REFLEXIONES ÍNTIMAS:
¡ESPÍRITU!, cual brioso corcel, el dolor te aguijoneó con su espuela. No te encabrites; enderezando el paso, marcha erguido. Valiente, no has menester de calmarte.
Dolor, tu antídoto es el mismo dolor.
Sin llanto, sin risa; tú sientes infinita piedad por todo lo pasado y todo lo imprevisto.
Corazón, perdona el martirio que te han dado. Necesitas de un amigo fiel: el dolor, con el que llegarás alto y lejos. Tras la llamarada, vendrá la tenue luz de la felicidad.
Alma, no te resistas, es todo por tu bien. Mañana verás claro. Tu aurora será larga y promisoria; el ocaso, corto. Si eres buena, tendrás claridad, vida con vibración. A este crepúsculo, seguirá noche serena.
Aurora, llega pronto. Envuelve el alma en tu manto rosicler. Deléitala con suave arrullo de timbales. Mécela con níveos cúmulos de felicidad.
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