lunes, 20 de junio de 2016

EL TIEMPO Y LA VEJEZ / Juan PAREDES CARBONELL




            Las fiestas de navidad y año nuevo que estamos celebrando nos permiten verificar dos hechos simples pero igualmente importantes.

Uno, que el mundo es una feria gigantesca de vanidades donde la gente se enternece y cree vivir con la inocencia impecaminosa de los niños.

Dos, que los niños no se explican por qué la felicidad humana tiene necesariamente que basarse en el poder irrestricto de ese papel manoseado al que todos llaman dinero pero que muy pocos poseen.

            De hecho, entre el primer y segundo enunciado se da lo que en Derecho se dice una contradictio in adjecto. Mejor dicho, una contradicción en sí misma, y en lógica proposicional, un razonamiento paradójico.

            Porque, además ser viejo no significa haber dejado totalmente de ser niño, ya que, según los enterados afirman, el hombre tiene un punto vital en donde la experiencia y la inocencia se juntan.

            La diferencia entre viejos y niños se marca por la oposición de esas dos voces semánticas: inocencia y experiencia. Desde luego, los viejos viven añorantes de esa inocencia que alguna vez tiñó del más blanco candor sus actos, mientras que los niños tiemblan de ansiedad por la felicidad que importa cada descubrimiento de la vida que les brinda la experiencia. En ambas situaciones la vida requiere de una  gran dosis de experiencia pero también  de no poca de inocencia. Pues con los años llegamos a enterarnos que sin la experiencia la vejez tendría un resabio insólito, en tanto que sin la inocencia la infancia sería un camino muy largo de arrepentimientos inculpes.

            Vejez o niñez, la vida es un continuum dialéctico, su devenir es irreversible, no da marcha atrás y jamás pasa bajo el mismo puente dos veces.

            El paso del tiempo sólo deja huellas visibles por allí por donde indefectiblemente discurre. No hay ciencia que lo detenga ni materia que lo resista. Conforme corren los días las cosas se cubren  de una pátina de palidez o enmohecimiento. Las cosas nuevas se convierten en ruinas y si de polvo fueron hechas al polvo con seguridad retornan.

            En el hombre el tiempo deja también sus huellas y los cambios que se van operando en el cuerpo cobran distintas denominaciones: infancia, adolescencia, juventud, provectud, longevidad, senectud. Lo malo es que no todos cubrimos esas seis edades ni todos los deseamos.

            Una vejez digna es aquella que no ocasiona molestias a nadie. Tuve una tía abuela muy sabia pero de una sabiduría natural y estoica que afirmaba: para qué una vejez inservible si no me voy a valer de mis propias manos. Comparable sólo a la de Ovidio que decía: Espero que la muerte me sorprenda en medio de mis trabajos.

            Ser viejo es pues una forma de constatar que la vida y el tiempo son reveces de una misma medalla: los dos marchan tomados de la mano en esencia y sustancia.

            Las viejas y nuevas filosofías se han preocupado por desvelar sus secretos y para eso inventaron los mitos, que son reflejo de su propia inocencia, ejemplos: el mito del eterno retorno de las sociedades arcaicas y la fuente de la juventud de la sociedad medieval, que Wilde empleó como leimotiv en “El retrato de Dorian Gray”, el personaje que nunca envejecía. Y así como ayer los viejos alquimistas buscan el elixir de la vida, los modernos brujos de la química industrial han creado los cosméticos y los cirujanos plásticos las operaciones estéticas para disimular la vejez y corregir los defectos congénitos.

            De la irreversibilidad de la naturaleza el hombre se ha compensado con la reversibilidad de su imaginación.

            Solamente en la literatura es verosímil romper las leyes de la naturaleza, siguiendo los mismos principios de la ciencia: en la novela de Julian Huxly “Viejo muere el cisne”, uno de los protagonistas en la medida en que envejece más allá del límite humano, regresa al estado natural del chimpancé, es decir,  a la más remota infancia biológica, si damos crédito a la fantasía científica de Darwin.

            Como se aprecia, prolongar la vida del hombre podría significar llevarlo a la infancia histórico-genética más remota de nuestra especie, el hombre perdería sus funciones mentales en la medida que el cuerpo se le cubriría de pelos.

            No podremos detener el tiempo aún así desintegraremos la materia. El tiempo es vida. Y la vida sigue su curso.


            Por eso, ahora que el reloj suena las doce, en el meridiano de un nuevo día, y un nuevo año desgloso, no sin reverente temor, el último pliego del calendario 1988, para meditar un instante y agradecer a Dios por permitirnos vivir un año más de inocencia y de experiencia en esta vida.
La Industria, recorte 1988.

En vez de un discurso propio a Manuel  por su cumpleaños, le envié este artículo encontrado al azar en uno de los pioner de recortes sueltos y seleccionados tiempo atrás, diciéndole que era de un salpino y era para tener una experiencia nueva... Es el caso, que los tres somos del mismo lugar,  del mismo año y ya llegamos a los 80, entre mayo y junio. La respuesta, llena de alegría y satisfacción, desborda su emoción y me envía este mensaje en el que repite  "a pie juntillas" la conclusión de Juan, saboreando la primicia y gozoso de regresar al chimpancé, todo un teólogo..., agrego yo.
Mensaje: 16/06/2016 13:13
Querido primo! Con una respuesta relámpago me hago presente para agradecerte por el mensaje para mi cumpleaños. Muy bueno el artículo "El tiempo y la vejez" de Juan Paredes Carbonell. Merece una medalla de honor. Según ese análisis yo estoy en camino hacia la "más remota infancia histórica genética - biológica de nuestra especie" al chimpancé. He saboreado tanto la primicia que me ha hecho soñar en mi primitiva especie, del chimpancé.
Ayer me visitaron el alcalde del pueblo con la encargada social para los ancianos, y una comitiva de la iglesia luterana. Mi párroco me mandó un mensaje por faceboock: "saludos en tu cumpleaños"...Le contesté relámpago "GRACIAS". Por la tarde vinieron unas amigas de Anja y un grupo de estudiantes de la Universidad. Como ves lo pasé tranquilo, me faltaron los Mariachis.

En cuanto a Biografía del amor sin nombre, he recogido en ÁNGELES DEL PAPEL, marzo del 2009, lo siguiente. 

Conversando hace unos días via msn con el poeta y editor Oscar Ramírez, me decía que para su presentación de libro estaría el ya conocido Juan Paredes Carbonell. Recordé así que tenía uno de sus libros, fue obsequio de uno de mis amigos poetas y quien fue mi editor, el también poeta, el piurano Harold Alva.

"Biografía del amor sin nombre", un poemario que está lleno, como dice en el prólogo; de "ternura".

Aquella vez lo leí y envidié muchos poemas, hasta reconocí algunos poemas míos ya olvidados en alguna caja en mi casa. Mi escritura era casi similar en aquel tiempo. Pero nada comparado a la letra y verso de este gran poeta norteño.

Nacido en el año 1936, es una de las voces mas admiradas de esa parte del país. Un maestro para muchos y un referente importante en cuanto a poesía se refiere.

Aquí os dejo con unos poemas de este gran vate peruano. Espero yo poder conocerlo en el menor tiempo posible. Desde aquí un saludo a este gran poeta de Salpo.

I


Sabes,

la mar tiene sus lágrimas

como las tuyas.


Yo bebí una vez

el llanto de la mar

y era como el llanto tuyo.

Cuando yo bebí en tus ojos

tu ternura líquida

supe de la inmensa ternura

de la mar.

La mar

es bondadosa

y como tú

se desespera por besar

el cielo; pero sus labios

transparentes

de no poder besar,

nos llegan sólo en brisa

a descubrirnos solos...


X


Ámame como la luz:

serena, inmensa.

Como el dolor a

los humildes, ámame.

Ámame y en cada

gesto de amor

¡viva la vida!

Tú no puedes callar

como los ríos

en los surcos.

No puedes tú morir

como la flor

antes del fruto.


XI


Tu silencio

es el trazo

de un paisaje

secreto

donde crecen los

sueños...

Ahí es simple

el amor

como los ríos lentos

que sólo

transcurren.

Tu silencio,

te digo,

es el gesto supremo

de algún cuerpo

en tristeza,

en sublime reposo.

Y es tu cuerpo

en reposo

el paisaje secreto

donde crecen

mis sueños...


          Publicado por  alberto jiménez

1 comentario:

  1. La Prosa y el Verso del vate peruano que ha hecho exclamar a otro de la misma categoría: "espero yo poder conocerlo en el menor tiempo posible. Desde aquí un saludo a este gran poeta de Salpo". Me cupo la suerte de conocerlo en Un Cursillo de Cristiandad por el año 1962. Para mí es un referente de lo filosófico y poético. Veámoslo.

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