viernes, 13 de enero de 2017

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE: ORACIONES SIGLO XX

“EL SOÑADOR REBELDE”

            Señor: No hay duda que la única posición antagónica para oponer a la sociología comunista es la cristiana, tan opuesta al capitalismo opresor como al socialismo revolucionario.

            Sin embargo, mucho me temo que convirtamos tu doctrina en algo burocrático o estructural, y que se nos escape el espíritu vivificador de tu Evangelio. Porque lo esencial de tu mensaje no es la consecución material de un salario más o menos holgado, o un reparto más amplio de los beneficios de la empresa, hasta los círculos extremos de la mano de obra.

            Sí, Señor, todo esto está muy bien, pero sólo como consecuencia de una postura interior en los de arriba y en los de abajo; en todas las clases sociales. Porque, como muy certeramente ha escrito H. C. Link, “Cristo no fue un reformador social, sino un reformador del hombre”.

            Es el individuo, la persona lo que Tú nos enseñas a reformar. Cuando comenzaste a predicar, el Evangelio resume tu mensaje en esta palabra: metanoia, cambiad de mentalidad. La reforma propugnada por Ti es la del yo egoísta en un nosotros altruista, la del yo egocéntrico en un nosotros cordial.

            Sólo sobre esa base de reforma interior, personal e intransferible, podrá edificarse un mundo mejor, el de la sociología cristiana de reparto de dividendos, cogestión empresarial y demás puntos de un sano socialismo.

            Señor, refórmanos, para que sepamos reformar la sociedad.

            Rafael de Andrés.




Juan Bautista presenta a Jesús, el “Cordero de Dios”



            Este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron a sacerdotes y levitas desde Jerusalén para preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’ Juan lo declaró y no ocultó la verdad; y declaró ‘Yo no soy el Mesías’. Le preguntaron: ‘¿Quién eres entonces?’ ¿Elías? Contestó ‘No lo soy’. Le dijeron ‘¿Eres el  Profeta?’ Contestó ‘No’. Entonces le dijeron: ¿Quién eres entonces? Pues tenemos que llevar una respuesta a los que nos han enviado. ¿Qué dices de ti mismo? Juan contestó ‘Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz que grita en el desierto. Enderecen el camino del Señor’…
Al día siguiente Juan vio a Jesús que venía a su encuentro, y exclamó: ‘Ahí viene el Cordero de Dios, el que carga con el pecado del mundo’Juan 1, 29-34


Preparar el camino

            Ya en los primeros cien metros del año, después de tantos afanes colmados o frustrados, la Iglesia nos habla apremiantemente de Dios, supremo afán, consciente o inconsciente, del hombre.

         El hombre no puede alcanzar, Dios es quien alcanza al hombre. En el mundo sobrenatural el hombre no puede dar  un paso si Dios no lo traslada y lo incorpora a ese mundo.

          Pero es un axioma cristiano que “Dios no le niega su gracia a quien hace  lo que está de su parte”.

Los actos humanos, los actos de la buena voluntad aunque en sí mismos no son cotizables en la sobrenaturaleza y en el más allá, lo son de hecho porque Dios los acepta como disposición para recibir la incorporación a la sobrenaturaleza.

            En este sentido, el hombre puede disponerse a recibir a Dios por medio de un uso recto y sano de la vida.

            Como dice Juan Bautista con lenguaje simbólico, en el evangelio de la misa de hoy: terraplenando los barrancos, rebajando los montes, enderezando lo tortuoso, convirtiendo las asperezas en caminos planos. Esto es, viviendo con dignidad, humildad, prudencia, verdad, lealtad, fraternidad…

            Juan Bautista concretaba a sus oyentes esa disposición en normas aplicables también hoy, porque son normas mínimas humanas: arrepentirse del mal; que el que tiene dos túnicas dé una a quien no tiene ninguna; lo mismo en los alimentos; no cobrar más de lo justo; no extorsionar; contentarse con el sueldo ganado con el trabajo; no denunciar injustamente al prójimo.

            Al querer hablar de Dios, y lo mismo le ocurrirá a Cristo, Juan habla del hombre. El servicio de Dios es, prácticamente,  servicio al prójimo. El camino a Dios pasa por el prójimo.

            Es imposible llegar a Dios a través de la soberbia, el egoísmo, la agresividad injusta, la mentira, la deslealtad, la mala fe, la mala voluntad.

            Al enfriarse la religión –religación del hombre con Dios a través del hombre, y del hombre con el hombre a través de Dios--, el ser humano inevitablemente ha tenido que comenzar a buscar sucedáneos para que no se le desmorone la ciudad terrestre; ha tenido que comenzar a apoyarse en soportes sustitutivos de la religión, de la religación, de la relación; relaciones sociales, industriales, públicas; sindicatos, cooperativas, federaciones. Esas creaciones humanas responden a una exigencia natural de religación. Son la defensa desesperada de la naturaleza que trata de apoyarse y enlazarse siquiera en la superficie, al haber perdido el soporte y el enlace profundo de la religión.

            De todos modos, esas actitudes de buena voluntad con el prójimo –son un camino a la religión, al hallazgo de Dios, a la salvación, porque se dirigen a rellenar barrancos, rebajar montes, enderezar tortuosidades, nivelar y aplanar infructuosidades y asperezas.


            La buena voluntad, el intento decidido y sincero por tener  paz con el prójimo, en cuanto de uno dependa y sin sacrificar lo intangible, es la condición y el camino para recibir la paz de Dios. Las guerras calientes, o quemadas, sean internacionales, nacionales o familiares no se evitan con la guerra fría. Sólo se evitan con la buena voluntad, que es el camino a la única paz segura, la paz de Dios.

           José M. de Romaña.

DE MI ÁLBUM

                                   Salpo- Otuzco-La Libertad-Perú

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