martes, 9 de junio de 2015

LÍDERES NEGROS DEL NUEVO JAZZ

LLAMAN "NUEVA COSA" AL SONIDO PURO CREADO LIBREMENTE


   La "Nueva Cosa", como es llamado el movimiento dominante en el jazz de la actualidad, es la revolución más violenta y ambiciosa en la historia de este ritmo musical. Como ha ocurrido siempre con el jazz, involucra las energías de toda una generación de notables jóvenes negros norteamericanos, y refleja, las tensiones que prevalecen en las áreas urbanas del gran país del norte.


   La era del nuevo jazz comenzó el 17 de noviembre de 1959 cuando un barbudo profeta de Texas, llamado Ornette Coleman, llevó su saxofón alto de plástico blanco al café neoyorquino "Five-Spot", y al tocarlo, hizo trizas al mundo del jazz.


Coleman dice: "Mi presente comienza cuando comencé
a tocar mi música".











  

    Describiendo el nacimiento y desarrollo de este nuevo tipo de jazz, la revista Newsweek del 12 de diciembre, dice que la incontrolada improvisación de Coleman y de su trío de acompañantes confundió a muchos de aficionados. Algunos de ellos abandonaron el bar disgustados. El crítico británico Kenneth Tynan exclamó: "Han ido demasiado lejos". Pero el conocido Leonard Berstein saltó al escenario para abrazar a los nuevos músicos, y aficionados de avanzada tales como John Lewis, graduado del Conservatorio, y proclamó a Coleman el nuevo apóstol de una nueva edad.

   Los ritmos del jazz han sido siempre los ritmos de la revolución personal que está más allá de toda ideología o dogma. Fueron creados por el negro norteamericano que sólo encontraba libertad en esos ritmos personales y privados. Irónicamente, éste ha sido su más grande aporte cultural a su país y se ha convertido en la expresión musical más característica de Estados Unidos.
   La historia del jazz en sí es una historia de revoluciones personales las clásicas y galvanizantes notas de la trompeta de Louis Armstrong; la compleja elegancia de Duke Ellington; las melódicas erupciones del "Pájaro", Charlie Parker; y ahora las auto-revelaciones de Coleman que han dado en llamarse la "Nueva Cosa".

   Sus formas han sido forjadas por la urgencia de una nueva sensibilidad del negro, la que puede producir la angustiosa susceptibilidad de un James Baldwin, la civilizada sagacidad de un Raph Ellison, la orgullosa dignidad  de una marcha sobre Washington, o la ciega furia de un disturbio en el barrio negro, en Los Ángeles. Orgullo racial, conciencia del negro, la cólera frustrada del explotado, el grito en demanda de igualdad y dignidad y la exigencia de legitimidad artística, constituyen los nuevos temas musicales. La revolución en el jazz no es un programa del movimiento de igualdad racial, señala el crítico Nat Hentoff, sino que "expresa la creencia en alma, ley y libertad".

   Los creadores del jazz tienen la patética convención de que su música es una fuerza purificadora y liberadora, como si ellos fueran los reconocidos legisladores del mundo. Quieren cambiar el sistema social a través de su música. La estética de la "Nueva Cosa" es también su política: libertad. Han arrancado al jazz de su anclaje. Al igual que sus contemporáneos en pintura, teatro, cinematografía y poesía, su arte se ha convertido en nada que no sea lo que es: sonido puro, creado espontáneamente bajo la presión de los sentimientos y el pensamiento, y no variaciones sobre un mismo tema; no revoloteos en torno a una estructura armónica, sino melodía pura impulsada por inspiración.


   Tal es la música de Coleman y de otros viejos músicos como el pianista Thelonious Monk, y del saxofonistra tenor Jonh Coltrane, quien en 1957, según dice él "tuve una visión de la nueva música pero no sabía cómo realizarla. Ha sido necesaria la intervención de varios hombres para ponerlo de manifiesto". Algunos de éstos son los saxofonistas Albert Ayler, Pharaoh Sanders, Marion Brown, y Archie Sheep, el brillante pianista Cecil Taylor, y el pianista compositor de orquesta Sun Ra, cuya "filosofía cósmica" y verborrea mística no pueden ocultar que bajo esa fachada se oculta un talento musical único.



Shepp: "Mi música habla de la pobreza".
Él está considerado, no obstante su
apariencia, como un talento musical único.










  









    El nuevo jazz es tan personal como un grito callejero y tan altamente organizado como las más sofisticadas fórmulas del clásico de vanguardia. La "Nueva Cosa" de Coleman recorre el pentagrama en una variación profunda de notas agudas interminables, melodías frescas, sonidos estridentes, y después lamentaciones dulces y suaves en armonía con el bajo David Izenzon mientras que la batería de Charlie Moffet lleva el compás de este nuevo y complejo jazz.

   Pero mientras el trío toca, siempre goza de libertad, cada uno es su propio compositor, creando y escuchando en triple soledad. "Mi música tiene su propia ley y orden", dice Coleman. "No tengo que crear basado en las viejas normas", agrega.


   Coleman comenzó a estructurar este nuevo orden en 1950 en California, sobre la base de los viejos moldes. "Cuando comencé a componer mis melodías en el acto", dice Coleman, "me echaban de las orquestas". Dice que en una oportunidad cuatro famosos músicos de jazz de Los Ángeles lo dejaron tocar con ellos. Cinco segundos más tarde se pararon y retiraron, dejándolo solo ante 500 personas. Pero Coleman, como hombre y como músico, trata de dejar atrás su pasado de humillaciones. "Mi presente comienza cuando comencé a tocar mi música", dice el inspirado compositor. "Vivir en el presente sin que el pasado lo afecte a uno es lo más duro que puede ocurrir".


   Algunos de los nuevos músicos insisten en que deben tomarse en cuenta el color de su piel como parte básica de un nuevo movimiento para devolver al jazz su carácter de un arte exclusivamente negro. "La música negra", dice el poeta negro LeRoi Jones "es la música que compone el pueblo negro. Es una transposición de las experiencias del hombre negro en música". La definición de Jones excluye a todos los blancos que tocan jazz porque según él, sólo pueden tocar una rancia imitación de lo que el jazz es realmente. "El blanco", dice Coleman, "coloca un sorbete en nuestros cerebros y absorbe nuestros jugos. Se apropia de nuestra música en la misma forma en que un ladrón se apropia del dinero que le ha robado a uno: lo toma".


   Los músicos blancos que tocan jazz, y quienes han considerado siempre el jazz como un esfuerzo cooperativo en el que el blanco y el negro se prestan el uno al otro liberalmente, rechazan la terminología divisoria de Jones. El veterano clarinetista Pee Wee Rusell, dice que Bix Beiderbecke escuchaba a todos y todos lo escuchaban a él, y tomaban lo que necesitaban". Los grandes del jazz nunca pensaron ni sintieron la "música negra" o la música blanca". El bajo David Izenzon, uno de los pocos blancos que tocan la "Nueva Cosa", responde a Jones en la forma siguiente: "Tengo unos cuantos miles de años de tradición como mi contribución". Dado que soy blanco y judío, cuando un judío me vea en el escenario con músicos negros, quizá se dé cuenta de que esta música tiene que ver con él también".


   Se requiere simpatía, educación y un corazón abierto para comprender a los nuevos músicos cuyos estremecedores sonidos ofrecen muy poco terreno familiar para entenderlo como se entiende el jazz clásico. La música es rica, violenta, y al comienzo, difícil de escuchar.


   Cuando Don DeMichael, editor de la revista "Downbeat" escuchó al nuevo grupo de Coleman, dijo: "Me repele. Odié lo que estaban tocando --los tambores, las maracas y las campanas y panderetas--". Pero DeMichael cambió su modo de pensar. "Yo no pretendo comprender esta música", dice ahora. "Dudo que alguien, incluido los que la tocan, la comprenda realmente, en el sentido que uno comprende las obras de Bach o Billie Holiday. Yo siento esta música... abre una parte de mí mismo que normalmente está firmemente cerrada, y los sentimientos raramente reconocidos, emociones y pensamientos, surgen del inconsciente y rasgan mi conciencia. Parte de la música de Coltrane son reflexiones sonoras de lo que pienso yace en lo más profundo de nosotros mismos, lo caótico, lo brutal, la tortura de nuestra humanidad", agrega.




Coltrane: "Ha sido necesaria la intervención de
varias personas para expresar mi visión de la
nueva música".
   Hace algunos años, el compositor francés André Hodeir escribió: "Aunque ahora es apreciado por muy pocos, los pocos felices, el jazz avanzado ha lanzado rayos invisibles en dirección de sus futuras audiencias. Esas audiencias, al igual que las audiencias de todo lo que es nuevo en el arte, están creciendo. Ornette Coleman fue un héroe en Suecia, John Coltrane fue cubierto de flores y paseado por las calles de Tokio, y en una gira reciente, Albert Ayler fue un triunfador en Berlín, Holanda y Francia.


LA PRENSA - 7 Días del Perú y del Mundo-1966

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