jueves, 2 de junio de 2016

EL CABALLITO DE TOTORA, OTRA MUESTRA DE PERUANIDAD / Francisco CARRANZA ROMERO

Francisco Carranza Romero
Universidad Dankook (Corea), Universidad Nacional Agraria La Molina (Perú)
1 de junio

El caballito de totora aún existe
Mientras unos peruanos, productos de la educación eurocentrista, buscan la explicación de su realidad cultural sólo con datos de afuera como si la historia peruana hubiera comenzado recién con la captura (1532) y ejecución del inca Atahualpa (1533); otros, por suerte nuestra, hacen investigación y reflexión partiendo desde el Perú donde han nacido.

El libro “Mar y olas. Rito y deporte” (Universidad Nacional Agraria La Molina –UNALM-, Lima, 2015) de Enrique Amayo Zevallos. Por este libro sabemos que la revolución agrícola en la antigüedad se dio en cinco áreas: Sudeste de Asia (Medio Oriente y sur de Asia), China, región oriental de Estados Unidos, Mesoamérica (incluyendo México) y la región andina de América del Sur. Y de los 7 productos que han ayudado a mejorar la alimentación de nuestro planeta, 4 son de América (papa, maíz, yuca, cuy), 3  son de Asia (cebada, arroz y trigo). Y el aporte americano podría aumentar si incluimos camote, tomate, chocolate, coca, etc…  
Enrique Amayo (egresado de UNALM, Ph. D. por la Universidad de Londres) es docente de la Universidad del Estado de Sao Paulo, Brasil. Pero esta lejanía de la patria no ha sido obstáculo para seguir investigando la navegación en el antiguo Perú. Después de muchos años de investigación bibliográfica, datos vivenciales (andino cajamarquino que visitó la costa peruana desde su infancia), visitas a los museos, entrevistas a los pobladores de Huanchaco (La Libertad) y Pimentel (Lambayeque) que aún fabrican y montan el caballito de totora o tup en lengua mochica demuestra que el surf o tabla hawaiana se originó en la costa peruana.

Huanchaco
Cerámica de un navegante chimú en caballito de totora
                            Caballito de totora/Museo Larco-Lima

¿Qué es el tup?  
“El TUP es una balsa unipersonal con 3500 años de historia comprobada, y probablemente 5000, que ha sobrevivido hasta hoy” (Amayo p. 21). En el siglo XVI el cronista español José de Acosta (“Historia natural y moral de las Indias”) describe la balsa, su fabricación con la planta juncia o junco o espadaña, más conocida en Perú como totora, el transporte de la balsa hasta el mar y su uso como un caballo, y su utilidad en la vida peruana. “Hacen unos como manojos de juncia o espadañas secas bien atadas, que allá llaman balsas, y llévanlas a cuestas hasta la mar, donde arrojándolas con presteza, suben en ellas, y así caballeros se entran la mar adentro, y bogando con unos canaletes de un lado y de otro se van una y dos leguas en alta mar a pescar” p.117. Y el jesuita Acosta expresa su emoción al ver cómo muchos pescadores desafían las grandes olas y los compara con Tritón y Neptuno, dioses de la mitología griega: “Cierto verlos ir a pescar en el Callao de Lima, era para mí cosa de gran recreación, porque eran muchos y cada uno en su balsilla caballero, o sentado a porfía cortando las olas del mar, que es bravo allí donde pescan, parecían lo tritones o neptunos, que pintan sobre el agua” p. 117. Por esta crónica sabemos que el tup era usado en la costa del Perú.
La historiadora peruana María Rostworowski escribe sobre este tema en el siglo XX: “En la cerámica Mochica y Chimú existen numerosas ilustraciones de individuos y de dioses pescando o navegando en estas embarcaciones. Los españoles las llamaron de ‘caballitos’ porque los naturales montaban en ellos con los pies en el mar” p. 106.
Fuera de las crónicas, los restos arqueológicos (cerámicas y pinturas) también muestran a los antiguos navegantes peruanos sobre la balsa más grande de totora y de palo de balsa, plantas oriundas de Perú. Esta embarcación es wampu en quechua.

Tupe, caballito de totora para distracción y competencia
El tup especial (de totora o de caña bambú o de palo de balsa o de piel de lobo marino), al que Amayo llama TUPE  no era para pescar sino para una actividad lúdica, deportiva y religiosa. La competencia consistía en surcar las olas demostrando destreza y valentía. Era un rito según el calendario religioso. El ganador del certamen era considerado Hombre-Dios-Pájaro. “El objetivo del TUPE era para divertirse surcando las olas del mar o surfar. Por eso en él estaría el origen directo del surf” (Amayo p  34). Y, como un acto iniciático estaría relacionado con el consumo del cactus wachuma o achuma o San Pedro (Trichocereus Pachanoi, de propiedades sicotrópicas activas). Este deporte y rito fue prohibido por los conquistadores cristianos porque estaba relacionado con la danza, el erotismo y las creencias paganas. Dentro de la política de la extirpación de las idolatrías todo era válido, lo importante era borrar la cultura de los pueblos no cristianos. Extra eclesiam nula salus (Fuera de la iglesia no hay salvación), era el principio que regía entonces y hasta ahora en algunos lugares.
 Actualmente, sólo en las playas del norte peruano (Pimentel  y Huanchaco) se ve a bronceados hombres del mar desafiando las olas sentados en un caballito de totora. Reman hacia el mar adentro y salen de allí portando el producto de la pesca. Son los descendientes de los antiguos mochicas, quienes aún conservan el legado ancestral a pesar de la política de borrar la cultura indígena desde la época de la colonia. Sin embargo, Perú tiene campeones mundiales del surf.


Felipe Pomar Rospigliosi, campeón mundial de competencia oficial de surf, 1965, opina en el preámbulo del libro de Amayo: “Nuestra Tabla, la Tabla Peruana, tiene 3,000 años comprobados y probablemente 5,000 años de historia y tradición. Huanchaco, playa de Trujillo, como preservadora de esta tradición, es la cuna mundial de los deportes en ola… Sus ancestros (de los huanchaqueros) fueron excelentes navegantes que transportaron sus tradiciones, costumbres y plantas por el Océano Pacífico hasta las remotas islas de Oceanía” pp. 18-19. Este campeón peruano donó varios ejemplares de tup al Surfing Heritage Cultural Center de San Clemente, California, Estados Unidos.

Sofía Mulanovich es campeona mundial de surf (2004).


La propuesta del doctor Amayo es también de todos los que valoramos las culturas indígenas del Perú: “Obtener el reconocimiento del Perú como origen del surf debería ser un objetivo nacional del Estado Peruano” p. 39. Y este reconocimiento debe  realizarse con la construcción en Huanchaco y Pimentel del Museo de Hombre y Mar, y emitir leyes de protección de los totorales, palos de balsa y lobos marinos. Estas medidas ayudarán a los pescadores tradicionales para que sobrevivan mostrando sus culturas ancestrales a los visitantes nacionales y extranjeros.

Relación antigua de Perú y Oceanía
La relación del Perú con la Oceanía es desde la antigüedad. Se sabe que el inca Tupac Yupanqui, partiendo del antiguo Perú en 1465, llegó a las islas oceánicas de Auachumbi y Ninachumbi. Ese viaje había durado muchos meses o quizás años. Desde entonces ya se compartían algunos productos como el camote (voz náhuatl) que en quechua es kumar o apichu, una especie de junco que en quechua se llama totora o ututu. “Pero, exceptuando el viaje de Tupac Yupanqui, el más extraordinario fue el comandado por Álvaro de Medaña en 1567 quien salió del Callao, siguiendo lo que aquí se denomina como la Ruta del Inca, y terminó llegando a las Islas Salomón, parte del Continente Oceánico” (Amayo p. 60).

En el siglo XX el noruego Thor Heyerdahl construyó una balsa, wampu en quechua, a base de palo de balsa y totora. El 28 de abril de 1947 salió del puerto de Callao (Perú) hacia el occidente. Después de 97 días y casi 8000 kilómetros de recorrido llegó al arrecife Raroia, parte de las islasTuamotu en Polinesia. “Culturas altamente marítimas dominaron la costa del Perú antes que existiese cualquier reino marítimo en las costas del Atlántico de Europa. Siglos antes que los vikingos de Noruega comenzasen a navegar por mar abierta, los navegantes en balsa provenientes del valle de Lambayeque habían comenzado a navegar por el Pacífico abierto” (Heyerdahl, 1996) p. 14. Y Amayo valora la proeza y la opinión de Heyerdahl, y refuta a los que sin conocer las corrientes marinas ni las culturas indígenas andinas,  dudan del viaje de los andinos hacia Oceanía; les responde con datos, porque para recuperar la memoria histórica de las culturas indígenas hay que recoger datos y no ofender ni menospreciar a otros con prejuicios. “Entre 1947 y 1995 fueron realizados 14 viajes intercontinentales en balsa saliendo del Perú  y Ecuador actuales: dos llegaron a las Islas Galápagos, 12 a islas de la Polinesia y de ellas 5 llegaron hasta Melanesia y cuatro hasta Australia” (Amayo p. 117).
Todo peruano debe leer y comentar el libro “Mar y olas. Rito y deporte”.

Bibliografía
Acosta de, José: 1985, Historia natural y moral de las Indias. FCE, México DF.
Amayo Zevallos, Enrique: 2015, Mar y olas rito y deporte. Universidad Nacional
    Agraria La Molina, Lima.
Heyerdahl, Thor: 1996, La navegación marítima en el antiguo Perú. Instituto de     
    Estudios Histórico-Marítimos del Perú, Lima.
Rostworowski de Díez Canseco, María: 1981, Recursos naturales renovables y pesca.
     Siglos XVI y XVII. Instituto de Estudios Peruanos, Lima.

  Kon-Tiki demostraron que era posible que una balsa primitiva a navegar por el Pacífico con relativa facilidad y seguridad, especialmente en el oeste (con el viento). La balsa resultó ser muy fácil de manejar, y los peces se congregaron entre los nueve troncos de balsa en tal número que los marineros antiguos pudo haber dependido de la pesca para la hidratación en la ausencia de otras fuentes de agua dulce. Inspirado por el Kon-Tiki, otras balsas han repetido el viaje. Libro de Heyerdahl sobre la expedición Kon-Tiki, ha sido traducido a más de 67 idiomas. El documental de la expedición, con derecho Kon-Tiki, ganó un Oscar en 1951.

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