¡OH, permíteme que te vea
en todo lugar!
Cuando me siento inflamado
por la belleza mortal,
mi ardor por tu belleza
se extingue y me apasiono
por ella como antes
lo estuve por la tuya.
Oh mi verdadero Señor,
a Tí sólo pido ayuda
en mi ceguera, tormento inútil,
pues sólo Tú puedes renovar
interior y exteriormente
mis sentidos, voluntad
y poder, que son importantes
y débiles.
-- Miguel Ángel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario