miércoles, 28 de septiembre de 2016

EL PAPA BENDICE LAS MARCHAS POR LA FAMILIA Y LA VIDA EN MÉXICO

                                    El papa saluda a una catequista asiática

Agradece el trabajo de los catequistas al servicio de la evangelización

El Papa bendice las marchas por la familia y la vida en México

Saluda la beatificación del padre Unseitig, que "contrapuso el amor al odio"

José Manuel Vidal, 25 de septiembre de 2016 a las 12:13

(José Manuel Vidal).- A la conclusión de la eucaristía del Jubileo de los catequistas, el Papa impartió la bendición. En los saludos, recordó al 'ángel de Dachau', beatificado hoy en Alemania, bendijo las marchas por la familia y la vida, apoyadas por los obispos de México y agradeció su labor a los catequistas "al servicio de la evangelización".

"Ayer, en Würzburg, en Alemania ha estado proclamado beato Engelmar Unseitig, el ángel de Dachau, asesinado con odio a la fe. El contrapuso el amor al odio, a la ferocidad respondió con humildad. Su ejemplo nos ayude a ser testigos de caridad y de esperanza incluso en medio de las tribulaciones"

"Me asocio a los obispos de Mexico que sostienen el trabajo de la Iglesia y de la sociedad civil en favor de la familia y de la vida, que, en este tiempo, requieren una especial atención pastoral y cultural en todo el mundo"

"Aseguro mi oración por el querido pueblo mexicano, para que cese la violencia que estos días ha golpeado incluso a algunos sacerdotes"

"Deseo saludar a todas las personas sordas en su Jornada"

"Especial saludo a los catequistas: Gracias por vuestro trabajo en la Iglesia, al servicio de la evangelización y en la transmisión de la fe"

"La Virgen los ayude a perseverar en el camino de la fe y a testimoniar con la vida lo que transmitís en la catequesis"


martes, 27 de septiembre de 2016

DESDE EL ATRIL: ERATO / Horacio PUCHET



ERATO

Acariciando el aire desciende Erato, la amorosa musa de la lírica, graciosa y alegre doncella que ciñe sus sienes de mirto y de rosa, su nombre significa ‘amor’ y por eso Cupido la acompaña, la que sostiene entre sus manos la cítara y el plectro, danza ahora con los pies, con el canto, con el rostro, para compartirnos el ameno deleite de sus relatos placenteros.

Alameda

Un jardín cuatro veces centenario, testigo impasible de la historia, me recibe al salir del socavón del Metro. Emerjo por un largo túnel maloliente, donde hacen su dormitorio indigentes y drogados, del lado del antiguo convento de san Diego. La alameda es una pausa colorida en el paisaje gris.

La visionaria iniciativa de un virrey puso aquí este descanso inesperado. Me agrada saber que un grupo de árboles traídos de mi Coyoacán formó su núcleo original. A partir de su tierna firmeza fue extendiéndose esta sombra húmeda y fresca.

Todos los días transito por la orilla de su aire verde y no la veo. La mirada cotidiana opaca sus reflejos y los vela ante mis ojos. Lo cotidiano se vuelve invisible, como la gente que pasa en shorts trotando por la amplia banqueta, o los que esperan algo de la vida sentados en sus bancas, o como el organillo junto al Palacio que repite una y otra vez “las mañanitas”, ante la mirada curiosa de los paseantes que lo aprecian y le obsequian monedas.

Pero hoy me he detenido un momento a escuchar su cansada algarabía; he podido caminar divertido entre el bullicio y el tumulto; y me he sentido agradecido por este espacio abierto a pobres y turistas, recreo sencillo y momentáneo, vivo corazón frondoso de la capital.

Concierto familiar

Así se llaman los programas dirigidos a jóvenes y niños, aquellos dedicados a crear nuestro público futuro Están compuestos de piezas breves, enlazadas por una narración. Cada temporada hacemos dos o tres de estos programas. Incluyen actores y bailarines, y normalmente se agotan las entradas.

Pero más allá de nombres, un día tuve un verdadero “concierto familiar”. Fue en ocasión de los cuentos de Mamá la oca de Ravel que compartí el escenario con mi esposa y el mayor de mis hijos. Él interpretó el papel de Pulgarcito y mi esposa coreografió cada historia con alumnas de su escuela.

Las niñas danzaron de manera espléndida. Mientras la orquesta tocaba en el foro, ellas bailaban en el proscenio. Era gracioso ver a mi hijo en el máximo escenario esparciendo trocitos de pan para marcar su perdidizo sendero. Niñas como ligeros pájaros multicolores devoraban el pan y mi hijo se perdía en el bosque encantado de los sonidos orquestales de Ravel. Mi esposa bailó el cuento de la Bella y la Bestia, luciendo realmente bella en su papel y la Bestia también tuvo una representación muy adecuada, pues lo hizo un hombre corpulento y algo torpe. En el último número, un ágil zanquero agitando entre la orquesta banderas de colores, agregó con su altura otra dimensión al mágico jardín.

Fue cerrada la ovación con la que el público agradeció el espectáculo. Terminada la función, apareció en el camerino la madre del director para felicitar a mi esposa. Brillaban lágrimas en sus ojos.

Creo que no siempre es fácil conjuntar el trabajo y el hogar, reunir lo público y lo privado en un solo ámbito. Pero en esa ocasión el hogar vino a mi trabajo, y mi vida profesional y familiar se abrazó armoniosamente. Por una vez al menos, todo lo que más amo convivió en un mismo espacio y Bellas Artes fue un domingo el mejor lugar del mundo.

Nostalgia

Entre los bosques de Michigan he recordado la frase de Virgilio: Sunt lacrimae rerum: hay lágrimas en las cosas. Nostalgia del hogar y del paraíso. No somos nosotros los que viajamos: es el mundo que nos deja. Pasa el tiempo y se aleja. Vida fugitiva, enorme y frágil a la vez. Contra el tiempo y la distancia nada puedo hacer.

Las lágrimas de las cosas no son como el rocío que perla los campos en la mañana helada, sino una suave luz interior. La belleza se transparenta en las cosas como el sol entre el follaje. Estaba en los suburbios de Lansing y el color del otoño me rodeaba: amarillo castaño, ocre y marrón, ámbar y granate. Era la tercera semana de una gira.

La mañana previa al concierto vago por las inmediaciones del hotel, recorro caminos sin retorno, admiro paisajes que nunca volveré a ver. Acentúa la soledad el silencio de los árboles. La rutina crea la ilusión de la permanencia, pero aquí vivo un tiempo sin regreso.

Mi familia está muy lejos, pienso, y no podrá ver la expansión dorada del otoño, ni sentir la fría pureza de este cielo, ni el nervioso movimiento de una ardilla entre los árboles del bosque. Son milagros que ocurren una sola vez. Cada mirada es aquí definitiva. Pasan niñas en bicicleta recogiendo manzanas.
Me duele tanta belleza y no poderla compartir.

La flauta

Es el más antiguo entre los instrumentos de aliento. Especie de fósil viviente, como las tortugas o los tiburones de la fauna marina. Escalón próximo al origen. Es el más simple también: un tubo contenedor de una columna de aire puesta en vibración por un soplo. Si el aire dentro del tubo semeja una cuerda, el soplo es el arco que la frota.

Ella es una extensión de mi cuerpo, laringe metálica de líquida voz, o prótesis silbadora. Nada tan íntimo como un sonido: el aire que lo produce brota directamente de mi pecho, junto a mi corazón. Y así como los instrumentos de cuerda tienen una caja de resonancia, mi cuerpo es su caja resonadora. Ella vibra en mi cabeza y en mi tórax. Soy parte de un instrumento de clara voz que mi cuerpo completa.

Todo surgió de este soplo, como una nueva creación o un pequeño génesis: amistades, viajes, familia. Soplo creador de mundos. Mi familia y yo vivimos del aire. A veces por las noches me angustia el sueño de perder mi instrumento. Descubro su falta poco antes del concierto, o que le falta una pieza, o que la olvidé entre las peripecias del camino. Despierto agitado.

La primera flauta que toqué era de carrizo. Regalo de mi padre. Él tomó en serio mi vocación cuando oyó que con ella sacaba melodías de Mozart y Beethoven. Entonces me regaló una flauta de verdad en un cumpleaños y con ella me regaló una vida. Otra más, sumando así a la biológica, la profesional. Este fue el doble acto de su generosidad, su gran amor duplicado.

Aire

Me envuelve una atmósfera quemada y polvorienta. Siente el cielo nostalgia de aquella ciudad cruzada de canales, cuando la luz del amanecer volcánico reverberada en el horizonte líquido que la abrazaba.

Sueño entre pliegues del tiempo siguiendo mi aliento, bajo puertas talladas y altas viguerías, vestigios de una ciudad extinta. Muros de tezontle y portadas de cantera son flores de piedra dormida que interrogan la mirada. Piezas de un rompecabezas que dibuja nuestra historia.

Se difunde la brisa por nombres ilustres de blasones olvidados: del palacio Calimaya a los Condes de Heras Soto, del mayorazgo de Medina al de Guerrero. Los dorados retablos de Regina y la Enseñanza son teología tallada en alta madera rizada. La santa Veracruz se inclina como un barco encallado en la playa. Los azulejos resplandecen bajo la clara luz de la mañana. Me recibe al fin el mármol cegador de Bellas Artes.

Respiro la materia de mi arte. Humo y ceniza pasan a ser parte de mi cuerpo y yo les devuelvo convertidos en notas musicales. Transformar la suciedad del aire en un símbolo es un acto misterioso. La belleza ocurre. No tiene explicación. Tiene algo de magia y de misterio. Un misterio repetido en ensayos y conciertos. El arte humaniza la naturaleza hostil que nos envuelve.

Cuando el director levanta las manos queda el tiempo suspendido. El mundo transcurre a lo lejos. Y entonces el primer sonido de la orquesta agita el aire como la flor que cae en un estanque.

lunes, 26 de septiembre de 2016

HOMBRES DE CIENCIA: Edward BARNARD


Edward Barnard nació en el estado norteamericano de Tennessee. Después de la Guerra civil, siendo todavía muchacho trabajó de aprendiz de fotógrafo y su habilidad fotográfica le sirvió de mucho posteriormente cuando hizo de la astronomía su carrera definitiva.

Cuando terminó su educación universitaria obtuvo el puesto de director del nuevo observatorio de Vanderbilt, en su ciudad nativa de Nashville, pero no estuvo allí mucho tiempo. En 1887 dejó Vanderbilt pasando al Observatorio Lick de la Universidad de California. Pasó allí y en el observatorio Yerkes de la Universidad de Chicago la mayor parte de su vida profesional. Al morir en el año 1923 era catedrático de astronomía en Chicago.

Barnard es famoso por el descubrimiento de, por lo menos, dieciséis cometas, pero en 1893 descubrió también que Beta Capricorni, que se había creído que era una sola estrella, es en realidad dos estrellas girando la una en torno de la otra. Determinó esto midiendo las ligeras “perturbaciones” o irregularidades aparentes de sus movimientos. Esto era –y sigue siendo—cosa difícil de determinar y con los instrumentos con los cuales Barnard que tuvo que trabajar, su logro fue conquista notablemente especial en el campo de la astronomía.

Barnard también fue reconocido por sus trabajos iniciales de estudio de los curiosos puntos y marcas en la percepción óptica del planeta Júpiter. En 1882 dedicó muchos días al estudio de cometas, descubriendo varios “compañeros de ruta” del gran cometa que pasó a la vista de la tierra, en ese año.


En el observatorio LIck, con telescopios de 12 y 36 pulgadas, descubrió más cometas, compañeros del cometa Brook e hizo nuevas observaciones de la “superficie” de Venus, Marte y otros planetas.

 Lo que vio en Venus, naturalmente, no fue la superficie ya que este planeta está cubierto de nubes de polvo o gas opaco.

Estando en la universidad de California fue que comenzó  a fotografiar el cielo d noche con un viejo lente que en un tiempo había formado parte de una cámara de retratar. Con esta lente hizo las primeras fotografías de las nubes de gases en la Vía Láctea y fotografió el cometa Swift. Fue el primero en descubrir la quinta luna de Júpiter, cosa que fue algo así como encontrar una aguja  en un pajar de heno. Esta luna es muy pequeña, ciertamente, y muy cercana a Júpiter. Viaja alrededor de ese enorme planeta una vez cada doce horas, distante de él solamente 67,000 millas.


Barnard fue uno de los más reconocidos astrónomos norteamericanos, honrado con medallas y diplomas de instituciones científicas norteamericanas, británicas, francesas y canadienses.

domingo, 25 de septiembre de 2016

LOS POEMAS DE RUDYARD KIPLING

                                                  Bombay (1865-1936) Premio Nobel 

             SERÁS UN HOMBRE, HIJO MÍO                                                     

            Si la obra de tu vida puedes ver destrozada
y sin decir palabra volverla a comenzar,
a perder en un día la ganancia de ciento,
sin un gesto, ni un suspiro;

            Si puedes ser amante y no estar loco de amor;
si consigues ser fuerte sin dejar de ser tierno,
y sintiéndote odiado, sin odiar a tu vez,
luchar y defenderte;

            Si puedes soportar que falseen tus palabras
los pícaros, para así excitar a los tontos,
y oír cómo sus lenguas falaces te calumnian,
sin que tú mismo mientas;

            Si puedes seguir digno aunque seas popular;
si logras ser del pueblo y, a la vez, dar consejo a los reyes
y a todos tus amigos amar como a un hermano,
sin que ninguno de ellos te absorba;

            Si sabes meditar, observar, conocer,
sin llegar a ser nunca destructor o escéptico;
soñar, mas no dejar que el sueño te domine;
Pensar sin ser sólo un pensador;

            Si puedes ser severo, sin llegar a la cólera;
si puedes ser audaz, sin pecar de imprudente;
si consigues ser bueno y logras a ser un sabio,
sin ser moralista ni pedante;

            Si alcanzas el triunfo después de la derrota
y acoges con igual calma esas dos mentiras;
si puedes conservar tu valor, tu cabeza,
cuando las pierdan los otros.

            Entonces los reyes, los dioses, la suerte y la victoria,
serán ya para siempre tus sumisos esclavos,
y, lo que vale más que la Gloria y los Reyes,
serás un hombre, hijo mío.



Dicen los entendidos que “recordar es volver a vivir”. No les falta razón.

   Al transcribir el poema de Rudyard Kipling para publicarlo, recuerdo que lo recité en la despedida de Carlos Manuel Calderón que viajaba a Roma a terminar sus estudios e iniciar otros de su preferencia. El escenario natural fueron los campos de Santa Eulalia y Chosica un 3 de setiembre del año 1960 en compañía de siete trujillanos con quienes estudiábamos en Santo Toribio en Lima, Jesús Flores, Américo Cárdenas, Javier Amorós, Faustino Gastañaduí, Humberto Castillo, y Miguel Azabache. Después de compartir nuestros fiambres, compartimos las palabras. A mi turno le dediqué el poema “Sé un hombre, hijo mío”.

   Era como decirle: Si no consigues esto, no vengas.
A partir de esa fecha es arrancado para dar frutos en otro lugar, ungido por el Destino que un día le toma de la mano y lo puso en el camino del mundo teutón.

   Pasan los años y regresa, muy hecho ya, a Trujillo y muestra sus títulos, y los mejores que da la vida por la que hemos llegado a tratar con intimidad y ambos nos buscamos y frecuentamos.

Carlos Manuel se incardinó a una Diócesis de Alemania y cumpliendo su trabajo es jubilado y es residente en Espenau. Frecuentemente visita Trujillo porque tanto para él como para otros no se agotan las aspiraciones, las propiedades, de ser hombres.

Jesús Flores, el único que poseía una cámara por entonces, falleció a los pocos años de servicio en Otusco.

Américo Cárdenas es jubilado y desempeñó su labor en el Centro pre Universitario Rafael Narváez.

Javier Amorós, murió siendo párroco de Guadalupe, el 2005.

Faustino Gastañaduí, ha celebrado sus Bodas de Oro y sigue como párroco de Cristo Redentor de la Noria.

Miguel Azabache, párroco de Guadalupe.

Humberto Castillo, llegó a ser párroco de Mansiche, Capellán del Hospital Docente Regional y creador de la Plazuela de los Papas. También estudió en Roma (fallecido).

Yo, tuve la suerte de ser fundador de dos parroquias: Máncora y Bernal, construyendo una plazuela y una torre estilizada, respectivamente.

   El recuerdo también trae nostalgia y añoranza, sin duda. A esa fecha, con 23 o 24 años, con qué seguridad recitaba un verso, y con cierta fruición, de modo que mis compañeros llegaban también a sentirlo. El auditorio crea al recitador. Aún conservo el sabor de entonces. Eso sucedió en Chosica.


Ahora le pido a Manuel que lea el otro poema.


"Cuando vayan mal las cosas como a veces suelen ir, cuando ofrezca tu camino sólo cuestas que subir, cuando tengas poco haber pero mucho que pagar, y precises sonreír aun teniendo que llorar, cuando ya el dolor te agobie y no puedas ya sufrir, descansar acaso debes pero nunca desistir. Tras las sombras de la duda, ya plateadas ya sombrías, puede bien surgir el triunfo, no el fracaso que temías, y no es dable a tu ignorancia figurarse cuan cercano, puede estar el bien que anhelas y que juzgas tan lejano, lucha, pues por más que en la brega tengas que sufrir. ¡Cuando todo esté peor, más debemos insistir! Si en la lucha el destino te derriba, si todo en tu camino es cuesta arriba, si tu sonrisa es ansia satisfecha, si hay faena excesiva y vil cosecha, si a tu caudal se contraponen diques, Date una tregua, ¡pero no claudiques! "Porque en esta vida nada es definitivo, toma en cuenta que: todo pasa, todo llega y todo vuelve".

En días posteriores, Carlos Manuel, añade: "Certo... certo: recordar es volver a vivir, es poner las imágenes del pasado que descansan en el 'ángulo oscuro', (Becquer) esperando la pluma que sabe arrancarlos. Las fotos que están tomadas en los campos de Santa Eulalia y Chosica, en realidad, me han sorprendido porque no las hubiera podido ubicar. Sobre todo los versos 'recitados con cierta fruición' los he leído con interés y con el aprecio que aprendemos a través de los años. Me has hecho un buen regalo porque aquí encuentro todo un programa existencial; es un espejo de la experiencia de mi pasado y un aliento para mi futuro. /Gracias!"

sábado, 24 de septiembre de 2016

EL REINO AHORA: Cap. 8 NAVEGANDO LEJOS / Tony PEREDA



   En una de las Torres del Palacio, Columbio dice a Milun que él es quien le ayudó en la taberna contra los hombres encapuchados. Milun se da cuenta que de nada serviría mentir y afirma con la cabeza. Columbio dice que está muy agradecido por lo que hizo por él y sus amigos en la taberna. Milun dice que fue por un trago y esos hombres arruinaron su noche. Columbio dice que no se imagina qué hubiese ocurrido si no contaban con su ayuda. Milun dice a Columbio que ya se ve recuperado de la herida que recibió. Columbio pregunta a Milun ¿cuánto tiempo lleva trabajando en el Palacio?  Milun le responde que hoy es su primer día. Columbio dice que el Capitán Daugherty seguro que conoce su extraordinaria destreza con la espada. Milun sonríe y pregunta a Columbio ¿cuál es su función en el Palacio?  Columbio dice que él miembro de la Corte Real. Milun lo mira sorprendido.

   En la Enfermería, Nidia advierte al Duque que si no se marcha, ella pedirá ayuda. El Duque dice a Nidia que ellos están en una enfermería y él podría fingir fácilmente  que ella necesita ayuda mental. Nidia trata de irse, pero el Duque sujeta su brazo. El Duque dice a Nidia que se las pagará por haber intentado matarlo. Nidia le dice que ella no le teme. El Duque dice a Nidia que ella ha perdido su fortuna y rango social; y también  le informa que muy pronto se casará con una hermosa mujer. El Duque sale de la Enfermería.

   Milun dice a Columbio que siendo miembro de la Corte no debió visitar una taberna sin la apropiada seguridad. Columbio se ríe y dice que es una larga historia y que está en deuda con él y podría recomendarlo con Daugherty y se le asigne una mejor posición. Milun dice que él no necesita de su ayuda. Columbio dice a Milun que se le ha ocurrido una mejor idea. Milun lo observa sorprendido.

   En la lavandería, Alysse acomoda una pila de sábanas y la derriba por accidente. La Señorita Pía se acerca y le pregunta si se siente mejor. Alysse prefiere no decir nada a la Señorita Pía sobre la amenaza del Duque; pero le informa que ella ha descubierto que Yllia fue quien dañó sus vestidos. La Señorita Pía la mira sorprendida. Alysse dice que Yllia también la hizo tropezar sobre la Señora Britta tratando de ridiculizarla frente a la Reina. La Señorita Pía pide a Alysse que ignore a Yllia, y promete conversar seriamente con ella.

   En un pasillo, Columbio se acerca al Capitán Daugherty y le dice que después del extraño incidente en la taberna, ha decidido contar con su propia seguridad. Daugherty sonríe y dice a Columbio que por fin está actuando con sensatez, y le proporcionará dos de sus mejores soldados. Columbio dice que prefiere la ayuda de alguien nuevo, como Milun. El Capitán Daugherty lo mira sorprendido.

      Desde la Torre, Milun observa la actividad en el patio inferior. El Capitán Jasper se acerca y le dice que él debe ser nuevo. Milun se presenta a sí mismo. El Capitán dice a Milun que él es el líder de los soldados rojos y siente lástima por él desde ya que forma parte del equipo equivocado. Milun se ríe y le dice que está orgulloso de pertenecer a los soldados azules, la cual es la primera institución al servicio del Rey. El Capitán Jasper dice a Milun que a pesar que los soldados rojos pertenecen al clero ahora, su existencia se remonta a tiempos bastante pasados. El Capitán Jasper se retira.

   En el Salón de Juegos, la Reina Beatriz y Britta juegan una partida de cartas. La Reina parece aún preocupada por su conversación con el Monseñor. La Reina pregunta a Britta si en la historia de Frezzia hubo alguna Reina que no haya podido tener hijos. Britta dice que hace muchos años  existió una reina que a pesar de tratar varias veces jamás logró concebir un hijo y el Rey siempre la culpó de eso. Y luego el Rey decidió tener hijos con otras mujeres y la reina tuvo una vida muy infeliz.
 La Reina baja la mirada. Britta le pide que no esté triste, es normal que los hombres tengan otras mujeres especialmente si se trata de un rey. Britta le pregunta si ella está preocupada por el Rey Aidan.
 La Reina dice que el Rey la ama, pero por alguna razón él siempre evita conversar acerca de sus padres. Britta dice que a veces no es bueno desenterrar el pasado; por ejemplo ella odia hablar de sus anteriores esposos. La Reina sonríe.

   En un pasillo, Yllia barre el piso. Alysse se acerca y le dice que destruir sus vestidos son señales de debilidad y desesperación. Yllia sonríe y dice que se dio cuenta que todos sus vestidos eran bastante caros. Alysse dice que la Reina fue muy amable con ella ya que ella sabe en quien puede confiar. Yllia se enfada y pide a Alysse que regrese a Bordania, donde ella pertenece; luego Yllia sonríe y dice que ella se pregunta por qué la mayoría de su gente fue asesinada. Yllia se marcha. Alysse permanece calmada, y dice que casarse con el Duque no es una mala idea, después de todo.

   Columbio se acerca a Milun y le informa que el Capitán Daugherty ha aceptado su pedido, y ahora, él está a cargo de su seguridad. Milun lo observa sorprendido. Milun dice a Columbio que es un honor trabajar bajo sus órdenes. Columbio dice a Milun que lo que él vio en la taberna es prueba suficiente de sus habilidades. Milun sonríe.

   En las recámaras de la Reina, Alysse ingresa y dice a la Reina que ella tiene algo importante que confesar. La Reina la mira sorprendida. Alysse dice a la Reina que Yllia cortó todos los vestidos que ella le obsequió. La Reina dice que Yllia ha hecho algo terrible. Alysse dice que Yllia tuvo la osadía de admitirlo. La Reina le pregunta si ella desea que Yllia sea castigada. Alysse la mira sorprendida.

   Columbio permite el ingreso a Milun a la Cámara del Consejo Real y le indica que éste es el lugar donde el Rey y los miembros de la Corte se reúnen. Milun mira para todos lados y felicita a Columbio por la decoración. Milun fija su mirada en la pintura del Duque en la pared y aprieta los puños. Columbio sigue la mirada de Milun.
   “Este es el Duque de la Motte”.
   “Ya lo sé”, responde Milun.
   “¿Lo conoces de algún lado?”, pregunta Columbio.
 Milun permanece en silencio.

   Alysse responde a la Reina que prefiere resolver sus diferencias con Yllia de otra manera. La Reina dice a Alysse que ella es muy bondadosa. La Señorita Pía ingresa y comunica a la Reina que sus amigas ya han llegado. Las Damas Felicia, Eugenia y Clara entran y saludan a la Reina. Alysse dice que traerá algunas bebidas.

   En la Cámara del Consejo Real, Milun sonríe negando con la cabeza.
   “Es mejor que usted no sepa nada”.
   “Sin embargo, me interesaría mucho oír la razón por la cual su retrato causa tanto disgusto en ti”, responde Columbio.
   “Este miserable trató de matar a la mujer que amo. Y es esa la razón por la que estoy aquí”.
 Columbio no parece sorprendido en absoluto.
   “Hace mucho tiempo descubrí que el Duque no tiene escrúpulos”.
 Milun lo mira sorprendido.
   “Por lo visto tenemos algo en común, después de todo. ¿Podemos continuar en un lugar más apropiado?”, pregunta Columbio.
 Milun asiente con la cabeza.

   En el pasillo, el Duque se acerca a Alysse y le entrega un ramo de rosas. Alysse recibe las flores y agradece al Duque. El Duque dice a Alysse que le agrada ver su cambio de actitud hacia él. Alysse dice al Duque que debe marcharse. El Duque sonríe y dice a Alysse que pronto anunciará su compromiso. Alysse lo mira sorprendida. El Duque agarra a Alysse por las caderas y la besa.

   Columbio lleva a Milun a su Despacho.
   “El Duque es un hombre muy poderoso. ¿Sabe él de tu presencia en el Palacio?”
   “No he tenido oportunidad de encontrar cara a cara a ese cobarde. Después que partí hacia la guerra, el muy cínico usó su poder para asegurar la mano de la mujer que amo”.
   “Ahora recuerdo que el Duque mencionó sobre unos planes de matrimonio”, añade Columbio.
   “Ella decidió romper el compromiso, y en venganza el Duque la golpeó hasta hacerle perder el conocimiento”.
   “¿Crees que es posible entrevistarme con esa muchacha?”.
   “Ella aún se encuentra en la Enfermería. Su hogar fue incendiado, y su padre resultó gravemente herido”.
 Columbio se da cuenta que sus sospechas acerca del Duque eran correctas.

   Britta lee un libro en su habitación. Yllia ingresa y le dice que las damas de la Reina ya llegaron. Britta dice que ella no soporta a ninguna de ellas. Yllia baja la mirada. Britta le pregunta si le ocurre algo malo. Yllia dice que está teniendo algunos problemas con Alysse. Britta dice que Alysse es una criada muy torpe. Yllia dice que Alysse está enamorada de uno de los cocineros y está celosa de ella. Britta, sorprendida, dice que vio a Alysse besando al Duque el otro día. Yllia la mira sorprendida.

   Columbio dice a Milun que no está sorprendido en absoluto con los actos del Duque; lo mismo le ocurrió a una familia de campesinos donde muchos de ellos fueron quemados dentro de sus viviendas. Milun lo mira sorprendido. Columbio dice que ha llegado la hora de detener al Duque. Milun se ríe y le dice que él trató de acusarlo con las autoridades y nadie le hizo caso. Columbio dice que es necesario que esa muchacha declare en contra del Duque, ya que su palabra sería la evidencia que ellos necesitan. Milun dice a Columbio que Nidia y su padre temen que el Duque tome represalias en contra de ellos. Columbio dice a Milun que él debe convencerlos y llevarlos al Ayuntamiento. Columbio entrega a Milun una medalla de oro.
   “Guárdala. Sólo muéstrala si es necesario”.
 Milun asiente con la cabeza.
   “Enviaré seguridad a la Enfermería. Pasaré a verte mañana”, agrega Columbio.

   En la cocina, Yllia se acerca a Miccael y le pregunta si él todavía le guarda rencor por lo ocurrido. Miccael le dice que él no la odia; solamente siente repugnancia de ella. Yllia se ríe y dice a Miccael que él necesita saber que Alysse no es la niña inocente que todo el mundo cree. Miccael le pide a Yllia que se marche. Yllia dice que Alysse y el Duque de la Motte están comprometidos. Miccael la mira sorprendido.

   En los apartamentos del Monseñor, el Monseñor escribe en un escritorio de cilindro. Columbio ingresa.
   “Su Eminencia, lamento interrumpir. Tengo pruebas contundentes que demuestran los crímenes del Duque”.
 El Monseñor deja caer la pluma y observa detenidamente a Columbio.
   “Se trata de una muchacha de la aldea. El Duque casi la mata”.
   “Estoy seguro que todo esto es un error”. El Monseñor se levanta.
   “Esta muchacha, la hija del panadero, está dispuesta a declarar. Ella y su padre fueron llevados a la Enfermería después que su hogar fue destruido por un incendio”.
 El Monseñor toma su pluma.
   “Organizaré una audiencia para ellos. No hables de esto con nadie”.
 Columbio asiente con la cabeza. El Monseñor sonríe.

   En uno de los pasillos, Miccael se acerca a Alysse. Miccael le pregunta si es verdad que ella se ha comprometido con el Duque. Alysse lo mira, sorprendida.

   En la Enfermería, Milun informa a Nidia que él logró conocer a uno de los miembros de la Corte Real, quien está dispuesto a ayudarlos en contra del Duque. Nidia pregunta a Milun si cree que este Caballero sea de confianza. Milun dice que el Duque ha cometido otros crímenes y pide a Nidia que testifique en contra del Duque. Nidia se niega; no quiere estar involucrada en alguna acusación. Milun muestra a Nidia la medalla que Columbio le dio y le dice que el Duque es un hombre muy peligroso, y con su testimonio, podrían detenerlo. Nidia dice que todo fue culpa de ella por mentir al Duque, y ella prefiere olvidar todo y empezar una vida nueva. Milun dice a Nidia que él respeta su decisión; pero el Amo Columbio les ha asignado protección. Nidia dice a Milun que ella está harta de todo esto y pide a Milun que se marche. Milun se molesta y sale de la habitación. Nidia observa con atención a la resplandeciente medalla sobre la cama de Erasmo.

   En su habitación, el Duque juega con unos soldaditos de plomo sobre una mesa de caballete. El Monseñor ingresa. Él observa al Duque con una expresión de enojo.
   “¿Una reunión a esta hora?”, pregunta el Duque.
 El Monseñor patea la mesa y los juguetes caen al piso.
   “Esto es inconcebible”.
   “Lo que es inconcebible es tu relación con las mujeres”, responde el Monseñor.
 El Duque lo mira detenidamente.
   “Columbio está solicitando una audiencia para el panadero y su hija. Te acusan de querer asesinarlos”.
 El Duque se frota las manos.
   “Y eso qué importa; nadie les creerá. Columbio está perdiendo su tiempo”.
 El Monseñor abofetea el rostro del Duque.
   “Pero, ¿cómo se atreve…?”. El Duque mira al Monseñor con mirada desafiante.
   “Debemos hacernos cargo de ella y de su padre, inmediatamente”.
   “Prefiero no opinar. Haga lo que guste con ellos”.
   “No hay otra opción”.
   “Entonces, ¿nuestros hombres les harán mucho daño?”
 El Monseñor recoge un soldadito de plomo del piso y lo mira con atención.
   “El tan sólo existir ya es daño suficiente”.
 El Duque baja la mirada.

   En uno de los pasillos, Alysse dice a Miccael que ella no tiene nada que explicarle. Miccael dice a Alysse que él reconoce haber cometido un error, pero lo que ella está haciendo es peor. Alysse dice a Miccael que ella ha tomado una decisión y no le importa lo que él piense. Miccael le dice que parece que a ella sólo le interesa el poder y la riqueza. Alysse se marcha.

   En las recámaras de la Reina, Britta ingresa. La Reina le pregunta por qué no vino hace rato. Britta dice que ella está tratando de evitar a sus damas ya que al parecer no simpatizan con ella. La Reina le dice que no es cierto. Britta sonríe y pregunta a la Reina si ella sabía de la rivalidad entre Yllia y Alysse a causa de uno de los cocineros. La Reina dice que ella no sabía nada al respecto. Britta pregunta a la Reina si ella cree que Alysse hará feliz al Duque. La Reina la mira sorprendida.

   Comienza una fuerte tormenta. En la Enfermería, Nidia cubre a su padre con una manta de lana. Erasmo acaricia la cara de Nidia.
   “Un sacerdote me dijo que estuviste acompañada esta tarde”.
   “Milun estuvo aquí. Me pidió que…”
 Erasmo la interrumpe.
   “He sido muy duro con Milun”.
 Nidia sonríe y acaricia la cara de Erasmo.
   “Sé que sólo quieres lo mejor para mí”.
   “Cometí un error. Nadie tiene el derecho de amenazarte”, responde Erasmo.
 Ellos escuchan los gritos de una enferma, seguido por el sonido de vidrios rotos.
 Nidia mira entre las cortinas y observa a dos hombres encapuchados apuñalar a una enfermera. Nidia, asustada, le dice a su padre que deben escapar.
   “Busca a Milun. Ellos no me harán daño”, dice Erasmo.
   “No me iré sin ti”.
 Erasmo promete a Nidia que él estará bien. Nidia abre una ventana y salta. Cuatro hombres encapuchados ingresan a la habitación y desenvainan sus espadas.
   “¿Dónde está la muchacha?”, pregunta uno de ellos.
 Erasmo se levanta de la cama.
   “Deja en paz a mi hija”, grita Erasmo.
 Uno de los hombres se acerca a Erasmo y corta la garganta de Erasmo. Erasmo cae mientras su sangre se extiende por el piso.

   En las recámaras de la Reina, Alysse sirve una taza de té a la Reina. Alysse cierra las cortinas y dice que espera que la tormenta no cause daños. La Reina pregunta a Alysse por qué no le ha mencionado nada acerca de su compromiso con el Duque. Alysse la mira sorprendida.

   En el Castillo del General Riot, Laura está a punto de dar a luz. Una partera y dos criadas están a cargo de ella. En la sala de visitas, el General Riot oye los gritos de Laura. Arturo llega y dice a Riot que todo saldrá bien.

   En su barco, Milun no puede dormir a causa de la tormenta. Milun oye los gritos de Nidia procedentes de la cubierta. Bajo la lluvia, Milun abraza a Nidia mientras ella solloza.
   “Me persiguen unos hombres. ¡Quieren matarme!”
   “Lo sabía. Ocúltate en la cabina”.
 Milun levanta el ancla.
   “No podemos marcharnos sin mi padre”.
 Los encapuchados los rodean mientras que desenvainan sus espadas. Nidia grita y Milun también desenvaina su espada.
   “Date prisa, hazte cargo del timón”, grita Milun.
 Milun lucha contra los hombres y esquiva el ataque.
   “¿Esto es todo lo que saben hacer?” ¡Bastardos!

   Alysse responde a la Reina que el Duque ha decidido anunciar su compromiso durante una ceremonia. La Reina felicita a Alysse y le dice que será parte de la familia. Alysse trata de sonreír. La reina le pregunta qué ocurrió con el muchacho que la estaba cortejando. Alysse dice que se dio cuenta que necesitaba un hombre maduro como el Duque.

   Nidia dirige el timón, pero la tormenta desvía al barco en dirección hacia otra embarcación.
   “No puedo controlarlo”, grita Nidia.
   “Gira a la derecha”, responde Milun
 Uno de los encapuchados se acerca a Nidia. Milun lanza su espada y atraviesa la garganta del hombre. Los otros hombres al darse cuenta del inevitable accidente saltan al mar. El barco de Milun choca con otro, y Nidia cae del barco.

   En sus recámaras, la Reina  se encuentra recostada en su cama al lado del Rey. La Reina se acerca y toca su pecho. El Rey le dice que él está cansado y debe asistir a una reunión, mañana temprano. La Reina decide no insistirle y llora a escondidas.

   En su habitación, Alysse dice que ella no tiene otra opción más que continuar con el chantaje del Duque.

   En el mar, Nidia trata de nadar contra la corriente.
   “¡Auxilio!”, grita ella, desesperada.
 Milun salta al agua y nada hacia donde está Nidia.
   “¡Resiste…!”, le grita.
 Milun sostiene la mano de Nidia. El barco de Milun se da vuelta y cae sobre ellos.

   Laura grita y escucha el llanto de un bebé. La partera sostiene al recién nacido.
   “Es un varón”, dice ella.
 Laura sonríe. Riot y Arturo ingresan y ven que ya ha nacido el bebé.
   “Es nuestro hijo”, solloza Laura.
 Riot sostiene al bebé.
   “Mi hijo… mi amado hijo”.
 Arturo sonríe. Él se siente muy feliz por su hermano.

viernes, 23 de septiembre de 2016

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA



DOM. XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

… Era un hombre rico que vestía de púrpura y lino, y celebraba todos los días espléndidas fiestas. Y uno pobre, llamado Lázaro, que echado junto a su portal, cubierto de llagas, deseaba hartarse de lo que caía de la mesa del rico… pero hasta los perros venían y le lamían las llagas. Sucedió, pues, que murió el pobre y fue llevado por los ángeles al seno de Abrahán. Murió también el rico y fue sepultado.
Estando en el Hades entre tormentos, levantó los ojos y vio a lo lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno. Y, gritando, dijo  --Padre Abrahán, ten compasión de mí y envía a Lázaro a que moje en agua la punta de su dedo y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama.
 Pero, Abrahán le dijo – Hijo, recuerda que tú recibiste bienes durante la vida y Lázaro, al contrario, males; ahora, pues, él es aquí consolado y tú atormentado. Y además, entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo, de modo que los que quieran  pasar de aquí a vosotros, no puedan; ni de ahí puedan pasar donde nosotros”. Lucas 16, 19-26

                                                    Jacopo da Ponte
                                                  James Tissot -Museo Brooklyn  
                                                  Fyodor Andreyevich Bronnikov

La historia del rico, a los ojos de Cristo, se desarrolla entre dos polos: la tristeza de esta tierra (el joven se marchó apenado) y la infelicidad eterna (estoy atormentado en esta llama). El hecho del joven rico y la parábola del hombre rico constituyen la más clara documentación de estas verdades.

   Su retrato

   Le debemos a Mounier uno de los retratos más realistas del rico.

   Rico es sinónimo del hombre al que nada resiste. El rico tiene medios para suprimir el mundo.

   Se acabaron los choques con los demás hombres. Entre el rico y los demás seres se levanta siempre el dinero para nivelar las resistencias y falsear las palabras y las conductas humanas. De cuando en cuando se produce algún suceso imprevisto, pero también esos sucesos son domeñados: se conquista la salud, esto es la enfermedad o la muerte, se conquistan las apariencias de amistad y de amor, y de esta forma, todas las elaboraciones íntimas se van sofocando y se va creando una vida no demasiado catastrófica, salvo los inconvenientes del destino; una vida de cualquier clase que se quiera, o dulce o insípeda, o voluptuosa o excitante.

   De este modo, el rico va poco a poco desamparando al otro. Y lo peor es que se cree que posee el mundo porque lo suprime. Esta potencia mediocre, que obra por medios interpuestos y que no conoce esa pequeña posesión que constituye el don de sí, da forma a su rostro y al estilo mismo de su propia vida adornándolos de una ventajosa fatuidad, de una sonrisa estereotipada, de una actuación mecánica.
 
   Riqueza: es un nombre usurpado. Es una “riqueza” que sirve de careta no sólo a los ricos, sino también al mundo que se extiende ante ellos. Es una riqueza que nivela, una riqueza opaca, constituida de psicologías simplificadas, de pobres psicologías raquíticas en su constitución y raquíticas ante la vida  Sólo la pobreza, al poner a las almas desnudas ante la experiencia y al enfrentarlas con la verdad, conoce las suntuosas riquezas del mundo.

El rico conoce solamente un tipo de relaciones humanas: la consideración. Todos los sentimientos derrotados se suben a este carro. Por lo que se refiere al amor, hay que tener presentes dos aspectos del mismo: lo que compra y lo que también se compra; o sea, lo que se compra con placer o por olvidar y lo que se compra por la consideración, por razones sociales: esto es, el matrimonio y la consiguiente transferencia de capital. Honor conyugal. Por lo que atañe a la amistad, los bienes que entran en consideración son los siguientes: consejos de administración, trusts, carteles y, para la intimidad, los camaradas de las trapisondas secretas. Por lo que concierne a la familia: el marido, la mujer, y la querida: si es preciso, se ponen los términos en plural, se unen y se invierten. ¡Honor familiar!

   Y su clasificación

   Hemos presentado el retrato del rico, que parece trazado a golpes de navaja.

   No nos falta más que puntualizar su “clasificación psicológica”. Y, para permanecer en un terreno seguro, para elaborar datos dignos de consideración, lo encontramos en los labios de Cristo: “La vida de uno no está asegurada por sus bienes”. “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma”.

   Por tanto el rico es clasificado por Cristo como un necio, como un “insensato”.

   Según el evangelio, la “categoría” que define exactamente al rico es la de la necedad.

   Se dice ordinariamente que con el dinero es posible conseguirlo todo. Puede ser. Pero hay una cosa que jamás podrá llegar a conseguir el dinero: que no hayan sido pronunciadas aquellas palabras tajantes de Cristo.

   Hemos de amar a los ricos. Es verdad. Son nuestros hermanos más pobres, los que más necesidad tienen de nuestro amor.

   Se ha dicho, no sin cierto aire de ironía: “Lo que tengáis de más, dádselo a los ricos”. Sí, tenemos algo que dar a los ricos. Nuestra piedad. Nuestro amor. Sobre todo, aquellas palabras terribles de Cristo.

   El peor servicio que podemos hacer a los ricos es el de callarnos.

   ¡Es tan desgraciado el rico! No aumentemos sus ya notables desgracias, escondiéndole o suavizándole el mensaje que Jesús le ha dirigido.

   Lo ha traicionado su propia riqueza. No es justo que tenga que sufrir además la traición del silencio de los cristianos.

   Me doy cuenta de que les he hablado a los ricos con una
mentalidad racista. Pero también yo pertenezco a esa categoría. También en mi pecho se ha albergado el rico.

   Lo sé, porque a veces también el Señor me llama por mi nombre: ¡Necio!

Alessandro Pronzato / Evangelios Molestos.