1.
Sabor a rastrojo
César
Vallejo escribió el poema que lleva por título Mayo, mes en que realizamos el
Encuentro Internacional Capulí, Vallejo y su Tierra, en donde retrata hasta con
una virtud que adorna a las emociones sinceras, como es la ingenuidad, la vida
ejemplar, el amor y el trabajo; la cotidianeidad simbolizada en el humo
saliendo por el tejado de las cocinas de la aldea nativa, como evocando el
atardecer sombrío pero también la aurora radiante.
Mayo es el poema que muestra el amor, la
idealización que César Vallejo tenía por el mundo campestre, donde se cumplen
dos ensoñaciones: un idilio pastoril y el trabajo enaltecedor. Sirve tanto para
conocer mejor su tierra como para conocer a César Vallejo mismo, cuáles eran
sus preferencias y sus gustos más sentidos. Habla por ejemplo de una mujer casi
con cualidades de santa, de una Ruth sagrada que allí ha de encontrarse. Y es
que, a imaginar esto se presta una naturaleza paradisíaca y magnificente como la
del mes de mayo en ese paraje andino, poema es el mural de todo un día, desde
la alborada hasta el anochecer, pasando por el cardinal mediodía.
2. El último lucero fugitivo
Y
empieza así:
MAYO
Vierte el humo doméstico
en la aurora
su sabor a rastrojo;
y canta, haciendo leña,
la pastora un salvaje aleluya!
Sepia y rojo.
Donde
sentimos la honda cadencia de una melodía sutil recogida en el verso, y la
visión idílica, matinal, paisajística de cromaticidad intensa, cual una pintura
flagrante donde resalta la naturaleza profusa y el humo que se eleva bajo la
luz solar del día en el rayar del alba:
Humo de la cocina,
aperitivo
de gesta en este bravo
amanecer.
El último lucero
fugitivo lo bebe, y, ebrio ya de su dulzor,
¡oh celeste zagal
trasnochador!
se duerme entre un jirón
de rosicler.
El
lucero se duerme como si hubiera velado ex profeso toda la noche hasta
anunciarse el sol. Y recién se duerme cual un muchacho ebrio que ha bebido todo
el dulzor de esa honda dulzura matinal.
3. Unción de los trigales
Mitología
de lo geográfico y cósmico inmersa en el poema; ámbito de la naturaleza y del
orbe que él recrea atribuyéndole acciones humanas para celebrar la vida y
consagrar el amor.
Pero luego hay una unión paradójica con el
mundo de la cocina y de los juegos de los niños, cuando dice:
Hay ciertas ganas lindas
de almorzar,
y beber del arroyo, y
chivatear!
Cuando
ya es el mediodía, y hay esa referencia tan suelta e íntima de las ganas lindas
de almorzar, como si este acto no fuera solamente alimenticio sino de comunión
con la naturaleza y con los demás, pero que se eleva, que sube a lo alto y se
sublima. Que distinta esta alusión a cuando se queja de hambre, y es porque se
trata del mes de mayo donde él traza una suerte de utopía:
Aletear con el humo
allá, en la altura; o entregarse a los vientos otoñales en pos de alguna Ruth
sagrada, pura, que nos brinde una espiga de ternura bajo la hebraica unción de
los trigales!
4. Un mundo armónico
Donde
reconocemos convicto el anhelo de encontrar allí la arcadia representada en la
mujer ideal, vinculada al mundo evangélico y a la vez campestre, lleno de
cariño, de inocencia y de honestidades graficadas en la espiga y en la
consumación del amor en una alfombra, entre unos muros y en un lecho de
trigales. Y, en seguida, como complemento al amor, en un cuadro arquetípico, el
himno al trabajo en el símbolo de un joven labrador con la hoz al hombro camino
a Irichugo, que es el lugar en donde la familia Vallejo tenía alguna parcela de
terreno en Santiago de Chuco:
Hoz al hombro calmoso,
acre el gesto brioso,
va un joven labrador a
Irichugo.
Canto
al trabajo y devoción a esta práctica que siempre él exaltó y fue ejemplo de
ello; y que ubica en el marco de un mundo armónico de afinidad con la
naturaleza y sumado a los sentimientos de amor pleno de bondades, constituye
una suerte de arcadia, de ideario y utopía vallejiana.
5. El sudor que honra
Y en cada brazo que
parece yugo
se encrespa el férreo
jugo palpitante
que en creador esfuerzo
cuotidiano
chispea, como trágico
diamante,
a través de los poros de
la mano
que no ha bizantinado
aún el guante.
He
aquí el sudor que honra, que da méritos, que dignifica al hombre. He aquí el
anuncio ya del poeta de Trilce, de Los poemas humanos y de España, aparta de mí
este cáliz.
He
aquí donde se valoran funciones del cuerpo por ser noblemente humanas, que
resultan dignificadas, como puede ser toser, sudar y hasta el polvo del que
estamos hechos.
Materia
a la cual él dedica hasta un Padre Nuestro, en España aparta de mí este cáliz,
porque al igual que sudor el hombre es polvo.
6.
Por la cuesta bravía
Bajo un arco que forma
verde aliso,
¡oh cruzada fecunda del
andrajo!
Y
encontramos aquí otra reivindicación que abre una puerta a la consideración que
desarrolla después de que la revolución social será encabezada y hecha heroísmo
por los desarrapados y mendigos del mundo.
La zagala que llora
su yaraví a la aurora,
recoge ¡oh Venus pobre!
frescos leños fragantes
en sus desnudos brazos
arrogantes
esculpidos en cobre.
Y
no han de faltar en este cuadro eglógico incluso los animales, integrados al
mundo vegetal y humano:
En tanto que un becerro,
perseguido del perro,
por la cuesta bravía
corre, ofrendando al
floreciente día
un himno de Virgilio en
su cencerro!
7. Tal es mayo
Clarísimo
se advierte el anuncio de la utopía plasmada después en Telúrica y magnética de
los Poemas humanos, el mundo por el cual luchamos y llegamos en el mes de mayo
hasta esta bandera flameante que es Santiago de Chuco.
Delante de la choza
el indio abuelo fuma;
y el serrano crepúsculo
de rosa,
el ara primitiva se
sahúma
en el gas del tabaco.
Para
luego verlo todo ello representado en un vestigio de nuestra cultura que
convertiremos otra vez en realidad cualquier día:
Tal surge de la entraña
fabulosa
de epopéyico huaco,
mítico aroma de
broncíneos lotos,
el hilo azul de los
alientos rotos!
Tal
es mayo, el hilo azul de los alientos rotos, en Santiago de Chuco y en la
poesía de César Vallejo.
8. No ocultar esencias
Allí
estaremos muy pronto entre los días 23 y 25 de mayo del año 2014 conociendo cada muro, ventana y la campiña de este pueblo, fecha en la cual ingresará a el puquial el Capulí 15 Vallejo y su Tierra. Pero también estaremos con nuestros
pasos definiendo aún más nuestro compromiso de consagrar la vida a construir y
avivar la utopía andina avizorada por el poeta de la solidaridad humana nacido
entre nosotros.
Porque
César Vallejo acertó meridianamente de no ponerle reparos al candor ni a la
ingenuidad, potestades que las vive y las siente, y con las cuales, además,
escribe. Y a la inocencia de la cual se nutre y con la cual se inviste, para
captar un mundo que no solo no se ofrece de otro modo, como es el mundo andino,
sino que con ello erige palpitante toda la esencia y la manera de ser y actuar
del alma andina. Y es que en esto él también es un ave rara por la fortaleza y
además la sabiduría de no ocultar nada de estas esencias.
A
estar juntos en su pueblo, en su casa y con su gente va para ti la invitación
infinita de compartir todas estas entelequias que yacen en la esencia del poema
Mayo.
FOLIOS
DE LA UTOPÍA.
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