miércoles, 18 de junio de 2014

EL DÍA DEL MAESTRO / PARALITURGIA: 6-julio

 El Día del  Maestro, se debe ver no como una simple fecha en el Calendario Cívico Escolar, sino como una festividad en que se celebra a los maestros, catedráticos, profesores y personas que generalmente trabajan enseñando;  una oportunidad de reconocer, con gratitud, la  misión que tienen dentro de la sociedad: la de transmitir el conocimiento de generación en generación, haciendo en ella un apostolado de docencia. Por esto, les deseamos un ¡Feliz Día!

Como diría José Martí: “Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que lo ha antecedido,  es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive; es ponerlo a nivel de su tiempo, con lo que podrá salir a flote sobre él…”

Jesús de Nazaret, a quien podemos llamar, “El Maestro de Maestros”, aclara el sentido de toda misión; la suya, corta y fulgurante en la que se define con respecto al pasado y al futuro, y la de los demás, sus seguidores, con  sus últimas instrucciones / para el presente y el futuro.

JESÚS DA SUS ÚLTIMAS INSTRUCCIONES
LUCAS: 24, 44-49
Jesús les dijo: “Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes.
Tenía que cumplirse lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos respecto a mí”.
Entonces les abrió la mente para que lograran entender las Sagradas Escrituras y les dijo:
Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección de entre los muertos al tercer día  y la predicación que ha de hacerse en su nombre a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, ‘invitándoles a que se conviertan y sean perdonados de sus pecados' . Y ustedes son testigos de todo esto.
Ahora yo voy a enviar sobre ustedes al que mi Padre prometió.
Por eso quédense en la ciudad hasta que hayan sido revestidos de la fuerza que viene de arriba”.
Palabra de Dios / Te alabamos, Señor.

   Jesús sufrió y murió y resucitó para ser el modelo de todos y el faro de la historia.
(Comentario lleno de simplicidad, por su contenido).

Jesús es el fiel cumplidor del Primer Testamento y por Él se inaugura el Segundo Testamento.
27 libros nos hablan de Él y no encontramos en ellos dudas acerca de sus principales instrucciones. Llegó a formar discípulos.

Merece consignar las palabras de un discípulo cercano a nuestro tiempo, que resume nuestro propósito:
Mi Crucifijo: cuenta contigo
Lo llevo doquiera y lo prefiero a todo. Cuando estoy débil, es mi fuerza; cuando caigo, me levanta, cuando languidezco, me reanimacuando padezco, me cura; cuando tiemblo, me tranquiliza; cuando llamo me responde.
Mi Crucifijo, es la luz que me ilumina;  el sol que me calienta el alimento que me nutre, la fuente que me refresca; la dulzura que me embriaga, la belleza que me encanta la soledad en que descanso, la fortaleza en donde me encierro, el fuego en que me consumo, el océano en que me sumerjo, el abismo en que me pierdo.
Todo lo encuentro en mi Crucifijo. Nada quiero desear; nada buscar, nada pedir, nada esperar, nada retener sino mi Crucifijo.
El me guardará durante mi vida; me confortará en la muerte y me coronará en la eternidad, donde beberé toda mi bienaventuranza de MI CRUCIFIJO.
Cristo conmigo, dentro de mí, delante de mí, detrás de mí, a mi derecha e izquierda, en mi casa, en la calle, en el camino, en mi trabajo.
Cristo en todos los ojos que me ven, en todos los oídos que me escuchan, en el corazón de toda persona que piensa en mí .//

    Tratemos, ahora, específicamente, de la labor del maestro, como figura clave en el desarrollo del niño ya que lo guía para encontrar su vocación, además de darle las herramientas adecuadas para su desarrollo profesional.
El alumno tiene la libertad de decidir su vida.

    Veamos [escuchemos] la interesante disquisición que hace el pensador Antenor Orrego, entre Profesor y Maestro, para concluir en cuál de ellas “nos aprobamos” nosotros mismos y, por supuesto, “nos aprueben” los demás, siguiendo la línea de lo expresado el anteaño pasado, a  Marcela Chavarría Olarte.

   Llegaremos  al  siguiente supuesto: “Todo Maestro es Profesor; pero no todo Profesor es Maestro”, para garantizar, luego, que todos los resultados son concluyentes. Se trata de la premisa, por decirlo así. El principio, el método de la operación.

-       En la práctica, somos profesores y maestros al mismo tiempo, con cierto predominio de algunas acciones en atención a las circunstancias.

-       Los Maestros tienen una mayor incidencia en los niños de los primeros grados de formación (terreno virgen y el de las grandes impresiones) y los Profesores cuando los alumnos se han decidido ya por tal profesión, siguiendo su vocación.

-       En los mundos desarrollados, el profesor pesa más que un simple maestro; no así en nuestro medio: el profesor está en los últimos lugares en la línea de evaluación.
Conclusión: Existimos, pero aún no hemos alcanzado la forma que es nuestro destino. Somos puro potencial, un ejemplo de lo por venir. Necesitamos  de la ayuda de ambos.

PROFESOR Y MAESTRO

El profesor te enseña para que puedas repetir la lección de la cátedra;
el maestro te enseña para que puedas construir tu vida.

El primero te imparte generalidades abstractas, es decir, teoriza tu propio ser y te empotra, como una simple pieza estándar manufacturada en serie, dentro de un esquema rígido.
El segundo desciende a la intimidad concreta de tu alma, aflora tu riqueza interior y se constituye en el compañero de tu pasión, de tu agonía interna y de tu drama personal.

El profesor te esclaviza a un oficio;
el maestro te liberta hacia la vida.

Con el primero la habilidad de tus manos puede llegar hasta el escamoteo perfecto de la verdad;
con el segundo, es preciso que asumas la responsabilidad de tu dolor y que desciendas hasta el hondón abismático de la vida, por sombrío, por tenebroso, por lacerante, por trágico que sea.

Lo que te da el profesor está siempre fuera de ti y te fija siempre en un gesto;
lo que te da el maestro está siempre dentro de ti y vigoriza tus alas para el impulso.

El primero es como el agua infecunda y dispersa que no alcanza la raíz de la planta porque no sume en las entrañas de la tierra;
el segundo, es la linfa creadora que bate el limo, que lo impregna, lo empapa y lo fecunda empujándolo hacia el estallido de su luz en una floración maravillosa.

El profesor se dirige a tu memoria, anaquel de tu alma, y sus palabras resbalan sobre el recuerdo, como por sobre una losa impermeable, sin lograr infiltración alguna. A lo sumo se dirige a tu vanidad y a tu buena economía.

El maestro se dirige a tu espíritu, pozo de creación y de sabiduría, y sus palabras siempre urticantes se instalan en el futuro, abolición del pasado muerto.
Sólo por él tu posibilidad será mañana realidad creativa y su verbo admonitivo es siempre para ti una tensión dolorosa.

La palabra del profesor se esfuma, se deshace sin dejar huella sangrienta;
la palabra del maestro desgarra tu entraña y se incorpora a tu ser para trascender, como un mandato, en cada uno de tus días.
(Orrego).

“Los mejores profesores son aquellos que saben transformarse en puentes, y que invitan a sus discípulos a franquearlos”, nos dice Nikos Nazantzakis.

A pesar de la situación en nuestro medio, los profesores nunca abandonan a sus alumnos y superan con creatividad y optimismo las limitaciones que encuentran para llevar a cabo su tarea.

En definitiva, es admirable el trabajo del profesor, pues brinda las herramientas adecuadas al niño para que alcance su plenitud como ser humano.

NUESTRAS PETICIONES

-      Pidamos para que encontremos maestros / que se constituyan en compañeros de nuestras pasiones y dramas personales.
Roguemos al Señor/ Te lo pedimos, Señor.

-       Para que no seamos fijados en la mente del profesor en un simple gesto  o nuestros nombres figuren en su registro, sino que lo impartido por él,  como norma / vigorice las alas para el impulso. R.

-       Para que la linfa creadora, es decir, las enseñanzas de los maestros / empapen y fecunden nuestras ideas y éstas lleguen hacia el estallido de la luz en una floración maravillosa, una hermosa profesión. R.

-       Para que los maestros /con sus palabras siempre alentadoras / se instalen en nuestro futuro y se incorporen en nuestro ser como un mandato en cada uno de nosotros, en nuestros días. R.

Oración:
Si puedo hacer algo bueno hoy,
si puedo servir en el sendero de la vida,
si puedo decir algo útil,
¡Señor, enséñame cómo!

Si puedo corregir a un ser equivocado,
si puedo fortalecer a alguien,
si puedo consolar con una sonrisa o una canción,
¡Señor, enséñame cómo!

Si puedo ayudar a alguien en peligro,
si puedo mitigar una carga,
si puedo esparcir más felicidad,
¡Señor, enséñame cómo!

Si puedo hacer un acto de bondad,
si puedo ayudar a alguien en necesidad,
si puedo sembrar una semilla fructífera,
¡Señor, enséñame cómo!

Si puedo alimentar un corazón hambriento,
si puedo empezar algo mejor,
si puedo desempeñar un papel más noble,
¡Señor, enséñame cómo!
          (Grenville Kleiser)

Descubramos, pues, esa manera, el cómo, a través de la oración que él mismo Jesús, nos enseñó:
Padrenuestro…


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