domingo, 17 de febrero de 2013

EL PROBLEMA DE LOS CRÍTICOS / ESPECIAL DE AUDIOCLÁSICA


¿Quiénes son  los mejores críticos y por qué? La relación entre críticos y músicos es una mezcla de amor y odio, y entre los primeros se encuentran pozos de sabiduría y “planchas” apabullantes.
Las principales características de un crítico han de ser un amor innato por la música y una curiosidad insaciable hacia sus diversos placeres ¿Y qué más? ¿Necesitan algún tipo de cualificación especial? Utilizando las palabras de Berlioz (uno de los mejores críticos de su época) : “De dónde vienen? ¿Tienen mujeres e hijos? ¿A qué edad se les manda al matadero? ¿Qué se hace con sus huesos?”
Parece ser que hay pocas mujeres : el de crítico viene siendo tradicionalmente oficio masculino, como el coleccionismo de discos. No hace falta ser compositor; el doctor Johnson lo razonaba de la siguiente forma : “puede echar la bronca al carpintero porque te ha hecho mal una mesa aunque no sepas hacer mesas. Hacer mesas no es tu trabajo”. Es cierto que un crítico debe saber algo sobre toda la música y todo sobre algo, y también es cierto que debe ser un aficionado profesional :  profesional en el sentido de que debe poseer sólidos conocimientos de historia, composición e interpretación musical, además de ser capaz de expresar sus pensamientos con claridad y de forma atractiva; un aficionado en el sentido real de la palabra: un amante de la música y su arte.
¿Por qué no se ha dedicado una estatua a ningún crítico?
Compositores y músicos –cualquier artista, en realidad- tienen una comprensible visión crítica de aquellos que se sientan a juzgar sus obras. Cierto actor, tras encajar una crítica especialmente corrosiva, declaró en el periódico : “Ya que el crítico me ha dado un desayuno desagradable, me contento con saber que yo le di una tarde espantosa” Sibelius tenía por norma no hacer caso de “esos infelices” – “nadie ha dedicado una estatua a un crítico” -, mientras que una afortunada frase de Max Reger es repetida por todos aquellos que son víctimas de una crítica sangrienta: “Estoy sentado en la habitación más pequeña de la casa. Tengo su crítica ante mí. Dentro de un rato la tendré detrás”.
La crítica musical no existía antes del siglo XVIII; hubo que esperar el nacimiento de la prensa para que apareciese. Los compositores rivales se destrozaban unos a otros como rutina sistemática: Jehan des Murs desdeñaba a los innovadores musicales del principios del XIV; Giovanni Artusi, eclesiástico y músico italiano, atacaba sin piedad las novedades de Monteverdi. Diarios y periódicos aparecieron a principios del XVIII, coincidiendo con ese período de la historia musical que vio el cenit del viejo estilo polifónico representado por Johann Sebastian Bach, y el nuevo estilo melódico italiano de Telemann y Haendel. Había much0 de qué discutir, y 1722 vio el nacimiento del primer periódico dedicado exclusivamente a la música. Critica musica, que así se llamaba, era producido en Hamburgo por el prolífico teórico, compositor y lexicógrafo Johann Mattheson, que puede reclamar para sí el honor de ser el primer crítico musical. El temperamento alemán siempre ha sido muy adecuado para la polémica y el debate filosófico; más aún Alemania y Austria fueron el corazón de la música europea durante los siglos XVIII y XIX, y por ello es natural que diese las figuras más relevantes de la crítica.
El compositor y escritor E. T. A. Hoffmann, por ejemplo –inspirador de la ópera de Offenbach Cuentos de Hoffmann, divulgó las obras de Beethoven, Robert Schumann, cuya dirección en Neue Zeitschrift für Musik comenzó con las palabras proféticas “descúbranse, señores, ha llegado un genio”, lanzó la carrera de Federico Chopin, y más tarde prestaría similar atención al joven Brahms. El vienés Eduard Hanslick, que no era compositor, fue el crítico de más éxito de su época y un ardiente defensor de la música de Schumann y Brahms, oponiéndose enconadamente a la de Liszt y Wagner. Este último se vengó de él caricaturizándole como Beckmesser, el pedante empleado municipal de Die Meistersinger (en la primera versión, el empleado se llamaba efectivamente Hans Lick).Muchos compositores eran a la vez críticos musicales . Weber, Wolf, Smetana, Cui, Tchaikovsky, Mussorgsky  -el –único compositor importante, por cierto, que escribió una canción sobre críticos musicales-, D´Indy, Debussy, Sorabji, Constant Lambert y el ácido Virgil Thompson.
¿Quiénes son los mejores críticos?
Antes de terminar el siglo XIX, el crítico musical ya había adquirido poder suficiente para hacer o destrozar carreras. Entre los poderosos estaban Julius Korngold en Viena y George Bernard Shaw, que escribía bajo el seudónimo de Corno di Bassetto, Shaw podía alardear de ser el crítico más estuilista, mordaz, perceptivo e ingenioso de todos : en cada una de sus páginas se encuentra una perla, como la siguiente : “Madame Stavenhagen (mujer del famoso pianista) tiene muy buena voz y muy buen oído, lo único que le falta es sensibilidad vocal. Si la tuviese y la supiese transmitir a la mano izquierda de su marido, ambos disfrutarían de un futuro dorado”. El erudito Alfred Einstein, el wagneriano Ernest Newman y el persuasivo Neville Cardus fueron los sucesores de Shaw en Europa. En tiempos ya pasados los plazos para entregar originales eran más relajados, había más espacio y las opiniones eran más consideradas: “una pieza musical es una obra de arte”, escribió el compositor para cine Elmer Berstein, “y un juicio emitido en cuatro segundos tiene tanta validez como evaluar a una mujer por el tamaño de su busto”. Pero el crítico ha de intentarlo. En ocasiones se equivoca : El Primer Concierto para piano de Tchaikovsky es como el primer pastel : un fracaso” (Nicolai Soloviev, Novoye Vremya, 1875). Y a veces acierta: “Hyperprism, de Varèse, nos ha recordado a una noche de elecciones, uno o dos zoológicos y una catástrofe en una fábrica de calderas”(Olin Downes, New York Times, 1924).
¿Y el secreto tras una buena crítica?
Pero el crítico musical no hace más que expresar su propia opinión, una opinión cultivada. A veces olvida que nadie es más consciente de sus propios méritos y fracasos que el artista creativo, el animal más autocrítico. Al fin y al cabo, el mejor servicio que puede prestar un crítico es el de guiar y estimular a los demás para que piensen por sí mismos y formen su propia conciencia crítica. ¿O piensan ustedes otra cosa?
ESPECIAL DE AUDIOCLÁSICA.

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