viernes, 29 de noviembre de 2013

EL VIAJE MÁS LARGO: RUMBO A NUESTRO PROPIO CORAZÓN / Leonardo BOFF


El gran conocedor de los meandros de la psique humana C.G. Jung observaba: el viaje rumbo a nuestro propio centro, al corazón, puede ser más largo y peligroso que el viaje a la Luna. En el interior humano habitan ángeles y demonios, tendencias que pueden llevar a la locura y a la muerte, y energías que conducen al éxtasis y a la comunión con el Todo.

Entre los pensadores de la condición humana hay una pregunta nunca resuelta: ¿cuál es la estructura de base del ser humano? Muchas son las escuelas de intérpretes pero no viene al caso enumerarlas ahora.

Yendo directamente al asunto diría que no es la razón, como se afirma comúnmente. La razón no irrumpe; no es lo primero que irrumpe. Ella remite a dimensiones más primitivas de nuestra realidad humana de las que se alimenta y que la permeabilizan en todas sus expresiones. La razón pura kantiana es una ilusión. La razón viene siempre impregnada de emoción, de pasión y de interés. Conocer es siempre entrar en comunión interesada y afectiva con el objeto del conocimiento.

Más que ideas y visiones de mundo, son pasiones, sentimientos fuertes, experiencias germinales las que nos mueven y nos ponen en marcha. Nos levantan, nos hacen arrostrar peligros y hasta arriesgar la propia vida.
Lo primero parece ser la inteligencia cordial, sensible y emocional. Sus bases biológicas son las más ancestrales, ligadas al surgimiento de la vida, hace 3,8 mil millones de años, cuando las primeras bacterias irrumpieron en el escenario de la evolución y comenzaron a dialogar químicamente con el medio para poder sobrevivir. Este proceso se profundizó a partir del momento en que surgió, hace millones de años, el cerebro límbico de los mamíferos, cerebro portador de cuidado, de ternura, de cariño y amor por la cría, gestada en el seno de esta nueva especie de animales, a la cual también pertenecemos nosotros los humanos. En nosotros ha llegado a la fase autoconsciente e inteligente. Todos nosotros estamos vinculados a esta tradición primera.

El pensamiento occidental, logocéntrico y antropocéntrico, puso el afecto bajo sospecha, con el pretexto de que perjudicaba la objetividad del conocimiento. Hubo un exceso, el racionalismo, que llegó a producir en algunos sectores de la cultura, una especie de lobotomía, es decir, una completa insensibilidad frente al sufrimiento humano, el de los demás seres y el de la Madre Tierra. El Papa Francisco en Lampedusa delante de los inmigrantes africanos criticó la globalización de la insensibilidad, incapaz de compadecerse y llorar.

Pero se puede decir que a partir del romanticismo europeo (con Herder, Goethe y otros) se empezó a recuperar la inteligencia sensible. El romanticismo es más que una escuela literaria; es una manera de sentir el mundo, nuestra pertenencia a la naturaleza y la integración de los seres humanos en la gran cadena de la vida (Löwy y Sayre, Rebelión y melancolía, Vozes, 28-50).

Modernamente el afecto, el sentimiento y la pasión (pathos) han ido adquiriendo centralidad. Este paso es hoy imperativo, pues solamente con la razón ( logos) no podemos hacer frente a las graves crisis por las que pasan la vida, la humanidad y la Tierra. La razón intelectual necesita unirse a la inteligencia emocional sin la cual no construiremos una realidad social integrada y de rostro humano. No se llega al corazón del corazón sin pasar por el afecto y el amor.

Entre otros muchos datos importantes, cabe resaltar sin embargo uno, por su relevancia y por la gran tradición de la que goza: es la estructura del deseo que marca la psique humana. Partiendo de Aristóteles, pasando por san Agustín y por los medievales como san Buenaventura (llama a san Francisco vir desideriorum, hombre de deseos), por Schleiermacher y MaxScheler en los tiempos modernos, y culminando con Sigmund Freud, Ernst Bloch y René Girard en tiempos más recientes, todos afirman la centralidad de la estructura del deseo.

El deseo no es un impulso cualquiera. Es un motor que dinamiza y pone en marcha toda la vida psíquica. Funciona como un principio, tan bien traducido por el filósofo Ernst Bloch como principio esperanza. Por su naturaleza, el deseo es infinito y confiere carácter infinito al proyecto humano.

El deseo hace dramática y, a veces, trágica la existencia. Cuando se realiza, da una felicidad sin igual. Pero por otro lado, produce una grave desilusión cuando el ser humano identifica una realidad finita como el objeto infinito deseado. Puede ser la persona amada, una profesión siempre deseada, una propiedad, un viaje por el mundo o una nueva marca de teléfono móvil.

No pasa mucho tiempo y aquellas realidades deseadas le parecen ilusorias y solamente hacen aumentar el vacío interior, tan grande como el tamaño Dios. ¿Cómo salir de este impasse tratando de equilibrar lo infinito del deseo con lo finito de toda realidad? ¿Vagar de un objeto a otro, sin nunca encontrar reposo? El ser humano tiene que plantearse seriamente esta pregunta: ¿Cuál el verdadero y oscuro objeto de su deseo? Me atrevo a responder: es el Ser y no el ente, el Todo y no la parte, es el Infinito y no lo finito.

Después de mucho peregrinar, el ser humano es llevado a pasar por la experiencia del cor inquietum de san Agustín, incansable hombre de deseo e infatigable peregrino del Infinito. En su autobiografía, Las Confesiones, declara con conmovedor sentimiento:
Tarde te amé, oh Belleza siempre antigua y siempre nueva. Tarde te amé. Tú me tocaste y yo ardo en deseo de tu paz. Mi corazón inquieto no descansará hasta reposar en Ti (libro X, n.27).

Aquí tenemos descrita la trayectoria del deseo que busca y encuentra su oscuro objeto siempre deseado, en el sueño y en la vigilia. Sólo el Infinito se adecúa al deseo infinito del ser humano. Sólo entonces termina el viaje rumbo al corazón y comienza el sábado del descanso humano y divino.

-Leonardo BOFF / 29-noviembre-13

domingo, 24 de noviembre de 2013

¿SEREMOS UNA CÉLULA CANCERÍGENA A SER EXTIRPADA? / Leonardo BOFF


Hay negacionistas de la Shoah (eliminación de millones de judíos en los campos nazis de exterminio) y hay negacionistas de los cambios climáticos de la Tierra. Los primeros reciben el desprecio de toda la humanidad; los segundos, que hasta hace poco sonreían cínicamente, ahora ven día a día que sus convicciones están siendo refutadas por hechos innegables. Sólo se mantienen coaccionando a algunos científicos para que no digan todo lo que saben, como ha sido denunciado por diferentes y serios medios alternativos de comunicación. Es la razón enloquecida que busca la acumulación de riqueza sin ninguna otra consideración.

En tiempos recientes hemos conocido eventos extremos de la mayor gravedad: los huracanes Katrina y Sandy en Estados Unidos, tifones terribles en Paquistán y Bangladesh, el tsunami del Sudeste de Asia, el tifón de Japón que dañó peligrosamente las centrales nucleares de Fukushima y hace pocos días el avasallador tifón Haiyan en Filipinas que ha dejado miles de víctimas.

Hoy se sabe que la temperatura del Pacífico tropical, de donde nacen los principales tifones, estaba normalmente por debajo de los 19,2°C. Las aguas marítimas se han ido calentando hasta el punto de quedar hacia el año 1976 en 25°C y a partir de 1997/1998 alcanzaron los 30°C. Tal hecho produce gran evaporación de agua. Los eventos extremos ocurren a partir de los 26°C. Con el calentamiento, los tifones aparecen con más frecuencia y con vientos de mayor velocidad. En 1951 eran de 240 km/h; en 1960-1980 subieron a 275 km/h; en 2006 llegaron a 306 km/h y en 2013 a los terroríficos 380 km/h.

En los últimos meses cuatro informes oficiales de organismos ligados a la ONU lanzaron una vehemente alerta sobre las graves consecuencias del creciente calentamiento global. Está comprobado, con un 90% de seguridad, que es provocado por la actividad irresponsable de los seres humanos y de los países industrializados.

Lo confirmó en septiembre el IPPC (Panel Intergubernamental para el Cambio Climático) que articula a más de mil científicos; lo mismo ha hecho el Programa del Medio Ambiente de la ONU (PNUMA); enseguida el Informe Internacional del Estado de los Océanos denunció el aumento de la acidez, que por eso absorbe menos C02; finalmente el 13 de noviembre en Ginebra la Organización Meteorológica Mundial. Todos son unánimes en afirmar que no estamos yendo hacia el calentamiento global, sino que estamos ya dentro de él. Si en los inicios de la revolución industrial la concentración de CO2 era de 280 ppm (partes por millón), en 1990 se elevó a 350 ppm y hoy ha llegado a 450 ppm. En este año se ha dado la noticia de que en algunas partes del planeta ya se rompió la barrera de los 2°C, lo que puede acarrear daños irreversibles para los demás seres vivos.

Hace pocas semanas, a la Secretaria Ejecutiva de la Convención de la ONU sobre el Cambio Climático, Christiana Figueres, en plena entrevista colectiva se le saltaron las lágrimas al denunciar que los países no hacen casi nada para la adaptación y la mitigación del calentamiento global. Yeb Sano de Filipinas, en la 19ª Cumbre del Clima de Varsovia realizada del 11 al 22 de noviembre, lloró ante los representantes de 190 países contando el horror del tifón que había devastado su país, alcanzando a su misma familia. La mayoría no pudo contener las lágrimas. Pero para muchos eran lágrimas de cocodrilo. Los representantes ya traen en su cartera las instrucciones preparadas previamente por sus gobiernos, y los grandes dificultan de muchas maneras cualquier consenso. Allí están también los dueños del poder en el mundo, dueños de las minas de carbón, muchos accionistas de petroleras o de siderurgias movidas por carbón, de industrias de montaje y otros. Todos quieren que las cosas sigan como están. Es lo peor que nos puede pasar, porque entonces el camino hacia el abismo se vuelve más directo y fatal. ¿Por qué esa irracional oposición?
Vayamos directos a la cuestión central: este caos ecológico se lo debemos a nuestro modo de producción que devasta la naturaleza y alimenta la cultura del consumismo ilimitado. O cambiamos nuestro paradigma de relación con la Tierra y con los bienes y servicios naturales o vamos irrefrenablemente al encuentro de lo peor. El paradigma vigente se rige por esta lógica: ¿cuánto puedo ganar con la menor inversión posible en el más corto lapso de tiempo con innovación tecnológica y con mayor potencia competitiva? La producción está dirigida al puro y simple consumo que genera acumulación, siendo esta el objetivo principal. La devastación de la naturaleza y el empobrecimiento de los ecosistemas ahí implicados son meras externalidades (no entran en la contabilidad empresarial). Como la economía neoliberal se rige estrictamente por la competición y no por la cooperación, se establece una guerra de mercados, de todos contra todos. Quien paga la cuenta son los seres humanos (injusticia social) y la naturaleza (injusticia ecológica).

Ocurre que la Tierra no aguanta más este tipo de guerra total contra ella. Necesita un año y medio para reponer lo que le arrancamos en un año. El calentamiento global es la fiebre que denuncia que está enferma, gravemente enferma.


O comenzamos a sentirnos parte de la naturaleza y entonces la respetamos como a nosotros mismos, o pasamos del paradigma de la conquista y de la dominación al del cuidado y de la convivencia y producimos respetando los ritmos naturales y dentro de los límites de cada ecosistema, o si no preparémonos para las amargas lecciones que la Madre Tierra nos dará. Y no se excluye la posibilidad de que ella no nos acepte más y se libere de nosotros como nos liberamos de una célula cancerígena. Ella puede continuar, cubierta de cadáveres, pero sin nosotros. Que Dios no permita semejante trágico destino. 

Leonardo BOFF / 25-noviembre-13 

viernes, 22 de noviembre de 2013

DUKE ELLINGTON "MAESTRO DE MAESTROS"/ AUDIOCLÁSICA

Uno de los creadores más emblemáticos de toda la historia del Jazz es Duke Ellington. Estudió piano, composición y dirección de orquesta, pero su verdadero instrumento fue la Big Band. Como buen dibujante que era, aplicaba su “paleta sonora” componiendo especialmente para cada músico, llegando incluso a realizar los arreglos necesarios para adaptar la partitura en el caso de que un nuevo miembro entrara en la formación; de esta forma, todas sus composiciones son realmente únicas.

   Edward Kennedy Ellington, conocido como “Duke” (Duque) desde muy joven por su elegancia, nació en Washington el 29 de Abril de 1899 en una familia acomodada. En 1906 inició paralelamente sus estudios de piano y de decoración y dibujo en las mejores escuelas de Washington, pero, poco a poco, se dedicaría defintivamente a la música. Desde 1916 forma varios grupos sin demasiada trascendencia, hasta que, en 1925, crea su grupo propio: “The Washingtonians”. Atraido por la ciudad de los rascacielos, inicia una gira por todos los clubs y cafés de Nueva York, hasta consegjuir un contrato para cuatro años en el famoso “Cotton Club”. Durante esta época la orquesta de Ellington contó con los mejores músicos del momento : los saxofonistas Johnny Hodges, Harry Carney y Otto Hardwick, los trompetistas Cootie Williams y Rex Stewart, los trombonistas Lawrence Brown y Juan Tizol, el contrabajista Billy Taylor y el batería Sonny Greer, muchos de los cuales estuvieron con él más de diez años.                                                           

   En 1940 Billy Strayhorn, un joven pianista, compositor y arreglista, se convertiría en su brazo derecho. Inicialmente ocupó el puesto de segundo piano en la big-band, pero la unión con Ellington llegó a ser tan fuerte que se mantendría durante los siguientes veinticinco años, dejando para siempre el tema característico de la orquesta: “Take the A train”.                                  

   La continuidad de la banda fue total; durante los años 30-40 crearon un estilo sorprendente conocido como sonido “Jungle” y caracterizada por la utilización de vientos agresivos, percusión y sordinas “Wa-Wa”, fácilmente reconocible en los temas “Caravan” y “Ko-Ko”.                                             

   A principios de los años cincuenta sufrió un bajón; la carrera en solitario de alguno de sus componentes, como Johnny Hodges, pareció ser un golpe importante, parecía que nada era igual… Pero la vuelta de Hodges en 1955 y el concierto en el Festival de Jazz de Newport en 1956 con la magisterial actuación del saxofonista tenor Paul Gonsalves, marcaría definitivamente el éxito.

   A lo largo de los años sesenta la música de Ellington no tenía fronteras, las giras mundiales, los innumerable premios…, consiguiendo el reconocimiento internacional para siempre. En sus últimos años colaboró con grandes músicos, como Ella Fitzgerald, Count Basie, Charlie Mingus o John Coltrane. Finalmente muere de cáncer en 1974.                                                         

   Miles Davis le mandó un mensaje de admiración: “Todos los músicos deberíamos reunirnos un día, ponernos de rodillas ante ti y darte gracias”.      

AUDIOCLÁSICA ( Noviembre 1996)                                                             

ÚLTIMA VOLUNTAD Y TESTAMENTO DE UN PERRO SUMAMENTE DISTINGUIDO / Eugene O' NEILL

Aun antes de que falleciera, en 1953, ya se había consolidado la reputación de E. O’Neill como el Shakespeare norteamericano. Dramaturgo laureado con el Premio Nobel, la producción de O’Neill fue formidable: más de 30 obras de teatro, que en su mayoría comunican una imagen profunda de lo que es la lucha, a menudo heroica, generalmente inútil, del hombre contra el hado. Por eso el “testamento”… constituye una rareza entre los documentos de O’Neill, pues es sentimental, inclusive travieso. Fue redactado con ánimo de consolar a su esposa Carlotta, poco antes de que el perro muriera de vejez, en diciembre de 1940.

OYO, SILVERDENE EMBLEM O’NEILL (llamado por mis parientes, amigos y conocidos, “Blemie”), dada la carga de años y de achaques que pesa sobre mí, y comprendiendo que el fin de mis días se aproxima, por estas líneas sepulto mi última voluntad y testamento en el ánimo de mi amo. Él no sabrá que está allí hasta cuando yo me haya ido. Pero luego, al pensar en mí en su soledad, tendrá de pronto la revelación de este testamento, y yo le pido que lo escriba como monumento a mi memoria.

   TENGO pocos bienes materiales que dejar. Los perros son más sabios que los hombres. No se enamoran de las cosas. No malgastan el tiempo acumulando bienes. No pierden el sueño preguntándose cómo conservarán los objetos que poseen o cómo harán para obtener los que no tienen.. No tengo nada de valor que legar, excepto mi amor y mi fe. Los dejo a todos aquellos que me han querido, a mi amo y ama, que bien sé habrán  de ser quienes más me lloren; a Freeman, que ha sido tan bueno conmigo; a Cyn, Roy, Willie y Naomi, y a… pero si me pusiera a enumerar a todos los que han dado su cariño obligaría a mi amo a escribir un libro. Quizá sea vanidad de mi parte jactarme así cuando me encuentro a las puertas de la muerte, que convierte a todas las bestias y vanidades en polvo, pero sé que siempre he sido un perro extremadamente digno de ser amado.

   Pero a mis amos que me tengan siempre presente en su memoria, pero que no penen demasiado por mí. En vida me he esforzado por ser para ellos un consuelo en los momentos de tristeza, y un motivo de mayor alegría en su felicidad. Me duele pensar que incluso en la muerte pueda yo causarles pena. Recuerden que si bien es cierto que ningún perro ha tenido una vida más feliz que yo (y esto lo debo a su amor y sus cuidados), ahora que estoy ciego, sordo y cojo, y que incluso el olfato me falla de tal manera que un conejo podría pasarme por las narices sin que yo me diera cuenta, mi orgullo ha degenerado en enfermiza y aturdida humillación. Siento que la vida hace burla de mí por haber abusado de su hospitalidad. Es hora de decir adiós, antes de que mis achaques me convierta en una carga para mí mismo y para quienes me aman. Será un pesar dejarles, pero no será un pesar morir. Los perros, a diferencia de los hombres, no temen a la muerte. La aceptamos como parte de la vida, no la vemos como algo ajeno y terrible que destruye la vida. ¿Quién sabe nada sobre lo que nos espera después de la muerte? Quisiera compartir con mis hermanos los dálmatas, que son devotos musulmanes, la creencia de que hay un paraíso donde uno es siempre joven y tiene siempre la vejiga henchida; donde retoza todo el día con una amorosa multitud de huríes, de piel deliciosamente moteada; donde los conejos, que corren más aprisa pero no demasiado (como las huríes), son tan abundantes como las arenas del desierto; donde toda dichosa hora que pasa es hora de comer; donde en las largas veladas encontramos un millón de chimeneas con troncos perpetuamente encendidos, y uno se enrosca y parpadea mirando el fuego, y cabecea y sueña recordando aquellos hermosos días pasados en la Tierra, y el amor de sus dueños.

   CREO que esto es demasiado esperar, incluso para un perro como yo. Pero por lo menos tengo la certeza de hallar la paz. Paz y reposo para el viejo corazón, para la cabeza y los miembros, y un sueño eterno en la tierra que he amado tanto. Quizá después de todo, esto sea mejor.

   Quiero hacer ardientemente una última petición. He oído a mi ama decir: “Cuando Blemie muera no volveremos a tener otro perro. Lo quiero tanto que no podré querer a otro”. Yo quisiera pedirle, por amor a mí, que tenga otro. Que no tuviera otro perro sería triste homenaje a mi recuerdo. Lo que yo quisiera es sentir que, por lo mismo que me tuvo en la familia, ahora ya no puedo vivir sin un perro. Nunca fui celoso ni mezquino. Siempre he dicho que casi todos los perros son buenos (como lo es también un gato, el negro a quien permití que compartiera conmigo el tapete de la sala en las noches, y cuyo afecto he tolerado bondadosamente, al punto de corresponderle un poquito en los raros momentos en que me ganaba el sentimentalismo). Por supuesto, algunos perros son mejores que otros. Naturalmente, como es bien sabido, los dálmatas son los mejores.

   Por tanto, recomiendo un dálmata como mi sucesor. Difícilmente será tan fino, tan distinguido ni tan hermoso como lo fui yo en mis mejores años. Mis amos no deben pedir imposibles. Pero mi sucesor hará cuanto esté de su parte, de eso estoy seguro, e incluso sus inevitables defectos contribuirán, por comparación, a perpetuar mi recuerdo. A él le dejo mi collar y correa, así como mi abrigo y mi impermeable, hechos a la medida por Hermes, en París. Jamás podrá llevarlos con la misma distinción que yo, al pasear por la Place Vendome, o a lo largo de Park Avenue, donde me seguían todas las miradas con admiración; pero también en este caso estoy seguro de que quien me suceda hará cuanto pueda para no parecer un vulgar provinciano. Es posible que aquí en la quinta se muestre digno de ser comparado conmigo en algunos aspectos.


   UNA ÚLTIMA palabra de adiós, idolatrados amos. Cuando visitéis mi tumba, decíos a vosotros mismos, con tristeza pero también con satisfacción, recordando mi dichosa existencia a vuestro lado: “Aquí yace una criatura que nos amó y a quien amamos”. Por profundo que sea mi sueño yo os escucharé, y ni aun toda la potencia de la muerte podrá impedir que mi espíritu menee la cola, agradecido.

LA TIERRA QUE MÁS AMO / Willan Valdemar CASTILLO BRICEÑO

 La tierra que más amo
es un lugarcito
allí arriba, a más de 3 300 msnm.
en la cima.
La tierra que más amo
es un pedacito cálido
de tierra, y un cielo infinito
donde se siembra
miles de sueños
y se cosechan alforjas llenas.

La tierra que más amo,
la amo como a mí mismo.
Es un lugar florido. Bellísimo.
La tierra que más amo,
es San Salvador, San Francisco…
y cada poblador
que es un santo.

La tierra que más amo
es la que vio
mi desnudez por completo,
y no me avergüenzo.
La tierra que más amo
es un lugar curvado,
aplanado por las pisadas
de don Octavio,
por los arados y las trillas
de don Amado;
por las enseñanzas
de don Nilo.
A esa tierra, también
lo ama el citadino,
también lo ama Dios,
desde arriba.

La tierra que más amo,
¡Cómo la amo!...
Me duele amarla tanto
a lo lejos.
La estoy añorando.

La tierra que más amo,
dio buenos frutos:
agricultores, maestros,
poetas… hombres cultos,
regados  por todos lados,
amando por igual a esta tierra.

La tierra que más amo,
es esa.
Como esta tierra no hay…
Por eso habrás escuchado:
“COMO CHUGAY, NO HAY”.


 (Chugay, Sánchez Carrión.
 Antropología  social)

THEODORE ROOSVELT / Antenor ORREGO

Al morir Roosvelt, Estados Unidos pierde una de sus más poderosas y fuertes individualidades políticas. Era un hombre emersoniano, un tipo representativo de los valores espirituales de su pueblo, que influyó enormemente en el desenvolvimiento de su país. 

   Representaba  aquella fuerza pletórica, aquel vigor rebosante, aquella potencialidad vital de Yaquilandia que, en la embriaguez de los primeros triunfos, produce siempre en todas las colectividades cierta dirección expansiva hacia el exterior, atemperada, sin embargo, por la fuerte y consolidada tradición democrática que constituía la estructura íntima del pueblo americano. Theodore Roosvelt fue el hombre público que mejor y más íntegramente esta etapa en el proceso espiritual de Estados Unidos. De allí que se le haya acusado, no sin fundamento, de tender hacia un imperialismo americano. Se dio entonces a la doctrina de Monroe aquella interpretación expansionista que levantó tantos recelos en Europa y, sobre todo, en las jóvenes Repúblicas sudamericanas, temerosas del extraordinario poderío de la gran República del norte. De hecho, había un peligro de absorción, pero este era más bien el resultado de un natural despliegue biológico que de una política sistematizada, reflexiva, calculadamente organizada.

   Un pueblo creado en los hábitos de la libertad y de la tradición democrática, cuya vida internacional estaba incorporada íntegramente a la corriente universal de la historia y desastrosa, que a la larga debía enajenarle las simpatía del mundo y de América.
Por muy acentuada que fuera una individualidad en el gobierno, hubiera sido impotente para encauzar al espíritu liberal de la nación por un sendero que cohibía su amplia orientación humana.

   El expresidente Roosvelt fue el genuino representante de este breve momento en la memoria de Estados Unidos, de esta dirección que fue quizá necesaria para afianzar y depurar el espíritu democrático de la nación. Una tendencia genuina representativa de un ideal nacional y humano no llega a cristalizarse definitivamente, sino después de un largo y trabajoso proceso, en viva lucha, en encendido razonamiento con las otras tendencias antagónicas que quieren supeditarla. Tales son las leyes de la vida y de la historia.

   La última guerra dio ocasión para que se manifestara en todo su vigor y plenitud la esencia, liberal, y democrática, constitutiva de la fundamental estructura del pueblo americano. La actuación de una colectividad ante un acontecimiento histórico no es un hecho circunstancial, debido exclusivamente a la fortuita oportunidad del azar como aparentemente podría creerse. Es el resultado de una larga preparación espiritual; obedece a causas profundas, que obran de una manera necesaria y decisiva. El más nimio incidente puede provocar su revelación, sirviendo de pretexto el hecho, externo, pero la significación perdurable y viva permanece la misma, como resultado de un proceso continuo y creador.

   Es innegable que Roosvelt favoreció abiertamente la política de los grandes trusts, pero sería necio negar también que es entonces cuando Estados Unidos alcanza su máximo desarrollo industrial y económico, elementos preponderantes d su grandeza actual.

   Hombre poderosamente afirmativo, de una individualidad descollante y rectilínea, cuando llegó a Europa poniéndose en contacto con sociedades curiosas y reinadas; aureolada su persona con áureas leyendas de cazador de fieras en Sudáfrica; rodeada de anécdotas pintorescas y hazañas exóticas de cowboy, se puso de actualidad en París, y los grandes rotativos comentaban sus frases y sus gestos, y fiscalizaban su vida íntima para satisfacer la insaciable curiosidad de sus lectores. Fue el héroe del día en la Ciudad Luz, cuya curiosidad es tan difícil de suscitar, paseando su arrogancia de triunfador en los radiosos bulevares de la gran urbe. Su popularidad fue inmensa.


   Cuando se produjo la guerra europea, Roosvelt, gran estadista, libró desde el comienzo una activa campaña para inclinar la opinión americana del lado de los aliados. Comprendió el rol decisivo que debía jugar Estados Unidos en el conflicto.

LA IMPORTANCIA DE LA ESPIRITUALIDAD PARA LA SALUD / Leonardo BOFF

POR REGLA general todos los trabajadores de la salud han sido modelados por el paradigma científico de la modernidad que ha hecho una separación drástica entre cuerpo y mente y entre ser humano y naturaleza. Así se han creado muchas especialidades que tantos beneficios han traído para el diagnóstico de las enfermedades y también para las formas de curación.

   Reconocido estos méritos, no podemos sin embargo olvidar que se ha perdido la visión de totalidad: el ser humano dentro de una visión más amplia de la sociedad, de la naturaleza y de las energías cósmicas, la enfermedad como una fractura de esta totalidad, y la curación como la reintegración en ella.

   Hay en nosotros una dimensión que responde por el cultivo de esta totalidad, que vela por el eje Estructurador de nuestra vida: es la dimensión del espíritu. Espiritualidad viene de espíritu; es el cultivo de lo que es propio del espíritu, su capacidad de proyectar visiones unificadoras, de relacionar todo con todo, de conectar y reconectar todas las cosas entre sí y con la Fuente  Originaria de todo ser.

   Si el espíritu es relación y vida, su opuesto no es materia y cuerpo sino la muerte como ausencia de relación. En este sentido, espiritualidad es toda actitud y actividad que favorece la expansión de la vida, la relación consciente, la comunión abierta, la subjetividad profunda y la trascendencia como modo de ser, siempre dispuesto a nuevas experiencias y a nuevos conocimientos.

   Los neurobiólogos y estudiosos del cerebro han identificado la base biológica de la espiritualidad; se encuentra en el lóbulo frontal del cerebro. Descubrieron empíricamente que siempre que se captan los contextos más globales o se produce una experiencia significativa de totalidad o también cuando que se abordan de forma existencial (no como objeto de estudio) realidades últimas cargadas de sentido, y se producen actitudes de adoración, devoción y respeto, hay una aceleración de las vibraciones periódicas de las neuronas localizadas allí. A este fenómeno lo llamaron el «punto Dios» en el cerebro o la aparición de la «mente mística» (Zohar, SQ: Inteligencia Espiritual, 2004). Es como un órgano interior por el cual se capta la presencia de lo Inefable dentro de la realidad.

   Este hecho constituye un avance evolutivo del ser humano que, como ser humano-espíritu, percibe la Realidad Fontal sustentando todas las cosas. Se da cuenta de que sorprendentemente puede entablar un diálogo y buscar una comunión íntima con ella. Tal posibilidad lo dignifica, pues lo espiritualiza y lo conduce a un mayor grado de percepción del Enlace que conecta y reconecta todas las cosas. Se siente dentro de ese Todo.

   Este «punto Dios» se revela por valores intangibles como más compasión, más solidaridad, más sentido de respeto y dignidad. Despertar este «punto Dios», quitar las cenizas con las que una cultura excesivamente racionalista y materialista lo cubrió, es permitir que la espiritualidad aflore en la vida de las personas.

   A fin de cuentas espiritualidad no es pensar a Dios, sino sentir a Dios a través de ese órgano interior y experimentar su presencia y actuación desde el corazón. Lo percibimos como entusiasmo (en griego significa tener un dios dentro) que nos lleva y nos sana y nos da voluntad de vivir y de crear continuamente sentidos de existir.

   ¿Qué importancia prestamos a esta dimensión espiritual en el cuidado de la salud y de la enfermedad? La espiritualidad tiene una fuerza curativa propia. No es de ninguna manera algo mágico y esotérico. Se trata de potenciar las energías características de la dimensión espiritual, tan válida como la inteligencia, la libido, el poder, el afecto entre otras dimensiones de lo humano. Estas energías son altamente positivas como amar la vida, abrirse a los demás, establecer lazos de fraternidad y solidaridad, ser capaz de perdón, de misericordia y de indignación ante las injusticias de este mundo, como lo hace ejemplarmente el Papa Francisco.

Además de reconocer todo su valor a las terapias conocidas hay todavía un supplément d'âme como dirían los franceses, un complemento de lo que ya existe, que lo refuerza y enriquece con factores oriundos de otra fuente de curación. El modelo establecido de medicina no tiene, por supuesto, el monopolio del diagnóstico y la curación. Es aquí donde se abre camino la espiritualidad.
  
   La espiritualidad en primer lugar fortalece en la persona la confianza en las energías regenerativas de la vida, en la competencia del médico/a, en el cuidado diligente del enfermero/a. Sabemos por la psicología profunda y la transpersonal el valor terapéutico de la confianza en el curso normal de la vida. Confianza significa básicamente decir: la vida tiene sentido, vale la pena, tiene una energía interna que la autoalimenta, es preciosa. Esta confianza pertenece a una visión espiritual del mundo.

   Pertenece a la espiritualidad la convicción de que la realidad que captamos es más de lo que los análisis nos dicen. Podemos tener acceso a la misma por los sentidos interiores, por la intuición y por los caminos secretos de la razón cordial. Se puede ver que hay un orden subyacente al orden sensible, como sostenía siempre el gran físico cuántico, y premio Nobel, David Bohm, alumno predilecto de Einstein.

   Este orden subyacente responde de los órdenes visibles y siempre puede traernos sorpresas. A menudo los mismos médicos se sorprenden de la rapidez con que alguien se recupera o cómo situaciones consideradas normalmente como irreversibles, retroceden y acaban curando. En el fondo es creer que lo invisible e imponderable es parte de lo visible y previsible.

   Pertenece también al mundo espiritual, la esperanza inquebrantable de que la vida no termina con la muerte, sino que se transfigura a través de ella. Nuestros sueños de regresar a la vida normal desencadenan energías positivas que contribuyen a la regeneración de la vida enferma.

   Una fuerza mayor, sin embargo, es la fe de sentirse en la palma de la mano de Dios. Entregarse confiadamente a su voluntad, desear sinceramente la curación, pero también aceptar serenamente si nos llama a si: esto es la presencia de la energía espiritual. Nosotros no morimos, Dios viene a buscarnos y a llevarnos a donde pertenecemos desde siempre, a su casa a convivir con Él. Tales convicciones espirituales actúan como fuentes de agua viva, generadoras de curación y de potencia de vida. Es el fruto de la espiritualidad.

- Leonardo BOFF /22-noviembre-13      

lunes, 18 de noviembre de 2013

REGALO DE DIOS: DOMINGOS / Rubén DARÍO


Sol de domingo, sé bueno siempre para los niños, para los viejos.

Eres el que hace reír las casas y los árboles como con un brillo inusitado;
el que saca a los huérfanos de sus habitáculos, en largas filas, a ver la ciudad, a respirar la salud de los jardines y los campos.

Sé suave, de oro puro para ellos; y para las viudas tristes y para los niños pobres.

Sé propicio para los solitarios que piensan a orillas de los lagos, junto a los cisnes, en cosas melancólicas.

Tú eres el hermoso sol, el sol del día del Señor.

Tú estás guardado por el gran joyero que el Príncipe de las cosas tiene en su empíreo, y no sales sino una vez a la semana, cuando ella nace, a vivir su existencia de seis días, y para que salgas a lucir en el puro azul, el Padre sagrado te confía el orfebre más entendido de su reino de arriba; eso te limpia, te pule, te bruñe, como un escudo de oro, y te lanza al espacio a que resplandezcas, sol de domingo… sol de domingo.-


MENSAJE: Aprovechemos el descanso dominical para alimentar el espíritu con hechos felices.

CITAS CITABLES

UN ÉXTASIS no es algo que pueda expresarse con palabras; se siente como la música.
-Mar Twain


EL QUE no se ocupen de uno puede tomarse como un cumplido. Significa que hemos llegado a ser un elemento de consuelo y confianza en la vida de otra persona.
-Joyce Brothers, sicóloga estadounidense


SI PUEDE uno formularse la pregunta: “¿Soy o no responsable de mis actos?”, significa que sí lo es.
-Fedor Dostoievski

WALT WHITMAN / Antenor ORREGO

Cuando el poeta inicia su canto no hace sino articularla y darle prestancia estética grandiosa. Conmueve a toda la tierra y la poesía de Whitman se vierte a todas las lenguas, como un evangelio de salvación humana. Ningún hombre nació tan enamorado de la vida en su integral plenitud. Estremece  a las masas, a los niños, a los campesinos, a los obreros y a las inteligencias más agudas, cultivadas y sensibles de su siglo. Nietzsche se enfervoriza con la potencia vital de este verbo y, de él, hay un hábito inconfundible en la interlínea de Así habló Zaratustra. Es un alma unigénita, un corazón orbital que ama y anuncia un mundo. A su lado, todos los demás poetas de su tiempo parecen provinciales, domésticos, regionales. Es el poeta y la encarnación precursora más vívida de la unidad universal y de la conciencia cósmica que comienza a alumbrarse como alborada en el hombre contemporáneo. Es el escorzo viviente de muchos siglos. Escuchemos algunos de sus pensamientos que fulgen como irradiaciones de aurora y que nos acompañarán siempre. La antorcha de un mundo
            “Soy fuerte y sano
Por mí fluyen sin cesar todas la cosas del Universo”
                                             ***
“Sé que la órbita que describo no puede medirse
con el compás del carpintero,
que no desapareceré, como el círculo de fuego,
que traza un niño en la noche con un carbón encendido”.
                                   ***
“Venid, yo haré indisoluble el Continente
Yo haré la más espléndida raza bajo el sol”.
                                   ***
“Creo que una hoja de hierba es tan perfecta
como la jornada sideral de las estrellas”.
                                   ***
“Aquí voy,
transportando al niño en creciente que lleva entera
a su propia madre en las entrañas”.
                                   ***
“Yo lanzo las semillas de la repúblicas augustas”.
                                   ***
“Yo no tengo silla, ni iglesia, ni filosofía
yo no conduzco a los hombres
ni al casino
ni a la biblioteca
ni a la Bolsa…
Los llevo  hacia aquellas cumbres altas
mi mano izquierda te tomará por la cintura,
con la derecha te mostraré paisajes del Continente
y del camino abierto,
nadie, ni yo, ni nadie, puede andar este camino por ti
tú mismo has de recorrerlo”.
                                   ***
“No hay otro oficio o empleo que aquél que enseña
al mozo a ser héroe”.
                                   ***
“Y por blando que sea un objeto, puede ser un día el eje en
que descansa la rueda
del Universo”.
                                   ***
“…he dicho por ti y por mí,
que la muerte no existe,
que el mundo no es un caos
que es forma,
unidad…
plan… Vida Eterna… ¡Alegría!”.

(Hojas de hierba –Fragmentos del Canto a mí mismo)   (Orrego)

UNA MANCHA EN EL EXPEDIENTE DE VERDI / AUDIOCLÁSICA

Recordado por grandes éxitos en el campo de la ópera que todavía cautivan al público, Verdi es considerado el autor de éxito por antonomasia. Así las cosas, ¿podia equivocarse? ¿Fue Don Carlos un error de cálculo?

En conjunto, Verdi no hizo mal las cosas. Desde el mismo principio de su carrera tuvo un instinto especial para el escenario, e incluso su primera ópera, Oberto, es una pieza de éxito seguro, aunque se suele añadir que con toda su crudeza : algún espíritu sensible todavía se estremece ante los ritmos aplastantes y las estridentes melodías del Verdi de los primeros años, desconcertantes hasta para sus contemporaneos; era como si abandonase la gran tradición del bel canto por un sensacionalismo melodramático.

Ahora empezamos a redescubrir al primer Verdi, y cada vez se hace más patente que muchas de esas crudezas son los primeros indicios de una visión: la de que la gran tradición operativa que había heredado tenía que cambiar. La revolución de Verdi se llevó a cabo en varios frentes que él uniría bajo en encabezamiento  único de la verdad. Se acabó de que los personajes principales tuviesen que llegar al escenario con una doble aria (primero la sección lenta o cavatina y después la ardiente, rápida y sensacionalista cabaletta) ¿Por qué cuando tres o más personajes cantan a la vez tiene que interrumpirse la acción, con los actores alineados en la parte anterior del escenario (como verduras en un puesto de mercado, dijo Rossini) cantando todos la misma música? ¿Por qué tenía que limitarse la ópera a los colores primarios cuando se trataba de describir las emociones humanas? Cuando se enfrentaba con preguntas como estas, a Verdi le gustaba responder: pregúntaselo a Papá” (Papá” era Shakespeare, para él el dramaturgo más grande desde los griegos, y su modelo de a qué tenía que aspirar la ópera.

Mucho trabajo y muchos cortes
Según Verdi, Shakespeare tenía que haber conocido a alguien tan malvado como Yago o tan jovialmente censurable como Falstaff, y en ambos casos imitó o mejoró la realidad. Pero Desdemona o Cordelia, Ahí Papá” había inventado la verdad. ¿Por qué se equivocó Verdi con Don Carlos, la más ambiciosa de todas sus óperas, aquella en la que había trabajado más duro, aquella en la que había vertido lo mejor de su música? Demasiada buena música : ese es el problema. Cuando se procedió a los ensayos, se hizo obvio que la obra sería excesivamente larga. Verdi empezó a cortar, pero el ensayo con vestuario se prolongó desde la siete de la tarde hasta bien pasada la medianoche. Como muchos de los patrocinadores de la Ópera de París vivian en barrios acomodados de la periferia como Passy, y podían perder el ultimo tren que les llevaría a sus casas, se dedicó a hacer cortes aún mayores, suprimiendo cinco minutos de excelente música aquí, diez allá… Lo que se oyó en el estreno fue un Don Carlos mutilado, pero Verdi, despiadado en términos de pragmatismo teatral, nunca intentó restaurar ninguno de los pasajes cortados. Incluso hubo un tiempo en que decía que la única versión autorizada de Don Carlos era la que interpretó en París, cinco actos seriamente mutilados y un ballet. Luego cuando se hizo obvio que los teatros italianos no respetaban este aviso y se dedicaban a hacer más cortes omitiendo el Acto I íntegramente, se rindió y produjo una versión definitiva en cuatro actos, aunque otra versión en cinco actos que apareció un par de años más tarde sugiere que al final albergaba la esperanza de que los empresarios aceptasen el rechazado Acto I. Durante muchos años  las compañias de ópera pudieron elegir entre cuatro o cinco actos (invariablemente con el ballet), a menudo con cortes adicionales, y también a menudo omitiendo la escena final. 

Últimamente se ha redescubierto parte del material rechazado por Verdi y se han realizado varias producciones (y dos grabaciones) con todo o parte de este material. Los aficionados a Verdi están de horabuena : se pueden oír de nuevo 45 minutos o más de auténtica cosecha Verdi, y las compañias imaginativas pueden mezclar y jugar con el material recientemente descubierto y con otros pasajes que Verdi revisó y que existen en dos o más versiones.

Personajes que harían el orgullo de Shakespeare


Todo esto está muy bien, pero, ¿por qué Verdi había calculado tan desastrosamente mal? En la obra de Schiller Don Carlos, refundida como libreto de ópera según sus propias instrucciones, había encontrado una serie de personajes dignas del mismísimo Papá”: la figura trágica pero terrible de Felipe II, debatiéndose entre la Iglesia y el Estado, atrapado por necesidades políticas en un matrimonio sin amor, y con un hijo rebelde que despertaba las iras de la inquisición; este hijo Carlos, además estaba perdidamente enamorado de su madrastra, la infeliz reina, Isabel de Valois cuya tragedia no era tanto el haber sido casada contra su voluntad con un anciano en vez de con su hijo, sino el penoso deber de preservar a dos pueblos de la guerra y la destrucción. Hay otros dos personajes menos complejos pero también apasionantes: el Marqués de Posa, amigo de Carlos, que sacrifica su propia vida por amistad e idealismo, y la Princesa de Ébol I, víctima de su propio pecado (fue antaño amante de Felipe) y de un espantoso error: haber sorprendido a Carlos a solas con Isabel, tomando el silencio de él como una prueba de su amor por ella. Aún hay un sexto personaje: un anciano sacerdote, ciego, tan débil que sólo puede caminar ayudado por dos asistentes, pero ante el cual el mismo Rey calla: el Gran Inquisidor. No es exagerado decir que Verdi nunca había dispuesto de semejante plantel de personajes. Ni siquiera en obras compuestas para la Ópera de París (donde los cinco actos eran la regla) había tenido tanto campo para desplegarlos. Y estos personajes, según reconoció el propio Verdi con bastante orgullo, no son simples retratos de sus equivalentes históricos (Isabel pareció disfrutar como reina de España y Carlos era demente, un sádico patológico). Verdi inventó una realidad más verosímil que la histórica. Papá” se habría sentido orgulloso de él.

sábado, 16 de noviembre de 2013

EL DON DE UNIVERSALIDAD (WILSON) / Antenor ORREGO

WILSON, antes que ciudadano de Estados Unidos, es ciudadano del mundo; y más que producto espiritual de una raza, es producto de la humanidad. En él la política deja de ser limitada, exclusiva y estrechamente nacional para encumbrarse generosamente a grandes altitudes, para inspirarse en las inquietudes universales. En él, el sentimiento de la patria se depura; se engrandece, se universaliza, y, antes que representante de sus interese inmediatos y pasajeros, es representante de sus intereses eternos. Su acción, su pensamiento y sus palabras tienen un inequívoco cuño de eternidad. Rezuman el aliento perdurable de los siglos. Cuando Wilson habla, el mundo entero le escucha y le comprende, y no solamente le comprende, sino que le siente. Se patentizan y se expresan en su espíritu los informulados anhelos, las tácitas inquietudes, las anónimas y latentes angustias, las vagas y ecuménicas aspiraciones de la humanidad hacia una nueva valoracion social.

En ningún hombre de Estado se ha bosquejado con tan audaz y vigoroso relieve el don de catalizar. Es un producto netamente popular, sin mezcla, ni mixtificación alguna. Por más severo que sea el análisis, imposible es percibir la más tenue huella de seudoaristocratismo. Ha sentido la vida de la masa anónima, ha vivido sus angustias y sus duelos, conoce que ella moldea humilde y lentamente las evidencias de la historia. Egregiamente dice: “La vida brota de la tierra. Las naciones se renuevan desde la base, no desde la cumbre. El genio que remoza las energías de los pueblos surge de las filas anónimas. La verdadera sabiduría humana arranca de la sabiduría del pueblo. La vitalidad, como el crecimiento de un árbol, viene de abajo, se remonta por el tronco y se extiende por las ramas hasta llegar a las hojas y a los frutos”.

En él la democracia no es una simple teoría o sistema de gobierno; es una realidad plenamente vivida y orgánica; es la sustancia de la vida interior y de su acción; es la sangre de su espíritu y de su pensamiento.

Cuando se trata de que Estados Unidos intervenga en la guerra, dice un escritor, “pudiendo ordenar, prefiere convencer”, y así asistimos al maravilloso espectáculo en que despierta un pueblo a su misión y a su responsabilidad supremas, gracias a la enérgica sugestión de unos labios leales preñados de verdad. Cuando asume la defensa de los derechos de los neutrales, a raíz de la campaña submarina, los discursos del presidente se dirigen a todo el orbe.

Cuando el gobierno alemán propone la paz por primera vez, declara que Estados Unidos solo la celebrará con el pueblo alemán y no con los representantes de una oligarquía o facción dinástica. Y por ultimo cuando se suscita la cuestión de Fiume, lo que más irrita a Orlando es que Wilson haya dirigido su mensaje al pueblo italiano en que expone la cuestión, prescindiendo de los representantes oficiales.


Jamás estadista alguno vivió y practicó así la democracia, con tal plenitud de voluntad y de sentimiento, con tal afirmadora y perentoria rectitud, con tan fecunda y próvida firmeza.

BELLO DIÁLOGO ENTRE LA RAÍZ Y LA COPA / Theodor LESSING


La raíz: ¡Acuso! Mi vida que soñaba sueños inefables en la lobreguez de las profundidades, la sacaste a la luz. Agotaste el deseo.

La copa: ¡Acuso! Mi rayo que beatíficamente tendía a la luz lo retuviste en la sorda oscuridad.

La raíz: ¡Gracias! Por poder dar. Pues tú eres la consumación.

La copa: ¡Gracias! Por poder dar. Pues tú eres el alimento.

La raíz: Yo soy tu límite; calor y patria. Mi muerte te renueva.

La copa: Yo soy tu medida; solución y plasmación. Mi asesinato te forma.

La raíz: Retornas a lo siempre idéntico y presente, a mí.

La copa: Surges hacia lo siempre nuevo y cambiante, hacia mí.

La raíz: Yo soy equilibrio y polo. Cada nueva rama que va hacia la luz necesita nueva fibra que penetre en la oscuridad.

La copa: Yo soy polo y equilibrio. Cada nueva fibra que penetra en la oscuridad necesita una nueva rama que vaya hacia la luz”.

jueves, 14 de noviembre de 2013

RECICLADORES DE MATERIALES SÓLIDOS Y DE PERSONAS/ Leonardo BOFF

Del 28 al 30 de octubre se celebró en Brasilia el 12º Festival Basura y Ciudadanía: reciclando por un mundo mejor. Allí estaban más de mil recogedores de material reciclable separado en los vertederos de las ciudades, venidos de todas partes del país. He podido participar emocionado, pues acompañé durante muchos años a los recicladores de basura del gran vertedero de Petrópolis.

Viendo aquella multitud que llenaba una sala inmensa, abrazándose y conociéndose por primera vez o reencontrándose, alegres y festivos, con sus ropas sencillas, en su gran mayoría afrodescendientes, yo me preguntaba: ¿quiénes son esos? ¿de dónde vienen? Y me pareció escuchar una voz interior, igual a la del libro del Apocalipsis, capítulo 7,13 que dice: “Estos son los que vienen de la gran tribulación”, los supervivientes de la dura batalla por la vida, honrados porque valientes y victoriosos afrontaron solos, muchas veces, arduas luchas para ganar el propio sustento y el de sus familias.

En Brasil existen entre ochocientos mil y un millón de recicladores/as de materiales sólidos y reciclables. Con el aumento del consumo se producen muchos residuos de todo tipo, orgánicos y sólidos como cartón, plásticos, aluminio y vidrio que son reciclables. Se calcula que cada brasileño produce 1 kg de basura al día especialmente en los centros urbanos. Según el IBGE de 2008 el 50% de los municipios (5507) tiene vertederos a cielo abierto. Allí miles de personas, desde niños a viejos, recogen y separan lo que pueden, inclusive alimentos. Esa actividad es altamente peligrosa, porque se pueden contraer muchas enfermedades infecto-contagiosas. He presenciado disputas de personas con los cerdos y los buitres, en un escenario de gran inhumanidad. Son consecuencia de la sociedad del consumismo y del desperdicio, que no aprendió a vivir las cuatro erres: reducir, reusar, reparar y reciclar.

La mayor deshumanidad no es ser recicladores de basura y tener que contentarse con lo que tiran otros, sino el estigma que acompaña a estos trabajadores, con frecuencia considerados mendigos y vagos.

Primero eran totalmente invisibles. Nadie les miraba ni les otorgaba la más mínima consideración. Después, al crecer la conciencia, se presentaron como trabajadores, que con su recolección de miles de kilos de residuos, desempeñaban una importante función: mantenían limpias las ciudades e impedían muchas inundaciones de calles. Por fin, se fueron organizando en cooperativas y asociaciones y se entendieron como ciudadanos y agentes de transformaciones sociales y ambientales. Adquirieron visibilidad y reconocimiento. Del 4-al 6 de junio de 2001 realizaron en Brasilia el 1º Congreso Nacional de Recicladores/as con la participación de 1600 personas. Allí se lanzó la Carta de Brasilia que marca su identidad y donde expresan importantes reivindicaciones.

Fue notable la Marcha realizada en Brasilia en 2006 por 1200 personas que ocuparon la Plaza de los Tres Poderes, reclamando derechos y políticas públicas para su categoría. Estas vinieron con el Programa Cataforte en 2009 que fue enriquecido el día 31 de julio de 2013 con 200 millones de reales destinados a labores de recogida de materiales reciclables, con galpones y camiones de transporte. Tales medidas, junto con la presión de las entidades, se deben en buena parte al interés personal del Ministro de la Secretaria-General de la Presidencia, Gilberto Carvalho, que puso siempre todo su empeño en la causa de los recicladores/as. En Brasilia el 30 de octubre de 2013, con ocasión del 12º Festival Basura y Ciudadanía, en su nombre y en el de la Presidenta Dilma Rousseff renovó el compromiso de fortalecer las cooperativas y las asociaciones de recicladores/as creadas y a ser creadas.
Fue muy señalado el 4º Festival realizado del 5 al 9 de septiembre de 2005 con la presencia del Presidente Lula y de Danielle Mitterand, viuda del fallecido Presidente francés, en el que se subrayaron sus derechos humanos básicos y el suministro de los recursos necesarios para un trabajo decente y seguro de recogida y separación de basuras. Allí la Itaipu Binacional lanzó un vehículo eléctrico para recicladores/as con capacidad de transportar hasta tres toneladas de materiales durante 8 horas diarias.

La gran lucha de estos trabajadores es impedir que las grandes empresas, que han descubierto la recogida de basuras como un negocio altamente rentable, se apropien en asociación con el poder público de los servicios que prestan estos recicladores, robándoles su sustento y lanzándolos nuevamente a la inseguridad. Las empresas sólo pueden legitimarse si integran a los recicladores sin quitarles los valores que los caracterizan, como la convivencia solidaria y los lazos de pertenencia común que han desarrollado.

Vienen, sí, de la gran tribulación brasilera. Reciclan no solo materiales sólidos, sino personas, en la medida en que juntos construyen su autonomía, rescatan su dignidad, se insertan en la sociedad como verdaderos “profetas de la ecología” y ciudadanos que piensan, discuten sus problemas, deciden luchas comunes y se hacen indispensables en el tipo de sociedad que hemos creado. Merecen respeto, aprecio y todo el apoyo.
-Leonardo BOFF / 14-noviembre-13