REFLEXIONES ÍNTIMAS.
CALLAR. Saber guardar silencio. es una virtud tener a flor de labios el reproche y no decirlo. Eso es, ya de por sí, un gran triunfo.
Callar. Saber ahogar un sollozo cuando el dolor taladra el alma, es muestra de fortaleza. En el mundo, donde se libra una lucha incesante, la victoria es precisamente de los fuertes, de los que no se quejan nunca. Ellos saben sonreír ante el dolor más fiero, y erguirse altivos ante la injusticia.
Callar. Cuando los labios quieran dejar escapar una carcajada, porque los ojos vieron el ridículo que hacen los que nada valen. Estos, sin embargo, por su afán de figurar, representan escenas sin sentido de responsabilidad.
Callar. Con tu silencio darás la mejor respuesta a alguien que te apostrofó sin motivo, tan sólo por el placer de humillarte; o a aquel que te diga halagos desmedidos buscando extraviarte en el mar tenebroso de la egolatría.
Callar. Cuando en tu vida halles un alma como la tuya, aunque sientas ansias de comunicarle tu sentir, no dices nada; pero cuando vea ella que son iguales y se dé cuenta que podrían complementarse, sin palabras, trémula por la emoción, se acercará a ti y, en solemne comunión, su alma se confundirá con la tuya, haciéndote feliz.
Callar. Callar siempre. Si eso sucede, es porque el silencio es más elocuente que todas las palabras. No nos imaginamos ni sabemos valorar su poder.
Callar. Cuando te envuelvan las sombras o la tibieza del amor, encontrarás en silencio la mayor parte de las veces, la clave de la ansiada felicidad.-
--María Julia LUNA TIRADO.
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