Las fiestas de navidad y año nuevo que estamos celebrando
nos permiten verificar dos hechos simples pero igualmente importantes.
Uno,
que el mundo es una feria gigantesca de vanidades donde la gente se enternece y
cree vivir con la inocencia impecaminosa de los niños.
Dos,
que los niños no se explican por qué la felicidad humana tiene necesariamente
que basarse en el poder irrestricto de ese papel manoseado al que todos llaman
dinero pero que muy pocos poseen.
De hecho, entre el primer y segundo enunciado se da lo
que en Derecho se dice una contradictio
in adjecto. Mejor dicho, una contradicción en sí misma, y en lógica
proposicional, un razonamiento paradójico.
Porque, además ser viejo no significa haber dejado
totalmente de ser niño, ya que, según los enterados afirman, el hombre tiene
un punto vital en donde la experiencia y la inocencia se juntan.
La diferencia entre viejos y niños se marca por la
oposición de esas dos voces semánticas: inocencia y experiencia. Desde luego,
los viejos viven añorantes de esa inocencia que alguna vez tiñó del más blanco
candor sus actos, mientras que los niños tiemblan de ansiedad por la felicidad
que importa cada descubrimiento de la vida que les brinda la experiencia. En
ambas situaciones la vida requiere de una
gran dosis de experiencia pero también
de no poca de inocencia. Pues con los años llegamos a enterarnos que sin
la experiencia la vejez tendría un resabio insólito, en tanto que sin la
inocencia la infancia sería un camino muy largo de arrepentimientos inculpes.
Vejez o niñez, la vida es un continuum dialéctico, su devenir es irreversible, no da marcha
atrás y jamás pasa bajo el mismo puente dos veces.
El paso del tiempo sólo deja huellas visibles por allí
por donde indefectiblemente discurre. No hay ciencia que lo detenga ni materia
que lo resista. Conforme corren los días las cosas se cubren de una pátina de palidez o enmohecimiento.
Las cosas nuevas se convierten en ruinas y si de polvo fueron hechas al polvo
con seguridad retornan.
En el hombre el tiempo deja también sus huellas y los
cambios que se van operando en el cuerpo cobran distintas denominaciones:
infancia, adolescencia, juventud, provectud, longevidad, senectud. Lo malo es
que no todos cubrimos esas seis edades ni todos los deseamos.
Una vejez digna es aquella que no ocasiona molestias a
nadie. Tuve una tía abuela muy sabia pero de una sabiduría natural y estoica
que afirmaba: para qué una vejez inservible si no me voy a valer de mis propias
manos. Comparable sólo a la de Ovidio que decía: Espero que la muerte me
sorprenda en medio de mis trabajos.
Ser viejo es pues una forma de constatar que la vida y el
tiempo son reveces de una misma medalla: los dos marchan tomados de la mano en
esencia y sustancia.
Las viejas y nuevas filosofías se han preocupado por
desvelar sus secretos y para eso inventaron los mitos, que son reflejo de su
propia inocencia, ejemplos: el mito del eterno
retorno de las sociedades arcaicas y la fuente de la juventud de la sociedad medieval, que Wilde empleó como leimotiv en
“El retrato de Dorian Gray”, el personaje que nunca envejecía. Y así como ayer
los viejos alquimistas buscan el elixir de la vida, los modernos brujos de la
química industrial han creado los cosméticos y los cirujanos plásticos las
operaciones estéticas para disimular la vejez y corregir los defectos congénitos.
De la irreversibilidad de la naturaleza el hombre se ha
compensado con la reversibilidad de su imaginación.
Solamente en la literatura es verosímil romper las leyes
de la naturaleza, siguiendo los mismos principios de la ciencia: en la novela
de Julian Huxly “Viejo muere el cisne”, uno de los protagonistas en la medida
en que envejece más allá del límite humano, regresa al estado natural del
chimpancé, es decir, a la más remota
infancia biológica, si damos crédito a la fantasía científica de Darwin.
Como se aprecia, prolongar la vida del hombre podría
significar llevarlo a la infancia histórico-genética más remota de nuestra
especie, el hombre perdería sus funciones mentales en la medida que el cuerpo
se le cubriría de pelos.
No podremos detener el tiempo aún así desintegraremos la materia. El tiempo es vida. Y la vida sigue
su curso.
Por eso, ahora que el reloj suena las doce, en el
meridiano de un nuevo día, y un nuevo año desgloso, no sin reverente temor, el
último pliego del calendario 1988, para meditar un instante y agradecer a Dios
por permitirnos vivir un año más de inocencia y de experiencia en esta vida.
La Industria, recorte 1988.
En vez de un discurso propio a Manuel por su cumpleaños, le envié este artículo encontrado al azar en uno de los pioner de recortes sueltos y seleccionados tiempo atrás, diciéndole que era de un salpino y era para tener una experiencia nueva... Es el caso, que los tres somos del mismo lugar, del mismo año y ya llegamos a los 80, entre mayo y junio. La respuesta, llena de alegría y satisfacción, desborda su emoción y me envía este mensaje en el que repite "a pie juntillas" la conclusión de Juan, saboreando la primicia y gozoso de regresar al chimpancé, todo un teólogo..., agrego yo.
Mensaje: 16/06/2016 13:13
Querido primo! Con una
respuesta relámpago me hago presente para agradecerte por el mensaje para mi
cumpleaños. Muy bueno el artículo "El tiempo y la vejez" de Juan
Paredes Carbonell. Merece una medalla de honor. Según ese análisis yo estoy en
camino hacia la "más remota infancia histórica genética - biológica de
nuestra especie" al chimpancé. He saboreado tanto la primicia que me ha
hecho soñar en mi primitiva especie, del chimpancé.
Ayer me visitaron el alcalde
del pueblo con la encargada social para los ancianos, y una comitiva de la
iglesia luterana. Mi párroco me mandó un mensaje por faceboock: "saludos
en tu cumpleaños"...Le contesté relámpago "GRACIAS". Por la tarde
vinieron unas amigas de Anja y un grupo de estudiantes de la Universidad. Como
ves lo pasé tranquilo, me faltaron los Mariachis.
En cuanto a Biografía del amor sin nombre, he recogido en ÁNGELES DEL PAPEL, marzo del 2009, lo siguiente.
En cuanto a Biografía del amor sin nombre, he recogido en ÁNGELES DEL PAPEL, marzo del 2009, lo siguiente.
Conversando hace unos días
via msn con el poeta y editor Oscar Ramírez, me decía que para su presentación
de libro estaría el ya conocido Juan Paredes Carbonell. Recordé así que tenía
uno de sus libros, fue obsequio de uno de mis amigos poetas y quien fue mi
editor, el también poeta, el piurano Harold Alva.
"Biografía del amor sin
nombre", un poemario que está lleno, como dice en el prólogo; de "ternura".
Aquella vez lo leí y envidié
muchos poemas, hasta reconocí algunos poemas míos ya olvidados en alguna caja
en mi casa. Mi escritura era casi similar en aquel tiempo. Pero nada comparado
a la letra y verso de este gran poeta norteño.
Nacido en el año 1936, es
una de las voces mas admiradas de esa parte del país. Un maestro para muchos y
un referente importante en cuanto a poesía se refiere.
Aquí os dejo con unos poemas
de este gran vate peruano. Espero yo poder conocerlo en el menor tiempo posible.
Desde aquí un saludo a este gran poeta de Salpo.
I
Sabes,
la mar tiene sus lágrimas
como las tuyas.
Yo bebí una vez
el llanto de la mar
y era como el llanto tuyo.
Cuando yo bebí en tus ojos
tu ternura líquida
supe de la inmensa ternura
de la mar.
La mar
es bondadosa
y como tú
se desespera por besar
el cielo; pero sus labios
transparentes
de no poder besar,
nos llegan sólo en brisa
a descubrirnos solos...
X
Ámame como la luz:
serena, inmensa.
Como el dolor a
los humildes, ámame.
Ámame y en cada
gesto de amor
¡viva la vida!
Tú no puedes callar
como los ríos
en los surcos.
No puedes tú morir
como la flor
antes del fruto.
XI
Tu silencio
es el trazo
de un paisaje
secreto
donde crecen los
sueños...
Ahí es simple
el amor
como los ríos lentos
que sólo
transcurren.
Tu silencio,
te digo,
es el gesto supremo
de algún cuerpo
en tristeza,
en sublime reposo.
Y es tu cuerpo
en reposo
el paisaje secreto
donde crecen
mis sueños...
Publicado por
alberto jiménez
La Prosa y el Verso del vate peruano que ha hecho exclamar a otro de la misma categoría: "espero yo poder conocerlo en el menor tiempo posible. Desde aquí un saludo a este gran poeta de Salpo". Me cupo la suerte de conocerlo en Un Cursillo de Cristiandad por el año 1962. Para mí es un referente de lo filosófico y poético. Veámoslo.
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