Karl Scheele
(1742-1786), científico sueco, fue uno de los más grandes químicos
experimentales en la historia de las ciencias occidentales; nació en las costas
del mar Báltico en lo que hoy es Polonia.
Cuando sólo contaba con 14 años de edad era
ya ayudante de un apotecario --o
“farmacéutico”, como se les llama en nuestros países—con quien trabajó y
estudió hasta los 22 años.
Scheele dedicaba todo su tiempo disponible a
experimentar con las subsistencias que manejaba en el comercio de su patrono y
cuando terminó aquí su aprendizaje era ya experto investigador.
Eventualmente se estableció como
farmacéutico en una pequeña población sueca y al cabo de un tiempo llegó a
tener un negocio floreciente. Halló tiempo, a pesar de todo, para llevar a cabo
numerosas investigaciones y como miembro de la Academia de Ciencias de
Estocolmo publicó varias memorias casi todos los años hasta el resto de sus
días.
Su capacidad como investigador científico
era extraordinaria, especialmente cuando se considera lo mucho que tuvo que
luchar para ganarse la vida, su pobre salud y el tipo de instrumentos
primitivos con los cuales tuvo que trabajar.
En 1774 analizó el bióxido de manganeso,
proyecto que le condujo no sólo a describir las distintas sales de manganeso
sino al descubrimiento del importante elemento cloro.
Al año siguiente publicó memorias acerca del
arsénico y del compuesto industrial arsenato de cobre con el nombre de “verde
de Scheele”, pigmento anteriormente empleado en la fabricación de pinturas. En
1776 Scheele redactó y publicó informes sobre el cuarzo, arcilla y alumbre. En
1778 halló un nuevo método para hacer calomel y el año siguiente demostró que
el llamado “plomo negro” usado en las pinturas, era casi carbón puro.
En los años siguientes demostró que el ácido
que se encuentra en la leche agria es ácido láctico; descubrió la composición
de las minas de tungsteno llamadas “sheelitas”; descubrió la glicerina;
comprobó que el pigmento azul prusia no podía producirse sin cierto ácido que
fue después denominado prúsico y trabajó con ácidos cítricos y oxálico.
Poco antes de morir publicó un libro que
tituló “Aire y fuego” en el cual describió los dos principales gases que se
encuentran en la atmósfera de la Tierra. El primero es oxígeno o
“Feuerluft”
(fuego-aire) como lo llamó Scheele; el otro es nitrógeno. Dijo Scheele que el primero favorecía a las
llamas y que el segundo las reprimía.
Según ciertos hombres de ciencias Scheele
produjo, por experimentación, oxígeno puro al mismo tiempo o posiblemente antes
que Priestly; sin embargo, generalmente se acredita a éste tal conquista
científica.
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