lunes, 30 de abril de 2012

MEJORAS AL MODELO DE SOSTENIBILIDAD VIGENTE. Leonardo BOFF.

27-ABRIL-2012.
                                                       PARA SER  sostenible, el desarrollo ha de ser económicamente viable, socialmente justo y ambientalmente correcto. Ya hemos sometido a crítica este modelo estándar: Pero debemos ser justos. Ha habido analistas y pensadores que se han dado cuenta de las insuficiencias de este trípode y le han añadido otros pilares complementarios. Veamos algunos.

   Gestión de la mente sostenible. Para que exista un desarrollo sostenible es importante construir previamente un nuevo esquema mental, llamado por su formulador, el profesor Evando Vieira Ouriques de la Escuela de Comunicación de la Universidad Federal de Río de Janeiro, gestión de la mente sostenible. Intenta rescatar el valor de la razón sensible, por lo cual el ser humano se siente parte de kla naturaleza, se impone un autocontrol para superar el productivismo y el consumismo, y busca un desarrollo integral y no sólo económico, que contiene dimensiones de lo humano. Es un avance innegable. Sería mejor si entendiese la Tierra-Humanidad-Desarrollo como un único y gran sistema interconectado, fundando un nuevo paradigma.

   Generosidad. Rogério Ruschel, editor de la revista electrónica  /"Bussines del Bien/", añadió otro pilar: la categoría ética de la generosidad. Ésta se funda en un dato antropológico básico: el ser humano no es sólo egoísta y busca su bien particular, es mucho más un ser social que coloca los bienes comunes por encima de los bienes particulares o los intereses de los otros al mismo nivel que los suyos propios. Generoso es quien comparte, quien distribuye los conocimientos y experiencias sin esperar nada a cambio. Una sociedad es humana cuando más allá de la justicia necesaria incorpora la generosidad y el espíritu de cooperación de sus ciudadanos.

   Para Ruschel la generosidad se opone frontalmente al lema del capital especulativo greed i good, es decir, la ganancia es buena. No es buena sino perversa, porque casi ha hundido todo el sistema económico mundial. En la generosidad hay algo de verdadero porque es específicamente humano. En la afortunada metáfora del periodista Marcondes de ONG "Envolverde" hay que distinguir la genrosidad de la simple filantropía, de la responsabilidad social y de la sostenibilidad. La primera, da el pez a quien tiene hambre; la responsabilidad social enseña a pescar; la sostenibilidad cuida el río que permite pescar y, con el pez, matar el hambre. Sin embargo, nos parece que la generosidad sola es insuficiente. Raclama otras soluciones como la superación de la desigualdad, la forma de consumo y la atención a la comunidad de vida, que necesita también ser alimentada y conservada.

   La cultura: En 2001 el australiano John Hawkes lanzó "el cuarto pilar de la sostenibilidad: la función esencial de la cultura en la planificación pública". En Brasil ha sido mérito de Ana Carla Fonseca Reis, fundadora de la empresa "Búsqueda de soluciones" y autora del libro Economía de la Cultura y Desarrollo sostenible, haberla asumido, difundiéndola a través de muchos cursos y conferencias. Este aspecto de la cultura es fundamental, porque encierra principios y valores ausentes en el concepto estándar de sostenibilidad. Favorece el cultivo de las dimensiones típicamente humanas como la cohesión social, el arte, la religión, la creatividad y las ciencias. Deja atrás la obsesión por el lucro y armoniza mejor con la lógica de la naturaleza. Sucede que esta dimensión de la cultura ha sido secuestrada por los intereses comerciales. Sólo será realmente eficaz cuando, liberada, funde una relación creativa con la naturaleza.

   La neuroplasticidad del cerebro:  Los científicos se dan cuenta de que la estructura neuronal del cerebro es extremadamente plástica. A través de comportamientos críticos al sistema consumista, se puieden generar hábitos de moderación y respetuosos con los ciclos de la naturaleza. El cerebro coevoluciona según la evolución exterior, dándose así una relación de interdependencia.

   Y finalmente, el cuidado esencial: yo mismo he desarrollado la categoría del cuidado como esencial para la sostenibilidad. Entiendo el cuidado, expuesto en dos textos -El cuidado esencial: ética de lo humano-compasión por la Tierra (1999) y El cuidado necesario (2012)-, como una constante cosmológica y biológica. Lo detalles pueden leerse en los libros mencionados.

   En esta fase de búsqueda de formas más adecuadas que garanticen la sostenibilidad de la Tierra y el futuro de nuestra especie, toda contribución es bienvenida y aporta alguna luz.-
                                          --Leonardo BOFF.

viernes, 27 de abril de 2012

LA COLOSAL BASÍLICA DE SAN PEDRO. Por Gordon GASKILL.

Meca de los católicos, magnífico legado del Renacimiento italiano, este colosal edificio está lleno de vida y en continuo cambio.
La iglesia más grande de la cristiandad. Iniciada en el siglo XVI, bajo el pontificado de Julio II, ocupa un área de 40,000 metros cuadrados y recibe más de diez millones de visitantes al año.
                                                   ENTRAMOS en la más noble piazza de Roma, caemos en el brazo imponente doble hilera de columnas y recibimos una leve salpicadura de los dos grandes surtidores que suben muy alto a la luz del sol. Ascendemos por anchos y cómodos escalones, atravesamos el sombreado pórtico y penetramos en San Pedro. Muy probablemente nos detenemos, un tanto desilusionados, pensando: "Al fin y al cabo, no es tan grande!"

   Entonces reanudamos la marcha. Esos joviales querubines que sostienen las pilas de agua bendita parecen delicadamente pequeños... hasta que llegamos a ellos y descubrimos que son más grandes que nosotros. Aquella paloma esculpida a lo lejos es en realidad del tamaño de un pavo, por lo menos. La imagen de este santo tiene más de tres veces nuestra estatura; aquel cañón de pluma de ave que San Mateo tiene en la mano, en ademán de escribir, mide cerca de dos metros de largo.

   Ahora nos percatamos de la realidad: indudablemente todo aquí es de grandes dimensiones, pero está tan perfectamente proporcionado que produce en nosotros la impresión de ser de menor tamaño. San Pedro es realmente la más grande, con muchísima diferencia, de todas las iglesias cristiana de la tierra.

   En el piso de la nave, tachonado de mármol, hay incrustadas tiras de bronce con explicaciones en latín que demuestran lo cortas que son alguna de las otras grandes iglesias del mundo comparadas con San Pedro, que tiene cerca de 200 metros de largo. Por fantástico que parezca, la que sigue a esta longitud, San Pablo, de Londres, con 157 metros, cabría transversalmente en la nave norte sur de San Pedro.

   Con su sacristía y su pórtico, San Pedro abarca una extensión aproximada de 40,000 metros cuadrados, equivalente a seis campos de fútbol. Sin contar otros centenares que hay fuera, el interior del templo tiene 499 grandes columnas, además de 439 enormes estatuas y más de 40 altares separados, entre ellos el altar mayor, donde normalmente sólo puede celebrar misa el Papa.

   Tiene diez cúpulas además de "La cúpula" por antonomasia; la gran burbuja de piedra que parece flotar en las nubes. La punta de la fulgurante cruz en que culmina está a la altura de un edificio de 35 pisos. Esta cúpula -la última gran obra de Miguel Ángel- parece ligera y etérea, pero los matemáticos han calculado su peso en unas 50,000 toneladas.

   Algunos romanos todavía llaman a San Pedro la "nueva" basílica, porque hasta 1506 ocupaba su sitio otra gran iglesia llamada igualmente San Pedro. La había erigido el primer emperador cristiano, Constantino, y había sido consagrada en el año 326 y venerada durante cerca de 1200 años... hasta que el papa Julio II escandalizó a la cristiandad al ordenar su demolición completa con el fin de dejar espacio para una nueva basílica. No servía para ello ningún lugar más que aquel. Por tradición casi tan antigua como el cristianismo, es el lugar exacto donde quedó sepultado San Pedro después de su crucifixión por orden de Nerón.

   La primera piedra de la nueva basílica se colocó en 1506. Los trabajos continuaron durante 120 años bajo 20 papas, dirigidos por algunos de los más grandes genios de Italia: Bramante, Miguel Ángel, Maderno, Bernini. Ningún otro templo ha costado tanto jamás: se calcula su costo en una equivalencia de 300 millones de dólares, unas 16 veces más que San Pablo de Londres.

   Ninguna iglesia de la tierra atrae tanta gente: por lo menos diez millones de personas al año. Para los católicos, que constituyen cerca de la sexta parte de la población total del mundo, San Pedro es el más potente de todos los imanes. Naturalmente, no sólo acuden los católicos. Cualquier visitante, aun cuando esté en Roma unas pocas horas, insiste en ver por lo menos dos cosas: el Coliseo y San Pedro. 

   "Siempre en cambio"... Seguí a un grupo de fieles cuando entraron y, como ellos, doblé a la derecha para detenerme en silencio ante la gran Piedad de Miguel Ángel, la estatua más famosa de la basílica, que representa a María sosteniendo el cuerpo fláccido y sin vida de su hijo crucificado. Poco después nos congregamos alrededor de otra célebre estatua, la severa figura de bronce de San Pedro, y observé otro gran cambio. Durante muchos siglos los católicos piadosos habían besado en tan gran número el saliente pie derecho de la imagen, que el pie estaba gastado casi hasta la mitad. Ahora ya muy pocos hacen eso. 

   Continuando adelante por la nave, todas las miradas se sienten atraídas hacia el tremendo baldaquín de bronce que Bernini erigió sobre el altar mayor -con cuatro macizas columnas arrolladas en espiral- que se eleva 29 metros y pesa un total de 93 toneladas, de las cuales 60 son de bronce. El deslumbrante baldaquín brilla casi más de aquello que está destinado a exaltar; el altar mayor, construido encima de otros tres altares más antiguos, directamente sobre la tradicional tumba de San Pedro...

   Como a unos 25 metros del altar mayor están las cuatro poderosas pilastras que soportan la gran cúpula y son los apoyos más macizos de toda la iglesia. El contorno de cada pilastra es de unos 70 metros. En cada pilastra hay un nicho para guardar y ocultar las principales reliquias de San Pedro. Se dice que es una madera de la Cruz; otra es la Verónica, o sea el paño que sirvió para secar el sudor del rostro de Jesús en la Vía Dolorosa; la tercera es la punta de la lanza que se clavó en el costado de Cristo. El último nicho está vacío desde que Paulo VI devolvió, hace varios años, la cuarta reliquia -la presunta cabeza de San Andrés- a Grecia.

   Aunque San Pedro es un gigantesco mosaico de historia, arte, leyenda y sabiduría, sigue siendo una animada iglesia, a la altura de los tiempos presentes.

   "¿Quién se atreverá hoy a levantar tal iglesia?
    !Nunca más, en ninguna parte de la tierra, volverá a haber otro templo remotamente parecido a éste!"
                                                         -- Gordon GASKILL.

jueves, 26 de abril de 2012

DE "NORMAS DE VIDA": DÉCIMA MEDITACIÓN, Alberto CASAL CASTEL.

                                 El primero de nuestros deberes
                                 es poner en claro la idea del deber.
                                                                  MAETERLINCK.
                                      LAS LEYES acuerdan derechos y obligaciones; la moral sólo tiene deberes y deberes.
   Deberes del hijo con el padre, del fuerte con el débil, del varón para con la mujer; de todos para uno y de este uno para consigo mismo en el respeto que debe a los otros.
   Hay un deber para cada situación, para cada persona, para cada circunstanci, y la vida no es otra cosa que el conjunto de obligaciones que la conducta impone al individuo para mantener la dignidad.
   La pérdida de la dignidad es una muerte anticipada, y esta muerte puede depender del primer deber que se renuncia por cobardía, por debilidad, egoísmo o indecisión.
   Pero, ¿dónde están escritas esas reglas? Ningún código las ha enumerdo; ningún juez las aplica y sin embargo la conciencia sabrá siempre dirigir al individuo con honor, entre los deberes que lo asedian para poner a prueba su carácter.
   Ella ayudará a mantenernos enhiestos en medio de la secreta confabulación de las pasiones; preferirá la humilde pobreza al lujo pagado con la vergüenza; gritará la verdad, aun cuando la verdad nos perjudique; saldrá en defensa del que nada tiene, por más que nos solicite una claudicación el poderoso; nos hará acusar cuando todos se callen, y perdonar cuando nadie perdone.
   El deber no conoce sino la voluntad firme de andar por un camino recto en que todos nos consideramos iguales.
   Por encima del deber, para el alma recta y honrada, no hay nada, como no sea otro deber superior o más fuerte.
   La satisfacción de haberlo cumplido, sólo es equiparable a la angustia de haberlo renunciado (1).
   Cuando se podee el sentimiento del deber, la palabra es un documento, los actos son seguros, las obras sinceras, la sociedad toda se denevuelve en una atmósfera de confianza.
   El juez será juez y el maestro, maestro. Ni aquél dejará de ser recto, ni éste falseará su vocación. Sobre todo, los encontraremos hoy como ayer, dispuestos a aplicar la misma sentencia y a mantener la misma idea (2).
   Es que el deber es aquello que estamos obligados a hacer conforme a las leyes de Dios, de donde provienen la moral del hombre y su espíritu de justicia.
   Es la justicia positiva y la moral práctica en conjunto, pero, al mismo tiempo, dirigidas por un sentimiento religioso que las torna inflexibles, y un estado poético que le acuerdan una emoción profunda y una singular belleza.
   Porque no hay duda que existe el culto del deber y la poesía del deber para satisfacer la conciencia y alegrar el corazón de los hombres.
   El deber tiene un lenguaje áspero, rudo, las más veces, puesto que no ruega sino ordena y su naturaleza es así dura e intransigente; sin embargo, los varones que lo hablan son más suaves, y las mujeres que lo escuchan más dulces. Es que nada es tampoco más violento que la injusticia gobernada por el arbitrio y la falta traída por la cobardía o la defección.
   La gama del deber es tan amplia como las relaciones de la vida, y en ella no hay un solo deber que podamos eludir, que sea suficientemente pequeño o grande, porque hay un solo deber para cada situación y eso es ¡todo el deber!
   Ese deber será bendecido por la gloria o caerá abatido junto al silencioso gesto anónimo: ¡Da lo mismo! Para eso está el deber del soldado y el de la madre.
   Pero de uno y de otro  -¡entendedlo bien! -depende la victoria de nuestros ejércitos, el honor de la nación, la historia que si es una espada desenvainada en el combate, también es el vaivén pacífico de las cunas.
   Desgraciada la nación cuyos hijos hayn olvidado esta codificación íntima que encierra a todas las otras virtudes, porque pronto se ablandará en la indiferencia, debilitará en su moral, será víctima de sus gobiernos y de sus políticos, caerá en la estúpida sensualidad y buscará bajo las sombras del ocaso histórico, siempre propicio para esconder el rostro de la desgracia y la conmovedora soledad de las ruinas, el olvido y la muerte.
   Practiquemos este ejercicio difícil y necesario, a fin de estar en "forma" para las grandes acciones, y, sobre todo, para que cada generación pueda decir, a su turno: "¡hemos sabido cumplir con nuestro deber!". Son las palabras más dignas, para la despedida y el epitafio.

(1) Leyendo últimamente algunos fragmentos de la obra de Demócrito de Abdera (460-370), sin duda influenciados por el pensamiento mucho más extenso de Protágoras, advierto que para ellos también la virtud del deber hacia la comunidad y sus miembros era la primera virtud. Celebra él la paz del ánimo muy suave y alegre, que se logra con el cumplimiento del deber a la que denominamos eutimia, como el sumo bien que podemos alcanzar, pues la felcidad y la desdicha no dependen de cosas exteriores.

(2) No estará demás recordar aquí al juez Brid´Oye, inmortalizado hace más de tres siglos por Rabelais (Pantagruel, III), que fallaba los pleitos con los dados. El "bridoyismo" reaparece hoy, recubierto de casuística y chicanería en los tribunales, porque la sabia previsión de la ley no basta a producir la justicia cuando vacila el sentimiento del deber en quien debe aplicarla. Tampoco hay muchos maestros como Calícamo, preceptor de sabios y de príncipes, que vivió miserablemente en la Alejandría fastuosa de Filadelfos, conforme con las solas alegrías de su oficio. (Eduardo Schwartz, Figuras del Mundo Antiguo", segunda serie. Madrid, 1926).

               -- Alberto CASAL CASTEL.

miércoles, 25 de abril de 2012

DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO": QUE A TU IMAGEN...




DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

Que a tu imagen
modele mi vida,
que me despierte
con tu nombre en mis labios,
que en mis ojos conserve
siempre tu imagen
para poder percibirte,
a Ti y sólo a Ti,
en todos los demás.
                                                     --Zoroastrismo.

martes, 24 de abril de 2012

"PRESENTACIÓN DE DOÑA MARÍA JULIA": DOLOR.


REFLEXIONES ÍNTIMAS:
                                                                            ¡ESPÍRITU!, cual brioso corcel, el dolor te aguijoneó con su espuela. No te encabrites; enderezando el paso, marcha erguido. Valiente, no has menester de calmarte.
   Dolor, tu antídoto es el mismo dolor.
   Sin llanto, sin risa; tú sientes infinita piedad por todo lo pasado y todo lo imprevisto.
   Corazón, perdona el martirio que te han dado. Necesitas de un amigo fiel: el dolor, con el que llegarás alto y lejos. Tras la llamarada, vendrá la tenue luz de la felicidad.
   Alma, no te resistas, es todo por tu bien. Mañana verás claro. Tu aurora será larga y promisoria; el ocaso, corto. Si eres buena, tendrás claridad, vida con vibración. A este crepúsculo, seguirá noche serena.
   Aurora, llega pronto. Envuelve el alma en tu manto rosicler. Deléitala con suave arrullo de timbales. Mécela con níveos cúmulos de felicidad.

lunes, 23 de abril de 2012

PANTEÍSMO VERSUS PANENTEÍSMO. Leonardo BOFF.

20-ABRI-2012.
                                                                  UNA VISIÓN cosmológica radical y coherente afirma que el sujeto último de todo lo que ocurre es el universo mismo. Él es quien hace surgir los seres, las complejidades, la biodiversidad, la conciencia y los contenidos de esta conciencia, pues somos parte de él.

  Así, antes de salir de nuestra cabeza como idea, la realidad de Dios estaba en el propio universo. Porque estaba en él, puede irrumpir en nosotros. A partir de esta concepción, se entiende la inmanencia de Dios en el universo. Dios viene mezclado con todos los procesos, sin diluirse dentro de ellos. antes bien, orienta la flecha del tiempo hacia la formación de órdenes cada vez más complejos y dinámicos (que, por tanto, se distancian del equilibrio para buscar nuevas adaptaciones) y cargados de propósito. Dios aparece, en el lenguaje de las tradiciones transculturales, como Espíritu creador y ordenador de todo lo que existe. Viene mezclado con todas las cosas. Participa de sus desarrollos, sufre con las extinciones en masa, se siente crucificado con los empobrecidos, se alegra con los avances rumbo a diversidades más convergentes e interrelacionadas, apuntando hacia un punto Omega terminal.

  Dios está presente en el cosmos y el cosmos está presente en Dios. La  teología antigua expresaba esta mutua interpenetración por el concepto de "pericóresis" aplicado a las relaciones entre Dios y la creación y después a las divinas Personas de la Trinidad. La teología moderna ha acuñado otra 
expresión, el "panenteísmo" (en griego: pan=todo, en=en, theos=Dios).  Es decir: Dios está en todo y todo está en Dios. Esta palabra fue propuesta por un evangélico, Frederick Krause (1781-1832), fascinado por el fulgor divino del universo.

  El panenteísmo debe ser distinguido claramente del panteísmo. El panteísmo (en griego: pan=todo; theos=Dios) afirma que todo es Dios y Dios es todo.  Sostiene que Dios y mundo son idénticos; que el mundo no es una criatura de Dios sino el modo necesario  de existir de Dios. El panteísmo no acepta ninguna diferencia: el cielo es dios, la Tierra es Dios, la piedra es Dios y el ser humano es Dios. Esta falta de diferencia lleva fácilmente a la indiferencia. Todo es Dios y Dios es todo, entonces es indiferente si me ocupo de una niña violada en un autobús de Río o del carnaval, o de los indígenas en extinción o de una ley contra la homofobia. Lo cual es manifiestamente un error, pues las diferencias existen y persisten.

  Todo no es Dios. Las cosas son lo que son: cosas. Sin embargo, Dios está en las cosas están en Dios, por causa de su acto creador. La criatura siempre depende de Dios y sin él volvería a la nada de donde fue sacada. Dios y mundo son diferentes, pero no están separados o cerrados, están abiertos el uno al otro. Si son diferentes  es para posibilitar el encuentro y la comunión mutua. Mediante ella se superan las categorías de procedencia griega que se contraponían: trascendencia e inmanencia. Inmanencia es este mundo de aquí. Trascendencia es el mundo que está más allá de éste. El cristianismo, por la encarnación de Dios creó una categoría nueva: la transparencia, que es la presencia  de la trascendencia (Dios) dentro de la inmanencia (mundo) . Cuando esto ocurre, Dios y el mundo se hacen mutuamente transparentes. Como decía Jesús: /"quien me ve a mí, ve al Padre/". Teilhard de Chardin vivió una conmovedora espiritualidad de la transparencia. Decía: "el gran misterio del cristianismo no es la aparición, sino la transparencia de Dios en el universo. No solamente el rayo que aflora, sino el rayo que penetra. No la Epifanía sino la Diafanía" (Le melieu divin, 162).

  El universo en cosmogénesis nos invita a vivenciar la experiencia que subyace tras el panteísmo: en cada mínima manifestación del ser, en cada movimiento, en cada expresión de vida estamos ante la presencia y la acción de Dios. Abrazando al mundo estamos abrazando a Dios. Las personas sensibles a lo Sagrado y al Misterio sacan a Dios de su anonimato y le dan un nombre. Lo celebran con himnos, cánticos y ritos mediante los cuales expresan su experiencia de Dios. Testimonian lo que Pablo dijo a los griegos de Atenas: "en Dios vivimos, nos movemos y existimos" Act. 17,28).
                                                                       Leonardo Boff.

REGRESANDO.... VIAJE INESPERADO

Después de 11 días de paseo, esta vez, paseo por la Clínica, para ser tratado de lo excedente o inoperante en mi organismo, regreso, conservando el mismo entusiasmo, para continuar en  nuestro propósito....


"Mi coche (valga la comparación) entró por supuesto mal de estómago y resultó mal la próstata. El especialista ecografista añadió al diagnóstico, análisis de próstata. El médico urólogo prescribió operación y en tiempo récord se hizo ésta: el 11 (abril) operación, el 13 día de alta y el 20 quitar los puntos. (Que siga todo con normalidad...)


Mientras mi carro tenga el motor (cerebro) y la bomba de agua (corazón) en medianas condiciones estaremos comunicándonos y sólo resta conservar la carrocería (los demás miembros de nuestro cuerpo)". Aunque sea un Mercedes-Benz, siempre se encontrará en él piezas gastadas. Es mi segunda operación.


                      Nuestro siguiente escrito....

martes, 10 de abril de 2012

LA HUMANIDAD DE JESÚS. Billy GRAHAM.

No podremos asociarlo por completo a nuestra existencia
ni comprender su divinidad si antes no aquilatamos su naturaleza humana.
                                                    MÁS DE 300 años antes de que Jesús viniera al mundo, Diógenes, filósofo griego, recorría el ágora de Atenas a mediodía, provisto de una linterna. si le preguntaban qué hacía, contestaba que andaba  "en busca de un hombre honrado"... a quien, por cierto, no encontró. Como entonces lo hizo Diógenes, la juventud de nuestros días anda "en busca de un hombre honrado"... pero, a diferencia del filósofo, nuestra juventud lo está descubriendo en Jesucristo, Dios y hombre.

 Por caprichoso o efímero que este movimiento "gente de Jesucristo" pueda parecer a algunos, en mi opinión constituye un prometedor regreso a la esencia misma de la fe cristiana: al propio Jesucristo. Libre de abstractas teologías y de los atolladeros de la fe, este movimiento podría llegar a ser tan poderoso como la vigorosa Iglesia primitiva, que declaró su devoción no a un organismo religioso, sino a Dios en forma humana.

  Al parecer, de cuando en cuando necesitamos los cristianos que nos lleven de nuevo al lado de quien fue Dios y hombre y en quien descansa nuestra fe. Insistir en la humana naturaleza de Jesucristo no es olvidar su divinidad. En verdad, solamente al aquilatar su naturaleza humana podemos apreciar bien su carácter divino y asociar a Jesucristo con nuestra existencia. Hay que tener presente que Él prefería referirse a sí mismo "Hijo del hombre", y así se refieren a Él los Evangelios en más de 70 ocasiones. Jesucristo, que nació y se crió en esa encrucijada del mundo donde convergen África, Asia y Europa, pertenece al mundo entero.

  El origen de la atracción. Por la Biblia vemos claramente que las necesidades materiales y las limitaciones de Jesucristo no eran diferentes en modo alguno de las nuestras. Nació de mujer, pasó por las inquietudes de la niñez y de la juventud hasta alcanzar la edad adulta al igual que todos los hombres. conoció el hambre y la sed, y resistió la fatiga. Experimentó en lo íntimo el sufrimiento y el dolor y, por último, la muerte.

  Es indudable que la suprema personalidad de la historia fue, en lo físico, fuerte y carismática: que estuvo muy lejos de el hombre endeble y cariacontecido, de semblante y figura dulces y casi feminiles que la mayoría de los pintores, de los poetas e incluso de los compositores de himnos, nos han descrito a través de los siglos. En su juventud, dice la Biblia, "creció en fortaleza"; sus largas horas de trabajo en la carpintería de José debieron fortalecer sus músculos. Por añadidura, durante el tiempo que ejerció activamente su ministerio vivió casi constantemente al aire libre, yendo a pie de un pueblo a otro, durmiendo a la luz de las estrellas. Tan rigurosa existencia no podía menos que hacer de él un hombre enjuto y de piel curtida, de tez que no era ni blanca ni oscura sino más bien broncínea, como la de la gente del desierto entre la cual vivía.

  Gozo accesible. Uno de los rasgos más cautivadores de Jesucristo fue su absoluta sociabilidad. Era hombre amigable y cordial, y todos podían llegar hasta Él: pescadores y sabios, leprosos y letrados, mendigos y gobernantes. Incluso algunos de los fariseos, a quienes Él censuraba con palabra fulminante por su estéril religiosidad, se sentían estimulados al oírlo hablar, y los patricios de Jerusalén se honraban con recibirlo en su casa.

  Con todo, "una gran muchedumbre le escuchaba con agrado". Jesucristo hablaba el lenguaje del pueblo: sencillo, franco, familiar, desdeñando la elevada retórica de rabinos e intelectuales. Comunicaba su pensamiento por medio de parábolas tomadas de la vida diaria: el sembrador que salió a sembrar; el pastor que dejó a 99 ovejas de su rebaño, a las que juzgaba a salvo, para ir en busca de la que se había extraviado y volverla al aprisco; la maravilla de un grano de mostaza que se convierte en un arbusto frondoso; la manera como Dios alimenta a los cuervos y hace que los lirios del campo florezcan gloriosos colores.

  Los Evangelios nos describen a Jesucristo como un hombre alegre. "Estas cosas os he hablado para que mi gozo esté entre vosotros, y vuestro gozo sea cumplido". Y a toda la gente le explicaba la misión confiada a Él: "Yo soy la puerta de las ovejas... yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia". El primero de sus milagros de que se tiene noticia, fue el que obró durante una fiesta de bodas, ocasión en que, participando de la alegría de sus amigos, convirtió el agua en vino. Entre las últimas palabras que dijo a sus discípulos figuraron estas: "Tened buen ánimo". Adondequiera que iba, los niños, cautivados por sus relatos, querían acercarse a Él, sentare sobre sus rodillas, hacer de Él algo suyo. Y la vez  en que los discípulos de Jesucristo trataron de alejarlos, el Maestro los reprendió con enojo, diciéndoles: "Dejad que los niños vengan a mí... porque de ellos es el reino de Dios".

  Compasión y comunión. Si bien por ese tiempo prevalecía en el mundo el concepto de la sujeción de la mujer al hombre, Jesucristo no vacilaba en tratar al sexo femenino del mismo modo que al masculino, mas no condescendientemente sino con deferencia. Cuando los fariseos quisieron tentarlo con la cuestión del divorcio, refiriéndose a la ley mosaica que permitía al marido desembarazarse de su esposa con sólo redactar un libelo de repudio, Jesucristo les replicó bruscamente "... Lo que Dios unió, no lo separe el hombre". Fue el primero en reprobar la existencia de un código moral para el hombre diferente del aplicable a la mujer, al invitar a los fariseos deseosos de condenar a la adúltera a que arrojara la primera piedra aquel de ellos que estuviera "sin pecado".

  Las reacciones emocionales de Jesucristo no eran otras que las que mostraríamos nosotros en circunstancias semejantes. En diversos pasajes de los Evangelios hallamos referencias a su actitud ante los enfermos y los afligidos: "Viendo a la muchedumbre, se enterneció de compasión por ella". O bien: "Al desembarcar vio una gran muchedumbre, y se compadeció de ella, y curó a todos sus enfermos". Sin duda es en Él muy humano el evidente sentimiento de desencanto que experimenta cuando sólo uno de diez leprosos a quienes cura viene a buscarlo para expresarle su gratitud. "¿No habían sido diez los curados?" inquiere entonces con tristeza. Lo pero de todo eran las muestras de infidelidad que le daban aquellos en quienes más confiaba. "¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora?" le preguntó a Pedro en son de queja, cuando sus discípulos se rindieron al sueño mientras Él oraba en Getsemaní.

  Como nosotros mismos, Jesucristo hallaba su mejor defensa contra las debilidades humanas en una constante comunión con el Padre Celestial. No habremos comprendido la profunda humanidad de Jesús si no nos detenemos a meditar en lo que significa el hecho de que "fue tentado en todo a semejanza nuestra..." Porque tuvo en cuenta los combates que Él mismo debió reñir contra todo género de tentaciones, advirtió a sus discípulos: "Velad y orad para no caer en la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca".

  El sagrado misterio. No obstante, el Jesucristo humano mostró mucho más que heroísmo. Lo que es más importante, nos mostró a Dios mismo: el amor, la ternura, la compasión de Dios; su anhelo de restablecer los lazos de Padre a hijo que el pecado había roto. Entre todos los comentarios que he oído o leído acerca del misterio de la Encarnación, el que me parece mejor es el del finado S. D. Gordon: "Jesucristo es Dios mismo que se expresa en un lenguaje comprensible para el hombre".

  Jamás olvidaré el resplandor que iluminaba el rostro de cierto creyente que vino a hablar conmigo hace algún tiempo.

  -Durante toda mi vida -me dijo- había yo sentido que Dios era altísimo, sagrado e inasequible. Resulta difícil comprender a un Dios así, y aún más difícil amarle. Pero usted me hizo ver a Jesucristo, me recordó sus palabras: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre". Y al instante comprendí que si Dios es como aquel que llevó la vida ordinaria de los hombres, que amó y sirvió a los más débiles y cuyo inmenso corazón se hizo pedazos en la cruz para redimirnos de nuestros pecados; entonces puede Dios disponer de mi vida, de mi alma, de todo cuanto soy. Eso mismo le ofrendé, y nunca me he arrepentido de ello.

  Recuerdo también el caso d cierto joven inglés que, en París, hizo por juego una larga confesión de maldades a un sacerdote de la Catedral de Notre Dame. Pero el sacerdote, a quien no se le ocultó la intención del joven, le contestó:
  -Antes de que te dé la absolución deberás arrodillarte delante del altar mayor y, levantando los ojos a Jesús crucificado, dirás cuatro veces: "Te hiciste crucificar por mí, y eso me tiene completamente sin cuidado".
  El joven burlón se arrodilló, alzó la vista al crucifijo y repitió:
  -Te hiciste crucificar por mí, y eso...

  No pudo seguir. Se levantó, regresó a Inglaterra y en la actualidad es un ministro de su iglesia: una más entre las incontables almas que, en el curso de los siglos, se han conducido como "gente de Jesucristo".-
                                                         Billy GRAHAM. 

DE "NORMAS DE VIDA": NOVENA MEDITACIÓN, Alberto CASAL CASTEL

                             "La amistad que puede concluir,
                        nunca fue verdadera". 
                                                        SAN JERÓNIMO.
                                                  UN HOMBRE sin amigos es como una casa sin puertas. Pero, ¿dónde están la casa sin puertas y el hombre sin amigos...? De todos los sentimientos, el sentimiento de la amistad es el más generalizado.
  Gracias al don afectivo, que amplía y complementa la personalidad, el más pequeño no quedará en la incertidumbre y el más grande no sentirá el aliento frío de la soledad. Robespierre, que según Neveuglise, "trataba de resarcirse  del amor que sus camaradas le negaban amándose a sí mismo", separado del mundo por sus lunetas insensibles y por hipertrofia del propio yo, no pudo vivir sin el cariño de Saint-Just, de Couthón, de Agustín, de Petión. Tales fueron sus verdaderos amigos.
  Napoleón, tan extraño como un fantasma de otro mundo que hubiera tomado cuerpo en éste para dirigir una de las horas más extraordinarias de la historia, se empeña -¡y lo consigue!- en conquistar la amistad del jardinero de Santa Helena, un hombre rústico pero veraz, a quien regala la chaqueta verde de Austerlitz.
  ¡Ahora servirá para cultivar flores, después de haber sembrado muerte!
  Miguel Ángel, que ha arrancado una "Creación" a su creación, que busca a los ochenta años y después de la muerte de Victoria Colonna el silencio sepulcral de Roma, se complace en conversar con un viejo sirviente, su devoto amigo, cuyas reflexiones no conocemos, pero que podemos intuir a través de sus cartas; "los gatos -dice en una de ellas- se entristecen por vuestra ausencia, a pesar de que no les falta comida"; y cuando el guardián de aquellos secretos se despide definitivamente para emprender el vaije sin regreso, el escultor del David habla con el alma desgarrada: "Con él se fue lo mejor de mi vida, no quedan más que memorias!" (Vasari).
  ¡Ah, las tormentosas crestas de los picachos iluminados por el poder, la gloria o el arte! ¡Ellas también necesitan del calor humano, natural, de los valles de abajo, para no caer en el vacío de la locura o la desesperación!
  Porque ¿quién podría soportar el triunfo sin repartirlo en los afectos, o la tristeza sin comunicarla a los prójimos? El corazón estallaría.
  La amistad es la válvula de Pitt de la emoción: por ella descargamos la adversidad que rompe el equilibrio y la alegría sobrante que nos conmueve.
  Hay un momento en que nadie nos cree, en que la desconfianza pesa sobre nosotros, en que tenemos sed de justicia, necesidad de confesarnos con alguien, de explicarnos sinceramente como lo haríamos con nosotros mismos; y es en ese instante cuando la amistad nos brinda la única fe, la única justicia, el único consuelo.
  Aquel que no ha tenido ningún amigo verdadero no conoce la más íntima riqueza de la vida, porque en él encontrará el afecto que le falta, la ternura que no le ha sido dada, el consejo que busca, el placer que prefiere, la misma tristeza que su tristeza necesitaba; la misma alegría que su alegría no podía encontrar en ninguna otra parte.
  A él le diréis todo, ¡hasta lo inconfesable! "Pues quien contempla a un verdadero amigo contempla como otro ejemplar de sí mismo". Así sentenció Cicerón, en páginas notables dedicadas a T. Pomponio Atico, y así lo afirmó Aristóteles también, al precisar que la amistad es como "una sola alma en dos cuerpos".
  Las afinidades determinan la gran amistad; la sinceridad no hace más que hacerla verdadera.
  El amigo es un hallazgo extraordinario. El más extraordinario de todos, porque entre mil personas sólo una tendrá la misma ecuación de nuestras virtudes. Por eso, es preferible buscarlo despacio, y cuando se lo encuentra, retenerlo para toda la vida. Si necesitas lisonjearlo para que te quiera, adularlo para que te admire, pedirle permiso para censurar uno de sus actos, o quedarte callado por temor a herirle: ¡búscate otro!
  El amigo es aquel que te reconocerá bajo los harapos de la miseria, el que no te volverá la cara cuando todos te vejen, el que te extienda la mano cuando los demás se hayan coaligado para venderte; y será también aquel que conserve toda su presencia de ánimo en la hora en que el éxito te haya colocado por encima de su persona, para recriminarte con entereza y mostrarte el error aunque te irrites.
  La amistad es un culto difícil: nadie conoce cabalmente esta religión sin imágenes y sin oraciones. La única práctica es la bondad; el único ícono, el afecto: esa incorpórea y alada divinidad que nos envuelve por todas partes, como un vapor cordial que despidiera la propia tierra y del cual está saturada nuestra alma.
  Pero esta es la santa amistad. Existe la otra. La que bajo la sonrisa de salón busca nuestra simpatía; la que en el diario bregar se afirma sobre los intereses; la que momentáneamente vive de conveniencias o se nutre de una necesidad social; esa no produce amigos sino relaciones, conocimientos de nuestro ser sociable, no del ser íntimo. La una puede contentarse con la ficción; la otra no se conforma sino con lo verdadero. Por eso la intimidad del aula -al dejar el alma al descubierto- es propicia a crear los lazos de amistad más firmes con que las vidas se ligan "para siempre".
  Dichoso aquel que pueda tener un amigo desde la infancia, con quien recapitular los días lejanos sin entrar en largas explicaciones. Ese tendrá siempre ante sí su alma: oirá las viejas preguntas y las mismas respuestas, sin que el triste aislamiento intervenga en el diálogo para despertar las borradas imágenes del recuerdo.
                                            -- Alberto CASAL CASTEL.

DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO": ORACIÓN DE INTERJECCIÓN, ANÓNIMO.




  SEÑOR, Tú que nos has ordenado amarnos con tu amor,
triunfa sobre todo lo que nos divide,
de modo que, perdonándonos los unos a los otros,
podamos presentarte con corazones unánimes
nuestra oración.
  DIOS  de toda misericordia, traemos a tu presencia
a los pobres y afligidos, a los enfermos y a los moribundos,
a prisioneros y a los solitarios, y a todos los que sufren,
cualesquiera sean sus padecimientos.
 ACUÉRDATE de nuestros seres queridos,
y de aquellos que han solicitado el socorro
de nuestras oraciones.
Te presentamos sus nombres
en el secreto de nuestros corazones.
 OH soberano Señor del mundo.
en cuya mano está el destino de todas las naciones,
te rogamos por nuestra patria.
 SOSTÉN  en sus funciones a todos aquellos
que están en autoridad entre nosotros.
 DIRIGE  a los gobernantes de las naciones,
y concede paz al mundo, para que todos podamos
vivir y servirte en justicia y libertad.
 VELA sobre tu Iglesia que combate sobre la tierra.
Apiádate de su debilidad, pon término a sus divisiones,
disipa sus temores, acrecienta su valentía,
afirma su fe, inspira su testimonio en medio de este pueblo
y hasta los confines de este mundo.-
                                                 --ANÓNIMO.

"LA PRESENCIA DE LA DOÑA MARÍA JULIA": DOLOR.

REFLEXIONES ÍNTIMAS, Libro.febrero, 2012.

DOLOR:
                                              ¡EL ESPÍRITU!, cual brioso corcel, el dolor te aguijoneó con su espuela. No te encabrites; enderezando el paso, marcha erguido. Valiente, no has menester de calmarte.
  Dolor, tu antídoto es el mismo dolor.
  Sin llanto, sin risa; tú sientes infinita piedad por todo lo pasado y todo lo imprevisto.
  Corazón, perdona el martirio que te han dado. Necesitas de un amigo fiel: el dolor, con el que llegarás alto y lejos. Tras la llamarada, vendrá la tenue luz de la felicidad.
  Alma, no te resistas, es todo por tu bien. Mañana verás claro. Tu aurora será larga y promisoria; el ocaso, corto. Si eres buena, tendrás claridad, vida con vibración. A este crepúsculo, seguirá noche serena.
  Aurora, llega pronto. Envuelve el alma en tu mano rosicler. Deléitala con suave arrullo de timbales. Mécela con níveos cúmulos de felicidad.
  Claridad, no seas fugaz. Amor, no expires antes de nacer. Amor, tú no eres sino dolor. No importa. Dolor, sin quejas ni contento; seamos indiferentes a todo lo que no seas tú.
  Dolor, escalofriante reptil para el cobarde, águila remontada para el fuerte, esperanza de redención para los buenos, camino hacia la purificación.
  Dolor, hiere, hiere hondo, para que, abriendo surco en el alma, lo hagas profundo. Así podremos decir siempre, siempre: ¡Dolor, amigo fiel, compañía vivificante!
                                     --María Julia LUNA TIRADO DE CIUDAD.

lunes, 9 de abril de 2012

NUEVA COSMOLOGÍA Y LIBERACIÓN. Leonardo BOFF.

6-ABRIL-2012.
                                                                  TIEMPO ATRÁS el Museo Americano de Historia Natural hizo una consulta entre biólogos preguntándoles si creían que estábamos en medio de una extinción en masa. El 70% respondió positivamente que sí. Preguntaron al renombrado cosmólogo Brian Swimme, autor junto con Thomas Berry de una de las más brillantes narrativas de la historia del universo (The Universe Story, 1992), qué podríamos hacer, y respondió: "desde ya hace tiempo el universo viene haciendo su parte para detener el desastre; pero nosotros tenemos que hacer la nuestra. Y lo haremos mediante el despertar de una nueva conciencia cosmológica, es decir, si ajustamos nuestras conductas a la lógica del universo. Pero no estamos haciendo lo suficiente".

  ¿Qué quiere decir esta respuesta?  Apunta a una nueva conciencia que asume la responsabilidad colectiva en lo que se refiere a la protección de nuestra casa común y al cuidado de nuestra civilización. Ajustar nuestras conductas a la lógica del universo significa responder a los llamamientos que nos vienen del llamado "principio cosmogénico". Este principio es lo que estructura la expansión y la autocreación del universo con todos sus seres inertes y vivos y se manifiesta por tres características: 
la diferenciación/complejización, la subjetividad/interiorización, y la interdependencia/comunión.

  En palabras más sencillas: el universo cuanto más se expande, más complejo se vuelve, más interiorización y subjetividad adquiere (cada ser tiene su propio modo de relacionarse y de hacer su historia) y cuanta más interiorización y subjetividad adquiere, más entran en comunión todos los seres entre sí y refuerzan su interdependencia en el marco de la pertenencia a un gran Todo. Comentan Berry y Swimme: "Si no hubiese habido complejidad (diferenciación), el universo se habría fundido en una masa homogénea; si no hubiese habido subjetividad, el universo se habría convertido en una extensión inerte y muerta; si no hubiese habido comunión, el universo se habría transformado en un número de eventos aislados".

  Nosotros los teólogos de la liberación en 40 años de reflexión hemos intentado explorar las dimensiones económicas, sociales, antropológicas y espirituales de la liberación como la respuesta a las opresiones específicas. En el contexto de la crisis ecológica generalizada estamos intentando incorporar esta visión cosmológica. Ella nos ha obligado a romper el paradigma convencional con el cual organizábamos nuestras reflexiones, ligadas todavía a la cosmología mecanicista y estática. La nueva cosmología ve el universo de una manera diferente, como un proceso inconmensurable de evolución/expansión/creación que envuelve todo lo que pasa en su interior, también la conciencia y la sociedad.

  En términos del principio cosmológico, liberación personal significa liberarse de amarras par sentirse en comunión con todos los seres y con el universo, fenómeno que los budistas llaman "iluminación" (satori), una experiencia de no dualidad, y que San Francisco vivió en el sentido de una hermandad abierta con todos los seres. En términos sociales, la liberación a la luz del principio cosmogénico es la creación de una sociedad sin opresiones donde las diversidades son valoradas y expandidas (de género, de culturas y caminos espirituales). Esto implica dejar atrás la cultura del pensamiento único en la política, la economía y la teología oficial. Éste es el principal factor de opresión y homogeneización.

  La liberación requiere también una profundización en la interioridad. Ésta ya no se satisface con el mero consumo de bienes materiales; pide valores ligados a la creatividad, a las artes, a la meditación y a la comunión con la madre Tierra y con el universo. La liberación resulta del esfuerzo de la "matriz relacional" especialmente con aquellos que sufren injusticias y son excluidos. Esta matriz nos hace sentirnos miembros de la comunidad de vida, hijos e hijas de la madre Tierra, que a través de nosotros siente, ama, cuida y se preocupa por el futuro común.

  Por último, la liberación en la perspectiva cosmogénica demanda una nueva conciencia de interdependencia y de responsabilidad universal. Estamos llamados a reinventar nuestra especie, como lo hicimos en el pasado en las distintas crisis por las cuales pasó la humanidad. Ahora es urgente porque no tenemos mucho tiempo y debemos estar a la altura de los desafíos de la actual crisis de la Tierra.-
                                                                         Leonardo BOFF.

EL JESÚS DESCONOCIDO: Bruce BARTON.


CUARTA PARTE:
                               El Señor
                                                        ASÍ LLEGAMOS  a las pruebas finales de la vida del hombre...¿De qué manera soporta la desilusión? ¿Cómo muere?

  Durante dos años pareció cierto que Jesús prevalecería. La gente se disputaba el honor de tenerlo como huésped; sus auditorios eran amistosos; todo marchaba a pedir de boca. Si leemos la historia con cuidado, notaremos que su tono y su porte eran más seguros; en momentos de exaltada comunión se sentía Hijo de Dios y capaz de levantar los corazones como ningún otro lo había hecho. "Yo soy el camino", exclamó, y pidió a sus amigos que se hicieran libres; que creyeran y se regocijaran más, y que esperaran más en Dios.

  Su palabra era convincente. Hasta los más indiferentes no podían menos de admirarlo. "Jamás ha hablado así ningún hombre", decían.

  Luego sobrevino el cambio.
  Su ciudad natal es la primera en volverse contra Él. Jesús de Nazaret lo llamaban, dándole así a modo de apellido el nombre de su patria chica. Él había sacado de la oscuridad el despreciado villorrio, y ahora, en el apogeo de su gloria, se disponía a volver allá. En esta visita, que sin duda había planeado con cierto entusiasmo, sólo encontró cinismo.

  En la sinagoga lo esperaba una multitud que cuchicheaba y estiraba el cuello. Él avanzó por entre el gentío, hasta el fondo del recinto, tomó el rollo Isaías, se volvió hacia los asistentes y comenzó a leer: "El espíritu del Señor reposó sobre mí: por lo cual me ha consagrado con su unción divina, y me ha enviado a evangelizar o dar buenas nuevas a los pobres; a curar a los que tienen el corazón contrito; a anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos vista; a soltar a los que están oprimidos.

  "A promulgar el año de las misericordias del Señor". (Lucas, 4,18)
  Después cerró el libro y dijo sencillamente: "La Escritura que acabáis de oír, hoy se ha cumplido".

  Hubo un silencio tenso en la sinagoga. "Y todos tenían fijos en Él los ojos". Él sabía  lo que pensaban: "Has podido causar revuelo en Cafarnaún, pero nosotros te conocemos. Tú no eres profeta; no eres más que el hijo de José, el carpintero... A nosotros no nos engañas". Querían una demostración; que hiciera algún prodigio como los que había realizado en otras partes. Pero Él sabía que ante las burlas y la presunción de la ignorancia se estrellarían los milagros.

  -Ningún profeta es bien recibido en su patria -les dijo, y se marchó, agobiado de tristeza.

  Entonces se desató la tormenta. Toda la envidia reprimida en aquellos pechos salió a la superficie. La muchedumbre vociferante siguió tras Él y lo empujó por la calle hasta el borde de un precipicio donde hubiera querido arrojarlo. Mas cuando Él se volvió y le hizo frente, la turbamulta retrocedió, amedrentada, impotente; y antes que tuviera tiempo de recobrarse, Jesús pasó "por medio de ellos" y siguió su camino. Desde entonces Cafarnaún fue "su ciudad". Nazaret, su propia cuna, se había negado a recibirlo.

   Sus hermanos lo abandonan. Los parientes cercanos de cualquier hombre grande que hayan compartido con él las prosaicas experiencias de la vida diaria deben de quedarse perplejos ante la reverencia que tal hombre inspira al mundo. Los hermanos de Jesús, testigos de su derrota, se quedaron atrás para sufrir la ignominia. Las mofas y el escarnio ya eran bastante, pero nada en comparación con los alarmantes relatos que llegaban de otras partes. Se decía que lanzaba arengas sediciosas; que lo encarcelarían a Él y a sus parientes. De ahí que su familia se esforzara para que se alejara lo más posible de su casa. Lo apremiaron a que se marchara, diciéndole que si realmente podía hacerlo lo que decía, el mejor sitio para adquirir fama era la capital.

  "Porque aun muchos de sus hermanos no creían en Él". (Juan, 7,5).
   El pueblo lo abandonó. La multitud lo aplaudió y ensalzó su nombre a orillas del lago cuando quiso hacerlo su rey a la fuerza, cuando Él se retiró a la montaña a meditar y a orar. Debió de ser dramático el momento en que reapareció. Les dijo en voz alta:
  -No he venido a restaurar el reino de Jerusalén. Mi misión es espiritual; yo soy el pan de la vida. He venido a darme a vosotros para que, conociéndome, conozcáis a vuestro Padre.

  Sus oyentes se quedaron atónitos. ¿No habían visto ellos los signos de que Él era el caudillo tan esperado, el que expulsaría a los romanos para restaurar el trono de David? Y cuando llegaba el momento propicio, cuando estaban dispuestos a marchar, ¿a qué venían esas necias palabras de que Él era "el pan de la vida"?

  Tales palabras eran un sacrilegio o un disparate. En todo caso, demostraban que era un caudillo sin vigor. Silenciosamente, la muchedumbre se fue dispersando, y después todos negaron que hubieran tenido nada que ver con Él.

  Habían vuelto las tornas. Jesús lo comprendió claramente y se propuso inculcar a sus doce apóstoles un alto sentido de las responsabilidades que les aguardaban. Temía "ir a Jerusalén", les dijo, y que allí "padeciese mucho de parte de los ancianos, de los escribas y de los sacerdotes... y que fuese muerto". Toda esperanza de revivir y regenerar la nación se había perdido. La única posibilidad de que siguiera ejerciendo una influencia permanente era unir estrechamente su pequeño grupo y sellar esa unión con su sangre.

                                    Tres escenas finales
  SU GRUPITO de amigos andaba todavía a tientas por lo que se refería a su misión y a sus propósitos cuando Jesús los llevó por última vez a Jerusalén, a celebrar la última cena.
  Esa postrera semana de su vida comenzó con triunfantes exclamaciones de "¡Hosanna!" y terminó con feroces gritos de "¡Crucifícalo!"

  Entre la primera mañana de triunfo y las últimas horas de mortal agonía ocurrieron sus más brillantes victorias verbales sobre sus oponentes; nunca estuvieron sus nervios más firmes, ni más alto su valor, ni más aguda su mente. Deliberadamente acumuló sobre sí una montaña de odios, sabiendo que lo aplastaría, pero resuelto a no dejar duda a las venideras generaciones acerca de la naturaleza de su doctrina, y del por qué de su muerte.

  Escena 1. En la noche fresca y tranquila del jueves, los doce se reunieron a tomar la última cena. Jesús sabía que se acercaba el fin. Sus parientes, sus paisanos de Nazaret y el pueblo en general le habían vuelto la espalda; sus enemigos estaban a punto de triunfar. Ya uno de sus propios discípulos había desertado para traicionarlo y aquella noche los soldados lo prenderían. Los sacerdotes y los fariseos aprovecharían la ocasión para mofarse de Él. Lo llevarían a empellones por las calles.

  Sabía que todo lo esperaba, y sin embargo, ¿cuál fue su actitud? Se irguió en su puesto. Levantó la cabeza y en un tono esplendoroso que todavía nos hace estremecer de admiración, el joven orgulloso que no había querido ser rey y que ahora iba a morir, habló así:"No se turbe vuestro corazón" (Juan 14,1) "Tened confianza; yo he vencido al mundo " .(Juan 16,33)
  ¡Nada hay en la historia tan majestuoso!

  Escena 2. Fueron al huerto donde tantas horas alegres habían pasado juntos. No era aún demasiado tarde para salvar la vida. Supongamos que hubiera dicho: "He comunicado el mensaje divino fielmente, pero en vano. Judas ha ido por los soldados; estarán aquí dentro de media hora. ¿Por qué he de quedarme para morir? Jericó está a sólo 29 kilómetros. Podríamos llegar a casa de nuestro amigo Zaqueo al amanecer, descansar allí mañana, cruzar luego el Jordán y seguir trabajando provechosamente el resto de nuestra vida. Los discípulos pueden pescar; yo puedo abrir un taller de carpintería y seguir enseñando en forma discreta. ¿Por qué no?"

  Todo eso era muy posible. Los dirigentes políticos de Jerusalén se habrían alegrado de deshacerse de Él en esa forma. Esa fue la última gran tentación, la decisiva, y Él la rechazó definitivamente. Cuando llegaron a un lugar apacible, Jesús se separó de sus once compañeros para pasar su última hora en íntima comunión con Dios, su Padre.

  Su espíritu sufría una desgarradora agonía. Era joven; tenía 33 años. Pidió a su Padre que apartara de sus labios aquel cáliz, que le diera tiempo para desvanecer los cargos de blasfemia y de maldad que sus enemigos habían acumulado sobre Él; tiempo para fortalecer el frágil ánimo de su reducido grupo, del cual dependía el porvenir de la doctrina que había venido a predicar. Oró en agonía, y cuando regresó, al poco rato, encontró dormidos a los apóstoles. Aun tan corta vigilia había resultado insuperable para aquellos espíritus endebles.

  Volvió a retirarse. El valor, que nunca lo había abandonado durante los últimos tres años, disipaba las sombras de su alma y templaba sus nervios. volvió a orar: "Padre mío, si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad".

  Regresó al lado de sus discípulos..., que dormían. Por tercera vez se apartó de ellos. Luego, con la tranquilidad y la calma del conquistador, ya podía prepararse para el fin. Era la victoria completa después de la batalla.

  Al reunirse con ellos esta vez, los despertó con la terrible noticia de que la hora crucial había sonado. Los soldados llegaban ya a la entrada del huerto. Desde lo alto de la colina donde estaba, Jesús podía ver sus antorchas al pasar el arroyo y alcanzar el sendero. Allí aguardó hasta que la patrulla irrumpió en su presencia.

  Entonces se puso en pie y dijo:
  -¿A quién buscáis?
  Desconcertados, temerosos, apenas pudieron pronunciar su nombre.
  -A Jesús Nazareno.
  -Yo soy.

  Tanta calma, tanta dignidad, era para ellos algo desconocido. Involuntariamente retrocedieron y algunos, por más que eran curtidos veteranos, "cayeron en tierra".
  -Ya os he dicho -repitió con calma_. Y en seguida, pensando en aquellos que habían compartido con Él sus triunfos y sus sacrificios, añadió -: Ahora bien, si me buscáis a mí, dejad ir a éstos.

  Mas en vano se preocupaba por la seguridad de los discípulos... porque ellos ya se habían puesto en salvo...  Los últimos desertores.

  -Primero sus paisanos,
  -después sus parientes,
  -después la muchedumbre,
  -finalmente, ellos, los once.

  Todos se habían ido. Lo habían dejado que afrontara solo su destino.

  Escena 3. En la cima de una desnuda colina, fuera de los muros de la ciudad, clavaron su cuerpo en la cruz. Dos ladrones fueron crucificados con Él. Todo había concluido. El populacho se hartó pronto de su venganza y se dispersó; sus amigos estaban escondidos; los soldados echaban a suertes sus vestiduras. No quedaba ninguna de aquellas manifestaciones exteriores que encienden la imaginación de los hombres. En verdad, ¿no era absoluta la victoria de sus enemigos?
  Y no obstante...
  La victoria duradera fue la suya. "El hombre que pierda la vida por amor mío", dijo Jesús, "la volverá a hallar".
CONDENSADO DEL LIBRO DE BRUCE BARTON.

domingo, 8 de abril de 2012

EL JESÚS DESCONOCIDO: Bruce BARTON.


TERCERA PARTE:
                      El camino del éxito
                                                           JESÚS SENTÍA especial cariño por Santiago y por Juan, a quienes, por su carácter indomable, enérgico y bullicioso, llamaban los "Hijos del Trueno". Una tarde se le acercaron a preguntarle hacia dónde se encaminaba su obra y qué papel les tocaría a ellos.
   -Maestro -le dijeron-, queremos saber  qué has pensado hacer con nosotros. Sin duda vas a necesitar hombres fuertes cuando establezcas tu reino; nuestra ambición es sentarnos a tu lado, el uno a tu derecha y el otro a tu siniestra.
   Jesús les respondió con esta poética frase:
   -Quien quiera hacerse mayor, ha de ser vuestro criado, y quien quisiera ser entre vosotros el primero. debe hacerse siervo de todos.
   Sonoras palabras, en verdad. Pero ¿no es contradictorio y nada práctico en un mundo sensato eso de tratar  de ser el mejor criado para así ocupar el puesto más alto? ¿Qué quería decir aquello?
   Una tarde, en un tren, escuché las sabias palabras de un hombre que realmente entendía lo que quiso decir Jesús.
   -Me asombra -dijo- que algunos jóvenes quieran valerse de mi influencia en la empresa para mejorar de posición. Tal actitud delata una falta absoluta de comprensión de ciertos principios fundamentales. Trabajé mucho tiempo con una compañía y jamás pregunté cuál sería mi sueldo ni mi puesto... Nunca ninguno de mis compañeros perdió el tiempo haciendo tales preguntas. Todos ambicionábamos extender los servicios de nuestra empresa por todo el mundo; queríamos hacer de ella la mejor, la más útil en su clase.
   Es verdad que la compañía pagó los servicios de este caballero haciéndolo rico, pero estoy convencido de que él sólo pensó en el servicio, y no en la ganancia.
   "El hombre que pierda la vida por amor mío", dijo Jesús, la "volverá a hallar".
   ¿Por qué no puede aplicarse esta frase al trabajo diario de un hombre? ¿Por qué la dijo el Maestro de una religión? ¿Por qué está en la Biblia? Lo que quiso decir con ella el caballero que encontré en el tren ¿no fue que él y sus compañeros se entregaron en cuerpo y alma a una gran empresa, y se perdieron en ella? Y cuando volvieron a encontrarla, se vieron tan grandes y tan ricos en todo sentido, como nunca habían esperado.

                               Con el trabajo se honra a Dios
   RECORDEMOS las palabras de Jesús: "Mucho mayor dicha es el dar que el recibir". Otro principio que parece impracticable. ¿Podrá ser alguien tan tonto para dejarse guiar por él?
   Cierto día pregunté a un historiador:
   -Usted que ha abarcado todo el panorama del progreso humano, dígame: ¿Qué hombres descuellan sobre el nivel común? Y entre ellos, nombre media docena que merezcan el título de grandes.
   El sabio recapacitó en mi pregunta un día o dos, y luego me dio una lista de seis nombres, con las razones por las cuales ponía a cada uno. ¡Y qué lista tan extraordinaria!: Jesús, Buda, Asoka, Aristóteles, Roger Bacon, Abrahán Lincoln.
   Pensamos en los miles de emperadores que han batallado por la fama. No obstante, Asoka, que gobernó la India siglos antes de Jesucristo, es el único emperador que figura en la lista, y no por sus victorias en el campo de batalla, sino porque voluntariamente renunció a la guerra y se dedicó al mejoramiento de sus súbditos.
   Pensemos en los que se esforzaron en acumular riquezas... Sin embargo, ningún millonario figura en la lista, con excepción de Asoka.
   ¿Quién ocupaba el trono de Roma cuando Jesús de Nazaret fue crucificado? ¿Quién mandaba las huestes de Persia cuando Aristóteles meditaba y enseñaba? ¿Quién era el rey de Inglaterra cuando Roger Bacon ponía las bases de la investigación científica?
   Cuando el historiador busca algo que haya perdurado, encuentra la enseñanza de un maestro; el sueño de un científico; la visión de un profeta. "Estos seis hombres", dice el historiador, "se irguieron en los cantones de la historia; muchísimos acontecimientos dependieron de ellos. La corriente del pensamiento humano fue más libre y más límpida gracias a que ellos vivieron y trabajaron. No recibieron mucho del mundo, y, en cambio, sí dieron mucho a la humanidad".
   Emerson, en sus Ensayos, tiene una máxima a este respecto: "Ved cómo la gran masa de la humanidad se desvive, para venir a acabar al fin en una tumba anónima, mientras que aquí y allá surge un alma grande y desprendida que se olvida de sí misma para llegar así a la inmortalidad". Es un gran pensamiento, bellamente expresado...Pero ya Jesús lo había concebido.
   Los mismos sólidos principios de servir y darse a los demás son aplicables a cualquier género de vida. Jesús no sólo vino al mundo a predicar, ni a enseñar, ni a curar. Estas son cosas que miran al servicio de su Padre. Sin embargo, ese servicio es en sí muy amplio, porque si la vida humana tiene algún sentido, es que Dios ha iniciado aquí un experimento para cuyo buen éxito ha puesto en juego todos sus recursos; por eso no debe desperdiciarse ni un solo talento o esfuerzo humano. La especie humana debe tener casa, vestido y sustento, al igual que prédicas y enseñanzas. A Dios se le honra en cualquier trabajo. Cualquier servicio útil es oración. Y quien trabaja con todo entusiasmo en cualquier labor digna, se asocia con el Todopoderoso en la gran obra.

                      ¿Por qué no ser rey?
   JESÚS habló de coronas, habló de su Reino, y murió en una cruz. ¿En dónde está, pues, el "éxito"?
   "Él experimentó todas las tentaciones y debilidades, por razón de su semejanza con nosotros", dice la Epístola a los Hebreos. La hemos leído a menudo, pero nunca le hemos dado crédito. No obstante, hagamos un nuevo esfuerzo y, examinando brevemente un gran episodio de esta extraordinaria historia, consideremos los peligros y las crisis del triunfo.
   Sólo suponiendo que Jesús no estaba seguro de su ruta cuando dejó las herramientas y volvió la espalda al taller de carpintería podríamos creer que su lucha es semejante en todos sentidos a la nuestra; porque cada uno de nosotros tiene que aventurarse en la vida como en un mar desconocido. Pero una vez que Él fue bautizado por Juan, y después de los 40 días de crisis y de dudas que pasó en el desierto, su primer triunfo llegó con rapidez inesperada. Los mercaderes desocuparon el Templo gesticulando y maldiciendo a la vista de las turbas que aplaudían. Cuando volvió a su tierra natal del norte, las multitudes lo rodearon para escucharlo; las noticias de las curaciones que había hecho lo precedían por todas partes. La visión que Él tenía de su obra comenzó a tomar forma definida. Devolvería a su pueblo la dignidad perdida, aboliendo los formalismos y entronizando el nuevo y glorioso concepto de la paternidad de Dios, y la hermandad de los hombres.
   Pasó un año o año y medio en la soleada Galilea, gozando de la creciente reputación que le daban sus hechos notables. Mas había gente en Jerusalén cuyos negocios se verían seriamente afectados por sus ideas.La oposición tomó forma concreta, iba a llegar el tiempo de transigir o pelear y, comprendiéndolo, Jesús se dispuso a afrontar una nueva crisis más importante.
   Cierto día cruzó el lago en una lancha para alejarse de la multitud que lo seguía y encontró del otro lado una turba mayor, que había bordeado por la orilla recogiendo adeptos a su paso, y que lo aguardaba en el desembarcadero.. Eran más de 5000. Él estaba fatigado, deseoso de descanso y meditación. Pero se sintió conmovido por la ansiedad de su pueblo y "tuvo compasión de ellos ". Y siguió enseñando hasta que se apagaron las luces del día. Por fin llegaron sus discípulos y le pidieron que despidiera a la gente. Jesús les respondió:
   -Han hecho un viaje muy largo y han estado todo el día con nosotros sin tomar alimento.Debemos darle de comer antes de que se vayan.
   Los discípulos lo miraron, sorprendidos.
   -¿Darles de comer? ¿Y qué les vamos a dar?
   -Hacedlos sentar .-ordenó-.
   Reunid todos los alimentos que podáis y traédmelos aquí.
   Desconcertados, los discípulos hicieron lo que les había ordenado. Distribuyeron a la multitud en grupos de 50 y recogieron las escasas provisiones que los más precavidos habían llevado. Jesús alzó los ojos al cielo, bendijo las viandas y ordenó que las distribuyeran otra vez... e indudablemente todos comieron y quedaron satisfechos.
   Lo que sucedió en aquel momento en que presentaron a Jesús las pocas provisiones que habían recogido, es un misterio; lo que ocurrió después no deja lugar a dudas.
   Aquel fue el suceso que el pueblo esperaba: ¡El signo inconfundible! Moisés había alimentado a sus antepasados con maná, en el desierto. ¡Ahora, indudablemente, estaba entre ellos el hijo de David, tanto tiempo esperado, que venía a derrocar a los conquistadores y a restaurar el trono de Jerusalén!
   Jubilosos, propagaron a gritos la buena nueva. Su entusiasmo los hizo levantarse; distribuidos como estaban en grupos de 50, se hallaban organizados ya como un ejército. Así como estaban, ya eran superiores en número a la guarnición romana de Jerusalén, mas eran apenas un núcleo de la hueste que se formaría una vez que emprendieran la marcha hacia el sur. Un gran entusiasmo se apoderó de ellos. Gritando su nombre a voz en cuello, avanzaron hacia la colina donde Él estaba.
   Y entonces...
   Jesús había previsto su intención y la duda le desgarró el espíritu. ¿Por qué no ser su rey? Salomón había sido rey, y un gran caudillo espiritual; David había sido rey y dejó escritos en sus salmos los más altos ideales de la nación. Él era más  sensato que David y más sabio que Salomón... ¿Por qué no ser rey? Tenía ante sí un soberbio espectáculo capaz de hacer hervir la sangre de un hombre ambicioso. Por un instante permitió Jesús que sus ojos se complacieran en él. Luego vio el otro cuadro... la silenciosa y vasta muchedumbre de sus hermanos y hermanas, ciegos que servían de lazarillos de otros ciegos, con las almas privadas de visión y de esperanza por la maquinaria del formalismo. Vio generaciones enteras que nacían y morían en servidumbre espiritual, a quienes nada podría redimir a no ser la Verdad que Él había venido a predicar. Ser rey de los judíos equivaldría a dar a su pueblo cierto grado de vida nacional; en cambio, la Verdad sí era capaz de continuar su obra de emancipación en todo el mundo, hasta el fin de los tiempos. En un instante tomó su resolución. Mientras la multitud avanzaba, dio unas cuantas órdenes a sus discípulos, y se marchó.
   El Evangelio narra la dramática decisión con esta sola frase: "Conociendo Jesús que habían de venir para llevárselo por fuerza, y levantarle por rey, huyóse Él solo, otra vez al monte". (Juan, 6,15)
   No son, pues, mera teoría sus palabras. Cuando dice que el trabajo del hombre es mucho más importante desde el punto de vista eterno que cualquier otro título, habla con pleno conocimiento de causa. Porque Él mismo rehusó el más alto de los títulos. Cuando dice que hay cosas más trascendentales que ganar dinero, habla con la autoridad del que pudo tener en sus manos la riqueza de una nación, y no quiso aceptarla. Idealista es, en verdad, perro no hay en el mundo nada más práctico que su ideal. Dice: "Hay una fortuna mayor que la riqueza o los títulos, y nos llega si hacemos del trabajo un instrumento para el mayor servicio y la vida perdurable de nuestro prójimo".-
Continuará..