¿ DÓNDE ESTÁN LAS MUJERES ? MUJERES COMPOSITORAS.
¿ POR QUÉ NO HA HABIDO UNA SEÑORA BEETHOVEN ?
Entre las Cantatas de Barbara
Strozzi (nacida en 1619 ; nadie sabe cuándo murió) hay una, “Lagrime mie”,
que tiene un sonido muy personal ; no se trata de la plasmación elegante de un
amor infeliz, sino de la expresión directa de una mujer que ha sufrido y que
sabe que el dolor de una mujer es diferente que el de un hombre. Es una música
magnífica, y es difícil encontrar nada parecido en la música de un compositor de
sexo masculino. El machismo no ha muerto, sin embargo, ni siquiera en nuestra
era políticamente correcta, y ante la pregunta de por qué no hay mujeres que
hayan sido grandes compositoras (grandes como Beethoven, Mozart, Bach…) hay
quien sigue respondiendo : “porque no tienen la suficiente inteligencia”.
La respuesta es obvia, al menos para la mayor parte de la
historia de la música : los agentes artísticos y orquestales, los editores
musicales, directores virtuosistas y productores de óperas son un fenómeno
relativamente reciente ; hasta bien entrado en el siglo XIX cualquier
compositor que quisiese que se interpretase una de de sus grandes obras tenía
que hacer por sí solo todos esos trabajos. Incluso en nuestros días hay quien
se muestra reticente a ser mandado por una mujer, y en la época de Beethoven o
de Mozart hubiera sido considerado impropio o antinatural que una mujer se
plantase delante de una orquesta a dar órdenes.
Las barbaridades que
dicen los hombres.
Abraham Mendelssohn fue un padre excepcionalmente liberal
para el siglo XIX : permitió a su hijo Félix hacerse compositor aunque la de
músico era una profesión apenas respetable en los círculos sociales en los que
Mendelssohn se movían. Pero dijo a su hija Fanny,
igualmente dotada para la música que su hermano : “La música puede ser una
profesión para tu hermano, pero para ti sólo puede ser un ornamento”. No se
trata de un prejuicio, sino de un padre protegiendo a su hija contra los
prejuicios, entendiendo por prejuicio no sólo el tipo de críticas que se
ensañaron con Ethel Smyth desde el
principio de su carrera (una de sus obras fue calificada como “espantosamente
poco femenina” y otra de “carente de
todo encanto femenino”), sino también del tipo de los de Joszef Szymanowski
(sin parentesco alguno con el compositor Karol Szymanowski), que obtuvo la
separación legal de su esposa, María,
porque ésta quería seguir componiendo después de su matrimonio ; o como Jeseph
Clarke, que se negó a mantener a su hija Rebecca,
una compositora de gran elegancia, y le negó acceso a su casa. O la madre de Augusta Holmäs, que se opuso con tal
violencia a que su hija estudiase música que Augusta tuvo que aguardar a que
muriera para empezar a tomar lecciones.
También podemos hablar de de Caroline Norton, poetisa y compositora de canciones de gran
talento, que se tuvo que separar de su violento marido para descubrir que según
las leyes inglesas de la época (década de 1830) no tenía derecho a ver a sus
hijos, a tener propiedades o a recibir un salario por su trabajo. Luchó por
cambiar las leyes, pero esto redundó de forma negativa en su producción musical
y le cerró las puertas de la sociedad. En realidad, a Ethel Smyth sólo le
permitieron estudiar música desde los 19 años ; su padre decía que prefería
verla en un ataúd que en una escuela de música, pero ella emprendió una huelga
de hambre que persuadió a sus padres de que la vida sería más pacífica sin
ella.
A pesar de todo lo enunciado, es sorprendente el número de
mujeres que han conseguido ser alguien en el mundo de la música : el reciente New Grove Dictionary of Women Composers censa no menos de 875 de
ellas. Pero hasta hace muy poco tendían a encuadrarse en uno de estos tres
grupos : en primer lugar, las pertenecientes a comunidades religiosas :
cualquier comunidad que tenga necesidad de música y un miembro dotado para
ello, confiará en este miembro sea hombre o mujer ; en segundo lugar tenemos a
las mujeres compositoras también conocidas –incluso mejor conocidas- como
intérpretes ; muchas de éstas proceden de medios en los que la música era un
oficio familiar. Finalmente tenemos a compositoras como la Reina María Bárbara de España o la Duquesa
de Sajonia-Weimar, Anna Amalia, cuya sangre azul las colocaba por encima de
todo prejuicio.
Composición y cosas
de mujeres.
Sólo en este siglo –y sólo en parte – las mujeres han podido
ejercer la composición en igualdad de condiciones con el hombre. El “sólo en
parte”, sin embargo, puede explicar por qué no ha habido una señora Beethoven
(no señora de Beethoven, que tampoco
la hubo). Beethoven nunca se casó porque sabía que las exigencias de su
profesión y su sordera habrían hecho de él un marido insoportable pero, ¿ y si
hubiese sido una mujer… y se hubiese
casado ?
¿ Cuántos hombres, entonces o ahora, se habrían tomado un día
de trabajo libre para cuidar a los niños
porque su mujer tiene problemas con la sección principal de una sinfonía ?
¿ Cuántas mujeres antepondrían la composición a la enfermedad de un hijo ? Muchas
compositoras han supeditado su talento a sus maridos o familias : Clara Schumann *dejó de componer a la
muerte de Robert Schumann, y se dedicó a ofrecer giras interminables y
exhaustivas para promocionar su música y alimentar a sus siete hijos. Hay que
ser una mujer excepcional como Elisabeth
Lutyens para seguir componiendo y evolucionando como compositora teniendo a
su cargo toda una familia.
Entonces, ¿ nunca habrá una compositora tan grande como
Beethoven ? No hay que estar tan seguros : por primera vez en la historia
alguien que se dedique a recopilar los nombres de los compositores de más
talento del mundo tendrá que incluir no una, sino a varias mujeres. Entre los
compositores británicos que ahora se encuentran entre los cuarenta y los
cincuenta años, con estilo personal y éxito probado, no hay muchos que puedan
igualar los logros de Diana Burrel,
Erika Fox, Julia Usher o Judith Weir. ¿ Escriben música que un hombre no
pueda componer ? ¿ Por qué no ?
* Romances, scherzos, piezas fugitivas y variaciones.
La más conocida: Variaciones
sobre un tema de Robert Schumann, Op. 20 –Variación VII.
AUDIOCÁSICA.
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