martes, 5 de junio de 2012

"LA PRESENCIA DE DOÑA MARÍA JULIA": CUANDO OIGAS Y VEAS.

REFLEXIONES ÍNTIMAS.
                                                      CUANDO OIGAS un lamento en la noche solitaria, piensa que puede ser de un alma que se encuentra abandonada, terriblemente sola. Quizá esté sufriendo la expiación de una culpa involuntaria.

   Cuando veas en las tardes caer una hoja del árbol sembrado en tu vera, piensa que la brisa jugará con ella, como el machista con los sentimientos de la débil mujer. En ella hay que insuflar coraje para que no se deje mancillar.
  
  El viento fuerte arrastrará la hoja, depositándola en un charco, igual que la debilidad arrastra al hombre al vicio. Puede suceder que la hoja desprendida caiga en el césped, y de ese modo se convierta en abono que alimentará el nacimiento de una nueva planta. Así puede el amor o el dolor hacer surgir al hombre, redimirlo.

   Cuando oigas el cascabeleo de una risa, piensa en  lo bello de su sonido. Deléitate cual si oyeras una serenata. La risa es buena, lo mismo que es bello y bueno el latir de un corazón al que no se arrebató la paz con la ofensa gratuita, la preñada envidia, o el desamor. Estas son las causas que ausentan y alejan la paz. Ellas hacen que el amor fallezca, que la felicidad se ahuyente y sólo quede la mueca triste de la conformidad.

   Cuando, al cruzar el sendero, veas a un grupo de niños jugando alegres, sin preocuparse por nada que no sea la amistad, medita en lo hermosa que es la inocencia. Reflexiona. LLevar esa tranquilidad es posible, si no se deja que se aposente en el alma y en el corazón la soberbia y la maldad.

   Cuando oigas y veas en el mundo rebalsar la miseria, es porque el egoísmo del hombre, la volubilidad de la mujer y la común angurria manejan su débil voluntad. Ármate de coraje y lucha por desterrar la ambición, mal engendrador de la injusticia social que azota a los pueblos. Reacciona, hay que luchar para desterrar tanto mal.

   Cuando oigas y veas a la madre cubierta de harapos, al niño llorando de hambre y temblando de frío, no contemples indiferente esta escena. conmuévete, apiádate y, por lo menos, comparte tu pan y tu amor. Medita cuando oigas un triste lamento o cuando veas caer una hoja. Eleva en silencio, desde el fondo de tu alma, una oración.-

                                              -- María Julia LUNA TIRADO.

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