viernes, 6 de abril de 2012

VIERNES SANTO: EL JESÚS DESCONOCIDO (Primera parte) Condensado del Libro de Bruce BARTON.


Este libro extraordinario constituye un vigoroso y atractivo retrato de Jesús. Al acentuar los rasgos de su carácter humano -a veces olvidados- el autor presenta un desacostumbrado punto de vista de Cristo, al que vemos como a un intelectual; a un hombre de carne y hueso, y animado de emociones; como a un dirigente de recia urdimbre humana y alta espiritualidad. El autor de esta obra señala: "Se han escrito muchísimos libros que nos lo presentan como Hijo de Dios, pero seguramente tenemos el reverente derecho de recordar que su título favorito era Hijo del Hombre".
Gran éxito de librería cuando salió a la estampa, en 1925, El Jesús desconocido es ya clásico en su género, intenso, lleno de intuiciones, sugerente e inspirador.

LA SEMANA SANTA ES UNA EFEMÉRIDES DE RECUERDOS DE DOLOR Y ACONTECIMIENTOS QUE SUSTENTAN NUESTRA FE. 
CONSIDERANDO QUE "SÓLO LA PALABRA QUEDA" Y ESE ES EL MEJOR CONSUELO DE QUIEN PREDICA; LA PALABRA ES CRISTO.
                                  (LA PALABRA EN CUATRO PARTES)
                                                                       JESÚS ERA polifacético; cada cual ve en su naturaleza el aspecto que más le atrae. El médico lo considera un gran curador cuya imposición de manos nunca falló; un precursor de la ciencia moderna en el conocimiento de la relación entre el espíritu y la salud. El predicador estudia el Sermón de la Montaña y se maravilla de que puedan expresarse verdades tan profundas en un lenguaje tan claro y sencillo. El político recuerda su actitud valerosa cuando se opuso a los poderosos de su comunidad, y se pasma ante su franqueza, sin faltar a la lealtad. Los abogados elogian la defensa que hizo de su causa; y los críticos literarios de todos los tiempos lo reconocen como maestro en el arte de la narración.

        Yo no soy médico, ni abogado, ni literato, sino un agente de publicidad interesado en el arte y la ciencia de inducir al público a aceptar mi punto de vista, y como tal me propongo considerar algunas palabras y algunos hechos de Jesús que convenciendo a los hombres, de la sabiduría y la justicia de sus enseñanzas.

                                                       Una idea peligrosa
        JESÚS. en su divina audacia, fue el sucesor de los profetas que lo precedieron, y a todos los cuales los superó. Moisés fue uno de los intelectos majestuosos de la historia; su lúcido pensamiento transformó a la humanidad. Su gran verdad puede resumirse en esta breve frase: Hay un solo Dios verdadero. ¡Qué idea tan arrolladora! ¡Qué magníficas sus consecuencias!

        Murió Moisés y tiempo después surgió otro profeta: Amós. A la idea de Moisés, Amós añadió: Dios es justo". Estupenda noción, que ha llegado a ser parte elemental de nuestra conciencia; a tal grado, que nos sorprende pensar que alguna vez haya podido ser nueva esta definición.

        Pasaron los años y surgió otro profeta del pueblo hebreo: Oseas. Con ardiente celo proclamó un Dios capaz de perdonar los errores de los hombres... Un Dios tan fuerte que podía destruir, pero tan tierno que prefería no hacerlo.

        Un solo Dios. Un Dios justo. Un Dios bueno. He ahí lasa tres fases del desarrollo del más grande de todos los conceptos. Centenares de generaciones han pasado desde entonces; las convicciones de la humanidad han cambiado en casi todas las demás cuestiones; pero el concepto de Dios basado en estas tres ideas ha dominado el pensamiento religioso de gran parte del mundo, hasta nuestros días.

        ¿Qué le quedaba a Jesús por añadir? Solamente una idea, pero más espléndida que todas las anteriores. Gracias a ella se volvió a alterar el curso de la historia. Jesús invitó a la humanidad, endeble y desconcertada, a erguirse y a mirar a Dios cara a cara. Exhortó a los hombres a desechar el temor, a hacer caso omiso de las limitaciones de su naturaleza mortal y a llamar Padre al Creador. Esta es la base de toda democracia; de toda rebelión contra la injusticia y la opresión. Porque si Dios es el padre de todos los hombres, hasta el último plebeyo será tan importante como el rey. No en vano temblaron las autoridades de aquella época, pues no dejaron de percatarse de las implicaciones de tal idea: si no quitaban de en medio a Jesús, ellos perderían su poder. No tiene nada de raro que las siguientes generaciones hayan adornado y tergiversado su idea hasta convertir la fe más sencilla de todas en algo muy complejo, tanto en la forma como en los ritos. Era una fuerza demasiado peligrosa para dejarla suelta por el mundo.

        Tal era la Buena Nueva que Jesús quería transmitir "a toda la creación" por medio de sus once discípulos. Ahora bien, ¿cuáles fueron sus métodos?

                                                     El Maestro
        DE REGRESO de Jerusalén a Nazaret, después de su gran triunfo al arrojar a los mercaderes del Templo, Jesús llegó al pozo de Jacob y, sintiéndose cansado, se sentó en el brocal. Sus discípulos se habían detenido en una aldea a comprar alimentos, así que estaba solo. De aquel pozo sacaban el agua los habitantes de la vecina ciudad de Samaria, y poco después llegó una mujer con un cántaro al hombro. Entre los samaritanos y los galileos existía una enemistad secular. Ser tocado siquiera por la sombra de un samaritano era contaminarse, según el estricto código de los fariseos; y hablar con ellos constituía un delito. La mujer no ocultó su disgusto al encontrar allí a Jesús.

        Era una situación difícil; quizá peligrosa. ¿Cómo la afrontaría? ¿Cómo comunicar sus ideas a una persona a quien las sagradas leyes le prohibían escucharlo? Reinaba un absoluto silencio. Al acercarse más la mujer, Él no hizo movimiento alguno que le diera a entender que la había visto. Conservó la vista en el suelo. Luego habló; habló con voz queda, musitando, como si hablara consigo mismo.

        -Si supieras quién soy -dijo-, no tendrías que venir aquí por agua; yo te daría agua de vida. La mujer se detuvo, puso el cántaro sobre el brocal y miró al forastero. ¿Qué quería decir? Comenzó a hablar, se contuvo, y luego replicó impetuosamente:
        -¿Qué dices? ¿Eres tú por ventura mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo?
         ¿No es dramático este triunfo logrado con una sola frase? Y aprovechando la ventaja inicial, Jesús siguió hablándole de las ambiciones y esperanzas de ella, en palabras que ella entendiera perfectamente. Al llegar los discípulos, minutos después, vieron lo increíble: una samaritana escuchaba extasiada las enseñanzas de un judío.

         Él se disponía a partir, mas ella lo detuvo. Corrió la samaritana a la ciudad a llamar a sus parientes y amigos. "Venid", les gritó, "y veréis a un hombre que me ha dicho cuanto yo he hecho". La siguieron hasta el pozo hombres y mujeres; desconfiados, recelosos al principio, escucharon a Jesús con creciente interés a medida que hablaba.

         Cuando se alargaron las sombras de la tarde, otros ciudadanos habían engrosado el auditorio, y al expresar Jesús su deseo de marcharse, no se lo permitieron. "Le rogaron que se quedara allí; y Él se detuvo dos días en aquella ciudad".

         Este incidente nos ayuda a entender el gran misterio: cómo una religión que tuvo su origen en la menospreciada provincia de un minúsculo país pudo propagarse por todo el mundo en tan corto tiempo. Conquistó no porque hubiera necesitado de otra religión, sino porque Jesús sabía -y la enseñó a sus discípulos- la manera de suscitar la atención de los indiferentes y el arte de presentar un gran pensamiento espiritual en términos prácticos de interés personal para cada quien.

         Cada una de las conversaciones de Jesús, cada relación que estableció su mente con la de los demás, merece tanto estudio. Paseando cierto día por las riberas del lago vio a  dos  de los pescadores a quienes quería hacer discípulos suyos. Estaban ocupados con sus redes; hablaban de cosas del oficio. ¿Cómo logró atraérselos?

         - Seguidme -les dijo- y yo haré que vengáis a ser pescadores de hombres. ¿Pescadores... de hombres? Eso era algo nuevo. ¿Qué se proponía? Aquello parecía interesante... Se sentó en la ladera de una colina desde donde se divisaba un campo fértil. Muchos de los que le rodeaban eran campesinos.

         -Salió cierta vez un sembrador a sembrar -comenzó- y al esparcir los granos algunos cayeron cerca del camino; y vinieron las aves del cielo y se los comieron.

         Aquello les interesó, por supuesto. Los cuervos ladrones. Sin duda el Maestro sabía algo de las inquietudes de los campesinos. Había que oírlo. ¿Qué más les diría...?

Continuará el próximo día.

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