REFLEXIONES ÍNTIMAS.
EL TIEMPO parece un atleta que corre veloz, sin temor al cansancio, porque su empeño es llegar a la meta final. Mas el tiempo no tiene final; es infinito, eterno.
Los humanos, en su afán de atraparlo y gozar con él, lo viven con parsimonia, vértigo, calma, bullicioso silencio. Al tiempo, imperturbable, lo sientes pasar, nada más.
El tiempo no espera, no vive, no muere; está solamente. A veces se le siente golpear con martillo en el yunque del diario vivir; y resuena tan fuerte, que lastima con cierta crueldad y ahuyenta el ensueño. La ilusión nos hace decir: "el tiempo, no más".
El tiempo es eterno. Ve correr nuestras vidas hasta el instante final en que Cronos nos muestra, nos prueba que somos finitos, mortales, y que él es eterno e inmortal. Por eso no muere; y aunque queramos matarlo, es ´´el quien nos mata, con dulzura, abulia o extrema crueldad.
El tiempo permite caminar ligero, avanzar, no retroceder. Da imperturbable el permiso y, con ironía, deja que intentemos medirlo en un reloj de sol, de metal, de arena o de cuarzo, con plazo de segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, de años cumplidos o incumplidos. Nos da tiempo de amar, gestar, alumbrar, sembrar, cosechar, disfrutar, sufrir y morir. Él nos permite a veces decir: "ya no hay tiempo para nada" o "todo acabó", pero el tiempo queda; no se va. Nosotros nos consumimos, nos transformamos. El tiempo, cual Dios, ostenta eternidad.
El tiempo no se detiene. Se prolonga, se hace infinito. Incógnita sentida y palpada, pero sin respuesta. Sin embargo, ordena vivir, perdonar, morir, volver a vivir, sintiéndolo cruzar impertérrito; oyendo que dice: presente, pasado, futuro, ayer, hoy, mañana. Soy el tiempo y no pueden atrapar.
Tiempo eterno para lo trascendente. Rápido, ligero para lo inesperado. Aburrido, cansado, largo cuando nos invade la desesperación.
Tiempo violento para las insurgencias del insatisfecho, del necio, del loco, del confundido por la pasión desbocada o la ira escondida.
Tiempo sereno, dulcemente acompasado para quienes alcanzaron su realización y lograron sabiduría para meditar, observar, analizar, ordenar, descubrir y entregar con generosidad la verdad a quienes amaron.
Tiempo, no seas mezquino. Danos la madurez espiritual que nos permita un compás de espera para entender con nitidez tu lenguaje, y contigo dialogar y luego entregar tu mensaje.
Tiempo infinito, imperturbable, permítenos no desaparecer, no morir, sin antes haber podido, contritos, pedirle a Dios, tu Dios, que nos anegue en el mar de su misericordia y que Él sienta nuestro creer en su justicia.
¡Oh, Dios! ¡Tú hiciste el tiempo!
-- María Julia LUNA TIRADO
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