lunes, 1 de octubre de 2012

"LA PRESENCIA DE DOÑA MARIA JULIA " : RECUERDOS.


                                                   ES EL recuerdo una oración callada, que se eleva al cielo, al mar, a la playa, a la tierra que nos vieran nacer, crecer y nos verán morir.

   El recuerdo se asemeja a una mariposa con las alas de múltiples colores que, en raudo vuelo, nos lleva como una nave al pasado, en una ensoñación alegre o triste, a veces dolorosa, a veces en lontananza, en busca de calmar un ansia infinita de revivir lo ya vivido.

   El recuerdo insiste en revivir el anhelo de soñar en lo que se pudo ser ; y, al despertar, nos convence que debemos respetar la realidad. Entonces, esbozamos una sonrisa triste y conformista, porque sólo se trata de un recuerdo y nada más.

   Al recuerdo lo trae el viento en su ulular, con un mensaje que nos dice : ayer, entre los rosales y los árboles del huerto, se marcaron los nombres de seres queridos, claramente grabados para siempre como un llamado amoroso.
   El recuerdo es como la lámpara votiva que aviva su luz, y con ella aviva la fe perdida y el brillo de la añoranza para que surja una nueva ilusión, que luego también será recuerdo.

   En las noches de insomnio, el recuerdo agudiza las neuronas a fin de encontrar con su ayuda la solución de algún problema que la vida y la incomprensión acarrean.

   Con el recuerdo se produce un soliloquio que canturrea en el fondo del corazón : no más dolor ni pesar por lo perdido ; aunque siempre el corazón lo añore y lo atesore.

   El recuerdo nos lleva a añorar, a volver a ver, como en película, lo que tuvimos y perdimos, o lo perdimos irremediablemente, dejándolo ir por impotencia, por temor o indecisión. Al recordar nos decimos : no hay derecho a reclamo. Sólo nos queda : el recuerdo.

   El recuerdo secretamente nos hace volver al amado, aunque se halle lejos, distante. Todo lo vivido, visto, sentido, está almacenado, guardado con celo en nuestra conciencia y en nuestro corazón.

   El recuerdo permite que reaparezcan las imágenes de los ausentes que marcaron hitos en nuestra vida, y vuelvan claras, trayendo consigo mensajes, exigiéndonos enmiendas y cumplimiento de promesas.

   Recuerdo a mi augusto padre, con su severa dulzura, su franco hablar y su presta decisión para ayudar. A mi madre, con su serena y penetrante mirada, su parco y dulce hablar, su tierna sonrisa. Mi Manola, seria y alegre a la vez, decidida, sin temor a la vida ni a la muerte, porque tenía fe en Dios. Ella se fue temprano, dejándome sumida en la soledad.

   Las imágenes queridas vienen con el dulce recuerdo. Ellas me  murmuran, me dicen : lucha, trabaja, comparte y sigue  adelante. Así de dulce mi recuerdo.

   El recuerdo, llega a nosotros triste o alegre ; doloroso, bueno o malo, es una necesidad anímica. Con él no se nos escapa el pasado, antes bien, se tiene la historia de la vida.

   Recuerdo, que llegas en las noches de desvelo, o en el día y en horas de reposo, cuando la charla con los buenos amigos son muy gratas. Con ellos nuevamente revivimos lo vivido, sobre todo si sucedió ante el cielo, la tierra o el mar ; los que nos vieron nacer y nos verán morir.

--María Julia LUNA TIRADO.

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