viernes, 17 de febrero de 2012

DE "LA VIOLENCIA DE LOS POBRES": El Pueblo de Dios, Bertrand DUCLÓS.

EL PUEBLO DE DIOS.
                                              ESE PUEBLO del que hablamos es el Pueblo de Dios. El Pueblo de aquellos que conocen a Dios y de todos aquellos a quienes Dios conoce como a sus hijos privilegiados: los pobres cuya carne revistió. No tenemos por qué separar aquí a uno de otros. A los teólogos puede serles útil el hacerlo. Pero en su expresión evangélica última la Biblia nos dice que los "paganos", cuando se niegan al menosprecio y a la opresión, son ya del Pueblo. El samaritano a quien Jesucristo toma como ejemplo perfecto de la caridad, los publicanos que están buscando, los pecadores y el centurión tienen más fe que los israelitas "puros".

    Dicho en otras palabras, el Reino de Dios no puede reducirse a la Iglesia. Existen hombres que no están marcados con el sello bautismal, que pueden rechazarlo incluso, y que están ya, sin embargo, en ese gran Cuerpo de Cristo que reúne a todos los hombres. Es decir, que la Iglesia no puede ni debe separarse de esta gran masa de los pobres que lleva consigo unos valores esenciales del Mensaje. Hay una elección visible caracterizada por la entrada sacramental en la Iglesia, y está luego esta otra elección nacida de la comunión de Jesús con los pobres. Los pobres entran en Él, porque se hizo uno de ellos. Forman parte de su Cuerpo, porque Él participó de su vida miserable. Hasta tal punto, que cuando el hombre se solidariza con la desgracia de los pobres, le encuentra a Él, le sirve a Él y comulga con Él.

    Hemos dicho ya que la justicia que Dios quería para su Pueblo era una justicia "política", la justicia de una "polis", de un mundo nuevo. Y ahora que la Iglesia, Pueblo de Dios, se extiende más allá de las fronteras de un Pueblo geográficamente delimitado y que su Señor la ha constituído en "levadura del mundo", tiene la obligación de urgir a los hombres a que construyan ciudades fraternales. El triunfo de Dios sobre el pecado pasa por los corazones de hombres convertidos al amor cuya expresión social es la justicia. Se trata de que los hombres pongan manos a la obra para erigir con Dios esta nueva creación.-

No hay comentarios:

Publicar un comentario