lunes, 1 de septiembre de 2014

FE BUDISTA Y FE CRISTIANA / Heinrich DUMOULIN


El POR QUÉ de este tema.
Aldous Huxley, convertido en profeta, proclama la necesidad de volver a lo trascendente. Y se dirige, sobre todo, a las filosofías orientales.
 La tentación del hinduismo siempre ha sido grande para ciertos espíritus anglosajones: asqueados del marxismo, llenos de resentimiento contra un catolicismo que identifican con los regímenes totalitarios, insatisfechos del anglicanismo oficial, son muchos los que se vuelven hacia la "mística oriental. El mundo oriental ejerce una especie de fascinación sobre el hombre de nuestros días. El relativismo religioso, que considera todas las religiones superiores como equivalentes y sólo diferenciadas por el clima de las civilizaciones que las han visto nacer, por el vocabulario y por los ritos, mientras que su fondo es idéntico, se insinúa frecuentemente en la conciencia humana.
  En este punto, la fe de "nuestros padres" era sólida en virtud de su ignorancia. Actualmente, la mayoría de los hombres conocen la existencia de las religiones brahmánicas y budistas. Para muchos, la diferencia entre Gandhi y Jesucristo se esfuma. Los cristianos se atreven a mirar de frente  a lo que constituye la originalidad revelada de su fe; se dejan seducir por las semejanzas, aparentemente asombrosas, entre las diferentes tradiciones místicas que se reparten la humanidad. (Charles Moeller).

(ENCUENTRO CON EL BUDISMO / Heinrich DUMOULIN)

   En el diálogo con los budistas los cristianos muestran su preferencia por el tema de la fe. Al ser el cristianismo una religión de fe, los cristianos otorgan atención especial a las manifestaciones de fe dentro del budismo. De hecho, el rico desarrollo de la fe en el budismo ofrece importantes puntos de conexión para el mutuo intercambio de ideas y experiencias. Mas no se puede pasar por alto que en el budismo todas las formas de la fe se encuentran en el plano de las mediaciones o en el  de lo provisional. El creyente budista viene obligado a superar todas las mediaciones y formas, sin trabarse en la provisionalidad. Lo propio y específico, que es el logro de la liberación o iluminación, del nirvana o del estado de buda, está más allá de todos los medios.

   Habría que pensar si es posible y en qué sentido puede hacerse una afirmación parecida también respecto de la experiencia creyente cristiana. Esa reflexión debería conducir a meditar en la diferente significación de los dos fundadores religiosos y de sus comunidades para los creyentes. La veneración de Buda en la religiosidad budista,  ni siquiera el culto del fundador pasa del estadio de provisionalidad. Buda entra en la experiencia budista y en ella se funde. Con Cristo las cosas son distintas. Con referencia a Buda precisamente, Romano Guardini ha puesto de relieve la singularidad del fundador de la religión cristiana, por cuanto que Jesús, la Palabra eterna del Padre, ha venido personalmente de arriba y permanece hasta el fin de los tiempos. Para los creyentes cristianos su venida significa la consumación insuperable, su gracia / la salvación escatológica,  la comunión fundada en él / la comunidad neotestamentaria de la salvación. Jesús no es sólo el mediador de la fe, sino la causa y objeto de la fe y de la salvación  que en la fe se funda. Él es en su persona el fundador y el consumador. Con todo, el cristiano debe ser consciente de que durante esta peregrinación terrestre debe aspirar constantemente a un acercamiento cada vez mayor a la salvación prometida por Cristo. A todas las formas y configuraciones de este mundo les corresponde por necesidad un carácter transitorio. El hombre peregrina siempre “hacia la verdad a través de sombras y oscuridad”.


   El tema de la fe es importante para el diálogo interreligioso, debido también a que las formas de fe constituyen la mayor parte de la práctica religiosa del budista en su vida cotidiana. En definitiva todas esas formas proceden de una experiencia religiosa primaria del hombre, que en el budismo enlaza directamente con la experiencia del dolor. El budista conoce el radical sufrimiento de la existencia humana en su base más profunda, así como la liberación del dolor. Con una confianza primordial pasa por su propio dolor en busca de un poder protector universal y amigo, que se manifiesta de múltiples modos al creyente. El hombre fiel sobrepasa las fronteras de su yo y se siente, según ha expresado esta experiencia un budista, “arrastrado por una fuerza superior más clara”, que le posibilita y asegura la realización última de su ser. Así, en el budismo la experiencia existencial, que subyace a toda fe humana, hace que todo acabe por ser de provecho al hombre y que todo, cuando se acepta con un puro sentimiento, conduzca a la salvación.

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