DE: "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"
Oh, que mis ojos
puedan cerrarse
a lo que no me concierne ver.
Que la sordera se apodere
de mi oído para no escuchar
lo que no me concierne;
que la Verdad ate
siempre mi lengua
para no hablar jamás
neciamente;
que ninguna cosa vana
pueda permanecer,
o ser concebida dentro
de mi pecho.
/Que con cada acto,
palabra y pensamiento
se pueda hacer llegar
gloria a Dios!
¿Pero, qué son los deseos?
Señor, mis ojos
están fijos en los tuyos,
lloro por Ti Señor,
lava y purifica mi corazón,
y límpialo completamente.
Y cuando esté limpio, Señor,
quédate con él también,
ya que es más
de lo que puedo hacer.
Tomás Elwood
VENTANA AL MUNDO:
JAPÓN
PAISAJES Y AÑORANZAS DEL JAPÓN
Por J. P. McEvoy
A semejanza de tantos que han bebido en la fuente de caprichosos desatinos de "El Mikado", yo creía saber exactamente cómo era el Japón: cerezos en flor durante todo el año; sabios de barbas pluviales que pasean por las calles con grillos cantores, y refinadas geishas que se arrodillan a nuestros pies como rendidas mariposas, ofreciendo bocados exóticos con palillos de marfil.
Y luego el barco entró en un puerto lleno de grúas gigantescas y humo de fábricas. Me informaron que era Yokohoma.
Ahora estoy en el Japón por sexta vez. Por encima de la bahía de juguete de Shimizu, donde mi barco se halla cargando seda y té, se extiende el maravilloso paisaje del nevado Fujiyama. Este es el Japón de tarjeta postal que conozco y amo.
Ese Japón de tarjeta postal fue apenas tocado por la furia destructora de la guerra. Las pintorescas aldeas techadas de paja, las lujosas posadas de las montañas, las fuentes de aguas termales y los hoteles a la orilla del mar fueron respetados por los aviones de bombardeo, que concentraron su poderío destructor sobre objetivos militares y centros industriales. De todas las grandes ciudades, sólo Kioto, la más bella de todas, con sus templos antiguos y sus maravillosos jardines, fue salvada, a título de museo del viejo Japón.
El Japón es el paraíso de los que van de compras. Los turistas recorren las tiendas como locos y salen de ellas con los bolsillos rebosantes de perlas y los brazos llenos de ricos brocados, rielantes sedas y sólidas vajillas de plata, todo ello comprado a precios módicos.
El Japón es la visión soñada por los pintores de paisajes, y sitio ideal también para escalar montañas, esquiar, simplemente vagar. Cualquiera puede ir a ver los cormoranes amaestrados, que llevan argollas en el pescuezo y pescan a la luz de las antorchas en Gifu. O quizá uno pretenda escalar el Fujiyama (6780 metros de emoción, frío y dolores de que alardear después), o visitar los templos tallados y los puentes barnizados de laca roja del fabuloso Nikko, patria chica de los tres monos sabios: Mi-zaru (el mono que no ve el mal), Iaw-zaru (el mono que no dice el mal), y Kika -zaru (el mono que oye el mal).
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