definitiva.
   Leonardo Boff, nos dice : “La vida no está destinada a desaparecer con la muerte sino a transfigurarse alquímicamente a través de la muerte”.

   Con dos hechos impactantes de la vida real, reforzados por el testimonio de los estudiosos, llegamos a esta resolución…..
   Forster relata la actitud de los “Marineros de la muerte” : Durante una furiosa tempestad que se desencadenó en las costas de España, chocó un vapor inglés contra unos escollos, y se fue a pique. Echados los botes al mar, bastaron apenas para salvar a las mujeres y los niños, por lo que la mayor parte de la tripulación no tuvo más remedio que quedarse a bordo del vapor, que poco a poco se iba sumergiendo, y esperar la muerte. Ya se encontraban lejos del sitio del siniestro los náufragos salvados, cuando hirió sus oídos un cántico que se elevaba de la nave, ya casi sumergida, y vieron a los marineros agrupados sobre la toldilla que cantaban el himno nacional “Dios salve a la reina..” Así, en vez de blasfemar y abandonarse a la más negra desesperación murieron como hombres sobre quienes no tiene poder la muerte. ¡Hermoso y sublime espectáculo!
   El ejemplo de estos marineros ha de ser para nosotros el amaestramiento para soportar con calma y resignación los casos difíciles y desagradables de la vida, el más señalado, la enfermedad. Es la enfermedad la ocasión más propicia y magnífica en el que se puede demostrar la fortaleza de ánimo, y las energías con que cuenta para elevarse sobre los dolores y las privaciones que le cercan. No hay más remedio que soportar lo que no puede evitarse, pero no a la fuerza y regañadientes, sino con tan grande paciencia y serenidad que cuantos nos asistan queden edificados.
   El otro, el hundimiento del tristemente famoso trasatlántico Titanic, el 14 de abril de 1912. El  pastor Robert Bateman se quedó al pie de la cubierta mirando cómo su cuñada Ada Balls subió al bote,  “si no nos volvemos a ver de nuevo en este mundo –le dijo- nos veremos en el otro”.
   Cantaron el Himno “Más cerca de Ti, oh Dios”, mientras se hundía, acompañados de la Banda del Titanic.
El Himno fue compuesto en 1841 por Sarah Flower Adams. Ha dado lugar a varias versiones ; las conmovedoras :
         ¡Más cerca, oh Dios de Ti,
          más cerca, Sí!
          Aunque una dura cruz me oprima a mí,
          será mi canto aquí : ¡Más cerca, oh Dios de Ti!
          ¡más cerca, sí!
                   Cuando al fenecer,
                   volando allá con inmortal placer te vea ya
                   mi canto será así : Más cerca oh Dios de Ti,
                   más cerca, oh Dios de Ti,
                   muy cerca, sí.

PRÓXIMA IMPRESIÓN CON LOS VERSOS RESPECTIVOS...