jueves, 23 de julio de 2015

EL DÍA FESTIVO POR EXCELENCIA


DE "LAS MÁS BELLAS ORACIONES DEL MUNDO"

Si puedo hacer
algo bueno hoy, Si puedo servir
en el sendero de la vida,
si puedo decir algo útil
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo corregir
a un ser humano equivocado,                    

si puedo fortalecer a alguien,
si puedo consolar con una
sonrisa o una canción,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo ayudar
a alguien en peligro,
Si puedo mitigar una carga,
Si puedo esparcir más
Felicidad,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo hacer
un acto de bondad,
Si puedo ayudar
a alguien en necesidad,
Si puedo sembrar
una semilla fructífera,
¡SEÑOR, enséñame cómo!

Si puedo alimentar
un corazón hambriento,
Si puedo empezar algo mejor,
Si puedo desempeñar
un papel más noble,
¡SEÑOR, enséñame cómo!
      Grenville Kleiser


VENTANA AL MUNDO
BRASILIA



LA PERFECTA CIUDAD CAPITAL
Por John Dos Passos

SOBRE una meseta que se alza en la inmensidad de la selva, a mil kilómetros del mar, el país más extenso de la América del Sur construye su nueva capital. Donde hace dos años reinaba la augusta soledad, se oye el golpeteo de los martillos sobre los andamiajes, el crujir de las grúas y el bufar de las excavadoras que transitan por los caminos recién abiertos. Se han embalsado tres ríos para formar el depósito que ha de surtir de aguas a la población de 500,000 almas que,  según se espera, habrá de vivir allí.

   Brasilia es la primera ciudad que se construye ad hoc para la era del avión de chorro; ciudad que tuvo una pista de 3000 metros de largo, antes que en ella hubiera edificios; ciudad sin semáforos porque no hay pasos a nivel: los cruces de calles son viaductos y pasos inferiores; ciudad donde los camiones y los automóviles de pasajeros tendrán distintas vías que los lleven directamente a los patios de estacionamiento o las plataformas de carga y descarga situados en la parte trasera de los edificios de apartamentos o del comercio, según el caso; ciudad en donde cada barrio residencial tendrá su sector comercial propio a donde se pueda ir de tiendas a pie, entre prados bajo hermosas alamedas, por sendas exclusivas para peatones; ciudad de una arquitectura pasmosamente moderna.

  Así es la capital con que han soñado los brasileños desde que su país se hizo independiente en 1822. La nueva nación quería una capital nueva; la imaginación de sus habitantes se excitaba al oír hablar de Washington, la ciudad especialmente planeada para ser capital de los Estados Unidos de América en las orillas del río Potomac. Al establecerse la monarquía constitucional, surgió el nombre de Brasilia para la futura capital. En 1891, la convención que aprobó la constitución republicana señaló una extensión de 10,000 kilómetros  cuadrados para el distrito federal: enorme rectángulo situado en el estado de Goiás, más o menos equidistante de la costa atlántica por el este y la frontera de Bolivia por el oeste. Se escogió esa región por su clima seco y templado.

   El palacio presidencial (Palacio de la Alborada ya está terminado. Se emplearon 13 meses en la construcción de ese bellísimo edificio de mármol blanco y cristal de delicados tonos, de líneas alargadas y bajas que armonizan con las luengas colinas del horizonte y que, al reflejarse en el espejo de los lagos que flanquean su entrada, semejan una bandada de cisnes que flotan mansamente.

   El plan de Brasilia es en verdad una fascinadora combinación de retórica pomposa y de obra efectiva. Sin embargo, el pueblo cree en él.
-1959-

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