jueves, 1 de enero de 2015

APOYO AL PAPA FRENTE A UN ESCRITOR NOSTÁLGICO, Vittorio MESSORI / Leonardo BOFF




Vitorio Messori y Leonardo Boff

Leonardo Boff: "Es sumamente importante una Iglesia abierta al Espíritu como la quiere Francisco".

 30 de diciembre de 2014
  • (Leonardo Boff).- He leído con un poco de tristeza el artículo crítico de Vittorio Messori en el Corriere della Sera precisamente en el día menos adecuado: la noche feliz de Navidad, fiesta de luz y alegría: "Las opciones de Francisco: las dudas sobre el rumbo del Papa Francisco".
   El autor ha intentado dañar esta alegría del buen pastor de Roma y del mundo, el Papa Francisco. Pero en vano, porque no conoce el sentido de misericordia y de espiritualidad de este Papa, virtud que seguramente no demuestra Messori. El uso que él hace de las palabras compasión y comprensión, llevan por dentro veneno. Y lo hace en nombre de muchos otros que se esconden tras él y no tienen el coraje de aparecer en público.

   Me propongo hacer otra lectura de Papa Francisco, como contrapunto a la de Messori, un converso que, en mi opinión, todavía debe llevar a término su conversión con la recepción del Espíritu Santo, para que no vuelva a decir las cosas que ha escrito.

   Messori muestra tres insuficiencias: dos de naturaleza teológica y otra de comprensión de la Iglesia del Tercer Mundo.

   Messori se ha escandalizado por la "imprevisibilidad" de este pastor porque "no ceja de perturbar la tranquilidad del católico medio".

   Es necesario preguntarse por la calidad de la fe de este "católico medio", que tiene dificultad en aceptar a un pastor que despide el olor de las ovejas y anuncia "la alegría del Evangelio". Son, en general, católicos culturales habituados a la figura faraónica de un Papa con todos los símbolos del poder de los emperadores paganos romanos.


   Ahora aparece un Papa franciscano "quien ama a los pobres", que no "viste Prada", que hace una crítica dura al sistema que produce miseria en gran parte del mundo, que abre la iglesia no sólo a los católicos sino a todos aquellos que llevan el nombre de " hombres y mujeres" sin juzgarlos y acogiéndolos en el espíritu de la "revolución de la ternura", como ha pedido a los obispos de América Latina reunidos el año pasado en Río de Janeiro.

   Hay un gran vacío en el pensamiento de Messori. Estas son las dos insuficiencias teológicas: la casi ausencia del Espíritu Santo. Diría más, que incurre en el error teológico del cristomonismo, es decir, sólo Cristo cuenta. No hay lugar para el Espíritu Santo. Todo en la iglesia se resuelve con solo Cristo, cosa que el Jesús de los evangelios no quiere. ¿Por qué digo esto? Porque lo que Messori lamenta es la "imprevisibilidad" de la acción pastoral de este Papa.

   Ahora bien , esta es la característica del Espíritu, como lo afirma San Juan: "El Espíritu sopla donde quiere, escuchas su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va" (3,8). Su naturaleza es la repentina irrupción con sus dones y carismas. Francisco di Roma siguiendo la senda de Francisco de Asis , se deja conducir por el Espíritu.

   Messori es rehén de una visión lineal, propia de su "amado Joseph Ratzinger" y de otros papas anteriores. Por desgracia, fue esta visión lineal la que ha hecho de la iglesia una ciudadela, incapaz de comprender la complejidad del mundo moderno, aislada en medio de las otras Iglesias y otros caminos espirituales, sin dialogar y aprender de los demás, iluminados también por el Espíritu. Significa blasfemar contra el Espíritu Santo pensar que los otros han pensando equivocándose.

Por todo esto, es sumamente importante una iglesia abierta como la quiere Francisco de Roma. Es necesario que esté abierta a las irrupciones del Espíritu, llamado por algunos teólogos "la fantasía de Dios", a causa de su creatividad y novedad, en la sociedad, en el mundo en la historia de los pueblos, en los individuos, en las iglesias Y también en la Iglesia Católica.

   Sin el Espíritu Santo, la iglesia se convierte en una institución pesada, aburrida, fuerte, sin creatividad y, llega un momento, en que no tiene que decir nada al mundo, a no ser doctrinas, siempre más doctrinas, que n o suscitan la esperanza y alegría de vivir.

   Es un don del Espíritu Santo que este Papa provenga de fuera de la vieja cristiandad europea. No aparece como un teólogo sutil, sino como un pastor que realiza lo que Jesús pidió a Pedro: "Confirma a los hermanos en la fe" (LC 22,31). Francisco lleva consigo la experiencia de las iglesias del Tercer Mundo, específicamente la de América Latina.

   Hay otra insuficiencia en el pensamiento de Messori: no valorar el hecho de que hoy por hoy el cristianismo es una religión del Tercer Mundo, como ha repetido tantas veces el teólogo alemán Johan Baptist Metz. En Europa viven sólo el 25% de católicos; el 72.56% en el Tercer Mundo (en América Latina el 48.75%).

   ¿Por qué no puede venir de esta mayoría, uno que el Espíritu ha hecho obispo de Roma y Papa universal? ¿Por qué no aceptar la novedades que derivan de estas iglesias, que ya no son iglesias-imagen de las viejas iglesias europeas, sino iglesias-emergentes con su mártires, confesores y teólogos?

   Quizás en el futuro, la sede del primado no será ya Roma y la Curia, con todas sus contradicciones, denunciadas por el Papa Francisco en la reunión de los Cardenales y de los prelados de la Curia con palabras que sólo pudieron salir de la boca de Lutero y con menor fuerza en mi libro condenado por el cardenal J. Ratzinger "La Iglesia, carisma y poder" (1984), allí donde vive la mayoría de los católicos: en América, Africa o Asia. Sería éste un signo propio de la verdadera catolicidad de la Iglesia dentro del proceso de la globalización del fenómeno humano.

   La verdad es que esperaba una mayor inteligencia y apertura de Vittorio Messori con sus méritos de católico, fiel a un tipo de Iglesia y renombrado escritor. Este Papa Francisco ha llevado esperanza y alegría a muchos, muchísimos católicos y a otros cristianos. No perdamos este don del Espíritu en base a razonamientos más bien negativos sobre él.

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