martes, 15 de mayo de 2012

"LA PRESENCIA DE DOÑA MARÍA JULIA": LA HORA DEL ÁNGELUS.

REFLEXIONES ÍNTIMAS:
   LA HORA DEL ÁNGELUS.
                                                   EL DÍA muere en una puñalada que entinta el mar de guarda y carmesí. El badajo, como el puño de un magistrado, espanta, desde el alero de la blanca torre, a una bandada de volanderas campanadas. Es la hora del Ángelus, hora de solemne calma que todo lo envuelve, invitando a la retrospección.

   Es la hora triste del Ángelus, pero no lloremos. Los pajarillos han enjaulado sus cantos. Los árboles, como mujeres cansadas, dejan caer los brazos sobre la falda verde de sus frondosas copas.

   Hora del Ángelus, das miedo por el dolor de vagos presentimientos. El campesino, al sentirte, cuelga en una rama el sudor de todo el día y, en una genuflexión sin término, pide que no traigas desgracias prematuras. Anhela una noche de paz.

   Es la hora del Ángelus; el alma tiene pena. Un estertor la sacude. Es el momento de pedir que nos devuelvan la fe, pero también es la hora en que, por temor de la noche, los niños huérfanos lloran con más fuerza por la madre, que se fue una tarde cualquiera. Se siente más hondo el frío, cuando se ha perdido el tibio refugio del cariño maternal.

   Por todos los niños del mundo, que a la hora del Ángelus anhelan a la madre muerta, trato de adentrarme en su esencia, destilándome en una oración.

                                              --María Julia LUNA TIRADO.

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