domingo, 30 de junio de 2013

EL ARTE DE CUIDAR A LOS ENFERMOS / Leonardo BOFF

 Un aporte a mis familiares y amigos que se dedican a este servicio, del cual estoy convencido que lo ejercen con naturalidad: César Flores, Sandy Caffo y esposo, Norberto Barboza, Regina Donayre, y María Paredes.
                                                       * * *
                                                                      EN LOS últimos años he trabajado en profundidad en la categoría de cuidado sobre todo en los libros Saber cuidar y El cuidado necesario. Cuidar más que una técnica o una virtud, entre otras, es un arte y un nuevo paradigma de respeto, con la naturaleza y con las relaciones humanas, amoroso, diligente y participativo. He tomado parte en muchas reuniones y conferencias de profesionales de la salud con los que he podido hablar y aprender, pues el cuidado es la ética natural de esa actividad tan sagrada. Retomo aquí algunas ideas referentes a las actitudes que deben estar presentes en las personas que cuidan a los enfermos ya sea en casa o en el hospital. Veamos algunas de ellas.
Compasión: es la capacidad de ponerse en el lugar del otro y sentir con él. Que perciba que no está solo en su dolor.

Caricia esencial:  tocar al otro es devolverle la certeza de que pertenece a nuestra humanidad; el toque de la caricia es una manifestación de amor. A menudo, la enfermedad es una señal de que el paciente quiere comunicarse, hablar y ser escuchado. Quiere encontrar un sentido a la enfermedad. El enfermero o la enfermera y el médico o la médica pueden ayudarle a abrirse y hablar. Testimonio de una enfermera: “Cuando te toco, te cuido, cuando te cuido te toco… Si eres una persona mayor te cuido cuando estás cansado; te toco cuando te abrazo; te toco cuando estás llorando, te cuido cuando ya no puedes andar”.

Asistencia sensata: El paciente necesita ayuda y la enfermera o enfermero desea cuidar. La convergencia de estos dos movimientos genera reciprocidad y la superación del sentimiento de una relación desigual. Crearle un soporte que le permita mantener una relativa autonomía. La asistencia debe ser prudente: incentivar al paciente a hacer todo lo que él pueda, animarle a hacerlo y asistirlo solamente cuando ya no puede hacerlo por sí mismo.

Devolverle la confianza en la vida: lo que más desea el enfermo es recuperar el equilibrio perdido y volver a estar sano. De aquí que sea decisiva devolverle la confianza en la vida, en sus energías interiores, físicas, psíquicas y espirituales, pues ellas actúan como verdaderas medicinas. Incentivar gestos cargados de afecto. No es raro que los dibujos que una niña hace para su padre enfermo susciten en él tanta energía y buen ánimo como si hubiera tomado la mejor de las medicinas. Ayudarle a acoger la condición humana:
Normalmente el paciente se pregunta sorprendido: ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí ahora que me iba tan bien? ¿Por qué si soy joven aún me ataca esta grave enfermedad? ¿Por qué las relaciones familiares, sociales y laborales se cortan por la enfermedad? Tales interrogantes remiten a una reflexión humilde sobre la condition humaine,  expuesta en todo momento a riesgos y vulnerabilidades inesperadas.

Toda persona sana puede enfermar. Y toda enfermedad  remite a la salud que es el principal valor de referencia. Pero no conseguimos saltar por encima de nuestra sombra y no hay modo de acoger la vida y teniendo que aceptar eventuales enfermedades y, en última instancia, la misma muerte. En esos momentos los pacientes hacen profundas revisiones de vida, no se contentan sólo con las explicaciones científicas (siempre necesarias) dadas por los médicos, sino que ansían un sentido que surge a partir de un diálogo profundo con su Self o de la palabra sabia de un sacerdote, de un pastor o de una persona espiritual. Recuperan entonces valores cotidianos que antes ni siquiera notaban, redefinen su plan de vida y maduran.  Y acaban teniendo paz. Acompañarle en la gran travesía: hay un momento inevitable en que todos, hasta la persona más anciana del mundo, tenemos que morir. Es la ley de la vida, sujeta a la muerte. Es una travesía decisiva. Debe ser preparada por toda una vida que se ha guiado por valores morales generosos, responsables y benéficos. Sin embargo, para la gran mayoría, la muerte es sufrida como un asalto y un secuestro ante los cuales se siente impotente. Y finalmente se da cuenta de que debe entregarse.

La presencia discreta, respetuosa de la enfermera o del enfermero, dándole la mano, susurrándole palabras de consuelo, invitándolo a ir al encuentro de la Luz y al seno de Dios que es Padre y Madre de bondad pueden hacer que el moribundo salga de la vida sereno y agradecido por la existencia que vivió.
Si tiene una referencia religiosa, susurrarle al oído las palabras tan consoladoras de San Juan: Si tu corazón te acusa, recuerda que Dios es más grande que tu corazón (3, 20). Puede entregarse tranquilamente a Dios cuyo corazón es de puro amor y misericordia. Morir es caer en los brazos de Dios.

Aquí el cuidado se revela mucho más como arte que como técnica y supone en el profesional de la salud densidad de vida, sentido espiritual y una mirada que va más allá de la vida y de la muerte.

Alcanzar este estadio es una misión que el enfermero y la enfermera, también los médicos y las médicas deben buscar para ser plenamente servidores de la vida.  Para todos valen estas palabras sabias: La tragedia de la vida no es la muerte, sino aquello que dejamos morir dentro de nosotros mientras vivimos.


-Leonardo BOFF / 28-junio-13

lunes, 24 de junio de 2013

EL DÍA DEL MAESTRO / PARALITURGIA

(Esquema para el homenaje - Paraliturgia)

El próximo 6, nos toca honrar al Padre intelectual de todos los discentes, es decir, de todos los que hemos pasado por las aulas, ya en los centros, ya en la  periferia de nuestro suelo patrio, bajo el tutelaje y compañía de un buen hombre o de una amorosa mujer, principalmente, Maestro y/o Maestra.

   Tres pedagogos por excelencia, son los invitados para tener de ellos la mejor reflexión al respecto, para arrancar, de nosotros, el incienso perenne del recuerdo y  gratitud hacia ellos: Jesús de Nazaret, Elisa Mosser y Gabriela Mistral.

   JESÚS  Y EL JOVEN RICO

   JESÚS estaba a punto de partir cuando uno corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: “Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para ganar la vida eterna?”.
   Jesús le respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Uno solo es bueno, y ese es Dios. Ya conoces los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, ni digas cosas falsas de tu hermano, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre”. El otro le contestó: “Maestro, todo eso lo he practicado desde muy joven”.
   Jesús lo miró, sintió cariño por él y le dijo: “Sólo te falta una cosa: anda, vende te todo lo que tienes, dalo a los pobres, y así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
   Cuando el otro oyó estas palabras, se sintió golpeado, porque tenía muchos bienes, y se fue muy triste. Marcos: 10,17-22

   La influencia de Jesús no se debía tanto a la novedad de su enseñanza como al misterioso poder de atracción que irradiaba toda su persona. Pedro y Pablo, por su convivencia con Él, le dicen: “Tú sabes, Señor, que te amo”,  “He luchado el buen combate /con tu ayuda”, respectivamente. Muchos hombres derechos y religiosos descubrían de repente al encontrarlo lo que significa ser perfecto.
   El que viene a Jesús es un joven, dice Mateo. Lucas lo llama un hombre importante.
   No sin razón Jesús pregunta: “¿Por qué me llamas bueno? Es decir: ¿No ves que tienes sed de Dios y lo encontrarás al convivir conmigo?
   El joven pregunta a Jesús por el camino que conduce a la vida eterna; pero Jesús no tiene ningún mandamiento nuevo que enseñar. En el Antiguo Testamento ya se dijo todo lo que hay que hacer para ganar la vida observando los mandamientos de la justicia y de la misericordia. Entonces Jesús le propone que siga otra manera de ser más libre, haciéndose seguidor e imitador suyo.
   Vende todo lo que tienes. La felicidad no consiste en dejarlo todo, sino hacerse libre de todo para entregarse a Cristo.

ELISA M. MOSSER: CARTA A UN PROFESOR

   MAESTRO;  a ti me dirijo. Tú que has de pulimentar mi alma y moldear mi corazón, compadécete de su fragilidad.
   No me mires con ceño adusto. Si no te comprendo todavía, ten paciencia. No reprima siempre tu gesto mis impulsos. No te moleste mi bulliciosa alegría; compártela. No atiborres mi débil inteligencia con nociones superfluas.
   Enseña lo útil, lo verdadero y lo bello. ¡Lo bello! Maestro: que mis ojos aprendan a ver y mi alma a sentir. Desentraña la belleza de cuanto rodea y házmela gustar.
   Trátame con dulzura, maestro, ahora que soy pequeño, quién sabe los dolores que me deparará el destino y, en medio de ellos, el recuerdo de tu benevolencia será bienhechor estímulo.
   No me riñas injustamente; averigua bien la causa de mi falta y verás siempre atenuada mi culpabilidad.
   Ámame, maestro, como ama el padre a sus criaturas, que yo también, aunque no sepa demostrártelo, te amaré mucho, mañana más que hoy.
   Si me enseñas con amor, tus lecciones serán provechosas, pero si no me amas, no podré comprenderte nunca.
   Cultívame, maestro, como el jardinero a las florecillas que le dan encanto y aroma, yo también perfumaré tu existencia en el incienso perenne del recuerdo y la gratitud. Yo he de ser tu obra maestra, procura enorgullecerte de ella.
   Maestro, buen maestro, que has de dar luz a mis ojos, aliento a mi cerebro, bondad a mi corazón, belleza a mi alma, verdad a mis palabras, rectitud a mis actos. Padre intelectual, bendito seas.

Elisa  Mosser, metiéndose en la piel de un niño, destaca que  debe enseñarse lo verdadero y lo bello ¡Lo bello! Como si todos hubiéramos nacido bajo el signo de Venus, como la raza negra en que la forma lo es todo, porque, como en ninguna otra, la forma humana es alma. El negro no comprende el mundo por abstracción sino como realización concreta y tangible. Para él, el espíritu es materia, tanto como la materia es espíritu. Hasta sus concepciones trascendentes están penetradas de vida y encerradas y realizadas en una forma. El negro ha vivido bajo el signo de Venus, la diosa del amor y de la belleza porque es la diosa de la forma. La Verdad para el negro es la Belleza, y el mundo es sólo verdadero y tiene un sentido porque es bello. Donde hay una dislocación y una quiebra no hay Vida para él, porque la Vida es concordancia, es armonía, es ritmo que se actualiza y se hace plástico en una forma. (Antenor Orrego / Tetragrama Racial de América)

GABRIELA MISTRAL : ORACIÓN DE LA MAESTRA

SEÑOR! TÚ que enseñaste, perdona que yo enseñe…
Que lleve el nombre de Maestra que Tú llevaste en la Tierra.
Dame el amor único de mi escuela;
que ni la quemadura de la belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.
Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el encanto.
Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren.
No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñe.
Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes.
Dame que alcance a hacer de una mis niñas mi verso perfecto para dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía para cuando mis labios ya no canten más
Muéstrame posible tu Evangelio, en mi tiempo, para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por Él.
Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos, allá en Galilea.
Hazme fuerte, aún en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre; hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda pasión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.
Amigo!  Acompáñame!  Sosténme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado;
cuando mi doctrina sea más casta y más quemante la verdad, me quedaré sin los mundanos;
pero Tú, me estrecharás entonces sobre tu corazón, el que supo harto de soledad y desamparo y yo no buscaré sino en tu mirada la dulzura de las aprobaciones.
Dame sencillez y dame profundidad;
líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.
Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas, al entrar cada mañana a mi escuela.
Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales, mis mezquinos dolores de cada hora.
Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia.
Reprenda con dolor para saber que he corregido amando!
Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos.
Envuelva la llamarada de mi entusiasmo, su atrio pobre, su sala desnuda.
Mi corazón le sea más columna y mi voluntad más oro que las columnas y el oro de las escuelas ricas.
Y, por fin, recuérdeme desde la palidez del lienzo de Velásquez, que: “enseñar y amar intensamente sobre la tierra, es llegar al último día con el lanzazo de Longinos en el costado ardiente de amor!”.

   Gabriela Mistral es un dechado universal de las virtudes que deben acompañar a todo maestro en la misión noble de educar, escogiendo como paradigma a Jesús, cuya  enseñanza la impartía en cualquier espacio cultural: una barca, el campo, una fiesta matrimonial, la multitud, la Montaña, el huerto, la Sinagoga, el Templo, el broquel de un pozo de agua, los caminos polvorientos, en el pastoreo, los campesinos, los sembrados, el desierto donde se enfrentó con el diablo; ante las autoridades civiles y religiosas, ante los ricos  y pobres, justos y pecadores; especialmente, sus amigos, a quienes les revelaba las cosas ocultas y sencillas con palabras adecuadas, [las famosas parábolas] (comparaciones) y como último escenario, la Cruz del Gólgota, con el pregón de las siete palabras.

   Con humildad, Gabriela, pide perdón que tome el nombre de Maestra, el nombre propio de Jesús, Maestro; y pide, que la palidez del lienzo de Velásquez, le recuerde, que: “enseñar y amar intensamente, es llegar al último día con el costado ardiente de amor”.

   Han sido tres personalidades excepcionales las que nos han dado las versiones más profundas y panorámicas en el campo educativo bajo las firmes pisadas en una realidad y una experiencia correspondientes para comprender los hechos significativos y las modalidades genuinas y privativas de muchos países.

   Se tiene que llegar al convencimiento de esta verdad, la verdad oriental: El maestro no transmite la verdad, como un don, sino que pone al discípulo en el camino de hallarla en su propio ser. El antiguo lema del oráculo de Delfos, "Conócete a ti mismo", antes que en los griegos, era practicado y vivido en todos los pueblos orientales, porque en realidad, de allí emanaba su más profunda sabiduría. 

                             PLEGARIA UNIVERSAL

Presentemos al "Maestro de Maestros" las siguientes peticiones:

Por todos los Maestros... para que ellos nos enseñen lo "útil, lo verdadero y lo bello" de cuanto nos rodea y así nuestros ojos aprendan a ver con asombro y nuestra alma sentir con profusión, toda belleza, gracias a su trabajo de desentrañar lo misterioso....Roguemos al Señor

Por los Maestros y Maestras de nuestra Institución... para que sigan cultivándonos como el jardinero a las flores que le dan encanto y aroma, para luego, nosotros, perfumar la existencia de ellos / con el incienso perenne del recuerdo, gratitud y cariño...

Por todos los Maestros... para que respondan gratamente la invitación de Jesús, al decirles "vende lo que tienes y sígueme", esto es, "despreciar todo poder que no sea puro, seguir su voluntad ardiente, sencillez y profundidad, y lo más admirable, oír su voz, con renovada afectividad y con apego por todo lo que se está forjando: "Soy tu amigo y acompañante"...

                       Enséñame, Señor a ser delicado en todos los
                       acontecimientos de la vida; en los desagradables;
                       en la inconsideración de otros;
                       en la insinceridad de aquellos en quienes confiaba;
                       en la falta de fidelidad y de lealtad de aquellos 
                       en quienes yo descansaba.                        
                       Enséñame a saber que nunca alguien sea menos 
                       bueno por haber recibido mi influencia.

(N.B. Para la ceremonia / basta leer uno de los tres comentarios señalados con letra cursiva y negrita. Los tres textos sí conforman el cuerpo del tema).

MENSAJES COTIDIANOS CONSOLADORES / Leonardo BOFF

                                              POR MÁS que estudiemos e investiguemos, tratando de descifrar los misterios de la vida y de discernir los designios del Creador, de hecho, somos guiados por unos pocos mensajes que solemos poner debajo del cristal de nuestra mesa o frente a nuestros escritorios. Son mensajes que leemos y releemos una y otra vez y tienen una fuerza secreta para sacarnos de la opacidad natural de la vida. Otras veces, son fotografías de nuestros seres queridos, de los padres, de hijos e hijas que amamos, y nos aligeran el trabajo a menudo cansado e incluso pesado.
Hace apenas unos días vi en la mesa del director de un banco, un frase tomada de la Imitación de Cristo, libro que ilumina a muchas personas desde hace 800 años: "!Oh luz eterna, superior a toda luz creada, lanza desde lo alto un rayo que penetre en lo más profundo de mi corazón. Purifica, alegra, vivifica e ilumina mi espíritu con todas sus potencias para que se una a Vos en transportes de pura alegría". Me dijo que durante el día reza a menudo esta oración, entre negociaciones, cálculos de tasas y porcentajes de interés de préstamos.

Yo, por mi parte, he colgado frente de mi escritorio, donde paso muchas horas trabajando y escribiendo, varias tarjetas con mensajes que nunca dejan de inspirarme y consolarme.

En primer lugar, una imagen tomada de la famosa Santa Faz de Jesús, pero retocada con rasgos fuertes. El rostro está desfigurado, la sangre goteando por su frente y el pelo desgreñado por la tortura. Los ojos son profundos, llenos de ternura y tienen tal fuerza que obligan a desviar la mirada. Parece que penetra el alma y nos hace sentir todo el sufrimiento de la humanidad sufriente en la cual Él está encarnado y sufre con nosotros, como decía Pascal, hasta el fin del mundo.

A su lado, una foto de una querida hermana, que sostienen en sus brazos, en un gesto de Magna Mater, a su pequeño hijito, hermana arrancada de la vida a los treinta y tres años por un ataque cardíaco fulminante. Hay aquí tanta ternura y serenidad que cuesta contener las lágrimas. ¿Por qué se quiebra una flor antes de acabar de florecer? ¿Por qué? La respuesta no viene de ninguna parte. Sólo una fe que cree más allá de todo lo razonable soporta el tormento de esta pregunta.

Justo encima, pegado al brazo de la lámpara, un mensaje en alemán que encontré cuando todavía estudiaba en el extranjero y que me ha inspirado durante toda esta fatigosa existencia: "Voy a pasar una vez por esta vida. Si puedo mostrar alguna amabilidad o proporcionar algo bueno a quien está a mi lado, quiero hacerlo ahora, no quiero dejarlo para más tarde o descuidarlo, porque no volveré a pasar por este camino otra vez". Aquí se dice una verdad simple, sencilla y sabia.

Viajo mucho por muchos medios y por muchos caminos. Uno nunca está libre de peligros. Cuántos son los que se van y nunca llegan. Y entonces leo una tarjeta frente a mí  con una frase tomada del Salmo 91,11: "Dios ha mandado a sus ángeles que te guarden en todos tus caminos". ¿No es consolador poder leer este mensaje como si hubiera sido escrito directamente para ti, justo antes de salir de viaje, sin poder saber si volverás sano y salvo?

Todavía más consoladora es esta otra tarjeta, colocada en un portalápices, en la que Dios por medio del profeta Isaías me susurra al oído: "No temas, yo te he llamado por tu nombre, tú eres mío" (43,1). Cómo temer? Yo ya no me pertenezco. Pertenezco a Alguien mayor que sabe mi nombre y me llama y me dice: "Tú eres mío". El alma se serena, las angustias de la existencia humana se calman, sólo resuena la palabra bendita: "Tú eres mío".

Aquí hay algo que anticipa la eternidad cuando Dios nos revela nuestro verdadero nombre. Según el Apocalipsis, solamente Dios y cada persona conocen ese nombre, y nadie más. Ahí seguramante Dios repetirá: "tú eres mío" y la persona responderá: "yo soy tuya". Esta comunión del yo y del tú durará toda la eternidad, en una fusión sin distancia y sin límites por los siglos de los siglos, sin fin.

¿No serán, por cierto, cosas sencillas como éstas las que orientan nuestra vida y nos traen un poco de luz en medio de tanta penumbra y de preguntas sin respuestas?
-Leonardo BOFF / 23-junio-13

viernes, 21 de junio de 2013

EL SER HUMANO COMO NUDO DE RELACIONES TOTALES / Leonardo BOFF

                                         EN 1845, Karl Marx escribió sus famosas 11 tesis sobre Feuerbach, publicadas solamente en 1888 por Engels. En la sexta tesis Marx dice algo cierto, pero reduccionista: "La esencia humana es el conjunto de las relaciones sociales". Efectivamente no se puede pensar la esencia humana fuera de las relaciones sociales, pero es mucho más que eso, pues resulta del conjunto de sus relaciones totales.
Descriptivamente, sin querer definir la esencia humana, ésta surge como un nudo de relaciones vueltas hacia todas las direcciones: hacia arriba, hacia abajo, hacia dentro y hacia fuera. Es como un rizoma, un bulbo con raíces en todas las direcciones. El ser humano se define en la medida que activa este conjunto de relaciones, no sólo las sociales.

En otras palabras, el ser humano se caracteriza por surgir como una apertura ilimitada: hacia sí, hacia el mundo, hacia el otro y hacia la totalidad. Siente dentro de sí una pulsión infinita, pero sólo encuentra objetos finitos. De ahí su permanente incomplección e insatisfacción. Esto no es un problema psicológico que un psicoanalista o un psiquiatra puedan curar. Es su marca distintiva, ontológica, y no un defecto.


Pero, aceptando la afirmación de Marx, buena parte de la construcción de lo humano se realiza efectivamente en la sociedad. De ahí la importancia de considerar cuál sea la formación social que crea las mejores condiciones para que él se abra plenamente en las más variadas relaciones.


Sin ofrecer las debidas mediaciones, dicen que la mejor formación social es la socialdemocracia: comunitaria, social, representativa, participativa, de abajo hacia arriba y que incluya a todos sin excepción. En palabras de Bonaventura de Souza Santos, la democracia deber ser sin fin. Tenemos que ver con un proyecto abierto, siempre en construcción, que comienza en las relaciones dentro de la familia, de la escuela, de la comunidad, las asociaciones, los movimientos, las iglesias y culmina en la organización del Estado.


Como en una mesa, veo que una democracia mínima y verdadera se sostiene sobre cuatro patas, como subrayaba tanto durante su vida Herbert de Souza (Betinho), idea que, juntos en conferencias y debates, tratábamos de difundir entre los alcaldes y dirigentes populares.


La primera pata consiste en la participación: el ser humano, inteligente y libre, no quiere ser sólo el beneficiario de un proceso, sino actor y participante. Sólo entonces se hace sujeto y ciudadano. Esta participación debe venir desde abajo para no excluir a nadie.


La segunda pata consiste en la igualdad. Vivimos en un mundo de desigualdades de todo tipo. Cada uno es único y diferente. Pero la participación creciente en todo impide que la diferencia se vuelva desigualdad y permite que crezca la igualdad. La igualdad en el reconocimiento de la dignidad de cada persona y el respeto de sus derechos sostiene la justicia social. Junto con la igualdad viene la equidad: la proporción adecuada que cada cual recibe por su colaboración en la construcción del todo social.

La tercera pata es la diferencia. Viene dada por la naturaleza. Cada ser, sobre todo el ser humano, hombre y mujer, es diferente. Esto debe ser aceptado y respetado como una manifestación de las potencialidades propias de las personas, los grupos y las culturas. Las diferencias nos revelan que los humanos podemos ser de muchas formas, todos ellas humanas, y por ello merecedoras de respeto y acogida.

La cuarta pata se realiza en la comunión: el ser humano posee subjetividad, capacidad de comunicación con su interioridad y con la subjetividad de los otros; es portador de valores como solidaridad, compasión, protección de los más vulnerables y diálogo con la naturaleza y con la divinidad. Aquí aparece la espiritualidad como una dimensión de la conciencia que nos hace sentirnos parte de un Todo, y como ese conjunto de valores intangibles que dan sentido a nuestra vida personal y social, y también a todo el universo.

Estas cuatro patas siempre van juntas y equilibran la mesa, es decir, sostienen una democracia real. Ella nos enseña a ser coautores en la construcción del bien común y en su nombre aprendemos a limitar nuestros deseos por amor a la satisfacción de los deseos colectivos.

Esta mesa de cuatro patas no existiría si no se apoyara en el suelo y en la tierra. Así, la democracia no estaría completa si no incluyera a la naturaleza que hace posible todo. Proporciona la base físico-químico-ecológica que sostiene la vida y a cada uno de nosotros. Debido a que tiene valor por sí mismos, independientemente del uso que hagamos de ellos, todos los seres son portadores de derechos. Merecen seguir existiendo y debemos respetarlos y entenderlos como ciudadanos. Estarán incluidos en una democracia sin fin socio-cósmica. Desplegado en todas estas dimensiones se realiza el ser humano en la historia, en un proceso sin límites y sin fin.
-Leonardo BOFF / 21-junio-13

viernes, 14 de junio de 2013

SER RADICALMENTE POBRE PARA SER PLENAMENTE HERMANO / Leonardo BOFF

                                                   UNA DE las primeras cosas que dijo el Papa Francisco fue "cómo me gustaría una Iglesia pobre para los pobres". Este objetivo está en consonancia con el espíritu de San Francisco, llamado el Povorello, el pobrecito de Asís. Él no pretendió gestar una Iglesia pobre para los pobres, pues no era realizable bajo el régimen de cristiandad donde la Iglesia tenía todo el poder, pero creó en torno suyo un movimiento y una comunidad de pobres con los pobres y como los pobres.
En cuanto a la extracción de clase, Francisco pertenecía a la próspera burguesía local. Su padre era un rico comerciante de telas. De joven lideraba un grupo de amigos bohemios-jeunesse dorée- que vivía de fiesta en fiesta y cantaba a los juglares del sur de Francia. De adulto sufrió una fuerte crisis existencial. Desde dentro de esa crisis surgió en él  una inexplicable misericordia y amor a los pobres, especialmente a los leprosos, incomunicados, en la afueras de la ciudad. Abandonó la familia y los negocios, asumió la pobreza evangélica radical y se fue a vivir con los leprosos. Jesús pobre y crucificado y los pobres reales fueron los móviles de su cambio de vida. Pasó dos años en oración y penitencia, hasta que interiormente escuchó una llamada del Crucificado: "Francisco, vete y repara mi Iglesia que está en ruinas".

Le costó entender que no se trataba de algo material, sino de una misión espiritual. Se fue por los caminos predicando en los burgos el evangelio en lengua popular. Y lo hacía con tanta alegría, "grazie" y fuerza de convicción que fascinó a algunos de sus antiguos compañeros. En 1209 consiguió que el Papa Inocencio III aprobase su "locura" evangélica. Comenzaba el movimiento franciscano que en menos de veinte años tendría más de cinco mil seguidores.  Cuatro ejes estructuran el movimiento: el amor apasionado a Cristo crucificado, el amor tierno y fraterno a los pobres, la "señora dama de la pobreza", sencillez genuina y gran humildad.

Dejando a un lado los otros ejes, intentemos entender cómo Francisco vio y vivió con los pobres. No hizo nada para los pobres (algún lazareto u obra asistencial), pero hizo mucho por los pobres, pues los incluía en la predicación del evangelio y cuando podía estaba con ellos, pero hizo más: vivió como los pobres. Asumió su vida, sus costumbres, los besaba, limpiaba sus heridas y comía con ellos. Se hizo un pobre entre los pobres. Y si encontraba a alguien más pobre que él, le daba parte de su ropa para ser realmente el más pobre de los pobres.

La pobreza no consiste en no tener, sino en la capacidad de dar y volver a dar hasta expropiarse de todo. No es un camino ascético, sino la mediación para una excelencia incomparable: la identificación con Cristo pobre y con los pobres con los cuales estableció una relación de fraternidad.

Francisco había intuido que la posesiones se interponen entre las personas, impidiendo que se miren a los ojos y que el corazón hable al corazón. Los intereses son los que se encuentra entre (inter-esee) las personas y lo que crea obstáculos a la fraternidad. La pobreza es el esfuerzo continuo para eliminar las posesiones e intereses de cualquier tipo para que de ahí resulte la fraternidad verdadera. Ser radicalmente pobre para ser plenamente hermano, este es el proyecto de Francisco, de ahí la importancia de la pobreza radical.

Cierto es que la pobreza así de extrema era pesada y dura. Nadie vive sólo de mística. La existencia en el cuerpo y el mundo plantea demandas que no pueden ser falsificadas. ¿Cómo humanizar la deshumanización real que comporta este tipo de pobreza? Las fuentes de la época dan testimonio de que los hermanos parecían "homines silvestres (salvajes) que comen muy poco, van descalzos y visten con los peores vestidos". Pero, para sorpresa de todos, dicen que nunca pierden la alegría y el buen humor.

En este contexto de pobreza extrema Francisco da valor a la fraternidad. La pobreza de cada uno es un reto para el otro, para cuidar de él y proporcionarle, mediante la limosna o el trabajo, lo mínimo necesario, darle cobijo y seguridad. Con esto el tener es sustituido en su pretensión de dar seguridad y humanización. Francisco quiere que cada fraile cumpla con la misión de madre para con otro, ya que las madres saben cómo cuidar, especialmente a los enfermos. Sólo el cuidado recíproco humaniza la existencia como lo mostró M. Heidegger en su Ser y Tiempo. Para quienes vivían totalmente desprotegidos, la fraternidad significaba efectivamente todo. El biógrafo Tomás de Celano describe la alegría y el gozo en medio de su pobreza severa. Escribía: "Llenos de saudades trataban de encontrarse y estaban felices cuando podían estar juntos, el alejamiento era doloroso, la partida amarga, la separación triste". El despojamiento total les abría al disfrute  de las bellezas del mundo, pues no querían tener, sólo saborear.

Muchas lecciones podrían extraerse de esta aventura espiritual. Quedémonos con una: para Francisco las relaciones humanas deben construirse siempre a partir de los que no son y no tienen la visión de los poderosos. Deben ser abrazados como hermanos. Sólo una fraternidad que viene desde abajo y desde ahí engloba a todos los demás, es verdaderamente humana y tiene sostenibilidad. La Iglesia, tal como la tenemos hoy, nunca será como los pobres. Pero puede ser para y con los pobres, como la sueña el Papa Francisco.
- Leonardo BOFF / 14-junio-13

martes, 11 de junio de 2013

"VERSOS POR ESPIGAR" : FALSA ALARMA / Javier CALDERÓN ÁVILA

FALSA ALARMA (29-diciembre-12)


El mundo repentinamente se desesperó
creciendo la neurosis a nivel universal,
profetas suplantados quisieron figurar,
fariseos terroristas que crean confusión.

El veintiuno fue la fecha anunciada,
Diciembre horroroso de falso Apocalipsis,
Nostradamus predecía una seria hecatombe
evento referido a una falsa profecía.

Los Mayas y Egipcios son pueblos enigmáticos
intérpretes confusos de sus antecesores,
agoreros misteriosos que osaron sorprender,
errores insalvables sin pena ni perdón.

Previo al cataclismo se llegó a predecir:
inundaciones, volcanes y huracanes,
terremotos temerarios y la llegada de la bestia,
el derrumbe del planeta era espanto general.

Por instinto de conservación vital
iniciaron la construcción de túneles
,
réplicas del arca como el diluvio universal;
hay gente agnóstica de escasa convicción.

El único culpable de la psicosis terrenal
es el sistema imperante que genera el mal,
anticristo furibundo que domina el orbe,
cáncer maligno de la humanidad global.

LA " TENTACIÓN" DE FRANCISCO DE ASÍS Y LA POSIBLE "TENTACIÓN" DE FRANCISCO DE ROMA / Leonardo BOFF

                                                                      NO IMAGINEMOS que los santos y santas están libres de las vicisitudes del común de la humanidad, que conoce momentos de alegría y frustración, tentaciones peligrosas y superaciones valerosas. No fue diferente en San Francisco, presentado como "el hermano siempre alegre", cortés, que vivía una fusión mística con todas las criaturas, a las que consideraba hermanos y hermanas. Pero, al mismo tiempo, era una persona de grandes pasiones e ira profunda cuando veía sus ideales traicionados por sus hermanos. Su mejor biógrafo, Tomás de Celano, describió con cruel realismo que Francisco sufría tentaciones de "violenta lujuria", que sabía sublimar simbólicamente.
Hay, sin embargo, un hecho que la historiografía piadosa del franciscanismo oculta, pero está bien documentado por la crítica histórica, y es conocido con el nombre de la "gran tentación". Los últimos cinco años de la vida de Francisco (muerto en 1226) estuvieron marcados por angustias profundas, casi desesperación, y enfermedades graves que lo afligían, como la malaria y la ceguera. El problema era objetivo: su ideal de vida era vivir en en extrema pobreza, sencillez radical y despojado de todo poder, apoyado sólo en el 
Evangelio leído sin interpretaciones que suelen desfibrar su sentido revolucionario.

Sucedió que en unos pocos años su estilo de vida cautivó a miles de seguidores, más de cinco mil. ¿Cómo albergarlos? ¿Cómo darles de comer? Muchos eran sacerdotes y teólogos como San Antonio. Su movimiento no tenía una estructura ni legalidad. Era un puro sueño tomado en serio. El mismo Francisco se entiende como un "novellus pazzus", como un "nuevo loco" que Dios quería en la Iglesia riquísima, gobernada por el Papa Inocencio III, el más poderoso de todos los papas de la historia.

A partir del verano de 1220 escribió varias versiones de una regla que todas fueron rechazadas por el conjunto de la fraternidad. Eran demasiado utópicas. Frustrado y sintiéndose inútil, decidió renunciar a la dirección del movimiento. Lleno de angustia y sin saber qué más hacer, se refugió en el bosque durante dos años, sólo visitado por su íntimo amigo fray León. Esperaba una iluminación divina que no venía. Entretanto, se redactó una regla marcada por la influencia de la curia romana y del Papa que convirtió el movimiento en una orden religiosa: la Orden de los Frailes Menores, con estructura y propósitos definidos. Francisco, con dolor, la aceptó humildemente. Pero dejó claro que no la discutiría más sino dando ejemplos del primitivo sueño. La ley triunfó sobre la vida, el poder encorsetó el carisma. Pero quedó el espíritu de Francisco: de pobreza, de sencillez y de hermandad universal que nos inspiran hasta el día de hoy. Murió en medio de una gran frustración personal, pero sin perder la alegría. Murió cantando cantinelas de amor provenzales y salmos.

Francisco de Roma seguramente estará enfrentándose a su "gran tentación", no menor que la de Francisco de Asís. Tendrá que reformar la curia Romana, una institución que cuenta con cerca de mil años. Ahí está cristalizado el poder sagrado (sacra potestas) de forma administrativa. A fin de cuentas se trata de administrar una institución con una población como la de China: mil docientos millones de católicos. Pero inmediatamente hay que advertir: donde hay poder difícilmente son posibles el amor y la misericordia. Es el imperio de la doctrina, el orden y la ley, que por su naturaleza incluyen o excluyen, aprueban o condenan.

Donde hay poder, sobre todo en un a monarquía absoluta como el Estado Vaticano, siempre surge un anti-poder, intrigas, carrerismo y disputa por el poder. Thomas Hobbes en su famoso Leviatán (1651) lo vio claro: "no se puede garantizar el poder, sino buscando poder y más poder". Francisco de Roma, actual obispo local y Papa, debe interferir den ese poder, marcado por mil astucias y, a veces, por corrupción. Sabemos por los Papas anteriores que se propusieron reforma de la Curia, las resistencias y frustraciones que tuvieron que soportar, e incluso se sospecha de la eliminación física de algún Papa hecha por la gente de la administración eclesiástica. Francisco de Roma tiene el espíritu de Francisco de Asís: está por la pobreza, la sencillez y el despojamiento del poder. Pero afortunadamente es jesuita, con otra formación y dotado del famoso "discernimiento de espíritus", propio de la Orden. Manifiesta una ternura explícita en todo lo que hace, pero también puede mostrar un vigor inusitado, como corresponde a un Papa con la misión de restaurar la Iglesia moralmente arruinada.

Francisco de Asís tenía pocos consejeros, soñadores como él, que no sabían cómo ayudarlo. Francisco de Roma se ha rodeado de consejeros elegidos de todos los continentes, personas de edad, es decir, con experiencia en el ejercicio del poder sagrado. Éste debería adquirir ahora otro perfil: más de servicio que de mando, más despojado que adornado de los símbolos del poder palaciego, más con "olor de oveja" que a perfume de las flores del altar. El portador del poder sagrado debe ser antes pastor que portador  de la autoridad eclesiástica; presidir más en la caridad y menos con el derecho canónico, debe ser hermano entre sus hermanos, pero con diferentes responsabilidades.

¿Francisco de Roma soportará su "gran tentación" inspirado en su homónimo de Asís? Estimo que sabrá tener mano firme y no le faltará coraje para seguir lo que le dicte su "discernimiento de espíritu" para restaurar efectivamente la credibilidad de la Iglesia y devolver la fascinación por la figura de Jesús.
-Leonardo BOFF / 9-junio-13

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

!OH DIOS! Renueva
y alegra mi corazón.
Ilumina mis facultades.
Pongo todos mis asuntos
en tus manos.
Tú eres mi guía y mi refugio.
No quiero estar triste
y afligido;
quiero ser feliz y alegre.
!Oh Dios!
 No quiero estar lleno
de ansiedad,
ni permitir que los problemas
me agobien.
No quiero vivir las cosas
desagradables de la vida.
!Oh Dios!
Tú eres más amigo mío
que yo mismo.
Me consagro a Tí, oh Señor.
    Fe Bahá'I, 'Abdu'1-Bahá

CITAS CITABLES

NO SALGAS a pescar elogios; generalmente se atrapan en aguas poco profundas.
-D.S.


DA PRUEBA de su valía la persona a quien deseamos escuchar cuando está con nosotros y nos hace pensar cuando ya se ha marchado de nuestro lado.
-Grit


LA MANERA de jugar revela algo del jugador; su modo de perder lo revela todo.
-C.C.


viernes, 7 de junio de 2013

EL EMBRUJO DE LA ALHAMBRA / Virginia KELLY

Alzándose con gloria inmemorial en los montes que dominan a Granada, este fabuloso castillo atrae más de un millón de turistas al año.
“!CUÁNTAS LEYENDAS y tradiciones… cuántos cantos y fábulas… están asociados a este romántico monumento!”
   Washington Irving escribió estas palabras hace cerca de 150 años, y pocos la tacharían hoy de erróneas. Construida por los moros en Granada, en España meridional, en alguna época entre los siglos XIII y XV, la Alhambra estaba casi olvidada a principios del siglo XIX, y sus habitantes eran en su mayoría murciélagos, pordioseros y gitanos. El joven Irving, agregado de la embajada de los Estados Unidos en Madrid, “llegó, vio… y quedó” instantáneamente vencido por su místico y opulento hechizo. Se instaló allí varios meses, y en 1829 escribió Leyendas de la Alhambra, que resultó no sólo un éxito internacional, sino un recordatorio al mundo de que uno de sus más encantadores tesoros estaba desmoronándose.
   Hoy, preservados y protegidos, los legendarios salones y patios de la Alhambra reciben a más de un millón de turistas al año.
   Extraordinaria obra de arte colocada en un marco sobrecogedor en lo alto del monte, la Alhambra parece tan frágil como una gasa sutilísima, pero ha resistido incontables guerras y terremotos. Allí le dicen a uno: “Alá todavía guarda ala Alhambra”.
   Los moros la llamaron Al Qal’ a al-Hamra, o “castillo rojo” por el barro de color de herrumbre con que hicieron el amurallado palacio. Estructuralmente, la Alhambra es una melodía de encaje de piedra tallada, graciosos arcos, columnas esbeltas, brillantes manchones de color y techos de madera artesonada. Todo esto acentuado por el chapoteo de los surtidores en estanques cristalinos como espejos, el fuerte aroma del arrayán y, en la primavera, los suaves pétalos rosados de la flor del almendro. Allí respiramos una paz  y un sentido de eternidad no superados en ninguna parte del mundo.
   El monte donde está la Alhambra asciende largo y empinado desde la vasta ciudad de Granada, iluminada por la luz neón. La calle de los Gomerez pasa por la Puerta de las Granadas y atraviesa un espeso bosque de álamos negros y de olmos. Por entre las hojas de los árboles se filtra ocasionalmente un rayo de sol. Corrientes de agua helada bajan ruidosamente a ambos lados de la carretera por canales empedrados.
   En la cima del monte está el gran arco de herradura e la Puerta de la Justicia. A través de una estrecha abertura, a pocos metros de distancia, una escalera de piedra baja al palacio moro. En lo alto, el cielo es de un intenso color azul violáceo; el sol quema; el aire es seco y fresco. En la lejanía, las níveas montañas de Sierra Nevada se elevan a gran altura sobre la llanura.
   Enfrente está una de las glorias de la Alhambra, el Patio de los Arrayanes, de 40 metros de largo, pavimentado con mármol blanco y refrescado en su centro por un estanque cristalino, largo y sutil, bordeado a ambos lados por espesos y bajos setos de arrayanes. En el extremo norte, siete arcos con delicados soportes conducen al majestuoso Salón de los Embajadores.
   Este cuadrado salón del trono fue el centro de la vida diplomática y política de la Alhambra. Su cúpula de 23 metros de altura, tiene un techo taraceado con círculos, coronas y estrellas que revelan los siete cielos del Islam. A primera vista, las paredes parecen tener colgadas láminas de filigrana, pero en realidad son tallas de estuco y piedra, asombrosamente minuciosas, delicadamente coloreadas, con versos de poesía árabe tejidos en su trama. En el muro está inscrito una u otra vez el devoto precepto del Corán: “Sólo Dios es el Conquistador”.
   A pocos pasos de allí, en el Patio de los Leones, hay un magnífico cubil. Una fuente de alabastro está rodeada de 12 leones de mármol gris claro, esculpidos al parecer por artesanos que habían oído hablar de leones, pero que nunca habían visto uno; más parecen solemnes perritos falderos que fieras de la selva. Quizá sea esta la razón de que la inscripción explique: “Ante el Sultán, reprimen su fiereza”.
   En el extremo sur del Patio de los Leones está la Sala  de los Abencerrajes, familia noble de la Granada musulmana. Según una leyenda, el Sultán sospechaba que su esposa tenía amores con uno de los Abencerrajes y, celoso, decapitó a todos los miembros de la familia, uno a uno, en esta exquisita sala. Otra tradición, probablemente más verídica, se refiere a Boabdil, el último rey moro de Granada. El padre de Boabdil hizo decapitar allí a todos los hijos que le había dado su primera esposa, asegurando así el trono para el hijo que tenía de la segunda. Todavía hay otra versión, según la cual Boabdil invitó a los jefes de los Abencerrajes a un banquete, y los asesinó. En cualquier caso, en esa sala se perpetró una serie de crímenes espectaculares, y las oscuras manchas del suelo de mármol son supuestamente trazas de la sangre derramada.
   La Alhambra es en realidad una serie de palacios añadidos unos a otros a través de los siglos de la dominación árabe. Cuando Fernando e Isabel tomaron posesión de la Alhambra en 1492 fueron razonablemente respetuosos con ella y retuvieron a sus artesanos moros. Pero su nieto, el emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano (y rey Carlos I de España), construyó una galería que conduce a los nuevos aposentos para é y su esposa, la emperatriz Isabel, y decoró estas habitaciones con frescos del Renacimiento italiano que representaban sus proezas militares. Fue allí, en esos  aposentos “modernos”, donde Washington Irving vivió durante su estancia en la Alhambra. Cuando Carlos V decidió edificar un nuevo palacio, derribó parte de la galería sur de la Alhambra y empezó a construir un gran castillo propio, de hermoso estilo renacentista. Pero este no llegó nunca a terminarse, y su enorme patio circular todavía permanece sin techo, a cielo abierto.
   El momento de mayor peligro llegó con Napoleón. Durante las guerras peninsulares de 1812, los franceses intentaron volar la Alhambra. Cuando su comandante, el conde Sebastiani, se retiró, su última orden fue que la dinamitaran. Pero un humilde soldado raso español cortó la mecha y salvó a la Alhambra. Una pequeña lápida en el muro de la entrada de la ciudad conmemora su hazaña.
   Por entre las torres en ruinas de la Puerta de los Siete Pasos, Boabdil salió para siempre de la Alhambra y entregó su reino a los españoles. Según la leyenda, solicitó que nadie volviera a usar jamás la puerta por la que hizo su ignominiosa salida. En consecuencia, la puerta fue condenada.
   Desde la Alhambra todavía se ve el Suspiro del Moro, magnífico paso de Sierra Nevada. Allí Boabdil y su madre, al marchar de Granada,  se detuvieron para dirigir una última y afligida mirada a la Alhambra y a su reino perdido. Y la madre dijo desdeñosamente al Rey: “Llora, llora como mujer lo que no supiste defender como hombre”. Tras la dura recriminación, Boabdil se sumió en las tinieblas de la historia.
   Además de la gran Alhambra, Boabdil dejó tras de sí las glorias de los prodigiosos jardines del Generalife (Jennat al Arif en árabe, que significa “jardín del arquitecto”). Hay majestuosidad en las avenidas bordeadas de árboles, con dobles hileras de elevados cipreses, setos y arcos de madera de boj, y sábanas de agua cristalina que caen en cascada por una gran escalera de piedra. Y el aire se perfuma con el aroma de naranjas, rosas y jazmines.
   Manuel de Falla, el famoso compositor español, compuso Noches en los jardines de España en honor de la Alhambra. La música se repite ahora cada verano, un festival en los jardines del Generalife y en los patios del palacio de la Alhambra. Millares de visitantes llegan de América y de toda Europa para deleitarse bajo la luz de las estrellas con el arte del guitarrista Andrés Segovia, de la cantante de ópera Victoria de los Ángeles, del pianista Arturo Rubinstein y de otros artistas famosos del mundo.

   Hoy, sobre el antiguo baluarte árabe, unión de poderío y belleza, estelas de vapor de aviones de chorro rasgan el claro cielo azul. Y, no obstante, de algún modo, nada de esto importa cuando uno se encuentra en la Alhambra y recuerda las palabras del diplomático y poeta mexicano Francisco A. de Icaza: “De todas las miserias de la vida, la peor es ser ciego en Granada”.

PAGANINI / Ignacio SANJUÁN

EL VIOLÍN es junto al piano, el instrumento que domina el mundo concertístico. Un virtuoso descubrirá en él posibilidades insospechadas: Paganini / Ignacio SANJUAN
PAGANINI
Los testimonio críticos de la época nos acercan a la percepción que existía del virtuoso italiano. Una crítica del año 1813, durante sus conciertos de presentación en Alemania, nos muestra una valoración muy positiva pero centrando su atención en los elementos técnicos:
   “Su forma de tocar es simplemente increíble. Tiene pasajes rapidísimos y muy especiales, caracterizados por grandes saltos, y notas dobles que nunca se han escuchado de manos de ningún otro violinista. Ejecuta los pasajes más difíciles a dos, tres y cuatro voces utilizando una genial digitación, única a mi parecer. Es capaz de imitar la sonoridad de los instrumentos de viento y presenta la escala cromática en registros muy agudos, justo al lado del puente, con una sonoridad tan nítida que es prácticamente imposible de creer. Deja sorprendidos a sus oyentes con los pasajes de máxima dificultad tocados en una sola cuerda y, como si se tratara de una broma, puntea un bajo acompañante en otra cuerda”.
   Años más tarde, en una serie de conciertos en Londres, la crítica se ha rendido ya al hechizo del violinista:
   “Este ha sido el más espectacular de todos los acontecimientos musicales; el más increíble, maravilloso, triunfante, inaudito, singular, extraordinario e incomprensible, tanto que nos ha dejado estupefactos. La primera pieza, resplandeciente de atractivas melodías que descubrían pasajes de originalidad centelleante, de esa audacia extrema de la cual sólo Paganini posee el secreto, ya que es el único capaz de tocarlas, fue obsequiada con un aplauso clamoroso… Venda usted lo que sea, empeñe cualquier cosa y vaya a escuchar a Paganini.”
    Uno de los problemas que tenemos al acercarnos  a la figura de Paganini es su conversión –durante su vida- en un mito, es decir, una figura a la que se adorna, se enriquece con elementos de leyenda, se transforma su persona y su música, hasta llegar a formar lo que podemos denominar el Paganini-mito, imposible para nosotros de separar del Paganini-realidad.
   El romanticismo encontró el héroe –o antihéroe- que el hecho de virtuosismo necesitaba. Un artista que dominase de tal manera su instrumento que no pareciera real, un nuevo Orfeo. Pero si en el XVIII encantaba el Mozart inocente, niño prodigio, en este XIX de romanticismo exaltado, músicos enfermos y desesperados (como en los cuentos de Hoffman) la imagen de un Paganini oscuro, con secretos, prisiones, amores o pactos con el diablo pronto condicionó la percepción de su música. Un fragmento de su biografía servirá de ejemplo. Una especialidad de Paganini era la interpretación en una única cuerda. El origen de esta técnica lo narra el mismo, en una historia bastante romántica de por sí. La idea nació improvisando para su amante la obra Scena amorosa, en la que se utilizaban dos cuerdas: mi y sol, “la cuarta cuerda representaba el hombre, y la cuerda aguda la mujer”. La princesa Elise, la hermana de Napoleón, le sugirió que si era capaz de hacer lo imposible con dos cuerdas, ¿sería una suficiente? Continúa Paganini: “Esta idea intrigó mi imaginación, y alguna semanas más tarde compuse una sonata titulada Napoleón para la cuarta cuerda, y la toqué ante una corte abarrotada y brillante. Mi predilección por la cuerda sol data de entonces”.
   La historia es ciertamente del gusto del siglo XIX: una amante, improvisación, desafíos técnicos, triunfo final… Pero la versión que el público aceptaba era otra: condenado por asesinar a una de sus amantes, el carcelero, temiendo que pudiera ahorcarse, le permitió tocar el violín, pero le proporcionó tan sólo una cuerda…
   No hay duda de que esta precepción condicionaba la escucha: Liszt en su juventud, tras escuchar a Paganini escribía en una carta: ¡Qué hombre, qué violín qué artista! ¡Oh Dios, qué dolor y sufrimiento, qué tormento en aquellas cuatro cuerdas!”
   Existían voces –como Goethe- que criticaban al virtuoso, juzgando vacías sus composiciones. Pero –y esto es significativo- son los compositores los que más admiran a Paganini: Chopin, Liszt, Schumann, Brahms… todos escriben obras que tienen su origen en las composiciones y el virtuosismo del violinista. Rossini afirmó, con su sentido del humor : “Sólo he llorado tres veces en mi vida: la primera cuando fracasó mi primera ópera; la segunda, cuando, en una fiesta en un barco, un pavo trufado cayó al agua; la tercera, cuando escuché tocar a Paganini por primera vez”. Descubrió a los compositores que el instrumento –cualquier instrumento- podía no tener fronteras físicas, prácticamente todo aquello que pensara el compositor podía hacerse. Había que trabajar… o hacer un pacto con el diablo.
   Así que el comentario sobre las obras del violinista italiano que han llegado hasta nosotros es inseparable de su condición de intérprete. Sus partituras se transformaban en su interpretación. Y encontramos aquí lo más importante: de otros virtuosos, la alabanza se queda en la técnica, en la admiración que despiertan en una audiencia atónita, como en un espectáculo circense. Paganini va en otra dirección: su virtuosismo busca la conmoción sentimental del oyente, ese “llorar” de Rossini, el terror de Liszt, el escuchar –incluso ver- el sufrimiento… Es un virtuoso plenamente romántico, que busca la comunión de sentimientos con el oyente; virtuosismo para hacer sentir (como en el teatro), no para admirar (como en el circo). No se trata de que toque con una cuerda: sino que la gente llore cuando toca con una cuerda. Un escritor de la época lo percibía con claridad: “No es sólo la perfección técnica, la cual le asegura su mágico dominio el instrumento; es más bien que posee un espíritu artístico que penetra en los más profundos secretos de la belleza y abre la puerta de un romántico reino encantado que estaba cerrado para nosotros”.
   Los seis conciertos para violín y orquesta de Paganini han de ser escuchados teniendo esto presente: son conciertos brillantes, con una forma clásica, pero buscan el acercamiento a la sensibilidad del oyente, despertar en él sentimientos: terror, sorpresa, dolor… de una manera quizás, para nuestra estética, algo exagerada, efectista o “teatral”. Pero todos los grandes músicos del siglo XIX cayeron bajo el hechizo de Paganini, ¿seremos nosotros capaces de rechazarlo?

AUDIOCLÁSICA  Nº 24

"VERSOS POR ESPIGAR" : JAÉN DE MIS RECUERDOS / Javier CALDERÓN ÁVILA

JAÉN DE MIS RECUERDOS (20-diciembre-12)                                   

JAÉN, lúcida fuente y arrebol de emociones,
estrella delirante de evocaciones placenteras,
albergas amorosamente a propios y extraños
prodigando fibras de calor energizante.

Zona estratégica de ecología y medio ambiente,
la riqueza de tu tierra es tesoro prometido,
la prosperidad y modernidad es tu destino,
perla encantada sumergida en un verde mar.

La flora se asemeja a una verdadera jungla
refugio misterioso, indomable y natural,
tus palmeras columnares apuntan hacia el cielo
demostrando la grandeza potencial del pueblo.

El café, el arroz y el tabaco son plantas primigenias,
el cacao, el sapote y el cocotero suplen la economía,
el cedro, el tornillo y el pino Oregón son industriales,
los árboles frutales complementan el sustento diario.

La fauna diversificada silvestre y clasificada,
animales que habitan en una zona de expansión,
caracterizando los trinos y gorjeos al amanecer el día,
alboradas pintorescas propias del hábitat salvaje.

El gato montés, zorros y venados viven libremente,
sapos, camaleones y una gran variedad de culebras,
mariposas, hormigas, arañas y una variedad de insectos
conforman en conjunto un safari muy complejo.

Su gente es austera, sociable y muy pacífica,
entusiasta, dinámica y predispuesta al trabajo;
el folklore, usos y costumbres son de tinte regional;
El Señor de Huamantanga guía y protege a sus fieles.

Recuerdos memorables habitan en la mente,
vaivenes y trajines de ida y vuelta en sus calles,
esquivando las intensas lluvias invernales
         y los rayos sofocantes del furor del sol.


ACTUALIDAD DEL ESPÍRITU DE SAN FRANCISCO / Leonardo BOFF

                                                                   DEBIDO A que el actual Papa ha elegido el nombre de Francisco, mucha gente ha vuelto a interesarse por esta figura singular, tal vez una de las más luminosas que el cristianismo y el propio Occidente ha producido : Francisco de Asís. Algunos lo llaman el "último cristiano" o "el primero después del Único", es decir, de Jesucristo.
Seguramente podemos decir que cuando el cardenal Bergoglio eligió este nombre quería indicar un proyecto de Iglesia en la línea del espíritu de san Francisco. Este era el opuesto al proyecto de la Iglesia  de su tiempo, que se expresaba por el poder temporal sobre casi toda Europa hasta Rusia, por inmensas catedrales, suntuosos palacios y grandiosas abadías. San Francisco optó por vivir el evangelio puro, literalmente, en la pobreza más extrema, con una sencillez casi ingenua, con una humildad que lo situaba junto a la Tierra, al mismo nivel de los más despreciados de la sociedad, viviendo entre los leprosos y comiendo con ellos en la misma escudilla. Nunca criticó al Papa o a Roma. Simplemente no siguió su ejemplo. Para aquel tipo de Iglesia y de sociedad confiesa explícitamente : "Yo quiero ser un novellus pazzus, un nuevo loco": loco por Cristo pobre y por la señora dama pobreza"  como expresión de total libertad : nada ser, nada tener, nada poder,nada pretender. Se le atribuye esta frase : "deseo poco, y lo poco que deseo lo deseo poco". En realidad no era nada. Se despojó de cualquier título. Se consideraba "estúpido, mezquino, miserable y vil".

Este camino espiritual fue vivido a duras penas, ya que cuantos más seguidores acudían, más se oponían a él, reclamando conventos, normas y estudios. Resistió como le fue posible, y al final tuvo que rendirse a la mediocridad y la lógica de las instituciones que presuponen reglas, orden y poder. Pero no renunció a su sueño. Frustrado, volvió a servir a los leprosos, dejando que su movimiento, contra su voluntad, fuese transformado en la Orden de los Frailes Menores.

La humildad ilimitada y la pobreza radical le permitieron una experiencia que viene al encuentro de nuestras preguntas : ¿es posible recuperar la atención y el respeto por la naturaleza? ¿Es posible una hermandad universal que incluya a todos, como él lo hizo : el sultán de Egipto que encontró en la cruzada, la banda de asaltantes, el feroz lobo de Gubbio y hasta la muerte?

Francisco mostró que esta posibilidad es realizable a través de una práctica vivida con sencillez y pasión. Al no poseer nada, mantuvo una interacción directa de convivencia y no de posesión, con cada ser de la creación. Al ser radicalmente humilde se situaba en la misma tierra (humus=humildad) y al pie de cada criatura, que consideraba su hermana. Se sintió hermano del agua, del fuego, de la alondra, de la nube, del sol y de cada persona que encontraba. Inauguró una fraternidad sin fronteras : hacia abajo con los últimos, hacia los lados con sus semejantes, independientemente de si eran papas o siervos, hacia arriba, con el sol, la luna y las estrellas. Todos son hermanos y hermanas, hijos del mismo Padre de bondad.

La pobreza y la humildad así practicadas no tienen nada de santurronería. Suponen algo previo : el respeto sin restricciones a cada ser. Llenos de devoción, quita a la lombriz del camino para que no sea pisoteada, sujeta una rama rota para que se recupere, en invierno alimenta a las abejas que revoloteaban perdidas. Se colocó en medio de las criaturas con profunda humildad, sintiéndose su hermano. Confraternizó con la "hermana y Madre Tierra". No negó el humus original y las raíces oscuras de donde venimos todos. Al renunciar a cualquier posesión de bienes, rechazando todo lo que podría ponerle por encima de otras personas y de las cosas, y poseerlas, se convirtió en hermano universal. Iba al encuentro de los otros con las manos vacías y el corazón puro, ofreciéndoles sólo cortesía, amistad, amor desinteresado, lleno de confianza y ternura.

La fraternidad universal surge cuando nos ponemos con gran humildad en el seno de la creación, respetando a cada ser y todas las formas de vida. Esta hermandad cósmica, fundada en el respeto ilimitado, es el requisito previo necesario para la fraternidad humana. Sin este respeto y esta fraternidad, difícilmente la Declaración de los Derechos Humanos será eficaz. Habrá siempre violaciones por razones étnicas, de género, de religión y otras.

Esta postura de fraternidad cósmica, asumida seriamente, puede animar nuestra preocupación ecológica de salvaguardia de cada especie, de cada animal y de cada planta, pues son nuestros hermanos y hermanas. Sin fraternidad real nunca llegaremos a formar la familia humana que habita la "hermana y Madre Tierra" con respeto y cuidado. Esta fraternidad demanda una inquebrantable paciencia, pero también contiene una gran promesa: es alcanzable. No estamos condenados a liberar a la bestia que habita en nosotros y que tomó forma en Videla, Pinochet, Fleury y otros cobardes torturadores.

Ojalá el Papa Francisco de Roma en su práctica de pastor local y universal haga honor al nombre de Francisco y muestre la actualidad de los valores vividos por el fratello de Asís.

-Leonardo BOFF/ 6-junio-13