sábado, 29 de marzo de 2014

UN BIÓLOGO [LECOMTE DU NOUY] HACE PROFESIÓN DE FE / Fulton OURSLER

Para este notable hombre de ciencia, el drama de la evolución no destruye sino confirma las ideas religiosas fundamentales.

   DESDE QUE  Darwin expuso su teoría de la evolución, se ha ido extendiendo la incredulidad acerca de muchas de las doctrinas fundamentales del cristianismo. Se han generalizado el concepto de que el hombre no es más que un accidente biológico; la negación de la existencia del alma humana y de su facultad de escoger libremente entre el bien y el mal, y la idea de que la vida no tiene finalidad u objeto premeditado. Los incrédulos afirman que la ciencia dio el golpe de gracia a la fe.
   Pero ahora surge del campo de la ciencia una voz que proclama que todas las antiguas doctrinas cristianas fundamentalmente son verdaderas. El nuevo apóstol es un biólogo, el doctor Lecomte du Noüy, que antes pertenecía al Instituto Rockefeller y al Instituto Pasteur. En su extraordinario libro Human Destiny expone una nueva teoría de la evolución. Valiéndose de la ciencia y del razonamiento, trata de convertir en realidades las grandes y debatidas creencias y esperanzas que por siglos y siglos se han transmitido de generación en generación: el libre albedrío, la causa final de la vida, la importancia del individuo, la inmortalidad, y Dios.
   Como buen biólogo, du Noüy principia reconociendo la falibilidad de la ciencia. Según él, no hay que confiar en ella ciegamente. No existe en el universo nada que pueda conocerse con absoluta exactitud. Los cinco sentidos del hombre son imperfectos, y ningún instrumento científico es suficientemente preciso para dar certidumbre irrefutable.
   Ni puede  nunca el hombre percibir la realidad de las cosas. Una mezcla de hollín y harina forma un polvo que parece gris; pero un insectillo microscópico que se mueva por entre ese polvo verá allí lo que a él han de parecerle enormes moles blancas y negras. Para él no hay polvo gris, porque con sus medios de observación le es imposible percibirlo como tal. Todas nuestras ideas en cuanto a la verdad son necesariamente relativas, pues vivimos en un universo cuya esencia y cuyas normas primordiales están fuera de nuestro alcance.
   En este inmenso cosmos, la ciencia trabaja con partículas de conocimiento, pero las lagunas que separan unos de otros los pocos hechos conocidos, son anchas y profundas. Vivimos en un globo que tiene dos mil millones de años. En este vasto proscenio se representó el gran drama de la evolución. Pero ¿cuál fue la primera escena? Hasta ahora ha sido imposible averiguar cómo principió la vida. Nadie ha explicado ni siquiera el origen de los vertebrados, a los cuales pertenece el hombre.
   En toda la historia de la evolución ocurren de trecho en trecho, como lunares, misterios improbables. Todo progreso cardinal, o sea, todo paso de un nivel inferior  a uno superior, se ha efectuado en contradicción con los más rigurosos principios científicos de la probabilidad.
   Sirva de ejemplo el momento en que la vida cambió su técnica de la reproducción. Durante millones de años, las células protoplasmáticas se multiplicaban por fisiparidad, esto es, dividiéndose en partes que adquirían los caracteres de células completas, como si estuviesen dotadas de vida inmortal. Repentina y misteriosamente surgió un sistema nuevo y singular: la generación sexual. Y ¡Cuán extraño es que, como en el pasaje de Adán y Eva, cuando el sexo apareció en la vida, aparece con él la muerte!
   Du Noüy, que es biólogo independiente y denodado, señala y otra vez analogías simbólicas entre los primeros capítulos del Génesis y los hechos conocidos de la evolución. El autor de ese primer libro de la Biblia escribe como si conociese intuitivamente el gran programa de la vida preparado para el mundo por el Creador mismo. A menudo el hombre llega al conocimiento de la verdad por intuición; a menudo, por el ejercicio de sus facultades intelectuales. Ambas fuentes deben respetarse.
   Hay cinco hechos fundamentales relativos a la evolución, que son innegables: (1) el comienzo de la vida en formas extremadamente simples; (2)  el paso por evolución a formas más y más complejas; (3) el resultado de este larguísimo proceso –el ser humano -, con su complicado cerebro; (4) la aparición de las ideas abstractas en el hombre; (5) el desarrollo espontáneo  de los sentimientos y conceptos morales y espirituales en las diferentes partes del mundo.
   Ninguno de estos cinco hechos puede explicarse de una manera exclusivamente científica. Es preciso recurrir a hipótesis para salvar las soluciones de continuidad.
   Las hipótesis son con frecuencia necesarias. En el desarrollo de su teoría de la relatividad, Einstein se sirvió de más de una docena de postulados, o proposiciones indemostrables; y sin embargo, gracias a su labor, los físicos han logrado poner en libertad la energía del átomo. En la hipótesis de du Noüy, la evolución se ajusta a una forma preconcebida, aun fin moral determinado. Fúndase en la imposibilidad de atribuir al acaso el origen de la vida y el proceso de su desarrollo ascendente hasta llegar a las maravillas del cerebro humano.
   Desde hace largo tiempo, los materialistas han estado afirmando que la casualidad es amo despótico de todas las cosas perecederas del mundo. Pero du Noüy  contesta: “El hombre es libre para obedecer a sus fuertes instintos animales, que le proporcionan placer material, o dirigir sus acciones a fines de otra clase. Para alcanzar estos otros fines, debe luchar contra tales instintos. A menudo la lucha le causa grandes sufrimientos. Sin embargo, algunos hombres perseveran en ella, a despecho del dolor. Esta libertad de escoger no existe sino en el hombre”.
   Muchos seres humanos escogen el primer camino; muy pocos escogen el segundo. Pero estos pocos son los que siempre han desempeñado el papel principal en la evolución; han seguido a un guía irresistible aunque invisible; han obedecido a una Causa Final que de continuo los ha impulsado.
   La nieve que se funde en los altos montes corre hacia el mar en arroyos y en ríos caudalosos. En este movimiento obedece a la bien conocida ley de finalidad llamada ley de gravedad. En la evolución, la vida ha corrido, no de arriba hacia abajo, sino de abajo hacia arriba, regida también por una ley de finalidad. Desde el principio del mundo, ha seguido esa vía ascendente, comenzando con la materia informe y llegando hasta el hombre, ser pensante dotado de conciencia moral.
   ¿Se ha desentendido la ciencia ortodoxa de estas indicaciones de causas finales en la evolución? De ninguna manera. En el continuo movimiento ascendente de la vida han fallado tan a menudo los rígidos principios de la probabilidad, que aun los materialistas más empecinados han tenido que admitir la presencia de algún factor desconocido.
   A fin de tener en cuenta este factor desconocido, los materialistas tuvieron que darle algún nombre. Como no les gustaba el nombre reverenciado de Dios, lo llamaron “antiprobabilidad”. Pero ¡cuán poco importa que se llame así o que se llame Dios!
   Durante muchos centenares de millones de años, antes que el hombre principiase a pensar, la vida se regía por la ley fundamental de la supervivencia. Luego aparecieron ciertos seres humanos que obedecían a un motivo distinto; a una idea de lo moralmente bueno y lo moralmente malo, por la cual estaban dispuestos a sacrificar la vida misma.
   Esto fue, dice du Noüy, como si algún poder dirigente y regulador hubiera hablado así al hombre:
   “Hasta ahora no te has ocupado sino en vivir y reproducirte. Has podido matar, y robar alimentos y mujeres, y luego dormir en paz, después de satisfacer tus necesidades de acuerdo con tus instintos. Pero en adelante dominarás estos instintos. ¡No matarás! ¡No hurtarás! ¡No codiciarás bienes ajenos!
   “Y no dormirás en paz sino cuando te hayas dominado a ti mismo. Estarás dispuesto a padecer y morir antes que abandonar tus ideales. Ya no serán tus objetivos dominantes vivir y comer. Por fines nobles resistirás al hambre y a la muerte. Y deberás ser noble, porque esa es la voluntad del nuevo ser que ha nacido en ti. Lo aceptarás como señor tuyo, aunque enfrene tus deseos”.
   El hombre no es el producto final de la evolución, sino una etapa intermedia entre el pasado remoto, con todos los apetitos e impulsos del bruto, y el porvenir, que encierra elevados bienes para el alma. En adelante, nuestro progreso no será físico, sino espiritual. El hombre del porvenir estará completamente libre de las pasiones humanas destructivas; el egoísmo, la avaricia, la sed desordenada del poder. Aunque disfrutará placeres corporales, no será dominado por ellos, ni serán ellos su criterio. Romperá las cadenas que lo hacen esclavo del cuerpo, y sacudirá el yugo de la carne.
   Es claro que la evolución humana del porvenir será obra de los hombres buenos de la tierra. Pero ¿qué son el bien y el mal? Los materialistas niegan aun que el bien y el mal existan. Du Noüy, por el contrario, no sólo afirma que existen, sino que trata de definirlos.
   En todo el proceso de la evolución, dice, ha habido dos clases de seres vivientes, que podemos llamar buenos y malos, o evolucionantes y adaptantes. Los malos, o adaptantes, se guían siempre por la conveniencia delo momento; son conformistas y apaciguadores; se adaptan al medio y a las circunstancias en que viven, y luego dejan de progresar. Los otros seres, los evolucionantes, son rebeldes y porfiados: rehúsan adaptarse a lo presente y, no contentos con su condición actual, luchan por ascender a un nivel superior y evolucionan. En el conflicto entre estos dos móviles encuentra du Noüy la diferencia entre lo bueno y lo malo, entre el bien y el mal.
El criterio de los adaptantes es utilidad; el de los evolucionantes, libertad –libertad de toda restricción destructiva. Desde el principio, este criterio ha distinguido las dos clases de seres vivientes y determinado su puesto en la escala de la vida. Los seres que han buscado la libertad han sido los que han impulsado la vida hacia adelante y hacia arriba. Como dice du Noüy, “la evolución avanza de instabilidad en instabilidad. Cesaría si no encontrara sino sistemas estables de adaptación perfecta”.
   Lo que más importa es que el hombre ha cambiado de amo y señor. En tiempos remotos era esclavo de leyes biológicas fisioquímicas. Ahora puede pensar por sí mismo. Sus pasados prehistóricos eran actores irresponsables en un drama que no comprendían. Ahora el hombre quiere comprender el drama.
   Ha adquirido la capacidad de perfeccionarse a sí mismo. El sentimiento de lo bello ha entrado en su pecho y sus manos dan forma a sublimes visiones estéticas. Inventa y aprende. Ya no se contenta con la satisfacción de ningún apetito. Sin embargo, aún tiene mucho de animal, y por eso es un ser que vive confundido y perplejo.
   La voz de su recién nacida conciencia le da nuevas órdenes que contradicen las que solía recibir y obedecer. ¿Es extraño que se subleve? El freno lo enfurece, como enfurece a un potro cerrero; pero el hombre difiere del potro cerrero en que es él mismo quien hace el freno que lo sujeta, y tiene la libertad de ponérselo o no ponérselo. El dominio de sí mismo, fundándose en la libertad de escoger entre el bien y el mal, da origen a la dignidad humana, que es la meta de la evolución.
   Una vez que comprendemos este hecho trascendental, comprendemos asimismo este retoque complementario de la definición del bien y el mal: El bien debe ser además el respeto de la personalidad humana. El mal es el desprecio de la personalidad.
   He ahí el suceso de mayor importancia que hasta ahora ha ocurrido en la evolución. De allí en adelante el hombre debe para evolucionar, desobedecer su propia naturaleza. Ya no es la especie lo que importa; es el individuo.
   No hay que desesperar a causa de los que son ahora los hombres buenos del mundo. Como en los miles de millones de años pasados, la evolución, en el porvenir, habrá de ser obra de la minoría. Los hombres de esa minoría serán los precursores de la raza humana futura, ascendientes del hombre espiritualmente perfecto de que Cristo fue ejemplo para todas las edades.
   ¿Se necesitarán otros dos mil millones de años para alcanzar esta meta? Du Noüy  contesta que no. El proceso evolutivo puede acelerarse mediante el instrumento más poderoso del hombre: el cerebro. Al paso que las aves necesitaron años sin cuento para desarrollar sus alas, el hombre conquistó el aire sólo en tres generaciones. Gracias a su cerebro, ha extendido portentosamente el campo de sus sentidos: ve lo infinitamente pequeño y lo infinitamente remoto. Y ha estrechado el espacio y acortado el tiempo.
   Pero este desarrollo intelectual aumenta la responsabilidad humana.  El hombre es libre para escoger entre continuar ascendiendo y destruirse a sí mismo. Muchos hay que miran los inventos modernos como manifestaciones de verdadera civilización. Pero el ideal de la humanidad no debe ser la comodidad y el bienestar, sino la dignidad humana. A no ser que la conciencia lo gobierne, el entendimiento conduce al hombre hacia el mal con más frecuencia que hacia el bien, aconsejándole que se adapte a las circunstancias actuales y se contente con lo presente. Nunca le aconseja que se subleve, que resista, que evolucione. El sentido común  nunca hizo héroes ni mártires. Es por eso por lo que la inteligencia cuando obra por sí sola, es peligrosa. Obrando así, produjo la bomba atómica. Pero los hombres pronto se dieron cuenta  de que este triunfo de la ciencia amenazaba brutalmente su seguridad, y el conflicto entre la inteligencia pura y las leyes morales se convirtió en cuestión de vida o muerte para el género humano.
   Por desgracia, todavía hay muchos que porfían en sostener que el hombre es un animal glorificado, y nada más. Según ellos, los problemas de la especie humana no pueden resolverse sino como problemas animales. En el campo de la política, quieren reducir la sociedad a una recua, en que toda acción individual esté rigurosamente reglamentada y la libertad desaparezca. En una gran parte del mundo, los dictadores han establecido ya este sistema, que hace del individuo un zángano, esclavo servil en un inmenso enjambre. Pero la voluntad de la “antiprobabilidad”, o de Dios, la gran fuerza directriz de la evolución, es que al hombre no se le aherroje ni se le reduzca a pieza de un mecanismo monótomo, sino que se le deje la libertad de evolucionar.
   Debe respetarse la personalidad humana, porque es facto de la evolución y colaboradora de Dios. Muchas personas preguntarán: “Si Dios existe, ¿por qué permite todo el mal que hay en el mundo?” Esta pregunta demuestra que quienes la hacen entienden mal la nueva teoría. Al principio de la evolución, el proceso evolutivo dependía únicamente de Dios; pero ahora depende  no sólo de Dios, sino también del esfuerzo individual del hombre.  Al dar al hombre conciencia y libre albedrío, Dios le comunicó parte de su propia omnipotencia y una chispa de su propio ser.
   El libre albedrío, o sea, la libertad irrestricta de la voluntad, es tan completo, que aun el mismo Dios se niega a limitarlo. Si se admite que una potestad suprema creó las leyes de la vida, debe admitirse que esa potestad no impedirá que tales leyes se cumplan. No es que la Naturaleza sea incoherente sino que el hombre es ignorante. Aún sabe muy poco y tiene mucho que aprender.
   Otra cosa que pone perplejo al hombre es su incapacidad de percibir sensiblemente a Dios. ¿Qué aspecto tiene el Ser Supremo? ¿Acaso el de un gigante barbado, imagen amplificada del hombre? En estos tiempos de ciencia y de cultura, tal pregunta ni necesita ni merece respuesta. ¿Imaginar a Dios? ¿Quién puede representarse en el pensamiento siquiera un electrón? Todos los físicos declaran que el electrón es inconcebible. Es imposible delinearlo. Nadie lo ha visto nunca. Ni el electrón ni Dios pueden representarse en la mente como seres definidos perceptibles; sin embargo, existen.
   ¿Cómo puede el individuo cooperar en la evolución del porvenir? El hombre conoce las leyes de la moral y puede adherirse a ellas y confiar en ellas. Más importante aún  es volver a la antigua costumbre de enseñar moral a la juventud. La lucha por el porvenir debe principiar en las escuelas. La instrucción es una de las armas de la evolución humana. Si en todas las escuelas del mundo se enseñara la verdad, los estados totalitarios no podrían existir.
   Hoy en día, a los jóvenes se les llena la cabeza de gran número de conocimientos inútiles, y de moral ni siquiera se les habla. Es como si se tratara de enseñar a cultivar flores a un agricultor que no supiese arar la tierra. ¿Por qué no se le ocurre a nadie hacer que los niños aprendan a desarrollar en sí mismos el sentido moral? El mundo entero reconoce cuán beneficioso sería para la humanidad el que la gran mayoría de los hombres fuesen dignos de confianza.
   La ley de la evolución es y ha sido siempre la lucha por elevar la vida más y más. La lucha no perdió nada de su violencia al pasar del mundo material al mundo espiritual. El hombre lleva en sí la chispa divina. Tiene la libertad de hacer caso omiso de ella o de aproximarse más y más a Dios poniéndola de manifiesto en sus esfuerzos por ajustarse al plan y la voluntad de su Creador.
   Du Noüy  no escribió su libro para los verdaderos creyentes, sino para los incrédulos y los escépticos: para los millones de personas que en su desesperación se preguntan si vale la pena vivir. A ellas ofrece este libro valor y esperanza.

El objeto  que el doctor Lecomte du Noüy se propone en su libro Human Destiny es poner de manifiesto, con argumentos estrictamente científicos, los sofismos de la filosofía materialista. Nadie que yo sepa, había hecho antes  del doctor du Noüy; y  nadie podría hacerlo que no estuviese al tanto de las últimas conclusiones a que han llegado las matemáticas, la física, la química, la biología y la filosofía.
En Human Destiny, du Noüy es enteramente constructivo, desde el punto de vista tanto de la ciencia como de la religion. El libro manifiesta comprensión tan clara de los asuntos fundamentales de que trata, y perspicacia tan aguda en la interpretación, que bien puede clasificarse entre las obras de mérito singular que no aparecen más de una o dos veces en un siglo.

Doctor Robert A. Milikan, honrado con el premio Nobel de física; presidente del consejo ejecutivo del Instituto de tecnología de California.

viernes, 28 de marzo de 2014

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA

DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

OH DIOS mío!
oh Tú que perdonas
los pecados,
concedes los dones
y disipas la aflicción!


En verdad, te suplico
que perdones los pecados
de los que han abandonado
sus ropajes y han ascendido
al mundo espiritual.

Oh mi Señor!
Purifícales de las ofensas,
disipa sus tristezas
y transforma
su oscuridad en luz.

Hazles entrar en el jardín
de la felicidad,
límpialos con el agua
más pura y ofréceles
la contemplación
de tu esplendor
en el monte más alto.

      -Fe Bamá' I, 'Abdu' I-Bahá

miércoles, 26 de marzo de 2014

CITAS CITABLES

UNA PERSONA bien adaptada es la que puede cometer dos veces el mismo error sin inmutarse.
-J. H.

LA VIDA no se saborea bien hasta que uno alcanza edad suficiente para tener el valor de reconocer la propia tunantería.
-D. H.

TODO EL mundo es un escenario, dijo Shakespeare… Desgraciadamente, la mayoría de nosotros no hemos ensayado lo suficiente.

-J. P.

martes, 25 de marzo de 2014

LA FUENTE DE NUESTRA FORTALEZA / A. WHITNEY GRISWOLD

A.    WHITNEY GRISWOLD, Rector de la Universidad de Yale
Condensado de un discurso pronunciado en el Foro del “Herald Tribune” de Nueva York.

“Una chispa se desprende del cielo. ¿Quién lo recoge? ¿La multitud? Jamás. ¿El individuo? Siempre”.

DESDE AQUEL momento, ya perdido en la bruma del tiempo, en que el hombre, al contemplarse a sí mismo, vio la imagen de Dios, ha luchado contra las fuerzas de la Naturaleza y de lo sobrenatural y contra las tiranías de sus semejantes por realizar las promesas implícitas en tal imagen. Ha llevado plenamente la gregaria existencia que le han impuesto la mitad de sus instintos. Y, obedeciendo las exigencias de la otra mitad, se ha esforzado por expresarse individuo en todos los elementos de la Tierra, de los cielos que la cobijan y de las aguas que hay bajo su superficie.
   Durante largo tiempo, los filٕósofos han reconocido este conflicto que alienta en el corazón humano, y nosotros, al igual que cada una de las generaciones que nos han precedido, hemos sido testigos de las manifestaciones políticas de aquel conflicto. Nuestro mundo está dividido por filosofías políticas que proclaman el destino mecanicista del hombre como especie biológica, y por otras que proclaman su sino creador como individuo. En estos momentos parece predominar la teoría mecanicista. La propagan a punta de espada las dictaduras que hoy gobiernan a cerca de la mitad de los pueblos del mundo y que pretenden extender su dominación sobre el resto. Probablemente jamás en la historia haya tenido el individuo que defender su derecho natural en situación de tan formidable desventaja.
   Esto presenta un sombrío panorama para quienes, por tradición y temperamento, confían en que del individuo llegará la salvación de la raza. Pero hemos de congratularnos de que sólo se trate de una mera perspectiva y no de una realidad. Una y otra vez hemos visto que el individuo ha estado, aparentemente, a punto de abandonar la escena; mas ha sido apenas para reaparecer en ella, provisto de nuevas y más vigorosas réplicas.
   La democracia es cosa bien nueva en el mundo. Nuestro conocimiento del hombre como miembro de una sociedad se remonta al período neolítico, hace 9000 años. En ese lapso el hombre ha presenciado  y sufrido el despotismo en todas las formas imaginables.
   La democracia, la filosofía e la esperanza, afín con los instintos del hombre como individuo y consagrada a cultivar esos instintos en bien de la sociedad, surgió por primera vez en Atenas alrededor del año 500 a. de J. C. Gozó de espasmódico renacimiento en las ciudades-estados de Italia por los siglos XI y XII y más tarde por los cantones suizos, pero no apareció en los tiempos modernos hasta la revolución  de los puritanos ingleses a mediados del siglo XVII. Y hasta el siglo XIX no alcanzó la forma en que hoy la conocemos. Comparada con el despotismo, apenas tiene unos minutos de edad. Lo notable no es que todavía sea objeto de oposición por parte del despotismo, sino que haya sobrevivido a esa oposición tan vigorosamente.
Ha sobrevivido porque ha demostrado una y otra vez, y contra toda coacción, su capacidad de armonizar y hacer productivos, en todas las disciplinas del pensamiento y la acción, los instintos individuales y sociales innatos en el hombre. En estos aspectos ha probado la superioridad sobre todas las demás filosofías políticas. Todas tratan de trazar una línea divisoria entre las oportunidades y las responsabilidades del individuo y las de la sociedad, pero ninguna traza esa línea de tan sutil acuerdo con la realidad, como lo hace la democracia.
   ¿Y qué es esa realidad? Simplemente, que desde hace 9000 años la sociedad ha descansado en sus miembros, como individuos, para llevar a cabo esas creaciones del intelecto y del espíritu que la han conducido por la senda de la civilización. Una chispa se desprende del cielo. ¿Quién la recoge? ¿La multitud? Jamás. ¿El individuo? Siempre. Es él, y él solamente, como artista, inventor, explorador, erudito; como hombre de ciencia, guía espiritual o estadista, quien está más próximo a la fuente de la vida y trasmite la esencia de ella a sus semejantes. Quien le ate las manos, o le tape la boca, o le intimide en nombre de la uniformidad, cortará su propio contacto con esa fuente.
   No se puede arrancar a una muchedumbre virtud y sabiduría del mismo modo que se extraen huevos a las gallinas bajo los efectos de la luz eléctrica. No existe una inteligencia general. Sólo hay una inteligencia individual que se comunica a otras inteligencias individuales.
   Tampoco existe lo que se pueda calificar de moral pública; sólo existe el compuesto de la moral privada. Ya Pericles, el estadista ateniense, percibía estas verdades cuando dijo de la democracia, en su fase más temprana, que aquélla confiaba “menos en un sistema y una norma que en el espíritu innato de nuestros ciudadanos” Igual hacía Tomás Jefferson cuando escribió: “Son los hábitos y el espíritu de un pueblo lo que preserva el vigor de una república”. Esto mismo podría decirse de todas las formas de gobierno, pero de ninguna se dirá con tanta propiedad como de aquella en que la voz del pueblo es la voz de Dios. Este es otro modo de decir que la democracia es fundamentalmente una filosofía moral, hecho que le ha permitido, más que ningún otro de su naturaleza y de su historia, sobrevivir a todas sus encarnaciones previas.
   Porque el mismo progreso científico que, en opinión de muchos, presagia la ruina de la democracia, depende de dos cosas para su perdurable : en primer lugar, de los continuos descubrimientos del individuo en el ámbito de la ciencia pura, de los que resulta la prosecución del proceso educativo que produce esa clase de individuos; y, en segundo lugar, de una filosofía social que aplica la energía humana, recién rescatada de tediosas faenas por los progresos tecnológicos, a fines sociales compatibles con este propósito.
   Este vasto acervo de energía, superior en términos humanos a nuestros más grandes avances en la conservación  de los recursos naturales y, en términos militares y políticos, equivalente a la adquisición de un nuevo y poderoso aliado en la defensa de la democracia, lo tenemos a nuestro alcance en disposición de ser aprovechado. ¿Cómo hemos de utilizarlo? ¿Vamos a abandonarlo en manos de la industria del espectáculo?¿Hemos de descartarlo por temor a las ideas de un puñado de doctrinarios rusos, que viven aislados hasta de su propio pueblo y cuya concepción del mundo no es tan cabal como la de Colón ni tan animosa como la de los reyes Fernando e Isabel?

   Si eso hacemos, tendremos que rendir cuenta de ello, como han tenido que hacerlo todas las entidades políticas que han tratado con menosprecio a sus miembros individualmente. Porque “todo árbol que no da buen fruto será cortado y arrojado al fuego”.

lunes, 24 de marzo de 2014

LO QUE DIJO MOZART Y LO QUE SE DIJO DE ÉL (MÚSICA)

LO QUE DIJO MOZART

Así como las pasiones, sean o no violentas, jamás deben expresarse hasta la saciedad, del mismo modo la música, aun en las situaciones más terribles, no debe ofender al oído, sino encantarlo y ser, en fin, siempre y sólo música.

La poesía tiene que ser la sirvienta de la música.

LO QUE SE DIJO DE MOZART

"Me temo que será necesario que transcurra un siglo para volver a encontrar un talento de dicha magnitud".
J. Haydn

"Mozart es un poeta, el propio centro de creación, la armonía depurada, la generosidad de la experiencia. Nos enseña la vida sin imponernos la suya".
J. V. Hocquard

domingo, 23 de marzo de 2014

LO QUE ENCONTRÉ / DE TIEMPOS PASADOS: APRENDE A REÍR

PARA TODOS AQUELLOS QUE SIRVEN EN UN CARGO EN FAVOR DE LA SOCIEDAD.
Aprende a reír. La risa es la mejor de las medicinas.
     Aprende a contar bien un cuento. Este se recibe
      siempre con la alegría que un rayo de sol en el
      cuarto de un enfermo.
     Aprende a soslayar todas esas pequeñas
      dificultades diarias que acarrean fricciones con los
      demás.
     Aprende el arte de decir frases alentadoras.
     Aprende a callar, a reservar para ti tus dificultades;
      el mundo está muy ocupado para que le importen
      tus problemas.
     Aprende a ocultar tus dolores y sufrimientos bajo
      una bondadosa sonrisa.
     Aprende a reprimir tus gruñidos. Si no puedes
      encontrar nada que te satisfaga en el mundo,
      guarda para ti todo lo malo que encuentras y no
      intentes amargar la vida de los demás.
     Aprende a sonreír, hasta en tus peores días. La
      sonrisa es nuestro mayor testimonio del propio
      dominio.
     La sonrisa es serenidad y la serenidad es un
      hábito.
     El gruñón podrá tener servidores atemorizados, 
      pero nunca amigos leales.
     El optimista tendrá amigos y francos
      colaboradores.
     Una buena orden dada con buen semblante es
      siempre mejor y más a gusto cumplida que dada
      con cara hosca.
     Un gruñido en cada orden es un sentimiento de
      rencor que se levanta en el sirviente.
     Una sonrisa en cada orden es un remache más
      puesto al respeto y la  amistad del que nos sirve.
     Y por ultimo, no olvides “que se consigue más con
      miel que con vinagre”.

LA OBRA MEJOR / Antenor ORREGO

Desde hoy tú ya no podrás ser más la que fuiste.
   Mis pensamientos se han hecho carne en tu carne,
   y mis melancolías se han hecho música en tu 
   corazón.
   Mis anhelos te han modelado para una eternidad.
   Mi cerebro te ha pensado, mi emoción te ha hecho
   ritmo, mi amor te ha hecho realidad.
   Presa has quedado para siempre de mi ser, el hálito
   de mi psiquis te envuelve.
   Mi energía esencial te arrancó de la nebulosa de la
   vida, te plasmó en mis sueños y en mis ansias, y te
   volvió a crear.
   Eres mía porque eres mi obra.
   En ti admiro la habilidad de mis manos y el soplo
   creador de mi espíritu.

   Soy el artista de ti, porque en ti me he expresado,
   porque tú eres mejor y más bella definición, carne
   de mi carne y huesos de mis huesos!

viernes, 21 de marzo de 2014

NUESTRO LUGAR EN EL CONJUNTO DE LOS SERES / Leonardo BOFF

La ética de la sociedad dominante en el mundo es utilitarista y antropocéntrica. Es decir: considera ilusoriamente que los seres de la naturaleza solamente tienen razón de existir en la medida en que sirven al ser humano y que este puede disponer de ellos a su gusto. Él se presenta como rey y reina de la creación.

La tradición judeocristiana reforzó esta idea con su “someted la Tierra y dominad sobre todo lo que vive y se mueve sobre ella” (Gn 1,28).

Mal sabemos que, nosotros los humanos, fuimos uno de los últimos seres a entrar en el teatro de la creación. Cuando el 99,98% de todo estaba ya hecho, surgimos nosotros. El universo, la Tierra y los ecosistemas no necesitaron de nosotros para organizarse y ordenar su majestuosa complejidad y belleza.

Cada ser tiene un valor intrínseco, independiente del uso que hacemos de él. Representa una manifestación de aquella Energía de fondo, como dicen los cosmólogos, o de aquel Abismo generador de todos los seres. Tiene algo que revelar que solo él, hasta el menos adaptado, lo puede hacer y que enseguida, por la selección natural, desaparecerá para siempre. Pero a nosotros nos cabe escuchar y celebrar el mensaje que tiene para revelarnos.

Lo más grave, sin embargo, es la idea que toda la modernidad y gran parte de la comunidad científica actual proyecta del planeta Tierra y de la naturaleza. Las consideran simple “res extensa”, una cosa que puede ser medida, manipulada, según el rudo lenguaje de Francis Bacon, «torturada como lo hace el inquisidor con su víctima, hasta arrancarle todos los secretos». El método científico predominante mantiene, en gran parte, esa lógica agresiva y perversa.

René Descartes en su Discurso del Método dice algo de un clamoroso reduccionismo en la comprensión: «no entiendo por “naturaleza” ninguna diosa ni ningún otro tipo de poder imaginario; antes me sirvo de esa palabra para significar la materia». Considera el planeta como algo muerto, sin propósito, como si el ser humano no fuese parte de esa naturaleza”.

El hecho es que nosotros entramos en el proceso evolutivo cuando éste alcanzó un altísimo nivel de complejidad. Entonces irrumpió la vida humana consciente y libre como un subcapítulo de la vida. Por nosotros el universo llegó a la conciencia de sí mismo. Y eso ocurrió en una minúscula parte del universo que es la Tierra. Por eso nosotros somos aquella porción de la Tierra que siente, ama, piensa, cuida y venera. Somos Tierra que anda, como dice el cantautor indígena argentino Atahualpa Yupanqui.

Nuestra misión específica, nuestro lugar en el conjunto de los seres, es el de ser aquellos que pueden apreciar la grandeur del universo, escuchar los mensajes que enuncia cada ser y celebrar la diversidad de los seres y de la vida.

Y por ser portadores de sensibilidad y de inteligencia tenemos una misión ética: cuidar de la creación y ser sus guardianes para que continúe con vitalidad e integridad y con condiciones para seguir evolucionando como lo viene haciendo desde hace 4,4 mil millones de años. Gracias a Dios que el autor bíblico, como corrigiendo el texto que citamos antes, dice en el segundo capítulo del Génesis: “El Señor tomó al ser humano y lo puso en el jardín del Edén (Tierra originaria) para que lo cultivara y lo guardara” (2,15).

Lamentablemente estamos cumpliendo mal esta misión nuestra, pues al decir del biólogo E. Wilson «la humanidad es la primera especie de la historia de la vida en volverse una fuerza geofísica; el ser humano, ese ser bípedo, tan cabeza-de-viento, ha alterado ya la atmósfera y el clima del planeta, desviándolos mucho de las normas usuales; ha esparcido ya miles de sustancias químicas tóxicas por el mundo entero y estamos cerca de agotar el agua potable” (A Criação: como salvar a vida na Terra, 2008, 38). Pesaroso ante un cuadro como este y bajo la amenaza de un apocalipsis nuclear, el gran filósofo italiano del derecho y de la democracia, Norberto Bobbio, se preguntaba: «¿La humanidad merece ser salvada?» (Il Foglion, 409, 2014, 3).

Si no queremos ser expulsados de la Tierra por la propia Tierra, como los enemigos de la vida, cumple cambiar nuestro comportamiento hacia la naturaleza, pero principalmente acoger a la Tierra como aceptó la ONU en abril de 2009, como Madre Tierra, cuidarla como tal, y reconocer y respetar la historia de cada ser, vivo o inerte. Existieron antes de nosotros y durante millones y millones de años sin nosotros. Por esta razón deben ser respetados como lo hacemos con las personas de más edad, a las que tratamos con respeto y amor. Más que nosotros, ellos tienen derecho al presente y al futuro junto con nosotros. En caso contrario no hay tecnología ni promesas de progreso ilimitado que puedan salvarnos.
-Leonardo BOFF/21-marzo-14

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA






DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

Para que pueda
estar cerca de ella,
acercarme más a Ti que a ella; 
para que pueda reconocerla,
haz que te conozca a Ti
más que a ella;
para que la ame con el amor
perfecto de un corazón
perfectamente íntegro,
haz que te ame a Ti
más que a ella y más
que a todos.
Amén, Amén.

Para que nada

se interponga entre ella
y yo, ponte Tú entre nosotros,
siempre.
Para que podamos
estar constantemente juntos,
llévanos en soledad,
separada contigo.
Y cuando nos encontremos
pecho con pecho, Dios mío,
que sea a solas contigo.

- Temple Gairdner

miércoles, 19 de marzo de 2014

ÁNGEL Y AMIGO

¿Ángeles o amigos?, todos tenemos un poquito de
     cada cosa…
Un ángel no nos escoge, Dios nos lo asigna.
Un amigo nos toma de la mano y nos acerca a Dios.
Un ángel tiene la obligación de cuidarnos.
Un amigo nos cuida con amor.
Un ángel te ayuda evitando que tengas problemas.
Un amigo te ayuda a resolverlos.
Un ángel te ve sufrir, sin poderte abrazar.
Un amigo te abraza, porque no quiere verte sufrir.
Un ángel te ve sonreír y observa tus alegrías.
Un amigo te hace sonreír y te hace parte de sus
     alegrías.
Un ángel sabe cuando necesitas que alguien te
     escuche.
Un amigo te escucha, sin decirte que lo necesitas.
Un ángel en realidad es parte de tus sueños.
Un amigo, comparte y lucha porque tus sueños, sean
     una realidad.
Un ángel está siempre contigo ahí, no sabe
     extrañarnos.
Un amigo, cuando no está contigo, no sólo te 
     extraña, también piensa en ti.
Un ángel vela tu sueño.
Un amigo sueña contigo.
Un ángel aplaude tus triunfos.
Un amigo te ayuda para que triunfes.
Un ángel se preocupa cuando estás mal.
Un amigo se desvive porque estés bien.
Un ángel recibe una oración tuya.
Un amigo hace una oración por ti.
Un ángel te ayuda a sobrevivir.
Un amigo vive por ti.
Para un ángel, eres una misión que cumplir.
Para un amigo, eres un tesoro que defender.
Un ángel, es algo celestial.
Un amigo es la oportunidad de conocer lo más
     hermoso que hay en la vida, “el amor y la
     amistad”.
Un ángel quisiera ser tu amigo.
Un amigo, sin proponérselo, también es tu ángel.-

martes, 18 de marzo de 2014

LOS 100 MEJORES CANTANTES DEL SIGLO

FRANK SINATRA
Cantante norteamericano, 1915-1998

Sinatra inició su carrera como cantante principal de la Tommy Dorsey Swing Band, pero pronto decidió arrancar una carrera en solitario que elevó la canción popular a la categoría de arte. 

Aunque se dice que su respiración, y por tanto su fraseo, los tomó del estilo de Tommy Dorsey con la trompa, y su emotividad de Billie Holiday, su interpretación no tenía rival.

lunes, 17 de marzo de 2014

20 DE MARZO: DÍA NATAL DE WENCESLAO CALDERÓN DE LA CRUZ / Saniel LOZANO y Alejandro PEREDA

Desde el 19 de marzo de 1994, por la “toma de posesión, canónica, de la casa parroquial” en Santo Dominguito, la comunidad parroquial trujillana, celebraba anualmente los dos acontecimientos importantes de la vida de Wenceslao Calderón [por ser párroco fundador]: el cumpleaños y el aniversario de su ordenación (Marzo/20 y Diciembre/18); y en buen ambiente, las Bodas de Oro, 1998), hasta el 2005.

  Estos variados homenajes le permitía escuchar lo que decían sobre él y sus obras, por lo que decía: “Ya me tienen (por) muerto”, porque sólo allí [sepelio] se escucha la calidad y cantidad de hechos para inmortalizarse de alguna manera. Sólo lo bueno.
Con razón, François Mauriac, decía: “La muerte /  guarda a nuestros seres amados y los inmortaliza en su adorable juventud”.

   Hay constancia (Libro: Predicación según el Deuteronomio) de aquellos encuentros, destacándose el del 2002 con ocasión de la Bendición del techo de lo que hoy es el Templo de dicha parroquia, episodio publicado en el blog con fecha 13 de setiembre del 2011 que con frecuencia es visitado bajo el título: Homenaje en el día de su cumpleaños / Lluvias de Primavera, cosechas de verano y cantos de alegría.

   Asimismo, este año, por el 9º aniversario de su muerte, 21 de febrero, el Padre César Iturriate nos invitó, a los pocos familiares, a la misa a celebrarse con su comunidad bien compacta y ofrecida a instancia de alguna iniciativa, compartida y muy agradecida. De nuestra parte, renovamos el agradecimiento.

   El homenaje a los 92 años de su nacimiento, estriba  en la publicación de las palabras que él no las oyó, pero tal vez, las intuyó por tratarse del amigo, del paisano, del escribiente familiar como se autotitula Saniel y las del sobrino, con el mismo afán, por feliz coincidencia y que ahora, desde donde está, las puede confirmar.

EL PADRE WENSHE / SANIEL LOZANO ALVARADO
Yo no lo conocí arriba, en el pueblo serrano, sino en mi adolescencia, aquí en Trujillo, cuando fue mi profesor de religión en el colegio. Mi padre me decía que juntos habían participado en varias palomilladas, hasta que, sin darse cuenta, el día menos pensado, el jovencito Wenceslao dejó Salpo y se vino a Trujillo.

   El Padre “Wenshe” (la palabra es el “hipocorístico” de Venceslao o “Vence”, como se dice en Salpo) perteneció a una familia de honda raigambre espiritual y religiosa. Su hermano mayor, Monseñor Andrés Ulises Calderón, fue magnífico orador sagrado, filósofo idealista y músico, porque creía que el universo era una sinfonía perfecta, lo más próxima a lo divino, y gran propulsor de la primera Casa de la Cultura del Perú, cuando el Instituto Nacional de Cultura no existía. Sobrino de ambos es el prestigioso violinista Francisco Pereda Calderón y también el padre Manuel Calderón Ávila, de fecundo apostolado en Alemania, en una parroquia “hermana” de la de Santo Dominguito y El Bosque.

   A fines del año 60, el padre Wenshe participó activamente en el movimiento de renovación de la iglesia y en su opción por los pobres, fermento de la corriente eclesial que desembocaría en la Teología de la Liberación, que más tarde lideraría el padre Gustavo Gutiérrez.

   En realidad, era el mismo movimiento que en Brasil encabezaba Helder Cámara, arzobispo de Recife, declarado opositor al “colonialismo norteamericano” y que acusaba a la iglesia católica de “graves errores”; en Colombia, Camilo Torres, de intensa prédica contra las clases dominantes; en Ecuador, el cardenal Pablo Muñoz Vera proponía orientar los gastos de armamentos en ayuda a los países subdesarrollados; y aquí en Perú, el párroco de Chivay (Arequipa) Pablo Hagan (?), para la celebración de la eucaristía sustituyó la casulla por el poncho, tomó pan ordinario y adoptó el cáliz de barro.

   Esta última imagen la asocié el 25 de febrero del 2005 en los actos de sus funerales, cuando el padre  Wenshe bebía ordinariamente el vino de un cáliz peruano, (de arcilla).

   Otro detalle: En 1969 más de ochenta sacerdotes declararon que el pueblo debía lograr su liberación; que el clero y los laicos debían participar en los nombramientos episcopales; que ellos mismos empezarían por desprenderse de sus privilegios y que se ganarían la vida por su cuenta, de manera que determinaban condenando el capitalismo.

   Era demasiado; estos curas están locos, decía la gente, mientras que el gobierno los acusaba de comunistas. En Lima, Luis Bambarén, obispo de los pueblos jóvenes fue metido preso. En Trujillo, el padre “Wenshe” jugó papel principal en la organización del movimiento universitario católico y en la conformación del Movimiento Obrero de Acción Católica, que condenó a los gobiernos que tomaban represalias contra los sacerdotes y laicos “que luchaban al servicio del pueblo”. Los cuestionadores acusaban al movimiento de adherirse con simpatía a las guerrillas de Luis de la Puente y del Che Guevara.

Al retirarse de la docencia universitaria, donde también participó en una corriente de innovación pedagógica a través del Centro de Promoción Educativa de la Universidad Nacional de Trujillo, se consagró totalmente a su apostolado sacerdotal como párroco de Santo Dominguito y El Bosque, así como propició el desarrollo parroquial de El Porvenir, La Esperanza y Florencia de Mora, sin renunciar tampoco a sus ancestros nativos. Por eso, en cierta ocasión, en una entrevista periodística (creo al cumplir ochenta años), declaró que ponía en alquiler una casa con vista al mar, ubicada en el barrio Mansiche. Los desavisados no se dieron cuenta de que ese barrio no era el trujillano de los ficus añosos y longevos, sino el del mismo nombre, pero del pueblo de Salpo. Y es que, todo salpino o foráneo, desde ese puntito del universo, en las alturas liberteñas, debió extasiarse de niño, de joven y en sus ocasionales visitas, ante las arrobadoras y extasiantes escenas del ocaso, al piecito nomás del pétreo Ragach, el patrón telúrico de la comarca.

   Ahora, ocurre que el padre Wenshe ya no está con nosotros (21 de febrero). No sólo su familia y su parroquia lo echan de menos, sino también, con sobradas razones, los salpinos fiesteros que en cada setiembre de nuestra devoción a la Virgen de las Mercedes, nos sometíamos, contritos y pesarosos, ante las certeras arengas y censuras de sus homilías, respondernos a nosotros mismos. ¿Para qué tantos castillos y bandas de músicos, nos decía, si con una o dos bastan? Porque deberíamos pensar seriamente en el derroche de gastos y fastuosidades, mientras mucha gente y el pueblo mismo se debaten en la pobreza y el abandono. Ahí le escuchábamos, arrepentidos y cariacontecidos, proponiéndonos enmendar rumbos.

   Estas líneas, borrosas y temblorosas, sólo son pinceladas para una semblanza humana del hombre sencillo y bueno, también de consistente formación humanística e intelectual, como yo lo conocí, su exalumno y paisano. Nada más.

   Dije que el padre Wenceslao Calderón de la Cruz ya no está con nosotros; pero es un decir; porque sus restos físicos, incinerados por sorprendente decisión propia, quedan para siempre en una pequeña urna en el propio templo de la parroquia Cristo Resucitado de Santo Dominguito. Allí lo podremos seguir visitando, seguros de que nunca se ha ido; y por eso también, encontrándonos y recordándolo siempre, siempre.
La Industria, 3 de marzo del 2005, publicado en el Libro “In memoriam”, 15 de febrero del 2006.

20 de marzo del 2005. Iba a cumplir 83 años de vida y 56 de labor pastoral. Le faltaba un mes para alcanzarlos. Bien sabemos que esta vida terminó el 21 de febrero, por lo que expresamente he puesto /no las oyó.

EL TIEMPO FUE TESTIGO / J. Luigi
Alegoría a la labor de todo sacerdote: la de terminar para nuevamente empezar y nunca acabar, como la de un buen jardinero. Ciertamente, se menciona “muertos y cementerio”; pero éstos significan, “los que esperan y dormitorio”, respectivamente, o sea, en el lugar de descanso. Bien se pueden referir al simple encuentro con él (el homenajeado) en esta casa, en mi casa, mi calle, mi barrio, mi pueblo, mi país.

Hoy lo vi llegar al cementerio con una flor en sus manos y un jardín en el alma.
Hoy lo vi llegar, como siempre, con la mente y la mirada perdida en los horizontes del pasado, mientras que un tráfico de palabras no lograba transponer sus oídos.
Su cuerpo, cansado de cargar los años, se mecía lentamente en cada paso, sus manos disfrazadas de ternura rompían los cristales del viento, como queriendo asir una cadena de sueños que perdía sus eslabones en las lagunas del tiempo.
Domingo a domingo, mientras que el sol está en lo alto, él llega para “vivir” entre los muertos, a desempolvar un nombre y un recuerdo, a depositar una flor y una esperanza.
Y siempre hace un balance de lo vivido y va a rendir cuentas a quien escucha pero no responde.
Cada cual encuentra un modo diferente de vivir, de escapar o de esconderse, de aflorar o sumergirse.
Todos tenemos un sistema desigual para afrontar nuestro destino, pero todos perseguimos un mismo ideal: hacer que la vida sea una rosa y cuidarnos de sus espinas que a veces dejan heridas que sangran en nuestra eternidad.
Son los hombres volúmenes de historia, que día a día llena una nueva página y muchas veces nadie logra leer su contenido; los hechos se funden con las horas mismas y sólo el recuerdo rescata algunos pasajes que siguen viviendo a través del tiempo y la distancia.
Su historia es tan simple como cualquier otra, si es que ponemos ante nuestros ojos el lente de la indiferencia.
Sólo al que planta la flor le duele que se le arranquen y más aún si cuando no llovió la tuvo que regar con lágrimas.
Este fue un hombre que soñó despierto, que luchó por crear y sembrar un jardín.
Vio nacer una a una sus flores, las protegió con su vida.
Los días y sus noches no eran suficientes para abonar el terreno, para combatir a las inclemencias del tiempo, a las plagas, la maldad de la gente que movidas por la envidia pisotearon su edén hasta destruirlo una y otra vez, sacando de la entraña misma de la tierra sus raíces y envenenándola de tal forma que quedara estéril.
Su lucha fue vana, como vanas fueron sus súplicas… y hoy con las flores rescatadas trata de encontrar en el presente, el pasado o el futuro, un pedazo de tierra virgen que se abra a su semilla, a su esperanza y a sus sueños. Una tierra fértil que acoja en sus entrañas la esencia de la vida misma, para que dé flores, para que nazcan rosas con espinas, que en vez de herir defiendan, para perfumar nuevamente los días y darle alegría y color a la vida.
Si alguna vez llegara a sembrar su edén, lo veré nuevamente los domingos, caminando muy de prisa, luciendo un jardín en las manos y sólo una flor en el alma…y volverá a desempolvar un nombre, para enterrar un recuerdo del cual sólo… el tiempo fue testigo.

(Libro: Predicación según el Deuteronomio, pág. 327, bajo el título: Discurso nonato)


domingo, 16 de marzo de 2014

EL PUEBLO BRASILERO: UN PUEBLO MÍSTICO Y RELIGIOSO / Leonardo BOFF

El pueblo brasilero es espiritual y místico, le guste o no a la intelectualidad secularizada, en general con poca o ninguna organicidad con los movimientos populares y sociales.
El pueblo no ha pasado por la escuela de los maestros modernos de la sospecha que, en vano, han intentado deslegitimar la religión. Para el pueblo, Dios no es un problema sino la solución de sus problemas y el sentido último de su vivir y de su morir. Siente a Dios acompañando sus pasos, lo celebra en las expresiones de lo cotidiano, como “mi Dios”, “gracias a Dios”, “Dios le pague”, “Dios lo acompañe”, “Dios lo quiera” y “Dios lo bendiga”. Habitualmente mucha gente se despide por teléfono diciendo “queda con Dios”. Si no tuviese a Dios en su vida, ciertamente no habría resistido con tanta fortaleza, humor y sentido de lucha a tantos siglos de ostracismo social.
El cristianismo ayudó a formar la identidad de los brasileros. En el tiempo de la Colonia y del Imperio entró por la vía de la misión (iglesia institucional) y de la devoción a los santos y santas (cristianismo popular). Modernamente está entrando por la vía de la liberación (círculos bíblicos, comunidades de base y pastorales sociales) y por el carismatismo (encuentros de oración y de curación, grandes celebraciones-espectáculo de curas mediáticos). Fundamentalmente el cristianismo colonial e imperial educó a las clases señoriales sin cuestionarles su proyecto de dominación y domesticó a las clases populares para que se ajustasen al lugar que les cabía en la marginalidad. Por eso la función del cristianismo fue extremadamente ambigua pero siempre funcional al statu quo desigual e injusto. Raramente fue profético. En el caso de la esclavitud fue claramente legitimador de un orden inicuo.
Solamente a partir de los años 50 del siglo pasado, sectores importantes de la institucionalidad (obispos, curas, religiosos y religiosas, laicos y laicas) comenzaron un proceso de desplazamiento de su lugar social desde el centro hacia la periferia donde vivía el pueblo. Surgió el discurso de la promoción humana integral y de la liberación socio-histórica cuya centralidad es ocupada por los oprimidos que ya no aceptan su condición de oprimidos. Por el hecho de ser simultáneamente pobres y religiosos, sacaron de su religión las inspiraciones para la resistencia y para la liberación rumbo a una sociedad con más participación popular y más justicia. Y surgió un cristianismo nuevo, profético, liberador y comprometido con los cambios necesarios.
Pero la mayor creación cultural hecha en Brasil está representada por el cristianismo popular. Puestos al margen del sistema político y religioso, los pobres, indígenas y negros dieron cuerpo a su experiencia espiritual en el código de la cultura popular, que se rige más por la lógica del inconsciente y de lo emocional que por lo racional y lo doctrinario. Elaboraron así una rica simbología, en las fiestas de sus santos y santa importantes, un arte lleno de colorido y una música cargada de sentimiento asociada a la noble tristesse. Este cristianismo popular no es decadencia del cristianismo oficial, sino una forma diferente, popular y sincrética de expresar lo esencial del mensaje cristiano.
Las religiones afrobrasileñas, el sincretismo urdido de elementos cristianos, afrobrasileros e indígenas, representan otra creación relevante de la cultura popular. Con excepción de algún fundamentalismo evangélico, el pueblo en general no es dogmático ni obcecado en sus creencias. Es tolerante, pues cree que Dios está en todos los caminos y todos los caminos terminan en Él. Por eso es multiconfesional y no se avergüenza de tener varias pertenencias religiosas. La síntesis se hace dentro de su corazón, en su espiritualidad profunda. A partir de ahí compone el rico tejido religioso. El antropólogo Roberto da Matta lo expresó acertadamente: «En el camino hacia Dios puedo juntar muchas cosas. Puedo ser católico y umbandista, devoto de Ogum y de San Jorge. El lenguaje religioso de nuestro país es, pues, un lenguaje de relación y de religación. Un idioma que busca el término medio, el camino medio, la posibilidad de salvar a todo el mundo y de encontrar en todos los lugares alguna cosa buena y digna» (O que faz o brasil Brasil, Rocco, Rio de Janeiro 1984, 117).
Especialmente importante es la contribución civilizatoria traída por las religiones afro (nagô, camdonblé, macumba, umbanda y otras) que a partir de sus propias matrices africanas elaboraron aquí un rico sincretismo. Cada ser humano puede ser un incorporador eventual de la divinidad en beneficio de los otros. Negada socialmente, despreciada políticamente, perseguida religiosamente, las religiones afrobrasileñas devolvieron autoestima a la población negra, al afirmar que los orixás africanos los enviaron a estas tierras para ayudar a los necesitados y para impregnar de axé (energía cósmica y sagrada) los aires de Brasil. A pesar de ser esclavos cumplían una misión transcendente y de gran significado histórico.
Fueron los negros y los indígenas quienes confirieron y confieren una marca mística al alma brasilera. Todos se saben acompañados por los santos y santas importantes, por los orixás por el Preto Velho (umbanda) y por la mano providente de Dios que no deja que todo se pierda y se frustre definitivamente. Para todo existe solución y una salida buena. Por eso hay levedad, humor, sentido de fiesta en todas las manifestaciones populares.
El futuro religioso de Brasil no será probablemente su pasado católico. Será, posiblemente, la creación sincrética original de una nueva espiritualidad ecuménica que convivirá con las diferencias (la tradición evangélica en ascenso, el pentecostalismo, el kardecismo, las religiones orientales) pero en la unidad de la misma percepción de lo Divino y de lo Sagrado que impregna el cosmos, la historia humana y la vida de cada persona.
-Leonardo BOFF/ 16-marzo-14