lunes, 23 de febrero de 2015

HOMBRES DE CIENCIA: Jan Baptista VAN HELMONT


   Aunque no existe tal cosa, la “piedra filosofal” fue factor importante en los albores de la ciencia química. Se trataba de una substancia imaginaria (a veces una piedra; otras un líquido) que se consideraba tener el poder de transformar metales corrientes en oro.
   La piedra fue objeto de búsqueda incesante por los alquimistas, esos científicos supersticiosos precursores que fueron los primeros químicos. Uno de los últimos hombres de talento en creer en la piedra filosofal fue Jan Van Helmont (1577-1644), fisiólogo, médico y químico flamenco.

   Van Helmont fue, en consecuencia, hombre de contradicciones. De una parte era científico del pasado que creía en supersticiones y leyendas; de la otra, científico del futuro, observador cuidadoso y experimentador acucioso.

   Se le ha dado cucho crédito por haber eliminado un obstáculo grave para el avance de la química: la incomprensión de la naturaleza de los gases.

   Fue Van Helmont quien creó la palabra “gas”, adaptación de la palabra “caos”. En la mitología griega, caos era una condición informe que precedía al cosmos, el estado organizado del universo.

   Según el gran químico, el gas no era más que otra forma del agua. Para Van Helmont todo lo existente era una u otra forma del agua. Creía que el agua era el constituyente final de la materia, que según él era indestructible.

   En un experimento famoso, Van Helmont plantó un sauce joven en una maceta con tierra. Regó el árbol que siguió creciendo. Después de cinco años pesó el árbol y la maceta y comprobó que pesaban 65 kilos más que cuando sembró el árbol.

   Estimó esto como prueba de que la materia era básicamente agua, que había sido la única cosa que se había echado en la maceta.

  Aunque Van Helmont tuvo numerosas ideas absurdas y equivocadas, fue él quien hizo que en el siglo XVII se enfocara la atención científica en el problema de los gases. Fue también uno de los primeros en utilizar la química en relación con la medicina. Uno de sus tratamientos, por ejemplo, era dosificar ácidos con materias alcalinas.


   Van Helmont inició su carrera como médico, pero llegó a disgustarse tanto con la práctica de la medicina en su tiempo que abandonó la profesión. Sus críticas de la medicina eran irracionales: decía que los médicos debilitaban a sus pacientes, sangrándolos, purgándolos y haciéndoles sudar cuando debían hacer cuanto les fuera posible por fortalecerlos si querían en verdad devolverles la salud.

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