jueves, 20 de octubre de 2016

EL REINO AHORA: Cap. 13 EL HEREDERO / Tony PEREDA



   En las recámaras de la Reina, el Rey grita de felicidad al enterarse que pronto tendrá un hijo. La Reina sonríe, pero se siente preocupada por haberle mentido.
 Milun y Columbio oyen los gritos del Rey y se miran asustados. Reunidos afuera de las recámaras, la Señorita Pía, la Señora Britta, Alysse, el Duque y el Monseñor esperan ansiosos oír el anuncio del Rey. Milun y Columbio se acercan y se sorprenden al ver también a los demás reunidos. Alysse mira a Milun y luego baja la mirada, avergonzada por lo ocurrido en la Torre. La Señorita Pía informa a Columbio que nada malo le ha ocurrido al Rey ni a la Reina.
 El Capitán Daugherty abre la puerta y les dice a todos que el Rey tiene un importante anuncio que hacer. El Rey se aproxima a la puerta con una gran sonrisa en su rostro y les anuncia que pronto habrá un nuevo heredero al trono de Frezzia. Todos se quedan sorprendidos con la noticia.
 El Rey abraza a Columbio y le dice que la noticia debe esparcirse inmediatamente por todo el Reino. Columbio sonríe y lo felicita. Alysse luce muy contenta por la Reina. Milun observa a Alysse por un momento y le sonríe. El Duque y Britta comparten una mirada de complicidad. El Monseñor sonríe; él sabe que tiene a la Reina bajo su control.
 La noticia de la pronta espera de un heredero al trono se esparce por todos lados. En la aldea de Chandler, los aldeanos se abrazan y piden bendiciones para la Reina. En el Monasterio de San Mirador, Arturo levanta los brazos y dice que está seguro que la llegada de este niño traerá la anhelada paz al reino.
 En las recámaras de la Reina, Alysse felicita a la Reina. La Reina se siente culpable y ordena a Alysse abrir la ventana. Alysse dice a la Reina que el Rey es el hombre más feliz del reino gracias a ella. Alysse abre la ventana y dirige su mirada hacia la Torre. Cierra los ojos y recuerda el beso que Milun le dio.
 La Reina mira detenidamente a Alysse y le dice que una vez más le preguntará si hay noticias de Janice. Alysse le pide disculpas y dice que al parecer el aire fresco la distrajo. La Reina, no muy convencida, dice a Alysse que si a ella le ocurre algo, siempre puede contar con ella. Alysse afirma con la cabeza.
 El doctor Batista, un anciano con una túnica de seda, ingresa en la habitación y dice a la Reina que él necesita examinarla. La Reina lo observa con asombro.

   El la Torre, Milun espera por Alysse, pero luego se da cuenta de que ella no vendrá. Milun recuerda besándola y dice que ha cometido un error ya que Nidia todavía está en su corazón. Milun mira el rosario de Nidia y pide perdón.

   La Reina dice al doctor que ella no lo necesita por ahora. El doctor Batista sonríe y dice a la Reina que él también cree que ella espera un hijo, pero a veces hay síntomas que podrían conducir a una conclusión errada. La Reina dice que es necesario que el Rey esté presente en el momento del examen. Para el doctor Batista todo esto es una sorpresa.

   En los apartamentos del Rey, el General Riot felicita al Rey con un fuerte abrazo. Columbio les comunica que han recibido regalos procedentes de todas partes. El Duque se acerca al Monseñor  y le pregunta qué harán al respecto. El Monseñor sonríe y le dice que deben felicitar a la Reina por el nuevo heredero. El Duque lo observa con furia.

   Alysse camina por uno de los pasillos y se le acerca Milun. Alysse le dice que será mejor dejar de verse. Milun le dice que está muy apenado por besarla, y promete que no volverá a suceder. Alysse le dice que debe marcharse. Milun le dice que ahora que conoce cómo es el Duque, espera termine su compromiso con él. Alysse niega con la cabeza. Milun la toma del brazo y le pide que le diga la verdad.

   En las recámaras de la Reina, la Señorita Pía y dos criadas reorganizan la habitación. El Monseñor ingresa y la Reina se sorprende al verlo. La Señorita Pía y las criadas salen de la habitación. La Reina dice al Monseñor que ella odia mentir a todos. El Monseñor le pide que no se preocupe ya que ellos sólo lo hacen por la felicidad del Rey. La Reina le informa que el doctor Batista vino y quería examinarla. El Monseñor se ríe y le dice que él conversará con el doctor. La Reina dice que el Rey la odiaría si llega a descubrir que todo esto es una farsa. El Monseñor le dice que mucha gente vendrá a felicitarla y ella debe mostrarles su mejor sonrisa. La Reina asiente con la cabeza.

   La Señora Britta entra en el Despacho del Duque llevando consigo una botella de champagne y dos copas. El Duque se sorprende con su repentina visita. Birtta propone hacer un brindis en honor al nuevo heredero. El Duque se ríe y dice a Britta que él sabe exactamente lo que ella insinúa. El Duque se acerca a Britta y se besan.

   Alysse llora desesperadamente y confiesa a Milun que el Duque la tiene amenazada. Milun no parece sorprendido en absoluto y pide a Alysse que confíe en él. Alysse dice a Milun que la noche que ella visitó la taberna en su búsqueda, el Duque la siguió y la acusó de robar las monedas que la Reina envió con ella. Milun dice que el Duque no la puede acusar de robo, ya que la Reina fue quien envió las monedas. Alysse dice que si el Duque o alguien más se entera que la Reina envió las monedas para él, podría poner en peligro la imagen de la Reina. Milun baja la mirada.

   En su Consultorio, el doctor Batista lee dos libros al mismo tiempo. El Monseñor y el Capitán Jasper ingresan. El doctor se sorprende al verlos. El Monseñor sonríe y le dice que en sus manos está la felicidad de todo el reino. El doctor observa al Monseñor, muy confundido por sus palabras.

   En la cama del Duque, Britta arregla la barba del Duque y le dice que ella nunca pensó que esto sucedería. El Duque sonríe y dice que pronto se convertirá en un hombre casado y las cosas cambiarán. Britta sonríe y le dice que ella sabe que a Alysse le gusta el nuevo guardia, Milun. El Duque se ríe y le dice que es una mentirosa. Britta le dice que alguien los vio besándose como dos tortolitos el otro día. El Duque, incrédulo, ladea un poco la cabeza.

   Milun dice a Alysse que ella debe encontrar la manera de romper su compromiso. Alysse dice que no hay otra manera, ya que es la única forma de proteger a la Reina. El Duque se acerca.
   “¿Pero cómo te atreves a tocar a mi prometida?”, pregunta el Duque.
 Alysse y Milun voltean hacia él, asustados.

   En el Salón de los Nobles, la Reina se reúne con sus damas incluyendo a Laura. La Dama Felicia dice a la Reina que su hijo será el más encantador de todos. La Dama Eugenia dice que ya ha empezado a ordenar sus prendas muy hermosas para él. La Dama Clara dice que incluso si ella tuviese una niña, todo el mundo,  igual la amaría. Laura dice a la Reina que le enviará la persona que le ayudó cuando ella tuvo a su hijo. La Reina les dice que ella está agradecida por la ayuda, pero por el momento no necesita nada.

   Milun dice al Duque que Alysse y él sólo estaban platicando. El Duque toma a Alysse por el brazo y le ordena que los deje solos. Alysse se marcha. El Duque abofetea a Milun y le dice que es un mugroso soldado. Milun está a punto de desenvainar su espada, pero decide mantener la calma. El Duque dice a Milun que se ha metido en graves problemas y le advierte mantenerse alejado de Alysse o lo matará. Milun le lanza una mirada feroz lleno de odio.

   Britta ingresa en el Salón y se acerca a la Reina. Laura y las otras damas miran a Britta de reojo. Britta dice a la Reina que siempre puede contar con ella en caso que necesite ayuda con el bebé. La Reina sonríe y le dice que está contenta de tenerla en el Palacio. Laura dice a Britta que ella no sabía que tenía experiencia con bebés. Britta le sonríe dulcemente, pero la perversa mirada en su rostro muestra lo contrario.

   En uno de los pasillos, el Duque toma a Alysse por el brazo y le pregunta qué hacía ella con Milun. Alysse trata de zafarse y dice al Duque que ellos sólo platicaban. El Duque dice a Alysse que él sabe que estuvieron besándose el otro día. El Duque levanta la mano, listo para golpear el rostro de Alysse, pero Alysse logra detener su mano. Alysse dice al Duque que si él no la deja en paz, todos sabrán que él ordenó asesinar a su prometida, Nidia. El Duque levanta las cejas con expresión de asombro.

   Milun ingresa al Despacho de Columbio. Columbio se da cuenta de la mirada de enojo que lleva Milun. Milun dice a Columbio que el Duque tiene amenazada a Alysse. Columbio le dice que no es ninguna sorpresa. Milun dice a Columbio que el Duque los vio a Alysse y a él conversando y, reaccionó con furia. Columbio dice a Milun que él se lo advirtió. Milun dice que él  debe ayudar a Alysse ya que la Reina la envió a la taberna con el propósito de entregarle a él una bolsa de monedas, pero que el Duque la siguió y la acusa de ladrona. Columbio niega con la cabeza.

  El Duque se ríe y dice a Alysse que ella no sabe lo que está hablando. Alysse le dice que ella se refiere a la muchacha que lo atacó el otro día. El Duque le dice que ella está haciendo una seria acusación contra uno de los miembros de la Corte. Alysse le dice que ella no dirá nada siempre y cuando la deje en paz. El Duque dice a Alysse que nadie creerá en la palabra de una “Bordana”. Alysse le asegura que la Reina creerá en su palabra. El Duque mira a Alysse con aire desafiante y le dice que le alegra no casarse con ella, después de todo. El Duque se marcha. Alysse da un grito ahogado y, siente latir su corazón, lleno de emoción y temor a la vez.

   En el Salón de los Nobles, El Rey Aidan y la Reina Beatriz reciben a sus invitados. Una multitud de cortesanos permanecen alrededor de ellos, pero sólo los más importantes miembros de la nobleza, tienen la oportunidad de presentar sus obsequios. Los sirvientes traen numerosas cestas repletas de tejidos decorados, vajilla de plata y cerámica. El Rey se acerca a la Reina y le dice que ha ordenado un retrato de ella, de esa manera todo el mundo se deleitará al verla llevando un hijo suyo. La Reina sonríe y le dice que es demasiado pronto para eso. El Rey le sugiere que en su retrato debe lucir los pendientes de diamante que él le obsequió. La Reina lo mira paralizada de miedo.

   El Duque ingresa al Despacho del Almirante Guiness y le dice que necesita de su ayuda. Él se queja del comportamiento del guardia privado de Columbio, Milun, quien ha estado cortejando a su prometida. Guiness se sorprende y le dice que todo debe ser un malentendido. El Duque le exige que Milun sea expulsado del Palacio inmediatamente.

   Miccael se acerca a Alysse y le pregunta si lo que ha oído acerca de Milun y ella es cierto. Alysse lo mira fijamente y le dice que él puede pensar lo peor de ella; pero todo este tiempo ella ha estado fingiendo estar enamorada del Duque. Miccael levanta la mirada, sorprendido.

   En las recámaras de la Reina, Britta informa a la Reina que logró comunicarse con el Caballero que ganó los pendientes y, desafortunadamente, ya los ha vendido.  La Reina le dice que ella debe recuperarlos antes de que venga el pintor. Britta le dice que no se preocupe; que saldrán a la venta muy pronto y ella puede comprarlos, obviamente, por una mayor cantidad de dinero. La Reina siente que la desesperación inunda su mente.

   Al día siguiente, en el Despacho de Columbio, el Almirante Guiness informa a Columbio que el Duque ha solicitado que Milun sea expulsado del Palacio. Columbio ríe y dice que el Duque está equivocado, ya que Milun no tiene interés alguno en cortejar a su prometida. Guiness dice a Columbio que el Duque es un hombre muy celoso y como todo esto parece ser un asunto personal, él dará a Milun otra oportunidad. Columbio agradece a Guiness y dice que hablará con Milun al repecto.

   En las recámaras de la Reina, Alysse sirve el desayuno a la Reina. La Reina dice a Alysse que ella parece preocupada nuevamente. Alysse deja escapar un suspiro ahogado y, decide contar a la Reina la verdad, sobre las monedas. Britta ingresa y saluda a la Reina. Alysse sonríe y dice que irá a traer más pasteles. Alysse sale de la habitación. La Reina dice a Britta que Alysse está actuando un poco extraño. Britta se ríe y le dice que ella le contará un pequeño secreto. La Reina sonríe. Britta le dice que Milun y Alysse son amantes. La Reina la mira sorprendida.

   Columbio informa a Milun que el Duque ha solicitado su expulsión del Palacio. Milun lo mira preocupado. Columbio dice a Milun que afortunadamente él fue capaz de convencer al Almirante Guiness y la petición del Duque fue negada. Milun se ríe y dice que el Duque debe estar furioso. Columbio dice que espera que el Duque no se queje ante la Corte.

   El Duque le grita al Almirante Guiness exigiéndole que cumpla con su petición. Guiness dice al Duque  que Milun ha prometido no acercarse más a Alysse. El Duque dice a Guiness que todo el mundo sabrá que él está mostrando preferencia hacia un guardia, antes que a un miembro importante de la Corte. Guiness niega con la cabeza y sale de la habitación. El Duque se frota las manos y dice que si él no puede deshacerse de Milun, no tiene más remedio que deshacerse de Alysse.

   La Reina dice a Britta que debe estar equivocada, ya que Alysse está comprometida con el Duque. Britta se ríe y dice que muchos los han visto besándose en una de las Torres. La Reina baja la mirada y dice que le pedirá a Alysse una explicación. Britta se acerca a la Reina y le dice que estuvo pensando en los pendientes y, se le ha ocurrido, una gran idea. La Reina sonríe. Britta le dice que la única solución es fingir que alguien se los ha robado. La Reina la mira sorprendida.

   El Duque ingresa en los apartamentos del Rey y comunica al Rey que tiene una importante confesión que hacer. El Rey asiente con la cabeza. El Duque se frota las manos y dice al Rey que Alysse está robando a la Reina. El Rey lo mira sorprendido. El Duque le muestra la bolsa de monedas que él arrebató a Alysse. El Rey abre la bolsa y dice que son las monedas que él obsequió a la Reina. El Duque sonríe.

   La Reina dice a Britta que ella no puede decir que los pendientes fueron robados.
   “Podría iniciarse una investigación y, al final, el Rey se enteraría que los perdí en un juego de cartas”.
 Britta le pide a la Reina que no se preocupe y, le dice, que ella se hará cargo de todo. La Reina sigue con su preocupación.

   En uno de los pasillos, el Duque se acerca a Milun y le dice que debe estar contento porque su destitución no fue aprobada. Milun dice al Duque que no fue su intención causarle algún problema. El Duque se ríe y dice a Milun que, gracias a él, logró darse cuenta que no puede desposar a una ladrona. Milun lo mira fijamente, sorprendido. El Duque dice que el Rey ya está al tanto del comportamiento de Alysse. Milun baja la mirada.

   El Rey Aidan ingresa en las recámaras de la Reina. La Reina sonríe al Rey y se sorprende al ver en su mano la bolsa de monedas que ella entregó a Alysse. El Rey le pregunta ¿cómo fue posible que las monedas hayan terminado en manos de Alysse? La Reina se queda perpleja con la pregunta.

   En el Monasterio de San Mirador, el Monseñor camina con Donés. El Monseñor dice que le alegra que todo esté ocurriendo como lo habían planeado. Ellos ingresan en la habitación de Donés. Donés abre la bóveda y descubre que el libro dorado ha desaparecido. El Monseñor y Donés se miran asustados.

   La Reina dice al Rey que ella obsequió las monedas a Alysse como agradecimiento a su servicio. El Rey se siente aliviado y dice a la Reina que él sólo quería asegurarse, ya que ella nunca le comunicó nada al respecto. La Reina se disculpa con él y promete, que la próxima vez, él será el primero en saberlo. El Rey besa sus labios y le pide que descanse. El Rey sale de la habitación y la Reina mira fijamente la bolsa de monedas.

   En su Despacho, el Duque bebe vino del pico de una botella. Britta ingresa y pregunta al Duque el porqué de su repentino consuelo en la bebida. El Duque dice a Britta que ella tenía razón, Alysse es una mentirosa y una ladrona. Britta lo mira sorprendida. El Duque le dice que él ha descubierto que Alysse robó a la Reina una bolsa de monedas. Britta ríe de oreja a oreja.

   En el Monasterio, el Monseñor golpea las paredes fuera de control. Donés le dice que ellos encontrarán el libro. El Monseñor le dice que está seguro que el ladrón es alguien cercano. Donés asiente con la cabeza.

   Alysse ingresa a las recámaras de la Reina. La Reina, con una mirada de enojo, muestra a Alysse la bolsa de monedas. Alysse baja la mirada. La Reina pregunta a Alysse por qué le mintió. Alysse observa, asustada, el rostro de la Reina y le dice que ella pensó que no era apropiado entregar las monedas a un desconocido. La Reina le dice que ella pensó que era la única en quien podía confiar. Alysse le pide disculpas. La Reina pregunta a Alysse si sabe cómo las monedas terminaron en las manos del Rey. Alysse permanece callada. La Reina dice que pedirá a la Señorita Pía que le proporcione otra Dama de honor. Alysse llora y sale de la habitación.

   El Monseñor y Donés entran al Despacho del Padre Superior. El Padre Superior saluda al Monseñor y expresa su alegría por las buenas noticias respecto a la Reina. El Monseñor le dice que este no es un buen momento para intercambiar cumplidos. Donés se disculpa con el Padre Superior y le informa que alguien ha robado al Monseñor un objeto personal. El Padre Superior los mira sorprendido.

   Alysse ingresa en su habitación y llora. Milun la observa desde la entrada y le pregunta qué ha ocurrido. Alysse le dice que la Reina ya sabe la verdad sobre las monedas y ha decidido contar con los servicios de otra Dama de honor. Milun, lleno de ira, dice que todo esto es culpa del Duque. Milun se acerca a Alysse y le dice que la Reina la perdonará si llega a saber que lo que ella hizo fue para protegerla. Alysse dice que ella está cansada de todo esto y ha decidido marcharse del Palacio. Milun la mira sorprendido.

   La Señorita Pía ingresa en las recámaras de la Reina. La Reina le dice que ha decidido tener una nueva Dama de honor. La Señorita Pía, sorprendida, dice a la Reina que le conseguirá otra. Britta ingresa y la Señorita Pía sale de la habitación. Britta pregunta a la Reina qué ha ocurrido. La Reina dice que Alysse ha traicionado su confianza. Britta abraza a la Reina y le pide que no se preocupe, sonriendo.

   En el Monasterio, Donés propone una búsqueda en todas las habitaciones de los sacerdotes. El Padre Superior les dice que ninguno de los sacerdotes tiene alguna intención de robar. El Monseñor le dice que esto es un grave delito, y el ladrón debe ser castigado. El Monseñor se desmaya y cae al piso. Donés y el Padre Superior se acercan a él preocupados.

   Milun se acerca a Columbio y le informa que el Duque ha acusado a Alysse de robar la bolsa de monedas a la Reina. Columbio dice que el Duque es imparable. Milun dice que la Reina mintió al Rey diciendo que ella obsequió las monedas a Alysse, pero ahora la Reina ha pedido otra Dama de honor. Columbio dice que Alysse debe confesar a la Reina que el Duque la estaba amenazando. Milun asiente con la cabeza.

   En su habitación, Alysse empaca su maleta. Alysse dice que todo es culpa suya por mentir a la Reina. La Señorita Pía ingresa y le pregunta qué está haciendo. Alysse le dice que ella ya tiene motivo para estar contenta, ya que ha decidido marcharse del Palacio. La Señorita Pía la mira sorprendida.

   En las recámaras de la Reina, la Reina Beatriz camina en círculos. Alguien llama a la puerta y es Milun. La Reina se sorprende al verlo.

   La Señorita Pía pregunta a Alyssse qué fue lo que ocurrió. Alysse dice a la Señorita Pía que no va a perder el tiempo explicándole ya que nunca estuvo contenta con ella. La Señorita Pía dice a Alysse que ella pensó que era una mujer fuerte, pero estaba equivocada. La Señorita Pía sale de la habitación. Alysse baja la mirada.

   Milun ingresa en las recámaras de la Reina y dice a la Reina que Alysse cometió un error, pero ella lo hizo para protegerla.  La Reina dice que ella no necesita protección, lo que necesita es alguien  en quien confiar. Milun le dice que él le está dando su palabra de honor. La Reina llora y dice que a veces piensa que nadie muestra interés por ella como persona. Milun le dice que todo el mundo se preocupa por ella, sobre todo, ahora que ella está esperando un hijo. La Reina mira profundamente a los ojos de Milun. Luego, se inclina hacia él, y besa los labios de Milun. Milun la mira, sorprendido. Alysse ingresa y no puede creer lo que está viendo.
 En ese momento, alguien llama a la puerta. Alysse se esconde detrás de una cortina. La Reina empuja a Milun. Janice y Flere ingresan.
   “Ha sido un largo, largo viaje”, dice Flere.
 La Reina se alegra al ver que sus primos han regresado.
 Flere observa a Milun. Su rostro le parece conocido.
   “No sabes cuánto te extrañé”. Janice abraza a la Reina.
   “El Conde de Papier nos acompaña”, dice Flere.
 Un delgado hombre pelirrojo, con pómulos prominentes y una barbilla estrecha ingresa en la habitación y se quita su sombrero de dos puntas. Lleva puesto un chaleco y pantalones apretados de color verde.

   “¡Di-ya!” El Conde de Papier saluda a la Reina en Criztino. La Reina le sonríe. Milun baja la mirada.

DE MI ÁLBUM


EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: BELLAS ORACIONES


DOM. XXXI DEL TIEMPO ORDINARIO

Jesús y Zaqueo

“Llegando a Jericó, pasaba Jesús por la ciudad. Allí había un hombre llamado Zaqueo. Era jefe de los cobradores de impuestos y muy rico. Quería ver cómo era Jesús, pero no podía hacerlo en medio de tanta gente, por ser de baja estatura. Entonces corrió delante y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Cuando llegó a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: ‘Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que quedarme  en tu casa’.

            Todos entonces se pusieron a criticar y a decir: ‘Se fue a alojar en casa de un pecador’. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: ‘Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y a quien he exigido algo injusto, le devolveré cuatro veces más’.

            Jesús, pues, dijo a su respecto: ‘Hoy ha llegado la salvación a esta casa; en verdad, éste también es hijo de Abraham. El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido”. LUCAS 19 1-9

                                                       Neal Parrow
                                                    
La conversión de Zaqueo nos sirve de soporte para entender aún más la esencia del Dios revelado en Jesucristo. En efecto, hoy el evangelio de san Lucas, nos lleva a la casa de un personaje contemporáneo a Jesús. Se trata de otro publicano. Recordamos aún la parábola del fariseo y el publicano orando en el templo, que meditábamos la semana pasada. Ya se ve que Jesús tenía cierta predilección por estas personas tan desprestigiadas y menospreciadas en su moralidad pública. Recordemos que eran catalogados como unos pecadores.

Por lo que nos describe el evangelio de hoy, Zaqueo era un hombre polarizado por el dinero, y la injusticia sería el instrumento normal por el que alcanzaba sus objetivos... Pero un día, sin saber casi de qué forma ni por qué motivos (así son las conversiones), una mirada le traspasó el corazón y la misericordia lo penetró. Encontró a Jesús, que le miró con otros ojos, a los que estaba acostumbrado que le tazaran los demás, encontró a alguien que creyó en él. Y he aquí el resultado: un hombre nuevo, rescatado, encontrado de nuevo, porque estaba perdido.

En Zaqueo se cumple aquella palabra de la Sabiduría divina, «Te compadeces de todos, porque todo lo puedes, cierras los ojos a los pecados de los hombres, para que se arrepientan… A todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida» (primera lectura).

¡Qué pobre y desvirtuada hubiera quedado la imagen de Dios si nos hubiésemos creído el trato que los fariseos daban a Dios! No digamos ya, por la imagen del fariseo orando en el templo del domingo pasado, sino porque con nuestros juicios sobre los hombres a veces presentamos a un Dios terrible, que quiere aplastar y aniquilar, guardián del orden, ordenador del mundo, freno de los delitos sociales, omnipotente que precisa de esclavos... Y sin embargo, Jesús revela un Dios cuya característica esencial es el amor y ofreciendo siempre una oportunidad.

La Revelación se puede definir, no como un contenido de verdades, sino como el ofrecimiento de la amistad divina. De ahí que la imagen divina sea dialogal: el Señor quiere convertir nuestra vida en una conversación con Él: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». Dios es amigo de la vida, siempre espera, poniendo su don a nuestro alcance. Él ama la vida y ama nuestra alegría, porque su aliento inmortal está plasmado en nuestro ser.

Los mensajes de profecías de catástrofes, tan comunes en nuestros días, anunciando días de tinieblas, cataclismos, castigos irremediables no parece coincidir con el mensaje del Dios revelado en Jesucristo. San Pablo afirma en su Carta a los Tesalonicenses que «no nos alarmemos por supuestas revelaciones, dichos o cartas que afirman que el día del Señor está encima», para que podamos cumplir la tarea de la fe.

Dios es amor. Ama todo lo que ha creado, como dice el libro de la
Sabiduría, y no odia ni olvida a ninguna de sus criaturas, porque es amigo de todo lo que vive, es amigo de la vida, que no de la muerte ni del dolor. Y este amor de Dios respecto de los hombres es misericordia, porque nos ama aunque no le amemos, aunque le ofendamos, aunque le ignoremos y neguemos. Nos ama porque es bueno, no porque nosotros lo seamos. Al contrario, es el amor de Dios el que hace posible que podamos ser mejores y dejemos de ser pecadores. Esta misericordia de Dios no puede ser un pretexto para justificar nuestros pecados e injusticias, ni debe fomentar en nosotros una presunción temeraria en la misericordia de Dios. Al contrario, debe sernos de acicate y estímulo para confiar en él, sin confiar en nosotros mismos. La esperanza cristiana, el anuncio del evangelio, no se funda en la autosuficiencia de los que se consideran buenos y ejemplares o mejores que los demás -que eso es el fariseísmo-, sino que descansa en la convicción profunda de que Dios es rico en misericordia. Y que esta misericordia de Dios, puesta en evidencia en éste y otros relatos del evangelio, alcanza a todos los hombres de generación en generación, sin tasa.

«Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido», hoy nos sentimos reencontrados en este amor de Dios que sale en nuestra búsqueda y nos manifiesta este voto de confianza al darnos la oportunidad de cambiar y hacer el bien, como Zaqueo. Amén. (Predicadores La familia).

DE MI ÁLBUM


EL FILM: "COLINAS DE FUEGO"



Intérpretes: Tab Hunter, Natalie Wood
Dirección: Stuart Heisler

            El Western más puro, menos contaminado de elementos extraños a su género será, nos parece,  el que haga primar y barajar en su pericia aspectos también puros o primarios del hombre norteamericano, su protagonista, y de su contorno físico o ambiental. Así el valor bravío de los hombres en sus luchas entre sí mismos o contra las fieras y la naturaleza en sus más imponentes manifestaciones. Así también las patriarcales relaciones de la familia, de los sexos, de las comunidades en su azarosa existencia pionera. Tal vez los episodios bélicos entre los nativos emplumados y los colonos ensombrerados o entre los uniformados de azules y grises que protagonizaron la guerra de Secesión y que dieron épica categoría de epopeya a estos relatos fílmicos.

            No entre otros elementos reside para nosotros la popularidad de este género y su inmarcesible permanencia en la pantalla. Pero la inquietud productora y realizadora, lo mismo que a otros filones industriales ha ido insuflando al “western” multiplicado de “novedades”; y, pareja a esa inquietud, la de ciertos sectores de la crítica leída y “escribida” pretende asignar a este amable género sin pretensiones una fundamental categoría cinematográfica, que nosotros, “los cronistas de los diarios”, no sabemos por qué no es más razonablemente atribuible a otros géneros.

            Si algún sabor tiene “Colinas de Fuego”, es el de cierto primitivismo y simplicidad de elementos que los sitúa cerca de las primeras expresiones del género.

            Todo el relato se reduce a la pugna de prepotencia y el abuso, por un lado, y el valor y el sentido de la justicia, por el otro. En el lado de los prepotentes y abusivos opera toda una banda de esbirros de un terrateniente tan poderoso como reñido con la ley. En el lado de los valerosos y los justicieros alían su suerte un valiente muchacho yanqui, anheloso de vindicar el asesinato de su hermano, y una muchacha de mixta ascendencia yanqui –mexicana—aún más ansiosa de vengar la muerte de su padre.

            La peripecia es entretenida, el ambiente pintoresco y muy simpática la caracterización de Natalie Wood.

DE MI ÁLBUM

                                                       Celendín                            

HOMBRES DE CIENCIA: Harold UREY


HAROLD UREY

                  El átomo más simple es el de hidrógeno que tiene un solo protón con un solo electrón “en órbita” en torno a aquél. Se dice, así, que tiene un peso atómico de 1.

            Sin embargo, existe lo que se llama “hidrógeno pesado” que tiene un neutrón tanto como un protón en su masa central, o núcleo.

            El hidrógeno pesado fue descubierto por Harold Urey, catedrático adscrito a la universidad de California, en San Diego, E.U.A.

            Por este descubrimiento obtuvo el Premio Nobel de Química. Nacido en 1893, Urey ha sido llamado popularmente en días recientes “el estadista decano de las ciencias norteamericanas”. Este apelativo hace que muchos piensan que él está descansando sobre sus laureles, observando solamente.  Y descansar sobre sus laureles es, exactamente, lo que no  ha estado haciendo Urey.

            El hidrógeno pesado, que Urey ha bautizado con el nombre de “deuterio”, es un isótopo de hidrógeno. Como isótopo de un elemento, tiene el mismo número de protones en su núcleo que los que tiene el propio elemento y, por lo tanto, tienen el mismo peso atómico y químicamente son lo mismo. Pero tiene un número distinto de protones y, así, tiene un número atómico distinto. El hidrógeno pesado, o deuterio, tiene un neutrón que el hidrógeno corriente no tiene.

            El descubrimiento de Urey y sus trabajos con hidrógeno pesado fueron el principio de lo que se ha convertido en campo enorme de interés científico: el de los isótopos. Soy muy importantes en medicina, donde los isótopos de varios elementos, como el yodo, se usan como “rastreadores” para facilitar a los médicos la localización de centros focales de enfermedad; los de cobalto se usan para contener el crecimiento y propagación de los tumores.

            El deuterio fue la clave que condujo a una nueva interpretación de la estructura nuclear. Quiere esto decir: la forma en que los átomos se reúnen. Según Arthur Ruark, de la Comisión Norteamericana de Energía Atómica, el descubrimiento del isótopo de hidrógeno pesado fue acontecimiento que seguirá rindiendo beneficios a la humanidad durante un millón de años. Durante la guerra, Urey trabajó en el “Proyecto Manhattan” que originó la bomba atómica, especialmente en la separación de isótopos de hidrógeno, boro y uranio. El Uranio –235, utilizado en la segunda bomba atómica – la que fue lanzada sobre Nagasaki, Japón, fue producido en el laboratorio de Urey.


            Desde entonces, naturalmente,  Urey ha estado en primera línea entre los hombres que se preocupan ante el poder del hombre para destruirse a sí mismo y destruir su civilización. Urey hace constantemente hincapié en la necesidad en que está el hombre de encontrar la forma de sobreponerse a pequeñas rivalidades y celos para que todos los pueblos de la Tierra puedan cooperar al progreso de la humanidad.

DE MI ÁLBUM


LOS 100 MEJORES CANTANTES DEL SIGLO


ALEXANDER KIPNIS
Bajo ucraniano, 1896-1978)

Alexander Kipnis desarrolló su carrera íntegramente en Europa occidental y Estados Unidos.

Su voz era aterciopelada pero muy poderosa, y la empleaba de forma soberana en Mozart (Sarastro), Wagner, Verdi y Mussorgsky.

A pesar de la entidad de su voz fue un cantante de lieder –sobre todo de Wolf – sensible y elegante.

DE MI ÁLBUM


'NUESTROS LAMENTOS NO SON BLASFEMIAS, SINO UN GRITO HUMILDE A DIOS ' DESPIERTA'"/ Leonardo BOFF


"Dios, ¿por qué no calmaste el huracán Matthew?", se pregunta el teólogo brasileño
Leonardo Boff: "Nuestros lamentos no son blasfemias, sino un grito humilde a Dios: '¡Despierta!'
"Podemos gritar como Job y lamentarnos como Jeremías. Más aún, podemos gritar como Jesús en la cruz"

Leonardo Boff, 17 de octubre de 2016 

(Leonardo Boff, en Koinonia).- Cuando vemos en las primeras páginas de los periódicos la devastación que ha producido ahora en octubre el huracán Matthew en Haití y en Estados Unidos destruyendo ciudades, derribando árboles, arrastrando automóviles y matando a cientos de personas, los que creemos, nos preguntamos angustiados:

«Dios, ¿dónde estabas en el momento en que la furia asesina del huracán Matthew se abatió sobre Haití y los Estados Unidos? ¿Por qué no usaste tu poder para amainar la virulencia destructora de aquellos vientos y de aquellas aguas enemigas de la vida? ¿Por qué no interviniste, si podías hacerlo?».

«Al menos permitiste a los haitianos el tiempo suficiente para recuperarse de la devastación que supuso el terremoto de 2010 donde miles y miles de personas murieron sepultadas y vieron sus ciudades y casas destruidas. ¿Por qué ahora enviaste otro látigo para azotar y matar?».

«Tu bien sabes, Señor, que el pueblo haitiano es uno de los más pobres del mundo. Los negros, conocieron todo tipo de discriminación. Fueron oprimidos por dictadores feroces que hacían de las matanzas política de Estado. Todo lo sufrieron, todo lo soportaron. No desistieron. Caídos, en medio del polvo y las ruinas se estaban levantando. Y ahora han sido azotados de nuevo por la naturaleza rebelada. ¿Dónde está tu piedad? ¿No son tus hijos e hijas especialmente queridos porque representan al Cristo crucificado?».

No entendemos los designios de Aquel que se reveló como Padre de infinita bondad. Él puede ser Padre de una forma misteriosa que no conseguimos comprender. Bien dicen las Escrituras: "Él es demasiado grande para que lo podamos conocer" (Job 36,26). 

Mucho menos pretendemos ser jueces de Dios. Pero podemos gritar como Job, Jeremías, y el Hijo del Hombre en el Huerto de los Olivos y en lo alto de la cruz. Jesús, quejándose, exclamó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mc 15,34).

Nuestros lamentos no son blasfemias, sino un grito humilde e insistente a Dios: «¡Despierta! No te olvides de la pasión de aquellos que actualizan la Pasión de tu Hijo bienamado».

Seguramente las invectivas de Job contra Dios por causa del sufrimiento incomprensible y las lamentaciones de Jeremías viendo a Jerusalén conquistada, el templo destruido y el pueblo, marchando esclavo hacia el exilio en Babilonia, fueron incluidas entre las Escrituras judeocristianas para que nos sirviesen de ejemplo.

Podemos gritar como Job y lamentarnos como Jeremías. Más aún, podemos, al límite de la desesperación, gritar como Jesús en la cruz, experimentando el infierno de la ausencia de Dios, al que siempre llamaba "Abba", Papá. Y Él guardó silencio y no lo libró de la muerte en la cruz. 

Semejante lamentación, como la nuestra, la expresó conmovedoramente el Papa Benedicto XVI cuando visitó el 28 de mayo de 2006 el campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau donde más de un millón de judíos y otras personas fueron enviados a las cámaras de gas:

«Cuantas preguntas surgen en este lugar. ¿Dónde estaba Dios en aquellos días? ¿Por qué guardó silencio? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal? Nos viene a la mente el Salmo 44 que dice: "nos has aplastado en la región de los chacales y nos has envuelto en la mortaja de las tinieblas. Por tu causa estamos en peligro de muerte cada día, nos tratan como ovejas destinadas al matadero. ¡Despierta. Señor! ¿Por qué duermes? ¡Levántate! (Sl 44, 20.23-27)"».

Como nunca antes, el Papa Benedicto XVI se mostró un finísimo teólogo que, como hombre de fe y sensible, osó quejarse ante Dios. 

Aunque guardemos un noble silencio delante de tanto dolor, perseveramos en la fe como Job, Jeremías y Jesús. Job llegó a decir: "Aunque que me mates, Señor, aun así sigo confiando en ti. Antes te conocía solo de oídas, pero ahora te han visto mis ojos" (42,5). La última palabra de Jesús fue: "Padre, en tus manos entrego mi espíritu" (Lucas 23,46). Y Dios lo resucitó para mostrar que el dolor, aun siendo misterioso, no escribe el último capítulo de la historia, sino la vida en su esplendor.

En la esperanza, ansiamos aquel día en que "Dios enjugará las lágrimas de nuestros ojos y ya no habrá muerte, ni luto, ni llanto, ni dolor, porque todo eso ya pasó" (Ap 21,4).


Y nunca más habrá tsunamis, ni Katrinas, ni Matthews, porque surgirá una nueva Tierra, donde el ser humano aprendió a cuidar de la naturaleza y esta nunca más se rebelará contra él.

DE MI ÁLBUM

                                                                                                  Caraz

HOY HA CAÍDO UN ÁRBOL / Esther M. ALLISON BERMÚDEZ

                                     Esther Margarita Allison Bermúdez / Huacho-Perú
                                                 (1918-1992) Escritora, poetisa y periodista peruana.                    

            Hoy ha caído un árbol
el hachador, un ángel.
Un árbol que era mío. Mía su dulce sombra
como un obscuro fruto pendiente de sus ramas.

Mío su noble tronco, tan rectamente alzado,
al que yo me ceñía con apego de hiedra.
Mías sus actitudes de fragancia madura,
sin tregua derramada de sus brazos abiertos,
y mías hondamente su savia y su resina,
que me nutrieron siempre el corazón con hambre.

            Hoy ha segado un ángel el árbol que era mío.
Fue en su pecho amoroso donde aprendí la vida.
Aprendí de sus manos las alas de paloma.
Caridad y ternura aprendí de su gesto.

El hachador, un ángel, lo hachó en la madrugada,
esa hora perfecta para apagar la estrella.
No volverá a enseñarme la lección de su frente
límpidamente erguida hacia los cielos puros.
No anidará de nuevo mi gozo en su follaje.

No dormirá mi pena de nuevo en su regazo.
Ya no tendré la fuerza de su invariable apoyo.
Ya no, el sabor caliente de su debido alivio.
Lo que soy, se lo debo. Nunca henchido panal
debido a una sola abeja tal acopio de mieles.
Nunca tierra surcada debió más a su arado.
Nunca tuvo una cuerda mayor deuda de música.

Pero el árbol no muere. No morirá en sus pájaros.
No morirá en el polen fecundo de las flores.
Se tala el alto tronco, es verdad. Cómo duele
el corazón mirarlo tendido entre azucenas.

Cómo duele su extraño silencio en el oído,
y estas únicas lágrimas que no puedo enjugarlas.
Cómo duele el vacío de su insólita ausencia.
Buscarle la acogida, pero, ay, inútilmente…
Pero no muere el árbol. Nunca muere el amor.
No hay soledad que arranque su nombre de mis labios.
            Se llamaba Victoria. Ya tú lo sabes, muerte,
que sólo en golpe de ángel pudiste cosecharla.
Sí, ya lo sé. Marcaba celestes calendarios
en tus dedos puntuales se exacto paraíso.

Ya le tocaba el tiempo de la rosa segura.
De cambiar el exilio por la segura patria.
Ya lo sé. Dios la quiso, y nadie como ella
ha merecido a Dios a través del destierro.

No te increpo las hoces…
Pero no me la robas;
que no me la arrebatas ni aun de mi suspiro.
Aquí en mi propia sangre, la guardo para siempre
Intacta de cercones, incólume a distancia.

Porque el árbol no muere.
Prolonga su estatura en la multiplicada forma de su madera.
En la mesa, en la cuna, en el ara, en el mástil.
Así como perdura su voz en sus jilgueros.

Está conmigo siempre, como lo está en las lágrimas
que por primera vez no detiene en mis ojos.
Hasta que al fin un día, embarcad en tus filos,
a su misma ribera se llegue mi esperanza.
            Hoy ha caído un árbol
Su leñador un ángel.
Como elogio, su nombre, no más: Victoria Alfaro
es, no fue solamente mi maestra, mi amiga.
Lo que tengo me vino de su encendida dádiva.
Es mi hermana y mi ejemplo. No se fue solamente.
Aquí está el testimonio del latido en mis venas.
Perdonadme, vosotros que me oís, el sollozo.
Porque siempre, a su lado, no fui más que una niña.
Y, sin ella, me siento como niña, sin madre.
Porque ya no las seca, perdonadme estas lágrimas.

     
DE MI ÁLBUM


martes, 18 de octubre de 2016

EL REINO AHORA: Cap. 12 EL LLANTO DE MEDIANOCHE / Tony PEREDA






   Al siguiente día, Columbio practica solo en la Sala de esgrima. Milun ingresa y se da cuenta de la expresión de enojo que tiene Columbio. Milun le pregunta si su plan funcionó. Columbio dice a Milun que trató toda la noche de convencer al Rey de abandonar el cabaret sin ningún éxito ya que es evidente que el Duque lo está controlando. Milun dice que él pensaba correctamente, Alysse no está feliz con su compromiso con el Duque. Columbio voltea los ojos, burlándose y le pide a Milun que tome una espada. Milun dice que será un placer luchar contra él.

   En las recámaras de la Reina, Alysse sirve el desayuno a la Reina. La Reina muestra aún estar preocupada por los pendientes. Alysse pregunta a la Reina si hay algo que pueda hacer por ella. La Reina dice a Alysse que el Rey tiene muchas responsabilidades y a él le importa mucho ella. La Reina dice que ella piensa que el Rey ya no la ama. Alysse se sorprende al escuchar sus palabras y le pide que no debe tomar ninguna conclusión precipitada. La Reina solloza y Alysse le alcanza un pañuelo. Britta ingresa y sonríe al ver llorar a la Reina.

   En sus apartamentos, el Monseñor escribe en su escritorio y el Duque ingresa. El Monseñor observa al Duque y le dice que al parecer no ha pegado los ojos por semanas. El Duque le dice que no tiene tiempo para sus bromas. El Monseñor continúa escribiendo. El Duque se le acerca y le dice que deben eliminar a Columbio, ya que anoche se apareció en el cabaret y casi arruina todo. El Monseñor se ríe y dice al Duque, que una vez más, se perdió toda la acción. El Duque dice que Columbio está tratando de acercarse al Rey y sabe que el Rey aún confía en él. El Monseñor dice que si Columbio muere, sería peor, así que por el momento es mantenerlo vigilado. El Duque dice que cuando él se convierta en rey, la cabeza de Columbio será la primera en rodar. El Monseñor se ríe y pide al Duque que tenga paciencia.

   En la cocina, la Señorita Pía se acerca a Alysse y le dice que no es apropiado para ella estar comprometida con el Duque, y mantener conversaciones con otros hombres. Alysse sonríe y dice a la Señorita Pía que ella sólo hablaba con Milun sobre la seguridad en el Palacio. La Señorita Pía sonríe y le pide tener cuidado ya que Milun, le parece, un hombre muy astuto. Alysse asiente con la cabeza.

   Milun camina por el pasillo principal e ingresa al Despacho del Duque. Milun observa los soldaditos de plomo sobre la mesa y dice que es obvio que el Duque tiene una mente enfermiza. Milun mira al frente de él y observa una pintura de Nidia sobre una repisa. Milun oye pasos que se acercan a la puerta y coloca su mano sobre el mango de su espada.

      En los apartamentos del Rey, el Rey se encuentra acostado en su cama. El Capitán Daugherty retira sus pesadas botas. La Reina entra y dice al Capitán que ella cuidará al Rey. El Capitán asiente con la cabeza y sale de la habitación. El Rey dice a la Reina que luce muy hermosa. La Reina sonríe y le pregunta cómo le fue en la reunión. El Rey le dice que siempre es lo mismo y él no quiere aburrirla hablando de política. La Reina baja la mirada. Ella sabe que todo lo que él dice no es verdad. El Rey le pregunta cómo le fue en el juego de cartas. La Reina lo mira asustada.

   En la lavandería, Alysse selecciona la pila de sábanas más blancas para los aposentos de la Reina. Alguien detrás de ella menciona su nombre. Alysse da la vuelta y se sorprende al ver a Doña Adela. La abraza y le dice que es una sorpresa verla. Adela sonríe y le dice que necesitaba escuchar la verdad de su boca. Adela pregunta a Alysse si ella piensa casarse con el Duque. Alysse la mira sorprendida por la pregunta.

   Britta ingresa al Despacho del Duque y se encuentra con Milun. Britta dice a Milun que ella está buscando al Duque. Milun informa a Britta que el Duque está en una reunión, y él vino a dejarle una carta. Britta pide a Milun decirle al Duque que ella vino a verlo. Milun afirma con la cabeza. Britta se marcha y cierra la puerta. Milun se acerca a la repisa y toma la pintura de Nidia. Milun la esconde debajo de su chaleco y sale de la habitación.

   En la cocina, la Señorita Pía reprende a uno de los criados hasta hacerle llorar. Miccael se acerca a la Señorita Pía y le dice que la gente no merece ser tratada de esa manera. La Señorita Pía le dice que algunas personas deben ser tratadas duramente o no ejecutarán un buen trabajo. Miccael le dice que ella debería sonreír alguna vez. La Señorita Pía le dice que ella puede usar a Alysse como ejemplo, ya que ella se aprovechó de su confianza y ahora está comprometida con el Duque y coquetea todo el tiempo con el nuevo guardia, Milun. Miccael le dice que está equivocada. La Señorita Pía dice a Miccael que tarde o temprano el Duque se enterará. Miccael baja la mirada.

   Alysse no sabe cómo responder a la pregunta de Doña Adela. Adela dice a Alysse que Miccael le escribió una carta, y ella no creyó que su compromiso era cierto. Alysse suspira y dice que no sabe cómo explicarlo, pero ella en verdad está enamorada del Duque. Adela la mira fijamente, no muy convencida. Alysse dice a Doña Adela que ella sabe lo que hace y le pide que la entienda. Doña Adela pide a Alysse que le mande un mensaje en caso que necesite ayuda. Alysse abraza a Adela y le pide que no se preocupe. Doña Adela sonríe, pero debajo de su sonrisa hay un rastro de tristeza.

   Milun entra en su habitación y extrae de su chaleco la pintura de Nidia. Milun la mira fijamente y dice que vengará su muerte.

   Britta entra en las recámaras de la Reina llevando una pequeña botella de cristal. La Reina, preocupada, dice a Britta que el Rey sabe que ella estuvo jugando cartas anoche. Britta pide a la Reina que no se preocupe, y le entrega la pequeña botella. La Reina observa la botella sin entender. Britta le dice que la botella contiene un aroma exótico que ningún hombre es capaz de resistir. La Reina se ríe y le dice que es una verdadera amiga. Britta le pide que rocíe el perfume por todos lados y eso hará que el Rey vuelva a sus brazos. La Reina agradece a Britta y se echa el perfume en el cuello. Britta sonríe.

   El Duque está en camino a su Despacho y Doña Adela se le acerca. El Duque la mira con cara de disgusto. Doña Adela dice al Duque que ella espera que él tenga buenas intenciones con Alysse. El Duque le sonríe y le dice que pensó haber sido claro con ella, pero al parecer, ella olvidó que no es bienvenida en el Palacio. Doña Adela le dice que ella no le tiene miedo y, ella puede venir en cualquier momento a visitar a su hijo y a Alysse. El Duque la mira con odio.

   Por la noche, el Rey Aidan y la Reina Beatriz se reúnen con la Nobleza. El Rey se acerca al Amo Columbio y le dice que le dio gusto verlo anoche. Columbio sonríe y dice que él también se divirtió mucho y ahora sabe que él está en buenas manos. El Rey sonríe y agradece a Columbio por cuidar de la Reina en su ausencia. Columbio asiente con la cabeza. El Monseñor los observa.

   En uno de los pasillos, Alysse lleva una bandeja hacia la cocina y Milun se acerca. Milun dice a Alysse que espera no haberle causado problemas con la Señorita Pía. Alysse le dice que ella ya está acostumbrada al mal comportamiento de la Señorita Pía. Milun se ríe. Alysse pregunta a Milun por qué se expresó del Duque de esa manera. Milun dice que el Duque es el ser más cruel y más abusivo que ha conocido y, por culpa de él, su vida no tiene sentido alguno. Alysse lo mira desconcertada.

   En el Salón de los Nobles, la Reina se despide de sus invitados. El Duque la observa por varios segundos. Britta se acerca al Duque y le dice que ella necesita ayuda para mantener al Rey alejado de la Reina. El Duque sonríe y dice a Britta que al parecer la Reina se ha ganado un enemigo muy poderoso. Britta sonríe y le dice que él no necesita usar una máscara con ella ya que es obvio que también trama algo. El Duque dice a Britta que él no es un hombre estúpido como su hermano, Casey; ya que él sabía desde un principio que ella no vino al Palacio sólo por alejarse de su matrimonio. Britta dice al Duque que a veces cree haber elegido como esposo al hermano equivocado. Ellos hacen un brindis.

   Milun dice a Alysse que durante todo el tiempo que luchó en la guerra, sólo anhelaba el poder regresar a Frezzia y ser feliz al lado de Nidia; pero al volver, ella le confesó que estaba comprometida con el Duque. Alysse permanece callada ante la revelación de Milun. Milun aprieta el puño y dice que el Duque compró al padre de Nidia y la mente de Nidia con regalos; pero al final ella se dio cuenta de que estaba cometiendo un error.
 El Duque se acerca y dice a Alysse que la estaba buscando. Alysse y Milun voltean. Los ojos de ambos no pueden ocultar el temor hacia él.

   En las recámaras de la Reina, la Reina se acuesta en su cama. Ella rocía el perfume que Britta le  dio por todo su cuerpo y luego oculta la botella debajo de la almohada. El Rey ingresa y comunica a la Reina que debe acudir a una importante reunión y regresará muy tarde. La Reina se acerca al Rey y besa sus labios. Sus cuerpos se juntan suavemente y luego son incapaces de controlarse a sí mismos. El Rey la lleva a la cama, besa el cuello de la Reina con pasión y de repente se siente afectado por su fragancia. El Rey bosteza y dice a la Reina que se siente muy exhausto. El Rey se mete a la cama y, le pide que descanse a su lado. La Reina baja la mirada mientras que sus lágrimas corren por sus mejillas.

   En el pasillo, Milun y Alysse observan al Duque. El Duque sonríe, y besa los labios de Alysse. El Duque voltea hacia Milun y le pregunta si ellos ya se conocían. Milun dice al Duque que conoció a Alysse el día de la ceremonia en honor a los soldados. El Duque dice a Milun que las coincidencias suceden, así como para él haber conocido a su amada Alysse en el Palacio. Milun trata de estar calmado y dice al Duque que debe ver si Columbio lo necesita. Milun se marcha y el Duque mira a Alysse fijamente. El Duque le pregunta si Milun la estaba molestando. Alysse niega con la cabeza. El Duque dice a Alysse que no permitirá que nadie trate de cortejar a su prometida. Alysse mira hacia abajo, demasiado asustada para enfrentar a la mirada del Duque.

   Al día siguiente, la Reina ingresa en los apartamentos del Monseñor. El Monseñor le dice que es una agradable sorpresa. La Reina le dice que necesita de su ayuda, ya que ella cree que el Rey no está interesado en ella. El Monseñor la mira sorprendido.

   Alysse ingresa en la Torre y encuentra a Milun esperando por ella. Milun dice a Alysse que él sabía que ella vendría. Alysse pregunta a Milun qué le ocurrió a Nidia. Milun dice a Alysse que Nidia decidió terminar su compromiso con el Duque y ella le confesó que no estaba enamorada de él. Alysse le pregunta ¿cuál fue la reacción del Duque? Milun dice que el Duque golpeó a Nidia y ella fue llevada de emergencia a la Enfermería. Alysse lo observa sorprendida.

   El Monseñor dice a la Reina que el Rey Aidan es aún un hombre joven, y el tener un hijo sería la mejor manera de demostrar su madurez. La Reina dice que ha tratado en varias ocasiones pero no ha funcionado. El Monseñor dice a la Reina que se le ha ocurrido una idea; ella puede anunciar que está esperando un hijo. La Reina lo mira sorprendida.

   En la Torre, Alysse pregunta a Milun si eso produjo la muerte de Nidia. Milun sonríe y dice a Alysse que Nidia sobrevivió y él trató de acusar al Duque con las autoridades, pero no tuvo éxito. Alysse dice que el Duque es un hombre muy peligroso. Milun dice a Alysse que el Duque aún sediento de venganza, incendió el hogar de Nidia. Alysse dice que es una atrocidad. Alysse recuerda el día del Festival de las flores cuando una bella muchacha atacó al Duque en el Palacio. Alysse dice a Milun que cree haber visto a Nidia en el Palacio, tratando de asesinar al Duque. Milun la mira sorprendido. Miccael ingresa a la Torre y Milun y Alysse lo observan.

   La Reina dice al Monseñor que ella no puede mentir al Rey de esa manera. El Monseñor le dice que no sería una mentira, pues él está seguro que ella podrá procrear un hijo durante ese tiempo. La Reina dice que debe haber otra manera. El Monseñor le dice que si desea su ayuda, debe hacer lo que él le diga. La Reina permanece completamente confundida.

   Miccael dice a Alysse que necesita hablar con Milun. Alysse sonríe y les dice que irá a ver si la Reina la necesita. Miccael dice a Milun que él sabe lo que está haciendo. Milun se ríe. Miccael dice a Milun que el Duque no es de su agrado, pero Alysse está comprometida con él. Milun dice a Miccael que él sólo platicaba con Alysse. Miccael asegura a Milun que él podría ocasionar que Alysse se meta en graves problemas, y él está aquí para protegerla. Milun le pide a Miccael que no se preocupe, ya que él no representa ninguna amenaza. Miccael advierte a Milun que si él lo ve hablando con Alysse nuevamente, no será agradable para ninguno de los dos. Miccael se marcha.

   En la aldea de Chandler, Britta ingresa en la tienda de un joyero y retira la capucha de su cabeza. El joyero, un hombre delgado con un turbante en la cabeza, sonríe mientras extiende su brazo hacia ella.
   “Bienvenida, señora”.
   “Traigo los pendientes”, dice Britta, mirando de izquierda a derecha.
 Britta entrega al joyero una bolsa de tela. El joyero la desata y permanece hipnotizado por el brillo de los pendientes.
   “Nunca he visto tal belleza, antes”.
   “Harás de ellos un collar”.
   “Pero, podrían perder su valor”, dice el joyero.
   “Nadie debe reconocerlos”, dice Britta en tono cauteloso.
 El joyero afirma con la cabeza, aceptando el trabajo.

   Por la noche, Alysse sale de su habitación y con cuidado sube a la Torre. Alysse ve que Milun esperaba por ella. Milun sonríe y dice a Alysse que después de su conversación con Miccael, él está prohibido de platicar con ella. Alysse sonríe y le dice que Miccael es como un hermano para ella. Milun dice que vio en los ojos de Miccael más que un hermano. Alysse dice a Milun que el día del Festival de las flores, Nidia estaba fuera de control y, logró huir del Palacio sin lastimar al Duque. Milun dice que el padre de Nidia sobrevivió al fuego y Nidia decidió enfrentarse al Duque. Alysse pregunta a Milun qué le ocurrió al padre de Nidia. Milun le dice que el padre de Nidia fue asesinado en la Enfermería unos días después del incendio. Alysse lo mira incrédula. Milun dice a Alysse que el Duque también ordenó a sus hombres asesinar a Nidia, pero ella logró escapar de la Enfermería y vino a verlo al Puerto. Alysse pregunta a Miluin qué sucedió después. Milun baja la mirada.

   Miccael ingresa en la habitación de Britta y la encuentra vistiendo seductora lencería. Miccael, sorprendido, dice a Britta que recibió su nota, pero puede regresar en otro momento. Britta sonríe y le dice que le encanta su tartamudeo. Se acerca a Miccael y se besan.

   Alysse dice a Milun que él no tiene que contestar si no desea. Milun dice a Alysse que Nidia y él intentaron escapar en su barco, pero fueron atacados; él perdió el control del barco produciendo un inevitable choque con otra embarcación. Milun se arrodilla, aprieta los puños y dice que aún puede escuchar los gritos de Nidia en el mar. Alysse se acerca a Milun y le dice que él hizo todo por salvarla. Milun dice que él está seguro que logró alcanzarla, pero no pudo salvarla. Alysse derrama unas cuantas lágrimas y dice a Milun que la muerte de Nidia no fue culpa suya. Milun dice que sí la fue porque no logró protegerla del Duque. Alysse toma el brazo de Milun y lo ayuda a levantarse. Milun envuelve a Alysse entre sus brazos, con una mirada penetrante. La boca de Milun se acerca a los labios de Alysse, y le da un largo beso, descargando así todo su sufrimiento y a la vez como forma de agradecimiento a su comprensión. Yllia los observa desde el patio inferior.

   Al día siguiente, en la habitación de Britta, Britta y Miccael se encuentran aún acostados en la cama. Alguien llama a la puerta. Britta muy asustada dice a Miccael que debe ocultarse. Miccael se coloca dentro del armario. Yllia ingresa; se disculpa con Britta por despertarla y le dice que anoche ella vio a Milun y Alysse besándose. Britta sonríe. Miccael se frota las manos, enfurecido.

   En la Sala de Esgrima, Milun y Columbio practican con sus espadas. Columbio pregunta a Milun por qué se despertó con una cara de enojo, hoy. Milun le dice que la noche anterior, él besó a Alysse. Columbio lo mira sorprendido.

   En las recámaras de la Reina, la Reina se encuentra aún acostada. El Rey Aidan ingresa.
   “Querida, debo asistir a unas reuniones muy importantes. Creo regresar mañana”.
 La Reina disimula una respiración muy agitada.
   “¿Qué es lo que te ocurre?”, pregunta el Rey.
   “Creo que estoy esperando un hijo”.
 El Rey levanta los ojos hacia ella, muy sorprendido.

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