Es corriente que un diálogo, cuando gira sobre temas atractivos, deje una enseñanza interesante.
Días pasados tuve oportunidad de ser uno de los protagonistas de un ameno coloquio.
Conversando sobre temas de la juventud, una señora me comenta lo siguiente.
_Imagínese usted, mi problema...Mi hijo (16) , casi no me obedece. Pareciera que quiere librarse de los pricipios que siempre le inculqué... el respeto a los padres es necesario ¿no le parece?
_¿Cuál es el caso, señora?
_En nuestra familia hay varios médicos, y a mí me agradaría que él también estudiase medicina, pero se empeña en seguir la carrera de diplomática...
_Me parece muy bien... una carrera es ante todo cuestión de vocación, del propio sentir, pero ... ¿Cree usted, pueda imponerse al amor o la capacidad para seguir una determinada profesión? ¿Qué será mejor, un médico "por profesión" o "por devoción".
_Creo que usted tiene razón. Sería interesante el recapacitar sobre ese aspecto... Además he observado se siente profundamente atraido por las nuevas corrientes filosóficas... cosa que me preocupa bastante...
_Siguiendo el tema la profesión me permito decirle que cuando ella se desenvuelve impelida por el entusiasmo propio de la vocación, se satisface un íntimo anhelo que, casi siempre, da por resultado el triunfo profesional. Y en cuanto a sus inquietudes filosóficas, siempre que él no llegue a extremos, creo que serán siempre experiencias provechosas para su formación interior... Difícilmente una "profesión heredada" cuando no hay vocación, puede ser bien cumplida... Lo importante en la vida NO ES SÓLO EL TÍTULO UNIVERSITARIO, sino los principios morales que se le han inculcado para el desempeño de cualquier profesión. Entiendo que el amor hacia su hijo la lleva a desear lo mejor para él; ello lo conseguirá ampliamente si él se siente comprendido y considerado en su individualidad.
DE MI ÁLBUM
(Jordanien)
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