lunes, 28 de abril de 2014

"SI NO FUERA POR LA MÚSICA, MI VIDA SERÍA UN FRACASO", RESULTADO DE LA ENTREVISTA DE MR. HYDE.

FRANCISCO PEREDA, EL RECONOCIDO MÚSICO PERUANO, GESTOR DEL FESTIVAL BACH, LLEGÓ DE MÉXICO DE INCÓGNITO. MISTER HYDE LO DESCUBRIÓ Y TOCÓ SU MEJOR MELODÍA. Enfoque, 27 de abril de 2014.

- En una oportunidad me contaste que cuando eras niño te parecía raro que los alumnos no escucharan música clásica...

- Es más, yo pensaba que el ambiente que tenía en mi casa era inherente a todos mis compañeros, entonces, cuando me di cuenta de que no era así, sufrí mucho, fui objeto de burlas porque era algo raro ver a un niño tocando violín. Te estoy hablando de la década del 50.

- Ha pasado el tiempo...

- Yo me inicié hace 56 años, cuando se formó la Orquesta Sinfónica de Trujillo. Fui inscrito en el Conservatorio a los siete años para que eventualmente, forme parte de la Sinfónica. Luego entré en la Orquesta, a los once años.

- Pero tú ya venías de una familia musical...

- Más bien, de tradición musical, no necesariamente de músicos profesionales. Tuve la suerte de vivir en la casa de mi tío (el padre Ulises Calderón, uno de los fundadores de la orquesta sinfónica) quien me involucró involuntariamente en música, filosofías, religión, que han sido mis traumas y hasta ahora los llevo.

- ¿Recuerdas los primeros sonidos que te marcaron?...

- !Ah, sí, claro! Vivaldi, Tchaikovsky, la claridad del sonido que se va forjando en la niñez es el sonido con el cual te identificas, así como sucede con un color... ¿Por qué me gusta ese color?, se pregunta uno. De pronto el psicólogo te dice: "eres de tendencia triste".

- ¿Y tú dirías que tu niñez, con ese don para la música que fuiste cultivando, fue fácil?

- No, muy difícil porque me di cuenta de que para poder ser como los que tocaban los discos tenía que salir de aquí, porque aquí no había eso. Era como querer una joya, pero estás en medio de naranjas. (Risas)

- ¿Tú ya sabías que la música iba a ser tu profesión, tu vida?

- No, no, nunca supe eso; recién he descubierto que si no hubiera sido por la música, tal vez, mi vida hubiese sido un error.

- Un fracaso...

- Un fracaso, sí, por eso que agradezco a mi tío Andrés Ulises y a mi hermana, quienes me iniciaron y luego ya encontré en el camino a mucha gente, porque esto no es fácil.

- ¿Qué ha sido lo más difícil de desarrollar en tu carrera musical?

- Mira, me di cuenta de que el mayor rival que uno tiene es uno mismo. O sea, mejorando yo, he sentido que puedo competir con otros; siempre he competido contra mi mismo y agradezco a los que cometen más errores porque ya sé qué es lo que no tengo que hacer.

- Me han contado que has ensayado con grandes directores...

- En mi carrera me han ayudado mucho los maestros Enrique Diemecke y Herrera de la Fuente. El director ahora es un medio para, a través de la música, recibir los elogios de la prensa; tú ves grandes titulares, pero es solo el show porque de la batuta no sale música; la música la hacen los instrumentistas, pero con la inspiración de un actor, un verdadero maestro.

- Pero la música también te ha dado el amor, porque gracias a ese arte conociste tus parejas...

- Sí, sí, por eso el mundo de la música trae cosas buenas. El camino de la música trae muchas sorpresas porque tiene que convivir con mucha gente.

- ¿Qué experiencia en particular recuerdas?

- Recuerdo que fui el primer peruano fuera del país que tocó en una orquesta mundial, en 1968, con la Orquesta Sinfónica Juvenil Mundial. Me dio mucho gusto porque vi la bandera del Perú junto con la de muchísimos países. La otra experiencia importante fue cuando toqué la Novena Sinfonía de Beethoven en el Carniege & Hall celebrando el término de la Guerra del Vietnam, en 1972.

- Tú has desarrollado gran parte de tu vida en México, ¿te sientes una suerte de peruano-mexicano?

- Uno nunca va a dejar de ser peruano, no importa a dónde vayas; pero me he dado cuenta, que ser peruano es más valioso cuando uno está en el extranjero. Me he sentido orgulloso de ser peruano solamente cuando estoy en el extranjero.

- ¿Has luchado contra molinos de viento para continuar con tu Festival Bach?
- Eso es un mérito de la gente; el evento es más apreciado en el extranjero que aquí. Veinte años de festival no es nada comparado a Europa que nos lleva 200 años.

- ¿Cuál dirías que es tu principal virtud y tu principal defecto?
- Yo pienso que la virtud y el defecto es como el viajero anónimo, que cuando llega al hotel, el otro sale. Depende de cómo vas a reaccionar; puede salir el dios que está en nosotros o el demonio; lo importante es el equilibrio.(LFQ)

sábado, 26 de abril de 2014

' FOGATAS ' DE ELOY B. ESPINOZA

LA POESÍA  TRUJILLANA
Iba alegre camino del colegio,
y corría y corría;
entonces no topaba mis rodillas,
como hoy el pantalón.

Muy alegre llegaba a mi colegio,
y me reía, y me reía;
graves maestros sentados en sus sillas
me tomaban la lección.

Sólo fue dulce la fruta que comí de niño
yo mismo la cogía,
y sin usar esas cosas sucias de metal,
con mis manos lo comía.

Sumergía mi cara entre la fruta
y comía con boca, ojos y nariz.

Riamos, cantemos;
se fue la neblina; por fin saliٕó el Sol.

Riamos, cantemos;
la noche se viene,
el Sol se va pronto.

Riamos, cantemos
pues ya salió el Sol.

Encendamos las fogatas,
con la luz amedréntanse las fieras
y se quedan en sus negras madrigueras.

Echemos leña nueva,
no importa que el fuego consuma muchos leños,
hay que tener vivos siempre  nuestros sueños.

Aticemos nuestro fuego,
que se hace crepitante y ¡en todas la cumbres
se divise el esplendor de nuestras lumbres!

Azorada y vencida la noche se ha ido;
ensalcemos a la aurora dorada,
cantemos la risa, el amor, y el olvido.

Es de mañana, olvidemos la tarde,
que sea nuestra vida una llamarada,
y extingámonos cual lámpara que arde.

LA CONSTELACIÓN LIBERTAD-JUSTICIA / Antenor ORREGO

Efectivamente, de todas las antiguas culturas mexicanas: maya, tolteca, azteca, surge el esfuerzo de liberación del hombre a través del arte; se moviliza en su impulso emotivo hacia la belleza. El mexicano transfigura la mano, órgano hecho para fabricar herramientas y para los menesteres mecánicos de la vida, en un grado que pocos pueblos lo alcanzaron con tan raro y traslúcido resplandor. Esta transfiguración comienza cuando avienta la semilla en el surco para la siembra y llega su lucimiento máximo cuando modela masas plásticas y talla altares para los templos, esculturas para las plazas y los estadios agonales, cuando agrupa trazos para el colorido de las pinturas, cuando dibuja letras para los poemas.  Y, sobre todo, cuando ambas manos se alzan unidas, hacia arriba para la plegaria, transformadas en aguja vibrante que hiende el espacio, como una verdadera antena viva de propalación y captación de mensajes en el Infinito. Todo esto es esencia y experiencia de la libertad. “Levantaron los mexicanos –dice un escritor-  templos tan sólidos como los de Roma y más hermosos; hermosos como los de Atenas y más profundos”. Y, luego añade: “Las figuras complejas de sus matemáticas y de su escritura tenían símbolos para millones de años pasados y futuros”. La pasión del antiguo mexicano por la libertad ha quedado eternizada en el testimonio de su arquitectura sin par, de su urbanística portentosa, de sus obras escultóricas y pictóricas, de sus vasos líticos y de su cerámica artística. Es el hombre que se liberta de la densidad de la materia que lo oprime; que rompe sus cadenas terrenales en la fulguración estética de su espíritu. Esta misma pasión lo llevaría a la gesta de la Independencia política, primero; y a la gesta de la Revolución de 1810, después. No es una casualidad que la Revolución mexicana se adelantara ocho años a la Revolución rusa, que rompe el desfile de la bélica marcha revolucionaria y social de nuestra época.
   En la tensión andino-europea palpita la pasión por la justicia, que es patente en todas sus culturas arcaicas y que lo llevó a realizar, con los incas, una organización estatal perfecta, como no lo pudieron lograr ninguna de las grandes culturas del Oriente y ninguno de los pueblos europeos modernos. Una admirable organización comunitaria en la que jamás se conoció la pobreza y el hambre, es decir, la injusticia económica y las terribles desigualdades sociales de los otros pueblos. “Si el bienestar y la virtud, dice Louis Baudin, fuentes de felicidad, son el objeto de la vida, puede decirse que los incas realizaron una obra maestra”. Una organización que arrancando de su célula primigenia, la familia, se desenvuelve en el aillu, y se alza en sucesivos y concéntricos desarrollos hasta alcanzar el vértice de la pirámide  en la persona del soberano, el Inca, centro divino y humano del Imperio. La estructura estatal sería el trasunto vivo del sistema piramidal de su arquitectura y del desarrollo de sus andenes agrícolas que se alzaban, también, en espirales ascendentes y concéntricas hasta tocar la cúspide de las montañas eriazas o desérticas, transformándolas en canastas floridas. Esta pasión por la justicia del indio peruano tendrá, seguramente, su proyección y superación en etapas futuras y se incorporará al ser histórico de la nueva América.
   Empero, libertad y justicia son dos valores espirituales, tan íntimamente trabados que parecen en su esencia un único misterio que el hombre no ha podido dominar todavía, no obstante sus titánicos esfuerzos en el curso de milenios sin cuento. Ha sido el tema central de la historia y de las luchas humanas que ha costado sacrificios heroicos y torrentes de sangre generosa. En realidad, es una tensión espiritual permanente, cuya sustancial polaridad oscila entre la libertad, colocada en uno de los extremos, y la justicia, asentada en el opuesto. Un misterio huidizo, que apenas captado en algunas de sus facetas concretas, se escapa, luego, dejando sólo esqueletos yertos que ya no expresan su esencia. Esqueletos de instituciones o de leyes que se tornan opresivas y que niegan su designio y su origen. Esqueletos de arte o de pensamiento que un día estuvieron animados por la liberación triunfante del espíritu y, luego, se vacían de toda liberación espiritual y se truecan en oquedades absolutas, normas de rutina, que se vuelven opresivas, también para la criatura humana. Más tarde, en nombre de ellas se levantarán cadalsos, se encenderán hogueras, se crearán sistemas de persecución y de exterminio. Y, de nuevo, no habrá sitio para la reciente efigie de la libertad y para el remozado semblante de la justicia que reclaman los hombres en ese distinto momento de la historia. Y otra vez habrá que luchar por ellas con renovado coraje porque poseen una sustancialidad multicéfala, que en cada turno es diferente siempre. Por esta razón, el hombre tiene que conquistarlas y merecerlas cada día, si quiere poseerlas en su plena vigencia histórica.
   Mas este es sólo un aspecto del misterioso drama de la historia. El otro es esa tensión polar que traba a las dos en una simbiosis eterna. Porque, como ocurrió en las antiguas culturas mexicanas, mientras es asida alguna efigie de la libertad por la captación de la belleza, es negada completamente la justicia. O como ocurrió en la cultura andina, que mientras es lograda una parcela de la justicia en la admirable organización económico-social del gobierno incaico, es negado totalmente  el valor supremo de la libertad, convirtiendo al hombre en siervo del Estado, en la unidad anónima de un rebaño. Y es que en virtud de esta misma polaridad enigmática no puede haber nunca libertad plena sin justicia y, a la inversa, jamás puede realizarse la justicia sin l logro correspondiente de la libertad. ¡Es la doble dimensión de la naturaleza integral del hombre!
   Empero, esta pasión por la libertad y por la justicia, junto con los demás valores humanos que creó la antigua América, y aquellos que trajeron los pueblos europeos, constituye los gérmenes históricos que entrarán en la nueva constelación vital del renacimiento americano. Esta constelación no podrá estructurarse hacia el futuro sino dentro de la doble tensión polar mexicano-andina, que son los dos puntales maestros de la nueva América.
   También, estas dos constelaciones culturales que se resuelven en la doble tensión polar mexicano-andina, constituyen, en su entraña más vivas, dos sintonías integrantes de la gran orquestación americana. En el norte se modula la sinfonía de la belleza en que el hombre se esfuerza por liberarse de sus lazos densos y sublunares alcanzando un agudísimo sentido trágico en las aras sacrificiales y terribles de Huitzilopochtli, rara vez alcanzado por otras culturas. Este logro liberador lo obtiene el mexicano a través del colorido pictórico, de la línea arquitectónica, de la masa, del movimiento y del volumen escultórico; de la captación y de la fuga de la luz en su múltiple y milagrosa iridiscencia a través de los espacios cerrados en ángulo y de los espacios abiertos hacia la ilimitación de la perspectiva. El hombre mexicano ha salido al mundo en busca de la libertad con todos los terrores, con todos los sobrecogimientos, con todas las potencias de su ser.
   En el sur se modula la sinfonía de la justicia a través de la familia y del aillu, a través del trabajo organizado, coordinado y tecnificado, a través de las realizaciones estatales y jurídicas. Convierte la tierra desértica en una madre pródiga, en la verdadera Pachamama que nutre a todos y no sólo a unos pocos, madre universal que regala al mundo de todas las épocas y de todas las razas preciados alimentos básicos como la papa, el maíz, el camote, la quinua, y tantos otros más. Convierte la tierra en una auténtica madre nutricia, tajando su seno con una maravillosa red de canales de regadío que ascienden desde las llanuras a las cúspides de las montañas con una destreza técnica aún desconocida; cruzando sus pajares dilatados con una espléndida malla de caminos, tan sólidos y tan anchos como las vías romanas; dragando embalses de agua para aplacar la sed de su entraña en las épocas de escasez: empapando la gleba con su sudor, con sus lágrimas, con su ternura y hasta con su sangre. El hombre andino ha salido al mundo en busca de la felicidad humana en la tierra.
   Y así, ambas sinfonías americanas se combinan y se funden íntimamente en un acorde intemporal y último que no ha sonado todavía para la historia humana, pero cuya fluencia musical está entramada de libertad y de felicidad, de justicia y belleza. Tal vez, no sean sino cuatro aspectos o efigies de un solo y único enigma que rebasan las palabras que intentan expresarla y que quizá sean aquello que llamamos balbuceando, sin saber apenas lo que decimos: Vida, o Espíritu o Eternidad. Vivamos los americanos con la esperanza de que este acorde final, este trémulo patético y luminoso del hombre, que está flotando aún en una dimensión intemporal, se encarne algún día en la historia y se module, desde América, para todo el mundo.
(Orrego)


jueves, 24 de abril de 2014

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA






DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

EN NOMBRE de Dios
todopoderoso, espíritus
buenos que me protegéis,
ángeles guardianes,
inspiradme con la divinidad
de las alturas para que tome
una buena resolución
en la incertidumbre
en que me encuentro,
para actuar correctamente,
sin que mi decisión pueda
perjudicar a nadie,
y así resulte beneficiosa
para mi propósito.

Dirigid mi pensamiento

hacia el bien y desviad
la influencia de aquellos
que intentasen separarme
del buen camino,
y realizar mis propósitos
dentro del bien común.

Dios todopoderoso,

fortifica mi espíritu
e ilumina mi pensamiento,
para actuar correctamente
y no desviarme de vuestros
divinos preceptos.
         -Anónimo.

martes, 22 de abril de 2014

CITAS CITABLES

LO QUE  el corazón sabe hoy, el cerebro lo entenderá mañana.
-James Stephens

PUEDO DEMOSTRAR cualquier cosa por medio de estadísticas, excepto la verdad.
-G. C.

EL MUNDO, por duro y triste que sea, todavía tiene sonrisas y esperanzas.
-Luis Alberto Sánchez

lunes, 21 de abril de 2014

EL BUENO, EL MALO Y EL FEO / Francisco PEREDA

festivalbach@yahoo.com






El conocido western del italiano Sergio Leone, narra la historia de tres pistoleros que se identifican claramente con las tres categorías del título y además, comparten un mismo fin, buscar el oro robado del ejército confederado durante la Guerra Civil.

Comparativamente, esta película me hace recordar los hechos de tres jerarcas de la Iglesia Católica que han dejado huella durante los últimos setenta y cinco años. Me quiero referir a la obra de tres Sumos Pontífices; dos de ellos, [los dos últimos] pronto serán oficialmente declarados santos y se elevarán a los altares:
PÍO XII, JUAN XXIII Y JUAN PABLO II  . EL BUENO, EL MALO Y EL FEO.

En 1939, la doctrina católica estaba ligada directamente al EXCLUSIVISMO que afirma: “no hay salvación fuera de la Iglesia”, modificada gradualmente y reemplazada parcialmente en el CONCILIO VATICANO II. Al estilo cinematográfico, hago un “flashback” de mi niñez y me encamino por el sendero de mis recuerdos. Décadas atrás, cuando cursaba el segundo grado de primaria, se presentó en el salón de clase, un grupo de señoritas; éstas conformaban el equipo de "colecta para el Papa”, llamado también “óbolo de San Pedro”. La mayoría, por no decir todos, no entendíamos nada de lo que se trataba; en cuanto me percaté de aquel tarrito con una ranura para meter monedas, decidí que mi exigua propina se quedaba conmigo.
 
-Señorita, quién es el Papa?, preguntó alguien. La respuesta fue rápida y contundente: "Es el representante de Cristo en la tierra, niños".
 
Con el pasar de los años, mis inquietudes con respecto al mundo que me ha tocado vivir, sólo han cambiado de forma; si soy lo que pienso, me doy cuenta que mis preguntas se han convertido en el péndulo de la duda que oscila entre la verdad y la mentira. En aquel entonces, no sabía que la Iglesia de Cristo, es dueña de bancos e incontables empresas, se sigue haciendo mantener de limosnas, siendo las más cuantiosas las que llegan de Estados Unidos, Alemania, Francia, España y México.

Nací durante el mandato eclesiástico del llamado PAPA NAZI. En la historia, son muchos los sucesores de San Pedro involucrados seriamente en polémica; protagonizaron en siglos pasados desde asesinatos, guerras y orgías. Pero Eugenio Pacelli, quien adoptó el nombre de PIO XII y estuvo al mando de la Iglesia de 1939 a 1958, se marcó el estigma de mostrarse indiferente ante las atrocidades del nazismo. Mientras el racismo y el antisemitismo se esparcían por Europa, las cámaras soltaban gas y los hornos ardían; el Vaticano guardó silencio. En sus múltiples alocuciones por Radio Vaticano, el Papa nunca expresó una sola palabra de protesta contra Hitler;o al contrario, celebró una misa por su salud después de un atentado fallido que tuvo este engendro del mal. Los judíos eran llamados “pérfidos” y “asesinos de Cristo”; en el campo de concentración de Auschwitz, los cristianos nazis asesinaron a novecientos sesenta mil judíos.

Marcantonio, Carlo y Giulio Pacelli, sobrinos de PÍO XII, heredaron de su tío ochenta millones de marcos en oro y valores, son presidentes y consejeros de bancos y sociedades, en inmobiliarias, en la industria farmacéutica y en el Banco de Roma. Entre los tres, han amasado una ilimitada fortuna; hoy promueven la canonización de su querido tío Eugenio. A pesar de la mala fama pública de su memoria, en el 2009, BENEDICTO XVI inició los trámites para su beatificación. ¿Hizo algún milagro?... Bueno, no, todavía, pero recogió a unos niños judíos para salvarlos de los nazis y les invitó a desayunar.

Corre el año 1959, la Iglesia opta por el INCLUSIVISMO que dice: “los no cristianos, pueden ser cristianos anónimos”. Esto quiere decir que las personas que están en un estado espiritual y responden al Evangelio, si se les enseña adecuadamente, se encontrarán con Jesús en el momento de su muerte.
 
Giuseppe Roncalli se hizo llamar JUAN XXIII, considerado como el PAPA BUENO (¿los anteriores no lo fueron?) ocupó la silla de San Pedro de 1959 a 1963. Cuando una vez le preguntaron, qué cosa es el OPUS DEI… pensó un momento y contestó: ”espero ir al cielo para averiguar en qué consisten tres cosas: la pobreza de los franciscanos, la obediencia de los jesuitas y el Opus Dei”. Con esta respuesta, el Pontífice parece presentir la llegada de apocalípticos jinetes montando malignos corceles.
 
El período de JUAN XXIII fue de profundos cambios y durante una época que fue testigo de los acontecimientos más destacados del siglo XX; se inició como protegido de PIO XII, fue Arzobispo de Areopolis, delegado apostólico en Bulgaria, Turquía y Grecia, Nuncio apostólico en Francia, Patriarca de Venecia y Cardenal de Santa Prisca. De Papa fue a visitar a los presos, a los enfermos de los hospitales, a los niños de los orfelinatos y a los ancianos de los asilos. Supo enfrentarse a los compinches de la mafia del Colegio de Cardenales que se oponían a su elección como Papa. 

JUAN XXIII suprimió el adjetivo “pérfido” usado en la liturgia de la Semana Santa para designar a los judíos. Después de su muerte, su sucesor PAULO VI volvió a la vieja costumbre de los pérfidos judíos, que no habían querido reconocer a Jesús como el Mesías y que lo habían matado. En este período histórico extraordinario, de alta tensión internacional, JUAN XXIII lanzó un contundente mensaje de paz al mundo entero; la Iglesia se volvió hacia él como nunca antes en la historia de la Cristiandad. Fue el primer Papa que manifestó que la religión debe caminar de la mano con la ciencia, poniendo en cuestión el poder de la Iglesia en el CONCILIO VATICANO II que dio origen a la TEOLOGIA DE LA LIBERACIÓN de los católicos de Latinoamérica y su situación actual, contradiciendo al designio histórico de Dios en un mundo donde la pobreza es un pecado social, toda una revolución que hizo a la Iglesia católica reflexionar sobre sí misma y sus hipocresías a lo largo de la historia, que la habían ido alejando progresivamente del verdadero mensaje de Cristo, así como de las nuevas necesidades del hombre moderno. En 1962, el Perú cantó al unísono un himno jubiloso por la canonización del mulato peruano Martín de Porres.
 
El polaco Karol Wojtyla, quien se hizo llamar JUAN PABLO II, ocupó la silla de San Pedro de 1978 a 2005. En su mandato de veintiséis años, diez meses y diecisiete días, protagonizó el tercer papado más largo de la historia y el más viajero. Conocido como el PAPA PEREGRINO, viajó más de un millón de kilómetros en jet privado, en sus ciento cuatro viajes apostólicos que lo llevaron a ciento treinta países de los cinco continentes; se adjudicó ser la voz de los pobres dando discursos en once idiomas, besando pistas de aterrizaje e impartiendo bendiciones desde su papa-móvil; más que todos los papas anteriores juntos, realizó mil trescientas beatificaciones y cuatrocientas ochenta canonizaciones.
 
Como en todo poder político, el papado es un puesto muy codiciado, por lo tanto el proceso para tener la autoridad absoluta sobre la Iglesia católica sigue siendo muy politizado, ya que tiene que ver con intereses de carácter político, social y económico. Si bien para sus admiradores JUAN PABLO II conquistó el corazón de mucha gente y se le atribuyen hechos que conmueven al mundo al lograr la recuperación inexplicable de un aneurisma cerebral de Floribeth Mora, todo un milagro que hoy lo hace santo, su obra como Vicario de Cristo no está libre de críticas y escándalos.
 
Con el inicio del mandato de PAULO VI, porque a JUAN XXIII no lo querían, el OPUS DEI ha sido la favorita del Vaticano. JUAN PABLO II, se encargó del proceso de beatificación y el de canonización de don José María Escrivá, quien fue protegido de Francisco Franco y PIO XII, se hicieron rápidamente, en sólo veintisiete años, un tiempo récord desde el siglo XVI. El 6 de octubre de 2002, día de la canonización de Escrivá, el Papa ante trescientas mil personas dijo: “Siguiendo sus huellas, extended por la sociedad la conciencia de que estamos llamados a la santidad, sin distinción de razas, clases, cultura o edad”. Sin embargo, no concedió audiencia a la comisión de ciudadanos salvadoreños que proponía la beatificación del arzobispo Óscar Romero, a quien la gente pobre lo consideraba un iluminado al ser testigos de una transformación de un pasivo clérigo, a un ferviente luchador y defensor de su Iglesia y su pueblo, fue asesinado cobardemente mientras celebraba misa. Se dice que el OPUS DEI dictó la política social de JUAN PABLO II, nombraba y quitaba obispos y nuncios, siendo la organización católica conservadora más rica y poderosa; máxima opositora  del control de la natalidad. En 1981, JUAN PABLO II creó importantes instituciones político-religiosas como: El CONSEJO PONTIFICIO PARA LA FAMILIA, que se oponía al aborto, y LA ACADEMIA PONTIFICIA Pro-Vita, que se oponía a los anticonceptivos, esto ha contribuido a aumentar dos mil millones de habitantes a la población mundial.
 
Otra de las organizaciones favorecidas por JUAN PABLO II, fue LOS LEGIONARIOS DE CRISTO. Según el mexicano Marcial Maciel, Cristo se le apareció en 1936 y le ordenó que fundara una secta de sacerdotes para propagar “el Reino de Cristo”. En 1941, este joven teólogo de veinte años de edad fundó con doce seminaristas LOS LEGIONARIOS, él como jefe representaba a Cristo. En febrero de 1997, una noticia que recorrió el mundo entero causó un gran escándalo; el padre Marcial Maciel fue acusado de haber abusado sexualmente de nueve seminaristas legionarios y un sacerdote en España e Italia, declararon que Maciel afirmaba que tenía el permiso de PIO XII para hacerlo. Los implicados, ya habían denunciado esto en 1978 y 1989 al Papa JUAN PABLO II quien no les hizo caso, por lo que decidieron hacerlo público. Maciel en lugar de ser castigado fue favorecido al ser nombrado Canciller de la Orden Pontificia REGINA APOSTOLORUM, fue además el encargado principal de la última visita de JUAN PABLO II a México. El escándalo más grave a finales del siglo XX y principios del XXI se relaciona con abusos sexuales; una investigación encargada por obispos norteamericanos reveló que, entre 1950 y 2002, habían habido en Estados Unidos más de cuatro mil sacerdotes acusados de abusos sexuales con menores. En octubre de 2003, a una sola arquidiócesis de Boston, el Vaticano le pagó ochenta y seis millones de dólares a quinientos cincuenta y dos querellantes representados por más de cuarenta abogados, para acallar sus demandas contra los pedófilos en cuestión.
 
En una oportunidad, JUAN PABLO II invitó a desayunar a doce de los más grandes científicos de nuestro tiempo; el objetivo de este encuentro era para pedirles que continuaran investigando los misterios del universo; pero que no fueran más allá porque esos dominios sólo corresponden a Dios. El físico inglés Stephen Hawking quien se encontraba entre los ilustres invitados, declaró posteriormente que su curiosidad era muy grande y optó por no prestar atención al Pontífice. Sus trabajos de investigación causaron gran polémica dentro y fuera del Vaticano, sus conclusiones fueron: nuestro universo como muchos otros posibles surgieron de la nada, porque su creación no necesita la intervención de ningún Dios o ser todopoderoso, sino que el universo procede naturalmente de las leyes físicas.

Según la religión, un milagro es en sí un hecho sobrenatural que viene de Dios por medio del cual manifiesta su amor a los seres humanos, pero desde el punto de vista médico, un milagro es la aceleración inexplicable del proceso natural de curación y no se considera una contradicción de las leyes de la naturaleza por intervención milagrosa.
 
De acuerdo a mi experiencia personal desde que tengo uso de razón, todos los milagros se relacionan con curaciones de enfermedades devastadoras del cuerpo. ¿A quién de los seis mil quinientos treinta y ocho santos con los que cuenta actualmente la Iglesia Católica nos encomendamos para las enfermedades incurables que corroen el alma?... La envidia y la corrupción, son igualmente devastadoras como el cáncer y el sida; estas pandemias humanas, y otras de igual calibre, no se han podido erradicar, han logrado convertir el espíritu del hombre en cenizas.

Me atrevo a pensar por lo tanto, que la forma de interpretar "un milagro", depende de la creencia de cada individuo, y no define al hecho en sí, sino solamente a la persona que lo interpreta, considero que estos "hechos inexplicables" representan al negocio de la fe con un enorme poder, basado en la manipulación mental y económica de sus seguidores.
 
En el film de Leone, el BUENO y el FEO logran repartirse el botín, el MALO muere en el intento. A diferencia de la película, la línea de hechos y acciones que separa a cada uno de los tres Vicarios de Cristo, está bien definida. Usted, amigo lector, puede o no determinar quién merece tal o cual calificativo.
 
A manera de epílogo, quisiera comentar algunos hechos importantes de Albino Luciani, más conocido como JUAN PABLO I. Tuvo un Pontificado de solo 33 días, entre septiembre y octubre de 1978; se negó a que fuera coronado con la Tiara papal y se opuso a que lo llamaran "Su Santidad". Tal vez cometió un error al criticar abiertamente al siciliano Michele Sindona, banquero de la Cosa Nostra y a Roberto Calvi, conocido como el "Banquero de Dios", presidente del Banco Ambrosiano, quienes se encargaban de las finanzas oscuras y secretas, de las intrigas e intereses internos del Vaticano. En condiciones sospechosas, el Papa Luciani amaneció muerto; nunca se autorizó la autopsia correspondiente.
 
Mi deseo es que entre el idealismo del Papa Luciani y Mario Bergoglio (FRANCISCO), quien a diferencia de otros Vicarios de Cristo, es el primero en adoptar este nombre e inicia un Pontificado marcado por la austeridad, se cree un arco iris de esperanza y se logre un pacto marcado por el PLURALISMO: "no hay una única verdad o fe verdadera, todas las creencias son igualmente auténticas y salvíficas". 

Ya lo dijo el poeta: "Las lámparas son distintas, pero es la misma luz; viene de más allá”. 

domingo, 20 de abril de 2014

LOS 100 MEJORES CANTANTES DEL SIGLO

JOSEPH SHABALALA,
cantante sudafricano, n. 1948

Si Mel Torne fue la "niebla de terciopelo", Shabalala es la "bruma de seda". Su canto, traslúcido y flotante, adquirió fama gracias a Graceland de Paul simon, con el estilo a capella Isicathamiya que él mismo desarrolló. Shabalala es un excelente compositor, y sus canciones el vehículo perfecto para sus roncas vocalizaciones con el conjunto Black Mambazo.

LA LINFA SOSTIENE LA VIDA / Henry MORTON ROBINSON

                                        (Condensado de “Hygeia)
POR TODOS los tejidos del cuerpo humano, inclusa la piel, se extiende una red maravillosa de vasos diminutos trasparentes, que se asemeja a un encaje de nudos. Es el sistema linfático, que a la generalidad de las gentes les es casi desconocido, a pesar de su gran importancia. Por sus conductos microscópicos circula un líquido misterioso de color pajizo –la linfa- que en su curso hace prodigios bioquímicos para la conservación de la salud y por ende de la vida.

   Es probable que todo el mundo haya visto uno de los pequeños milagros de la linfa sin saber quién es el taumaturgo ni cómo procede. Cuando uno se hace una cortadura en un dedo y la descuida durante un día, la herida empieza a enconarse. Entonces se ven aparecer en ella una gotitas de un fluido ligeramente amarillento. Son gotas de linfa que llevan células especiales cuya función es ayudar a los glóbulos blancos de la sangre a destruir los organismos infecciosos.

   Si estos organismos penetran más allá de la herida, el sistema linfático los entrampa y los lleva al ganglio o nudo linfático inmediato, donde hace otro esfuerzo por extirparlos. Los ganglios, cuyo tamaño varía desde el de un grano de mostaza hasta el de una haba grande, producen linfocitos, esto es, glóbulos blancos de que la sangre se sirve para combatir las enfermedades, y los cuales abundan en todo el cuerpo. Los ganglios más grandes están agrupados en la nuca, las ingles, las axilas y los intestinos. Son filtros mecánicos que detienen no solamente las bacterias, sino también los residuos de células y otras materias extrañas. Un fisiólogo las llama muy acertadamente “basureros del cuerpo”.

   Pero esta función protectora, aunque de sumo valor, no es más que una pequeña parte de la gran tarea del sistema linfático. La vida misma depende de la linfa, que, si bien se asemeja mucho a la sangre en su composición química, difiere de ella en varios respectos importantes. La linfa se deriva del sistema sanguíneo, al cual vuelve al fin; pero en el intervalo, sirviéndose de su propia red circulatoria, desempeña un papel fisiológico que parece milagroso: el de salvar proteínas –elementos fundamentales de la estructura del cuerpo- que se perderían si el sistema linfático no se encargara de recogerlas y llevarlas a su destino. He aquí sucintamente lo que pasa:
   Impulsados por el corazón, los fluidos pasan por los poros de los tubos capilares –los vasos sanguíneos más pequeños- llevando alimentos a los tejidos y arrastrando residuos de los procesos vitales. Estos fluidos se componen de moléculas de proteína, varias sales y agua. Las sales y el agua pueden volver y vuelven a las venas; pero las proteínas no pueden entrar otra vez directamente en el sistema venoso, y dan origen a un problema complicado. Si se dejan acumular, el exceso de ellas puede perjudicar los tejidos circunvecinos. Al mismo tiempo, hay otras partes del cuerpo que las necesitan y a las cuales es preciso llevarlas.

   Actuando como papel secante, los vasos linfáticos absorben el líquido de filtración, que contiene las proteínas. Por su propio sistema circulatorio, que es enteramente independiente del de la sangre, la linfa se dirige entonces al centro del cuerpo. En los intestinos, los vasos linfáticos reciben una emulsión de grasas procedentes de los alimentos que han sido transformados por los jugos digestivos.

   La linfa, que ahora lleva las proteínas y las grasas, está ya lista para volver al torrente sanguíneo. Unas valvulillas diminutas en forma de aletas, situadas en las paredes interiores de los conductos  linfáticos, impiden que el fluido retroceda: la linfa no puede moverse sino en un sentido: hacia el corazón.

   Pero, a diferencia del flujo de la sangre, que se debe al bombeo del corazón, el de la linfa se debe exclusivamente a los movimientos musculares y respiratorios. Así, por ejemplo, ciertos conductos linfáticos se enrollan en los músculos de los brazos y las piernas, y cuando estos músculos se dilatan o se contraen, ejercen presión sobre los conductos e impulsan la linfa hacia adelante. En los intestinos se necesita una fuerza poderosa que haga subir la pesada emulsión de grasas recogidas por la linfa. Aquí se verifica una de las maravillas fisiológicas más pasmosas. El conducto linfático se enrolla en la más potente de las arterias –la aorta- de cuyas fuertes pulsaciones se aprovecha para impulsar la linfa.

   Por lo común, la linfa se mueve lentamente. Sin embargo, su movimiento puede acelerarse, con ventaja para la salud y el vigor del cuerpo, por medio del ejercicio, el masaje y la respiración a pulmón lleno.

   Un poco arriba de la entrada al corazón, la corriente principal de linfa desemboca en una de las venas mayores. Así, la linfa, después de recoger los productos más nutritivos de la digestión, los lleva al torrente circulatorio por vías indirectas y operaciones biológicamente ingeniosas.

   En todo su curso, la linfa pasa por las miríadas de ganglios que forman las estaciones filtradoras del sistema linfático. Estos ganglios son pequeñas glándulas que tienen que resistir fuertes ataques. Por ejemplo, una infección en la mano puede causar hinchazón dolorosa de los ganglios de la axila; una infección del pie o de la pierna puede producir inflamación de los ganglios de la ingle. Estas son manifestaciones de la lucha del cuerpo con los organismos patógenos que tratan de invadirlo. A no ser que los ganglios triunfen exterminando por completo las bacterias, las que queden entrarán a las venas y arterias y causarán septicemia, o envenenamiento de la sangre.

   Algunas veces las bacterias entrampadas infectan los ganglios mismos, produciendo inflamación aguda y abscesos. En tales casos llega a ser necesario extraerlos. Las células cancerosa son detenidas por los ganglios, pero al mismo tiempo éstos pueden convertirse en centros de nuevos tumores malignos. Así, en el tratamiento del cáncer, hay que vigilar los ganglios que corresponden al área del tumor.

   El sistema linfático está expuesto a enfermedades que le son peculiares. En la elefantiasis, por ejemplo, invade los tejidos linfáticos un parásito filiforme que les impide desempeñar sus funciones de drenaje, de lo cual resultan piernas hinchadas hidrópicas y aspereza de la piel.
   En vista de la importancia vital de la linfa, ocurre la pregunta: ¿Qué sucedería si algo impidiera que la linfa volviese a la sangre? Los hombres de ciencia hallaron la respuesta clara en una mujer que había recibido una puñalada en la nuca. El arma cortó el conducto principal por donde la linfa vuelve al corazón. La mujer enflaquecía más y más y empeoraba tan rápidamente que la muerte parecía inevitable. Los cirujanos repararon entonces las vías linfáticas, por las cuales la linfa volvió a fluir hacia los vasos sanguíneos. Al cabo de unas pocas semanas la enferma había recobrado sus carnes y se había restablecido lo suficiente para salir del hospital.


   Silenciosa e invisiblemente, el torrente de la linfa corre por las células de los órganos y los riega con un fluido alcalino vital. Es uno de los más admirables mecanismos de que dispone el cuerpo humano para conservar su economía y su equilibrio internos. Es un instrumento de supervivencia tan adaptable y maravilloso como la sangre de que proviene y a la cual, por el más extraño de los procesos fisiológicos, alimenta y vigoriza. 

sábado, 19 de abril de 2014

¿PODEMOS TODAVÍA SONREÍR EN MEDIO DEL MIEDO Y LA CONSTERNACIÓN DE NUESTROS DÍAS? / Leonardo BOFF

En mi ya larga trayectoria teológica, desde el principio, en los años 69 del siglo pasado, han sido siempre centrales dos temas que representan singularidades propias del cristianismo: la concepción societaria de Dios (Trinidad) y la idea de la resurrección en la muerte. Si dejásemos fuera estos dos temas, no cambiaría casi nada en el cristianismo tradicional. Éste predica fundamentalmente el monoteísmo (un solo Dios) como si fuésemos judíos o musulmanes. Y en lugar de la resurrección prefirió el tema platónico de la inmortalidad del alma. Es una pérdida lamentable, porque dejamos de profesar algo especial, diría casi exclusivo del cristianismo, cargado de jovialidad, de esperanza y de un sentido innovador del futuro.

      Dios no es la soledad del uno, terror de los filósofos y de los teólogos. Es la comunión de tres Únicos, que por ser únicos no son números sino un movimiento dinámico de relaciones entre diversos igualmente eternos e infinitos, relaciones tan íntimas y entrelazadas que impide que haya tres dioses, sino un solo Dios-amor-comunión-inter-retro-comunicación. El nuestro es un monoteísmo trinitario y no atrinitario o pre-trinitario. En esto nos distinguimos de los judíos y de los musulmanes y de otras tradiciones monoteístas.

      Decir que Dios es relación y comunión de amor infinito y que de Él se derivan todas las cosas es permitirnos entender lo que la física cuántica viene afirmando desde hace ya casi un siglo: todo en el universo es relación, entrelazamiento de todos con todos, formando una red intrincadísima de conexiones que forman el único y mismo universo. Él es, efectivamente, a imagen y semejanza del Creador, fuente de interrelaciones infinitas entre diversos, que vienen bajo la representación de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta concepción quita el fundamento a todo y cualquier centralismo, monarquismo, autoritarismo y patriarcalismo, que encontraba en un único Dios y único Señor su justificación, como algunos teólogos críticos ya observaron. El Dios societario, proporciona, sin embargo, el soporte metafísico a todo tipo de socialidad, de participación y de democracia.

      Pero como los predicadores por lo general no se refieren a la Trinidad, sino solo a Dios (solitario y único) se pierde una fuente de crítica, de creatividad y de transformaciones sociales en la línea de la democracia y de la participación abierta y sin fin.

      Algo semejante ocurre con el tema de la resurrección. Esta constituye el núcleo central del cristianismo, su point d’honneur. Lo que volvió a reunir a la comunidad de los apóstoles después de la ejecución de Jesús de Nazaret en la cruz (todos estaban regresando, desesperanzados, a sus casas) fue el testimonio de las mujeres diciendo: “ese Jesús que fue muerto y sepultado vive y ha resucitado”. La resurrección no es una especie de reanimación de un cadáver como el de Lázaro que luego acabó muriendo como todos, sino la revelación del novissimus Adam en la feliz expresión de Pablo: la irrupción del Adán definitivo, del ser humano nuevo, como si el fin bueno de todo el proceso de la antropogénesis y de la cosmogénesis se hubiese anticipado. Por lo tanto, una revolución en la evolución.

      El cristianismo de los primeros tiempos vivía de esta fe en la resurrección resumida por san Pablo al decir: “Si Cristo no resucitó nuestra predicación es vacía y vana nuestra fe” (1Cor 15,14). En tal caso sería mejor pensar: “comamos y bebamos porque mañana moriremos” (15,22). Pero si Jesús resucitó, todo cambia. Nosotros también vamos a resucitar, pues él es el primero entre muchos hermanos y hermanas, “las primicias de los que murieron” (1Cor 15,20). En otras palabras, y esto vale contra todos los que nos dicen que somos seres-para-la-muerte, nosotros morimos, sí, pero morimos para resucitar, para dar un salto hacia el término de la evolución y anticiparla en el aquí y el ahora de nuestra temporalidad.

      No conozco ningún mensaje más esperanzador que este. Los cristianos deberían anunciarlo y vivirlo en todas partes. Pero lo dejan de lado y se quedan con el anuncio platónico de la inmortalidad del alma. Otros, como ya observaba irónicamente Nietzsche, son tristes y taciturnos como si no hubiese redención ni resurrección. El Papa Francisco dice que son “cristianos de cuaresma sin resurrección”, con “cara de funeral”, tan tristes que parece que van a su propio entierro.

      Cuando alguien muere, llega para esa persona el fin del mundo. En ese momento, en la muerte, es cuando sucede la resurrección: inaugura el tiempo sin tiempo, la eternidad bienaventurada.

      En una época como la nuestra, de desagregación general de las relaciones sociales y de amenazas de devastación de la vida en sus diferentes formas y hasta con peligro de desaparición de nuestra especie humana, vale la pena apostar por estas dos iluminaciones: Que Dios es comunión de tres que son relación de amor, y que la vida no está destinada a la muerte personal y colectiva sino a más vida todavía. Los cristianos apuntan hacia una anticipación de esta apuesta: el Crucificado que fue Transfigurado. Guarda las señales de su paso doloroso entre nosotros, las marcas de la tortura y de la crucifixión, pero, ahora transfigurado, las potencialidades de lo humano escondidas en él se realizaron plenamente. Por eso lo anunciamos como el ser nuevo entre nosotros.

      La Pascua no quiere celebrar otra cosa que esta feliz realidad que nos concede sonreír y mirar el futuro sin miedo ni pesimismo.

-Leonardo BOFF/ 20-abril-14

viernes, 18 de abril de 2014

EL RETORNO / Antenor ORREGO

Esta noche estoy solo conmigo, madre mía, con mis músculos de hombre y con mi pequeño corazón infantil, abrazado a tu inmortalidad que no quiere marcharse de la tierra; de esta tierra a la vez tan áspera y tan dulce, tan positiva y tan incierta…

   Mi pequeño corazón ha retozado en tu regazo tibio, como en otros días blancos; y mi amor te ha tenido a mi lado, acariciando tus manos, mientras tus labios fingían reproches y enfados, a la par que tus pupilas de madona me besaban grávidas de miel.

   He llamado a la Muerte: la he adulado con tres o cuatro zalemas de esas que tú me enseñaste cuando estaba chiquito para comprarme. La he colmado de decires sabrosos, como hacía con mi niñera. Al fin, la he sobornado.
Le he dicho: “Oye, gentil damita negra, deja a mi madrecita por unos momentos”.

   “Ella me ha dicho: “Bueno, hijo, qué fastidioso eres” y se ha ido (me ha llamado: “hijo”. ¿Porqué, madrecita, todos seremos hijos de la Muerte”?)


   Es así como esta noche henchida de tu silencio, estoy solo conmigo madre mía; con mis músculos de hombre y con mi pequeño corazón infantil, abrazado a tu inmortalidad

LA PAZ PERENNE CON LA NATURALEZA Y LA MADRE TIERRA / Leonardo BOFF

                Uno de los legados más fecundos de Francisco de Asís, actualizado por Francisco de Roma, es la oración por la paz, tan urgente en los días actuales. El primer saludo que San Francisco dirigía a los que encontraba era desearles “Paz y Bien” que corresponde al Shalom bíblico. La paz que ansiaba no se restringía a las relaciones interpersonales y sociales. Buscaba una paz perenne con todos los elementos de la naturaleza, tratándolos con el dulce nombre de hermanos y hermanas.

                Especialmente la “hermana y Madre Tierra”, como la llamaba, debería ser abrazada por el abrazo de la paz. Su primer biógrafo Tomás de Celano resume maravillosamente el sentimiento fraterno del mundo que lo invadía al testimoniar: «Se llenaba de inefable gozo todas las veces que miraba al sol, contemplaba la luna y dirigía la vista hacia el firmamento y las estrellas. Cuando se encontraba con las flores, les predicaba como si estuviesen dotadas de inteligencia y las invitaba a alabar a Dios. Lo hacía con tiernísimo y cjava-scriptdor candor: exhortaba a la gratitud a los viñedos y a los trigales, a las piedras y a las selvas, a las plantaciones de los campos y a las corrientes de los ríos, a la hermosura de las huertas, a la tierra, al fuego, al aire y al viento”.

                Esta actitud de reverencia y de ternura lo llevaba a recoger las babosas de los caminos para que no las pisaran. En el invierno daba miel a las abejas para que no muriesen de escasez y de frío. Pedía a los hermanos que no cortasen los árboles de raíz, en la esperanza de que pudiesen regenerarse. Hasta las malas hierbas debían tener un lugar reservado en las huertas para que pudiesen sobrevivir, pues ellas también anuncian al “hermosísimo Padre de todos los seres”.

                Solamente puede vivir esta intimidad con todos los seres quien ha escuchado su resonancia simbólica dentro del alma, uniendo la ecología ambiental con la ecología profunda. Jamás se situó por encima de las cosas, sino al pie de ellas, como quien convive verdaderamente como hermano y hermana, descubriendo los lazos de parentesco que unen a todos.

                El universo franciscano y ecológico nunca es inerte ni las cosas están colocadas ahí al alcance de la mano posesora del ser humano ni yuxtapuestas una al lado de la otra sin conexiones entre ellas. Todo compone una grandiosa sinfonía cuyo maestro es el propio Creador; todas las cosas están animadas y personalizadas. Francisco descubrió por intuición lo que sabemos actualmente por vía científica (Crick y Dawson, que descifraron el DNA): que todos los vivientes somos parientes, primos, hermanos y hermanas, porque poseemos el mismo código genético de base. Francisco experimentó espiritualmente esta consanguinidad.

                De esta actitud nació una paz imperturbable, sin miedo y sin amenazas, paz de quien se siente siempre en casa, con los padres, los hermanos y las hermanas. San Francisco realizó plenamente la espléndida definición que la Carta de la Tierra encontró para la paz: «es la plenitud creada por relaciones correctas consigo mismo, con las otras personas, otras culturas, otras vidas, con la Tierra y con el Todo mayor del cual somos parte» (n.16 f).

                La suprema expresión de la paz, hecha de convivencia fraterna y de acogida cálida de todas las personas y cosas está simbolizada en el conocido relato de la perfecta alegría. A través de un artificio de la imaginación, Francisco presenta todo tipo de injurias y violencias contra dos cofrades (uno de ellos es el propio Francisco). Empapados de lluvia y de barro, llegan exhaustos al convento. Allí son rechazados a bastonazos (“golpeados con un palo de nudo en nudo”) por el fraile portero. Aunque han sido reconocidos como cofrades, son vilipendiados moralmente y rechazados como gente de mala fama.

                En el relato de la perfecta alegría, que encuentra paralelos en la tradición budista, Francisco va, paso a paso, desmontando los mecanismos que generan la cultura de la violencia. La verdadera alegría no está en la autoestima, ni en la necesidad de reconocimiento, ni en hacer milagros o hablar en lenguas. En su lugar coloca los fundamentos de la cultura de la paz: el amor, la capacidad de soportar las contradicciones, el perdón y la reconciliación más allá de cualquier presupuesto o exigencia previa. Vivida esta actitud, irrumpe la paz que es una paz interior inalterable, capaz de convivir jovialmente con las más duras oposiciones, paz como fruto de un completo despojamiento. ¿No son esas las primicias de un Reino de justicia, de paz y de amor que tanto deseamos?

                Esta visión de la paz de San Francisco representa otro modo de ser-en el-mundo, una alternativa al modo de ser de la modernidad y de la posmodernidad, asentado sobre la posesión y el uso irrespetuoso de las cosas para el disfrute humano sin ninguna otra consideración.


                Aunque haya vivido hace más de ochocientos años, el nuevo es él, no nosotros. Nosotros somos viejos y estamos envejecidos porque con nuestra voracidad estamos destruyendo las bases que sustentan la vida en nuestro planeta y poniendo en peligro nuestro futuro como especie. El descubrimiento de la hermandad cósmica nos ayudará a salir de la crisis y nos devolverá la inocencia perdida que es la claridad infantil de la edad adulta. 

-Leonardo BOFF/ 15-abril-14 

lunes, 14 de abril de 2014

JUAN XXIII, EL PAPA DE LA UNIDAD

EL SUMO PONTÍFICE, AGRACIADO CON EL DON DE COMPRENDER POR INTUICIÓN LAS ESPERANZAS Y LA NECESIDADES HUMANAS, PUSO EN MOVIMIENTO IDEAS Y SENTIMIENTOS CAPACES DE INFUNDIR NUEVA VIDA A LA CRISTIANDAD.
CONDENSADO DE “TIME”
AUN COMPARÁNDOLO con otros importantísimos acontecimientos ocurridos en 1962, el momento, trascendental para la cristiandad, en que se abrió la primera sesión del Concilio Ecuménico de Roma, tiene asegurado ya un lugar destacado en la historia. Al convocar ese concilio para “renovar” la Iglesia Católica, el Papa Juan XXIII puso en movimiento ideas y fuerzas que no sólo afectarán al conjunto de los cristianos, sino a toda la población del mundo, y cuyo efecto se advertirá hasta mucho tiempo después de que hayan disminuido las preocupaciones seculares de esta época, tensa y sin embargo llena de esperanza.
   La misión histórica del Papa Juan está inflamada el deseo de infundir nuevo espíritu a la fe cristiana. No sólo se propone acercar la Iglesia más al mundo moderno, sino también terminar con la escisión que ha debilitado al cristianismo por los cuatro siglos transcurridos desde la Reforma protestante. Al extender la mano de la amistad a los no católicos (a quienes llama “hermanos separados”), el Sumo Pontífice da un paso hacia ese objetivo huidizo y remoto que es la unidad cristiana.
   El Papa Juan XXIII, que tiene 81 años, es por ello el más querido de los pontífices modernos. Ha demostrado tanto calor humano, tanta sencillez y simpatía, que se ganó a un tiempo a católicos y protestantes, e incluso a los que no profesan el cristianismo. Su reciente enfermedad provocó una ola de inquietud en todo el mundo. El teólogo protestante Paul Tilich dijo:
   “Si alguien merece hoy que se rece por él, es el Papa Juan. Es un hombre bueno”.
   Subversión en San Pedro. Ya se puede ver claramente la importancia de las fuerzas desatadas por el Papa Juan XXIII. Al revelar el catolicismo la presencia de un nuevo espíritu rejuvenecedor que pide cambios, el Concilio del Vaticano destruyó el concepto protestante de una Iglesia Católica cerrada y absolutista.
   Cuando los obispos fueron a Roma a tomar parte de las deliberaciones, el Papa los animó a expresar con “santa libertad” sus puntos de vista. Los prelados, que durante mucho tiempo habían considerado a Roma como la única fuente del poder y la autoridad, se reunieron por primera vez en sus vidas para descubrir que en ellos también, y no en el Vaticano, residía la autoridad necesaria para dirigir la política de la Iglesia.
   En su afán por defender las doctrinas atacadas hace cuatro siglos por la Reforma, la Iglesia Católica había exagerado a menudo sus diferencias con el protestantismo, y se había vuelto cada vez más dogmática en asuntos como el de la Virgen María, los sacramentos y la infalibilidad pontificia. Al llegar la era atómica, el catolicismo está acaso en la plenitud de su historia por el número de sus fieles, por su influencia y por el respeto que inspira; y no obstante continuaba librando las viejas batallas en contra del protestantismo y del “modernismo”.
   Los hombres en quienes recaía la mayor responsabilidad por esa actitud negativa en los miembros de la Curia Romana o cuerpo administrativo central de la Iglesia. Compuesta en su mayor parte por italianos de edad avanzada, que viven completamente aislados del mundo moderno, la Curia obra de acuerdo a normas ultraconservadoras y de ella dependen todos los seminarios donde se forman los sacerdotes jóvenes, todas las actividades misioneras del catolicismo, el derecho canónico y la liturgia. El Santo Oficio presidido por el cardenal Alfredo Ottaviani, a menudo ha hecho callara o amonestado a los intelectuales católicos, prohibiéndolos publicar sus obras, y luego prohibiéndoles decir que habían sido prohibidas. El lema al que se ha atenido tradicionalmente la Curia en sus decisiones, que afectan a todos a todos los católicos del mundo, ha sido: “Roma ha hablado; la causa ha terminado”.
   Mas ahora es evidente que la causa no está terminada, ni mucho menos. Los teólogos católicos se han entregado a nuevos estudios bíblicos que les hacen ver de una manera nueva la naturaleza y la forma de la revelación, y que les impele  a no desdeñar la cooperación de los teólogos protestantes. Especialmente en Europa, una nueva generación de pensadores católicos enfoca desde otros ángulos la teología, y algunos de ellos, como el paleontólogo Pierre Teilhard de Chardin, hallan también un nuevo sentido en la ciencia. El genio de Juan XXIII comprendió que había llegado la hora de renovar por dentro la Iglesia, y preparó el camino para ello.
   Contra ideas anticuadas. El mero hecho de haberse iniciado el Concilio representa un señalado triunfo. La Curia, evidentemente, no lo quería. Según se cuenta en el Vaticano, uno de los miembros dijo al Papa:
-Será imposible celebrar concilio en 1963.
-Muy bien, lo convocaremos en 1962 –repuso el Sumo Pontífice.
   Cuando los cardenales de la Curia comprendieron que el Papa estaba decidido a convocar un concilio, se dedicaron a preparar los asuntos que debían tratarse en él, mas, siguiendo su tendencia conservadora, omitieron muchos de los temas que el Sumo Pontífice deseaba ver representados por los obispos de todo el mundo. El Papa dejó que la Curia arreglara las cosas a su modo, pero cuando los prelados llegaron a Roma, comenzaron a recibir discretas llamadas telefónicas del secretario privado de Su Santidad, en las que les insinuaba sutilmente que la opinión curial no siempre debía coincidir con la de Juan XXIII.
   Los obispos de ideas más progresistas se sintieron alentados. Uno de ellos, norteamericano, dijo: “Oímos ahora en público cosas que habíamos pensado durante mucho tiempo en nuestros adentros”.
   En la primera sesión del Concilio se riñeron decisivos debates en torno a tres puntos importantes:
*Reformas litúrgicas. Por 1922 votos contra 11, el Concilio aprobó reformas litúrgicas que, entre otras cosas, dejan a elección de los obispos de todo el mundo qué partes de la misa quieren que se recen en el idioma de sus respectivos países. Este voto tiene en realidad un significado que no se limita a modificar ceremonias del culto; es como si un Ministerio de Relaciones Exteriores permitiera a sus embajadas dirigir la política de su país. Un privilegio tradicional de la Curia, el derecho de cambiar la liturgia, será ejercido en adelante hasta cierto punto por conferencias de obispos de una nación, de un territorio lingüístico o de un continente. Por tanto, está franco el camino para un proceso de descentralización que acaso se extienda a las actividades misionales y a la dirección de los seminarios.
* Las fuentes de la Revelación. En este debate crucial, la propuesta preparada por el cardenal conservador Ottaviani y su comisión, afirmaba en forma intransigente la separación de las dos fuentes de la revelación reconocidas por la Iglesia: Las Escrituras y la tradición. Pero los protestantes aceptan sólo una fuente: las Escrituras, y los elementos progresistas del Concilio, que no veían razón para ahondar las diferencias entre católicos y protestantes, deseaban presentar las Escrituras y la tradición como dos brazos de un mismo río.
   El enconado debate prosiguió durante casi dos semanas. El Papa, que lo seguía desde sus apartamentos mediante una televisión de circuito cerrado, decidió que no había por qué seguir discutiendo un documento que despertaba objeciones en tantos obispos. Por tanto, suspendió el debate y ordenó que redactara otra vez la propuesta una nueva comisión en la que tomaban parte el cardenal Ottaviani y el cardenal Agustín Bea, jesuita que presidía la recién creada Secretaría para Promover la Unidad Cristiana y jefe de los miembros progresistas del Concilio. El padre canadiense Gregory Baum, teólogo del congreso, dijo: “Este día señalará en la historia el fin de la contra-Reforma”.
   “Ahora comienza mi concilio”, comentó el Papa.
*La naturaleza de la Iglesia. Cuando llegó el momento de la discusión el proyecto del cardenal Ottaviani sobre la naturaleza de la Iglesia moderna, que constituía una reafirmación invencible de la organización eclesiástica, los elementos progresistas estaban listos para rebatirlo. El documento fue devuelto para que se redactara de nuevo, lo que dio por resultado una posición católica más tolerante en lo que se refiere a las relaciones de la Iglesia con el Estado y a la libertad de cultos.
   Es evidente que el Papa quedó satisfecho con los resultados de la primera reunión del Concilio. Para asegurarse de que durante la segunda los asuntos se muevan más rápidamente, ha establecido una nueva secretaría dirigida por su Secretario de Estado a fin de que continúe las deliberaciones hasta que los miembros del Concilio vuelvan a reunirse el 8 de setiembre. En cuanto a las diferencias ocurridas en el congreso, les restó importancia diciendo: “No somos monjes cantando en el coro”.
   Un hombre intuitivo. Aunque el Papa Juan XXIII constituye una feliz sorpresa, tanto para la Iglesia Católica como para el mundo, su vida está llena de hitos que indican con claridad su desarrollo. Es un ser intuitivo que puede llegar al corazón de un asunto sin seguir el camino tortuoso de otros cerebros acaso más profundos y razonadores. Los años pasados en la granja familiar, situada en el norte de Italia, ejercieron perdurable influencia sobre él. Cuando algunos obispos le preguntaron qué se proponía hacer una vez que el Concilio terminase, repuso: “Pasar un día en el campo, arando la tierra con mis hermanos”.
   No es un intelectual ni un teólogo profundo, y no se guía por conceptos, sino por una fundamental experiencia humana. A través de los años ha absorbido y sintetizado esta experiencia en un grado extraordinario.
   A diferencia de la mayoría de los papas, Angelo Giuseppe Roncalli ha pasado la mayor parte de su vida lejos de las influencias restrictivas de Roma. Aprendió a respetar a pueblos de muchas creencias, y fue respetado por ellos. Enseñó durante un año patrística (ciencia que estudia la vida de los Santos Padres) en el Seminario Pontificial de Letrán, en Roma, cuando era todavía un joven sacerdote, y después fue enviado como visitador apostólico a la remota Bulgaria (1925-1934). De ese país pasó a Grecia y a la Turquía mahometana, donde permaneció por diez años. Desde allí se le trasfirió a la agitada Francia de fines de la segunda guerra mundial. Los franceses quedaron cautivados por la humildad de Roncalli y sus dotes de raconteur, y en 1953 Pío XII le dio el capelo cardenalicio y la sede metropolitana de Venecia.
   Anfitrión de gobernantes. Al ascender al papado, Juan XXIII pidió que no se le considerara un Papa diplomático, político o intelectual, sino “un buen pastor dispuesto a defender la verdad y el bien”. Ha salido del Vaticano 139 veces para visitar asilos de huérfanos, cárceles, escuelas e iglesias. Ha suprimido costumbres tales como la de impedir que los turistas subieran a la cúpula de San Pedro mientras el Papa se paseaba por los jardines que se extienden debajo: “¿Por qué no han de mirar? No estoy haciendo nada escandaloso”.
   Ha recibido a más gobernantes que ningún otro Papa (32), y algunas de esas visitas tienen importancia histórica, entre ellas la del primer soberano griego ortodoxo que haya aceptado la hospitalidad de un Sumo Pontífice desde los días del último emperador bizantino; la del primer arzobispo de Canterbury, desde el siglo XIV; la del primer prelado principal de la iglesia episcopal norteamericana y la del primer gran sacerdote sintoísta. Cuando Jacqueline Kennedy fue anunciada, el Papa preguntó a su secretario cómo debía dirigirse a ella. “Dígale Mrs. Kennedy, o Madame”.
   Mientras la aguardaba en su biblioteca privada, el Papa murmuraba: “Mrs. Kennedy, Madame; Madame, Mrs. Kennedy…”
   En eso se abrieron las puertas y apareció la esposa del Presidente norteamericano. Juan XXIII se puso de pie, extendió los brazos y exclamó: “!Jacqueline!
   Eterno optimista. El Papa Juan XXIII ha traído una cristiandad profundamente perturbada por la condición del mundo algo más que un simple sentimiento de buena voluntad: ha puesto de relieve el renovado optimismo que está en el fondo del mensaje cristiano. Dice: “Yo siempre soy optimista, aun cuando advierto en torno de mí honda preocupación por el destino de la humanidad”.

  Al mundo en general, Juan XXIII ha dado algo que ni la ciencia ni la diplomacia pueden ofrecer: el sentido de unidad del linaje humano. Esta interpretación se encuentra en el núcleo de la tradición cristiana, cuyo Dios vive en la historia, e invita a la familia del hombre a colaborar con él para formarla. Si esa invitación es desoída por un mundo en tensión y deslumbrado por sus propias conquistas, la cristiandad debe asumir la culpa que le corresponde. El Papa cree que es necesario salvar al hombre donde está, no donde debiera estar. Al obligar a la cristiandad a reflexionar en su actitud ante el mundo y al curar las heridas que la han convulsionado durante siglos, ha ayudado mucho a recobrar el sentido cristiano de la familia.