jueves, 16 de octubre de 2014

NOSOTROS LOS MAYORES Y LA POESÍA / Nicolás DE LA CARRERA

 ERES LO QUE RECUERDASPermalink 

06.10.14 . 

bobbio-de-senectuteCon casi noventa años, el gran pensador italiano Norberto Bobbio escribió su libro “De Senectute”. Reproducimos alguna de sus juiciosas reflexiones: “El viejo vive de recuerdos y para los recuerdos, pero su memoria se debilita día tras día. Y sabes que lo que ha quedado, o lo que has logrado sacar de ese pozo sin fondo, no es sino una parte infinitesimal de una parte de tu vida".
Pero hay un resquicio todavía: "No te detengas, no dejes de seguir sacando. Cada rostro, cada gesto, cada palabra, cada canto, por lejano que sea, recobrados cuando parecían perdidos para siempre, te ayudan a sobrevivir". Que, expresado con otras palabras, suena así: “Se dice: al final eres lo que has pensado, amado, realizado. Yo añadiría: Eres lo que recuerdas.”bblanco
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bblancoTAMBIÉN LOS POETAS ESCRIBEN RECUERDOS
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La revisión de vida se puede realizar, como tantos autores, confesando al papel o al ordenador confidencias íntimas en emocionados capítulos. O, tal vez, a lo largo de numerosas entrevistas con un asesor espiritual o un psicólogo clínico. Y no sería mala idea desnudar el alma y el corazón en el seno de un grupo que amorosamente escucha y permite, a lo largo de varios encuentros, ir refiriendo hechos significativos de la vida, obteniendo quizás el confidente "una mejora anímica en virtud de la felicidad que supone la rememoración de experiencias simbólicas” (Ángel Moreno).
cristinalacasa511Los poetas existenciales suelen también asomarse al paisaje del corazón y describir sucesos de su vida cargados de sensibilidad y ternura. Así se muestra la poeta catalana Cristina Lacasa en “Alguna vez por la mañana...”, versos pertenecientes al poemario “Ópalos del instante” (Adonais, 1982). De la semblanza que presenta en la solapa la editorial, destacaría para nuestro tema el siguiente párrafo: “Dentro de una orientación autobiográfica creciente, Cristina Lacasa muestra una tensa y melancólica actitud de testimonio íntimo con trasfondo de la historia común.” Quizá sea ya un buen momento para presentar el poema, reflexionando posteriormente sobre él.
ALGUNA VEZ POR LA MAÑANA...
Alguna vez por la mañana, cuando
el gallo había dado sus tres toques de alarma,
iba al horno a amasar hermosas piezas
de pan crujiente. Iba con la abuela,
y mientras ella sabiamente daba
a la masa su norma, sudando noblemente,
yo sentía en mis venas correr todos los ríos
que van al mar. El mar estaba
entre mis manos infantiles,
que modelaban, escultora en ciernes,
un buey, un caracol, una abstracción cualquiera,
con un trozo de masa.

La llama haciendo un curso de ascensión en los rojos
y el aroma del pan caliente daban
al aire incienso y música.
Casi un templo era el horno, casi un rito
aquella forja entre las manos
(oh, religión del pan).
Ella, la abuela, pura, sudaba y bendecía
cada forma acabada; yo soñaba,
entre el mar nunca visto y mis obras de harina,
que era sacerdotisa de una orden
antiquísima y honda.
Miraba el buey dorado, la hogaza grande y tierna,
con un fondo de espigas en los ojos,
aunque el mar ya me instaba desde el río,
que se iba lentamente hacia su propia
naturaleza.
bblancoAmén. Dios permitía
aquel caudal salido de la entraña
del horno, el alimento primerísimo
dispuesto. Mis ligeros
dedos se estremecían por su parte
minúscula de fruto.
Ella besaba entonces, en un rapto,
mis manos creadoras; el mar clamaba dentro
y yo aún no lo sabía.
Describe Cristina la experiencia infantil con numerosos detalles de gran humanidad, como cuando nos da a conocer un gesto de la abuela: “Ella besaba, entonces, en un rapto, / mis manos creadoras...” Aunque todos los sentidos disfrutan protagonismo, destacaría el tacto. Como cuando habla de “pan crujiente” y “hogaza tierna”, y explica que sus manos “modelaban... con un trozo de masa”; y al describir a la abuela “sudando noblemente”.
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Son numerosas las referencias religiosas. “Casi un templo era el horno...” “oh, religión del pan”. Se imagina Cristina “que era sacerdotisa de una orden / antigua y honda”. Dios estaba muy presente, porque “Amén. Dios permitía / aquel caudal salido de la entraña / del horno”. “Ella, la abuela, pura, sudaba y bendecía / cada forma acabada.” En las continuas referencias al mar podría sospecharse cierta identificación del mar con la divinidad. En el 2000 se editó la “Antología de la Poesía Cósmica de Cristina Lacasa”. Ha fallecido hace tres años y su página sigue como quedó entonces).

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