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domingo, 14 de diciembre de 2014
GANAR AUTOESTIMA / Rafael SANTANDREU
ACEPTACIÓN INCONDICIONAL DE LOS DEMÁS.
DE: "EL ARTE DE NO AMARGARSE LA VIDA"
La aceptación incondicional de uno mismo va ligada a la aceptación de los demás. Los seres humanos somos animales lógicos y si no aceptas a los demás incondicionalmente, tampoco lo harás contigo mismo cuando falles o cuando alguien deje de valorarte.
Una de las personas que más y mejor nos habló de la aceptación incondicional fue Mohandas Gandhi, el activista por la paz indio de principios del siglo XX. Recordemos que Gandhi consiguió la independencia de su país del Imperio Británico sin disparar un solo tiro. Y lo hizo gracias a su filosofía de aceptación incondicional.
La siguiente historia ejemplifica su forma de pensar y hacer:
Mohandas era un joven apuesto y refinado, educado en uno de los mejores colleges londinenses. Vestía un traje confeccionado en la city y leía en inglés, un idioma que dominaba a la perfección, pese a ser indio de nacimiento. Viajaba en un vagón de primera clase camino a Pretoria, en Sudáfrica, cuando el revisor se dirigió a él en un tono claramente amenazador;
--La primera clase está reservada a blancos. ¿No te has enterado, coolie? --dijo el hombretón acentuando la palabra coolie, un término ofensivo para designar a todo asiático.
--Perdone, caballero, pero yo tengo billete de primera. Me lo han vendido en la estación de Ciudad del Cabo --replicó educadamente el joven hindú.
--Te crees muy listo, eh, coolie? Me da igual el billete que lleves. Tienes que cambiarte a los vagones de tercera. /Ahora!
--No veo por qué tendría que cambiar de vagón. Soy abogado y...--empezó a decir Mohandas cuando, de repente, el revisor agarró su maleta y, sin mediar palabra, la tiró viuolentamente por la ventana. Nuestro joven se quedó mudo, petrificado, aunque, por suerte, el tren se hallaba en ese momento detenido en una pequeña estación.
--/Malditos coolies! --continuó el revisor--. Os voy a enseñar a obedecer las normas. Sois un atajo de indisciplinados maleantes.
Entonces, agarró por las solapas al propio Mohandas para arrojarlo al polvoriento andén junto a la abollada maleta.
Acto seguido, el revisor bajó al andén, se metió un silbato rojo en la boca y soltó un fortísimo silbido al aire. En menos de dos segundos, el tren estaba otra vez en marcha mientras Mohandas se frotaba los ojos incapaz de creer lo que le acababa de suceder. Éste fue su primer contacto con el régimen de apartheid o racismo oficial que reinaba en Sudáfrica en la década de 1890.
Ésta es una anécdota real de la vida de Mohandas Gandhi. De hecho, él afirmaba que ese maltrato en el tren despertó en él su motivación por luchar contra las desigualdades y el racismo. Pero lo haría, no con bombas y rifles, sino convenciendo a todo el planeta de la superioridad de las ideas igualitarias, con su filosofía de la no-violencia.
Con respecto al revisor agresivo, Gandhi optó por hacer un ejercicio de comprensión y entender que el hombre tenía una filosofía de vida equivocada: intentaría convencerle de que se es mucho más feliz amando a todo el mundo. Seguramente, el revisor se aplicaba a sí mismo sus ideas agresivas y vivía en un entorno mental donde la gente es buena o mala según sus cualidades, bienes o capacidades. Él mismo debía de caer en el menosprecio personal cuando no lograba hacer las cosas bien, de ahí su violencia hacia los demás, un reflejo de su violencia hacia sí mismo.
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